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Francisco: El sistema económico y la ideología del consumo seleccionan nuestras necesidades y manipulan nuestros sueños

Iglesia

Francisco: El sistema económico y la ideología del consumo seleccionan nuestras necesidades y manipulan nuestros sueños

16 enero 2019

La comunidad humana (Humana communitas), es el título de la Carta remitida por el papa Francisco a mons. Vincenzo Paglia, presidente de la Pontificia Academia para la Vida, con ocasión del XXV aniversario de esta institución, que se celebrará el próximo 11 de febrero.

En una extensa misiva (puede leerse en la parte inferior de esta nota), el obispo de Roma expresa su deseo de que la Pontificia Academia para la Vida sea un lugar lleno de valentía para la interacción y el diálogo al servicio del bien de todos, porque –explica– “ser miembros del único género humano exige un enfoque global y nos pide a todos que abordemos las cuestiones que surgen en el diálogo entre las diferentes culturas y sociedades, que están cada vez más estrechamente relacionadas en el mundo de hoy”.

Fraternidad, un verdadero “tesoro escondido”

Parte del concepto de que “la comunidad humana ha sido el sueño de Dios desde antes de la creación del mundo”. Y es necesario “ser cada vez más conscientes de nuestro común origen en la creación y el amor de Dios”. “La gran familia de la humanidad se reconoce a sí misma en el misterio de la generación –escribe Francisco y de hecho, –prosigue– “entre las criaturas humanas la iniciación familiar en la fraternidad puede ser considerada como un verdadero tesoro escondido, con vistas a la reorganización comunitaria de las políticas sociales y a los derechos humanos, tan necesarios hoy en día”.

La pasión de Dios por la criatura humana

“En nuestro tiempo –continúa el Papa– , la Iglesia está llamada a relanzar vigorosamente el humanismo de la vida que surge de esta pasión de Dios por la criatura humana”, hecha a su imagen, y es precisamente “la relación entre hombre y mujer el lugar por excelencia en el que toda la creación se convierte en interlocutora de Dios y testigo de su amor”.

Cisma entre individuo y comunidad humana

La “pasión por lo humano” encuentra en este momento de la historia serias dificultades”, prosigue la carta, que pone en evidencia “la desconfianza recíproca entre los individuos y entre los pueblos” alimentada por “una búsqueda desmesurada de los propios intereses y de una competencia exasperada, no exenta de violencia”. “La distancia entre la obsesión por el propio bienestar y la felicidad compartida de la humanidad se amplía hasta tal punto que da la impresión de que se está produciendo un verdadero cisma entre el individuo y la comunidad humana”. Francisco recuerda que en la Encíclica Laudato si’ resaltó el “estado de emergencia en el que se encuentra nuestra relación con la tierra y los pueblos” y explica que  “es una alarma causada por la falta de atención a la gran y decisiva cuestión de la unidad de la familia humana y su futuro”.

La paradoja: degradación espiritual y progreso tecnológico

Esta emergencia revela una paradoja, dice el Papa, y se pregunta por qué cuando los recursos económicos y tecnológicos  “nos permitirían cuidar suficientemente de la casa común y de la familia humana”  son precisamente ellos los que provocan “nuestras divisiones más agresivas y nuestras peores pesadillas”. “Los pueblos sienten aguda y dolorosamente, aunque a menudo confusamente, la degradación espiritual —podríamos decir el nihilismo— que subordina la vida a un mundo y a una sociedad sometidos a esta paradoja. La tendencia a anestesiar este profundo malestar, a través de una búsqueda ciega del disfrute material, produce la melancolía de una vida que no encuentra un destino a la altura de su naturaleza espiritual”. “El sistema económico y la ideología del consumo seleccionan nuestras necesidades y manipulan nuestros sueños”.

Tarea difícil para la Iglesia

El santo padre se refiere a la dificultad de reabrir el horizonte humanístico, “incluso dentro de la Iglesia”. “Debemos preguntarnos seriamente si hemos hecho lo suficiente para dar nuestra contribución específica como cristianos a una visión de lo humano que es capaz de sostener la unidad de la familia de los pueblos en las condiciones políticas y culturales actuales”.

