La parábola del sembrador nos envía un mensaje atemporal, válido y necesario en cualquier circunstancia de nuestra vida aunque quizá más en esta situación de pandemia y pospandemia que estamos viviendo, en la que podemos sentir que no merece la pena el esfuerzo abocado a fracasar, o que no merece la pena empeñarse en lo que, cada vez menos, depende de nosotros, porque no está a nuestro alcance. Su mensaje es: ¡Animo! A pesar del fracaso aparente, la llegada del Reino es imparable, y el resultado final maravilloso e incalculable, precisamente porque no depende de nosotros, sino de Dios.