Necesitamos obreros de la mies. Mujeres y hombres capaces de ser testigos, apóstoles, discípulos. Necesitamos –el Reino necesita– hombres y mujeres dispuestos a entregar su vida por amor, gratuitamente, acompañando y cuidando la vida, sirviendo a las personas empobrecidas. Mujeres y hombres cuya vida sea anuncio del encuentro con el resucitado en medio de la vida para construir fraternidad y amistad social.
Y necesitamos pedirlo en nuestra oración a quien corresponde mandar operarios a su mies.
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