Reaccionar frente a la división y la indiferencia

“El pueblo cristiano, haciendo suyo el grito de sufrimiento de los pueblos, debe reaccionar ante los espíritus negativos que fomentan la división, la indiferencia y la hostilidad. Tiene que hacerlo no solo por sí mismo, sino por todos”. “La rehabilitación de la criatura de Dios en la feliz esperanza de su destino tiene que llegar a ser la pasión dominante de nuestro anuncio”.

Perseguir una nueva perspectiva ética universal

El pontífice señala que “es urgente que los ancianos crean aún más en sus mejores ‘sueños’ y que los jóvenes tengan ‘visiones’ capaces de impulsarles a comprometerse con valentía en la historia”. Y agrega que el objetivo a perseguir a nivel cultural es “una nueva perspectiva ética universal, atenta a los temas de la creación y de la vida humana”. “No podemos –agrega el Papa– continuar por el camino del error que se ha seguido en tantas décadas de deconstrucción del humanismo, identificado con toda ideología de voluntad de poder, que se sirve del firme apoyo del mercado y la tecnología, por ello hay que combatirla a favor del humanismo”.

Diversidad humana es bien absoluto

“La diversidad de la vida humana es un bien absoluto, digno de ser custodiado éticamente y muy valioso para la salvaguardia de toda la creación. El escándalo está en que el humanismo se contradiga a sí mismo, en lugar de inspirarse en el acto del amor de Dios”. El Papa exhorta entonces a la Iglesia a “redescubrir la belleza de esta inspiración y empeñarse con renovado entusiasmo”.

La construcción de una fraternidad universal

Francisco advierte que “es hora de relanzar una nueva visión de un humanismo fraterno y solidario de las personas y de los pueblos”. “La conciencia y los afectos de la criatura humana no son de ninguna manera impermeables ni insensibles a la fe y a las obras de esta fraternidad universal”, porque “una cosa es resignarse a concebir la vida como una lucha contra antagonismos interminables, y otra cosa muy distinta es reconocer la familia humana como signo de la vitalidad de Dios Padre y promesa de un destino común para la redención de todo el amor que, ya desde ahora, la mantiene viva”. “Todos los caminos de la Iglesia conducen al hombre”.

La tutela de la vida

Son de consuelo “los signos de la acción de Dios en el tiempo presente”, dice el Papa. Entre ellos los indicados por San Juan Pablo II que se refería a  “los gestos de acogida y defensa de la vida humana, la difusión de una sensibilidad contraria a la guerra y a la pena de muerte”, el “interés creciente por la calidad de la vida y la ecología” y la “difusión de la bioética”. Y en estos 25 años, la comunidad científica de la Pontificia Academia para la Vida ha demostrado, “cómo precisamente desde esta perspectiva puede ofrecer su alta y calificada contribución”.

“Prueba de ello –dice el Papa– es el compromiso con la promoción y protección de la vida humana en todo su desarrollo, la denuncia del aborto y de la supresión de los enfermos como males gravísimos que contradicen el Espíritu de vida y nos hunden en la anticultura de la muerte”. “Hay que continuar en esta línea, –afirma Francisco– prestando atención a otros desafíos que la coyuntura contemporánea presenta para la maduración de la fe, para una comprensión más profunda de la misma y para una comunicación más adecuada a los hombres de hoy”.

Incorporar el anuncio del Evangelio en la experiencia concreta

El futuro de la Academia “es hacer nuestro el lenguaje y la historia de los hombres y mujeres de nuestro tiempo, incorporando el anuncio del Evangelio en la experiencia concreta”, como el Concilio Vaticano II ya nos indicó con determinación. Y para comprender “el sentido de la vida humana”, hay que hacer referencia a la “dinámica de la generación” para evitar de esta manera “reducir la vida a un concepto puramente biológico o a una idea universal abstraída de las relaciones y de la historia”.

