El cristianismo, por medio del Bautismo, introduce el elemento sobrenatural en la vida humana, al poner el amor de Cristo como agente fundamental en todo pensamiento, palabra y obra de cualquier bautizado. Al ser el mismo Cristo el motor de los pensamientos, palabras y obras, todo es virtud, todo es trascendente y todo contribuye a la construcción del reino de Dios y de Su Justicia (Rovirosa, OC, T.III. 78).