Hoy “el umbral del respeto fundamental de la vida humana está siendo transgredido de manera brutal, no solo por el comportamiento individual, sino también por los efectos de las opciones y de los acuerdos estructurales”. “La organización de las ganancias económicas y el ritmo de desarrollo de las tecnologías ofrecen posibilidades nuevas para condicionar la investigación biomédica, la orientación educativa, la selección de necesidades y la calidad humana de los vínculos”, continúa el Papa, evidenciando que “la posibilidad de orientar el desarrollo económico y el progreso científico hacia la alianza del hombre y de la mujer, para el cuidado de la humanidad que nos es común, y hacia la dignidad de la persona humana, se basa ciertamente en un amor por la creación que la fe nos ayuda a profundizar e iluminar”.

“La perspectiva de la bioética global, con su amplia visión y su atención a las repercusiones del medio ambiente en la vida y la salud, constituye una notable oportunidad para profundizar la nueva alianza del Evangelio y de la creación”.

Enfoque global

“No tengan miedo –dice el Papa– de elaborar argumentos y lenguajes que puedan ser utilizados en un diálogo intercultural e interreligioso, así como interdisciplinar” e insta al mismo tiempo a participar “en la reflexión sobre los derechos humanos, que son un punto central en la búsqueda de criterios universalmente compartidos”.

Nuevas tecnologías no oscurezcan la alegría de la fraternidad

“Otro frente en el que hay que profundizar la reflexión, dice Francisco, es sobre todo  el de las nuevas tecnologías hoy definidas como emergentes y convergentes”. Son las tecnologías de la información y de la comunicación, las biotecnologías, las nanotecnologías y la robótica. “Ante todo, es necesario comprender los cambios profundos que se anuncian en estas nuevas fronteras, con el fin de identificar cómo orientarlas hacia el servicio de la persona humana, respetando y promoviendo su dignidad intrínseca”.

Finalmente, “la medicina y la economía, la tecnología y la política que se elaboran en el centro de la ciudad moderna del hombre, deben quedar expuestas también y, sobre todo, al juicio que se pronuncia desde las periferias de la tierra” afirma el Papa, notando que estos “extraordinarios  recursos puestos a disposición de la criatura humana por la investigación científica y tecnológica corren el riesgo de oscurecer la alegría que procede del compartir fraterno y de la belleza de las iniciativas comunes, que les dan realmente su auténtico significado”. “Debemos reconocer que la fraternidad sigue siendo la promesa incumplida de la modernidad. La fuerza de la fraternidad, que la adoración a Dios en espíritu y verdad genera entre los humanos, es la nueva frontera del cristianismo”.

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La comunidad humana (Humana communitas)

Papa Francisco

La comunidad humana ha sido el sueño de Dios desde antes de la creación del mundo (cf. Ef 1,3-14). El Hijo eterno engendrado por Dios tomó en ella carne y sangre, corazón y afectos. La gran familia de la humanidad se reconoce a sí misma en el misterio de la generación. De hecho, entre las criaturas humanas la iniciación familiar en la fraternidad puede ser considerada como un verdadero tesoro escondido, con vistas a la reorganización comunitaria de las políticas sociales y a los derechos humanos, tan necesarios hoy en día. Para que esto pueda darse, necesitamos ser cada vez más conscientes de nuestro común origen en la creación y el amor de Dios. La fe cristiana confiesa la generación del Hijo como el misterio inefable de la unidad eterna entre el “llamar a la existencia” y la “benevolencia”, que reside en lo más profundo del Dios Uno y Trino. El anuncio renovado de esta revelación, que ha sido descuidada, puede abrir un nuevo capítulo en la historia de la comunidad y de la cultura humana, que hoy implora un nuevo nacimiento en el Espíritu —gimiendo y sufriendo los dolores del parto (cf. Rm 8,22)—. En el Hijo unigénito se revela la ternura de Dios, así como su voluntad de redimir a toda la humanidad que se siente perdida, abandonada, descartada y condenada sin remisión. El misterio del Hijo eterno, que se hizo uno de nosotros, sella de una vez para siempre esta pasión de Dios. El misterio de su Cruz —«por nosotros y por nuestra salvación»— y de su Resurrección —como «el primogénito entre muchos hermanos» (Rm 8,29)— dice hasta qué punto esta pasión de Dios está dirigida a la redención y realización de la criatura humana.

Hemos de restaurar la evidencia de esta pasión de Dios por la criatura humana y su mundo. Dios la hizo a su “imagen” —“varón y mujer”, los creó (cf. Gn 1,27)— como una criatura espiritual y sensible, consciente y libre. La relación entre el hombre y la mujer constituye el lugar por excelencia en el que toda la creación se convierte en interlocutora de Dios y testigo de su amor. Nuestro mundo es la morada terrena de nuestra iniciación a la vida, el lugar y el tiempo en los que ya podemos empezar a disfrutar de la morada celestial a la que estamos destinados (cf. 2 Co 5,1), donde viviremos en plenitud la comunión con Dios y con los demás. La familia humana es una comunidad de origen y de destino, cuyo cumplimiento está escondido, con Cristo, en Dios (cf. Col 3,1-4). En nuestro tiempo, la Iglesia está llamada a relanzar vigorosamente el humanismo de la vida que surge de esta pasión de Dios por la criatura humana. El compromiso para comprender, promover y defender la vida de todo ser humano toma su impulso de este amor incondicional de Dios. La belleza y el atractivo del Evangelio nos muestran que el amor al prójimo no se reduce a la aplicación de unos criterios de conveniencia económica y política o a «algunos acentos doctrinales o morales que proceden de determinadas opciones ideológicas» (Exhort. ap. Evangelii gaudium, 24 noviembre 2013, 39).

Una historia apasionada y fecunda

1. Esta pasión ha animado la actividad de la Pontificia Academia para la Vida desde su fundación hace veinticinco años, por san Juan Pablo II, siguiendo la recomendación del siervo de Dios y gran científico Jérôme Lejeune. Este último, claramente convencido de la profundidad y rapidez de los cambios que se producen en el ámbito biomédico, consideró oportuno sostener un compromiso más estructurado y orgánico en este frente. De este modo, la Academia ha podido desarrollar iniciativas de estudio, formación e información para que «quede de manifiesto que la ciencia y la técnica, puestas al servicio de la persona humana y de sus derechos fundamentales, contribuyen al bien integral del hombre y a la realización del proyecto divino de salvación (cf. Gaudium et spes, 35)» (Juan Pablo II, Motu proprio Vitae mysterium, 11 febrero 1994, 3). Las actividades de la Academia recibieron un renovado impulso con el nuevo Estatuto (18 octubre 2016). El propósito era el de hacer que la reflexión sobre estas cuestiones tuviera cada vez más en cuenta el contexto contemporáneo, en el que el ritmo creciente de la innovación tecnológica y científica, y la globalización, multiplican por una parte las interacciones entre las diferentes culturas, religiones y conocimientos y, por otra, entre las múltiples dimensiones de la familia humana y de la casa común en la que habita. «Por lo tanto, es urgente intensificar el estudio y la comparación de los efectos de esta evolución de la sociedad en un sentido tecnológico para articular una síntesis antropológica que esté a la altura de este desafío de época. El área de vuestra experiencia calificada no puede limitarse, pues, a resolver problemas planteados por situaciones específicas de conflicto ético, social o legal. La inspiración de una conducta consistente con la dignidad humana atañe a la teoría y a la práctica de la ciencia y la técnica en su enfoque general de la vida, de su significado y su valor» (Discurso a la Asamblea General de la Pontificia Academia para la Vida, 5 octubre 2017).

Degradación de lo humano y paradoja del “progreso”

2. La pasión por lo humano, por toda la humanidad encuentra en este momento de la historia serias dificultades. Las alegrías de las relaciones familiares y de la convivencia social se muestran profundamente desvaídas. La desconfianza recíproca entre los individuos y entre los pueblos se alimenta de una búsqueda desmesurada de los propios intereses y de una competencia exasperada, no exenta de violencia. La distancia entre la obsesión por el propio bienestar y la felicidad compartida de la humanidad se amplía hasta tal punto que da la impresión de que se está produciendo un verdadero cisma entre el individuo y la comunidad humana. En la Encíclica Laudato si’ he resaltado el estado de emergencia en el que se encuentra nuestra relación con la tierra y los pueblos. Es una alarma causada por la falta de atención a la gran y decisiva cuestión de la unidad de la familia humana y su futuro. La erosión de esta sensibilidad, por parte de las potencias mundanas de la división y la guerra, está creciendo globalmente a una velocidad muy superior a la de la producción de bienes. Es una verdadera y propia cultura —es más, sería mejor decir anti-cultura— de indiferencia hacia la comunidad: hostil a los hombres y mujeres, y aliada con la prepotencia del dinero.

3. Esta emergencia revela una paradoja: ¿Cómo es posible que, en el mismo momento de la historia del mundo en que los recursos económicos y tecnológicos disponibles nos permitirían cuidar suficientemente de la casa común y de la familia humana —honrando así a Dios que nos los ha confiado—, sean precisamente estos recursos económicos y tecnológicos los que provoquen nuestras divisiones más agresivas y nuestras peores pesadillas? Los pueblos sienten aguda y dolorosamente, aunque a menudo confusamente, la degradación espiritual —podríamos decir el nihilismo— que subordina la vida a un mundo y a una sociedad sometidos a esta paradoja. La tendencia a anestesiar este profundo malestar, a través de una búsqueda ciega del disfrute material, produce la melancolía de una vida que no encuentra un destino a la altura de su naturaleza espiritual. Debemos reconocerlo: los hombres y mujeres de nuestro tiempo están a menudo desmoralizados y desorientados, sin ver. Todos estamos un poco replegados sobre nosotros mismos. El sistema económico y la ideología del consumo seleccionan nuestras necesidades y manipulan nuestros sueños, sin tener en cuenta la belleza de la vida compartida y la habitabilidad de la casa común.

Una escucha responsable

4. El pueblo cristiano, haciendo suyo el grito de sufrimiento de los pueblos, debe reaccionar ante los espíritus negativos que fomentan la división, la indiferencia y la hostilidad. Tiene que hacerlo no solo por sí mismo, sino por todos. Y tiene que hacerlo de inmediato, antes de que sea demasiado tarde. La familia eclesial de los discípulos —y de todos los que buscan en la Iglesia las razones de la esperanza (cf. 1 P 3,15)— ha sido plantada en la tierra como «sacramento […] de la unión íntima con Dios y de la unidad de todo el género humano» (Conc. Ecum. Vat. II, Const. dogm. Lumen gentium, 1). La rehabilitación de la criatura de Dios en la feliz esperanza de su destino tiene que llegar a ser la pasión dominante de nuestro anuncio. Es urgente que los ancianos crean aún más en sus mejores “sueños” y que los jóvenes tengan “visiones” capaces de impulsarles a comprometerse con valentía en la historia (cf. Jl 3,1). Una nueva perspectiva ética universal, atenta a los temas de la creación y de la vida humana, es el objetivo que debemos perseguir a nivel cultural. No podemos continuar por el camino del error que se ha seguido en tantas décadas de deconstrucción del humanismo, identificado con toda ideología de voluntad de poder, que se sirve del firme apoyo del mercado y la tecnología, por ello hay que combatirla a favor del humanismo. La diversidad de la vida humana es un bien absoluto, digno de ser custodiado éticamente y muy valioso para la salvaguardia de toda la creación. El escándalo está en que el humanismo se contradiga a sí mismo, en lugar de inspirarse en el acto del amor de Dios. La Iglesia debe primero redescubrir la belleza de esta inspiración y empeñarse con renovado entusiasmo.

Una tarea difícil para la Iglesia

5. Somos conscientes de que tenemos dificultades para reabrir este horizonte humanístico, incluso dentro de la Iglesia. Ante todo, preguntémonos sinceramente: ¿Tienen las comunidades eclesiales hoy en día una visión y dan un testimonio que esté a la altura de esta emergencia de la época presente? ¿Están seriamente enfocadas en la pasión y la alegría de transmitir el amor de Dios por la vida de sus hijos en la Tierra? ¿O se pierden todavía demasiado en sus problemas y en ajustes tímidos que no van más allá de la lógica de un compromiso mundano? Debemos preguntarnos seriamente si hemos hecho lo suficiente para dar nuestra contribución específica como cristianos a una visión de lo humano que es capaz de sostener la unidad de la familia de los pueblos en las condiciones políticas y culturales actuales. O si, por el contrario, hemos perdido de vista su centralidad, anteponiendo las ambiciones de nuestra hegemonía espiritual en el gobierno de la ciudad secular, encerrada en sí misma y en sus bienes, frente al cuidado de la comunidad local abierta a la hospitalidad evangélica hacia los pobres y desesperados.

Construir una fraternidad universal

6. Es hora de relanzar una nueva visión de un humanismo fraterno y solidario de las personas y de los pueblos. Sabemos que la fe y el amor necesarios para esta alianza toman su impulso del misterio de la redención de la historia en Jesucristo, escondido en Dios desde antes de la creación del mundo (cf. Ef 1,7-10; 3,9-11; Col 1,13-14). Y sabemos también que la conciencia y los afectos de la criatura humana no son de ninguna manera impermeables ni insensibles a la fe y a las obras de esta fraternidad universal, plantada por el Evangelio del Reino de Dios. Tenemos que volver a ponerla en primer plano. Porque una cosa es sentirse obligados a vivir juntos, y otra muy diferente es apreciar la riqueza y la belleza de las semillas de la vida en común que hay que buscar y cultivar juntos. Una cosa es resignarse a concebir la vida como una lucha contra antagonismos interminables, y otra cosa muy distinta es reconocer la familia humana como signo de la vitalidad de Dios Padre y promesa de un destino común para la redención de todo el amor que, ya desde ahora, la mantiene viva.

7. Todos los caminos de la Iglesia conducen al hombre, como proclamó solemnemente el santo Papa Juan Pablo II en su Encíclica inaugural (Redemptor hominis, 4 marzo 1979). Antes que él, san Pablo VI también recordó en su Encíclica programática, y según la enseñanza del Concilio, que la familiaridad de la Iglesia se extiende por círculos concéntricos a todos los hombres, incluso a quienes se consideran ajenos a la fe y a la adoración de Dios (cf. Ecclesiam suam, 6 agosto 1964). La Iglesia acoge y custodia los signos de bendición y misericordia destinados por Dios a todo ser humano que viene a este mundo.

Reconocer los signos de esperanza

8. En esta misión nos son de consuelo los signos de la acción de Dios en el tiempo presente. Hay que reconocerlos, para que el horizonte no se vea ensombrecido por los aspectos negativos. Desde este punto de vista, san Juan Pablo II señaló los gestos de acogida y defensa de la vida humana, la difusión de una sensibilidad contraria a la guerra y a la pena de muerte, así como un interés creciente por la calidad de la vida y la ecología. Indicaba también la difusión de la bioética como uno de los signos de esperanza, es decir, como «la reflexión y el diálogo —entre creyentes y no creyentes, así como entre creyentes de diversas religiones— sobre problemas éticos, incluso fundamentales, que afectan a la vida del hombre» (Carta enc. Evangelium vitae, 25 marzo 1995, 27). La comunidad científica de la Pontificia Academia para la Vida ha demostrado, en sus veinticinco años de historia, cómo precisamente desde esta perspectiva puede ofrecer su alta y calificada contribución. Prueba de ello es el compromiso con la promoción y protección de la vida humana en todo su desarrollo, la denuncia del aborto y de la supresión de los enfermos como males gravísimos que contradicen el Espíritu de vida y nos hunden en la anti-cultura de la muerte. Ciertamente hay que continuar en esta línea, prestando atención a otros desafíos que la coyuntura contemporánea presenta para la maduración de la fe, para una comprensión más profunda de la misma y para una comunicación más adecuada a los hombres de hoy.

El futuro de la Academia

9. Debemos, ante todo, hacer nuestro el lenguaje y la historia de los hombres y mujeres de nuestro tiempo, incorporando el anuncio del Evangelio en la experiencia concreta, como el Concilio Vaticano II ya nos indicó con determinación. Para captar el sentido de la vida humana, la experiencia a la que se hace referencia es aquella que puede reconocerse en la dinámica de la generación. De esta manera, se evitará reducir la vida a un concepto puramente biológico o a una idea universal abstraída de las relaciones y de la historia. La pertenencia originaria a la carne precede y hace posible cualquier otro conocimiento y reflexión, evitando la pretensión del sujeto de ser origen de sí mismo. Solo podemos darnos cuenta de que estamos vivos cuando ya hemos recibido la vida, antes de cualquier intención y decisión nuestras. Vivir significa necesariamente ser hijos, acogidos y cuidados, aunque a veces de manera inadecuada.

«Parece, pues, razonable unir el cuidado que se ha recibido desde el comienzo de la vida y que le ha permitido desplegarse en todo el arco de su desarrollo, y el cuidado que se debe prestar responsablemente a los demás […]. Este precioso vínculo defiende una dignidad, humana y teologal, que no cesa de vivir, ni siquiera con la pérdida de la salud, del papel social y del control del propio cuerpo» (Carta del Cardenal Secretario de Estado con ocasión de la Conferencia sobre cuidados paliativos, 27 febrero 2018).

10. Somos plenamente conscientes de que el umbral del respeto fundamental de la vida humana está siendo transgredido hoy en día de manera brutal, no solo por el comportamiento individual, sino también por los efectos de las opciones y de los acuerdos estructurales. La organización de las ganancias económicas y el ritmo de desarrollo de las tecnologías ofrecen posibilidades nuevas para condicionar la investigación biomédica, la orientación educativa, la selección de necesidades y la calidad humana de los vínculos. La posibilidad de orientar el desarrollo económico y el progreso científico hacia la alianza del hombre y de la mujer, para el cuidado de la humanidad que nos es común, y hacia la dignidad de la persona humana, se basa ciertamente en un amor por la creación que la fe nos ayuda a profundizar e iluminar. La perspectiva de la bioética global, con su amplia visión y su atención a las repercusiones del medio ambiente en la vida y la salud, constituye una notable oportunidad para profundizar la nueva alianza del Evangelio y de la creación.

11. Ser miembros del único género humano exige un enfoque global y nos pide a todos que abordemos las cuestiones que surgen en el diálogo entre las diferentes culturas y sociedades, que están cada vez más estrechamente relacionadas en el mundo de hoy. Ojalá la Academia para la Vida sea un lugar lleno de valentía de esta interacción y este diálogo al servicio del bien de todos. No tengan miedo de elaborar argumentos y lenguajes que puedan ser utilizados en un diálogo intercultural e interreligioso, así como interdisciplinar. Participen en la reflexión sobre los derechos humanos, que son un punto central en la búsqueda de criterios universalmente compartidos. Está en juego la comprensión y la práctica de una justicia que muestre el rol irrenunciable de la responsabilidad en el tema de los derechos humanos y su estrecha correlación con los deberes, a partir de la solidaridad con quien está más herido y sufre. El Papa Benedicto XVI ha insistido mucho en la importancia de «urgir una nueva reflexión sobre los deberes que los derechos presuponen, y sin los cuales éstos se convierten en algo arbitrario. Hoy se da una profunda contradicción. Mientras, por un lado, se reivindican presuntos derechos, de carácter arbitrario y superfluo, con la pretensión de que las estructuras públicas los reconozcan y promuevan, por otro, hay derechos elementales y fundamentales que se ignoran y violan en gran parte de la humanidad», entre los que el Papa emérito menciona «la carencia de comida, agua potable, instrucción básica o cuidados sanitarios elementales» (Carta enc. Caritas in veritate, 29 junio 2009, 43).

12. Otro frente en el que hay que profundizar la reflexión es el de las nuevas tecnologías hoy definidas como “emergentes y convergentes”. Se trata de las tecnologías de la información y de la comunicación, las biotecnologías, las nanotecnologías y la robótica. Hoy es posible intervenir con mucha profundidad en la materia viva utilizando los resultados obtenidos por la física, la genética y la neurociencia, así como por la capacidad de cálculo de máquinas cada vez más potentes. También el cuerpo humano es susceptible de intervenciones tales que pueden modificar no solo sus funciones y prestaciones, sino también sus modos de relación, a nivel personal y social, exponiéndolo cada vez más a la lógica del mercado. Ante todo, es necesario comprender los cambios profundos que se anuncian en estas nuevas fronteras, con el fin de identificar cómo orientarlas hacia el servicio de la persona humana, respetando y promoviendo su dignidad intrínseca. Una tarea muy exigente, que requiere un discernimiento aún más atento de lo habitual, a causa de la complejidad e incertidumbre de los posibles desarrollos. Un discernimiento que podemos definir como «la labor sincera de la conciencia, en su empeño por conocer el bien posible, sobre el que decidir responsablemente el ejercicio correcto de la razón práctica» (Sínodo de los Obispos dedicado a los Jóvenes, Documento final, 27 octubre 2018, 109). Se trata de un proceso de investigación y evaluación que se lleva a cabo a través de la dinámica de la conciencia moral y que, para el creyente, tiene lugar dentro y a la luz de la relación con el Señor Jesús, asumiendo su intencionalidad y sus criterios de elección en la acción (cf. Flp 2,5).

13. La medicina y la economía, la tecnología y la política que se elaboran en el centro de la ciudad moderna del hombre, deben quedar expuestas también y, sobre todo, al juicio que se pronuncia desde las periferias de la tierra. De hecho, los numerosos y extraordinarios recursos puestos a disposición de la criatura humana por la investigación científica y tecnológica corren el riesgo de oscurecer la alegría que procede del compartir fraterno y de la belleza de las iniciativas comunes, que les dan realmente su auténtico significado. Debemos reconocer que la fraternidad sigue siendo la promesa incumplida de la modernidad. El aliento universal de la fraternidad que crece en la confianza recíproca parece muy debilitada —dentro de la ciudadanía moderna, como entre pueblos y naciones—. La fuerza de la fraternidad, que la adoración a Dios en espíritu y verdad genera entre los humanos, es la nueva frontera del cristianismo. Cada detalle de la vida del cuerpo y del alma en los que centellea el amor y la redención de la nueva criatura que se está formando en nosotros, nos sorprende como el verdadero y propio milagro de una resurrección ya en acto (cf. Col 3,1-2). ¡Que el Señor nos conceda multiplicar estos milagros!

Que el testimonio de san Francisco de Asís, con su capacidad de reconocerse como hermano de todas las criaturas terrenas y celestiales, nos inspire en su perenne actualidad. Que el Señor les conceda estar preparados para esta nueva fase de la misión, con las lámparas llenas del aceite del Espíritu, para iluminar el camino y guiar sus pasos. Son hermosos los pies de aquellos que llevan el anuncio gozoso del amor de Dios por la vida de cada uno y de todos los habitantes de la tierra (cf. Is 52,7; Rm 10,15).

Vaticano, 6 de enero de 2019

Fuente | Vaticannews | Vatican.va

Fraternidad y diálogo

Editoriales

Fraternidad y diálogo

15 enero 2019

En nuestra vida política vamos de sobresalto en sobresalto y de disparate en disparate. La situación es cada vez más grave porque, perdidos en medio de disputas estériles y no pocas veces basadas en la mentira, los verdaderos problemas sociales (las desigualdades, la precarización del trabajo y de la vida, el empobrecimiento, la exclusión, el descarte de personas…) siguen sin afrontarse. Estamos instalados en una profunda crisis política, tanto institucional como social, en muchos casos los comportamientos políticos de las personas no van a la zaga del deterioro de las instituciones. No acabamos de darnos cuenta de cómo el neoliberalismo y su idolatría del dinero ha socavado de raíz la vida política. El individualismo, radicalmente contrario a lo que las personas somos y necesitamos para construir nuestra humanidad, se ha impuesto como principio práctico de la organización social y económica. En ese contexto crece una preocupante frivolidad y superficialidad política que no ayuda nada a comprender lo que nos pasa, ofrece falsas soluciones que fracturan aún más la sociedad, exacerba el individualismo y el particularismo, nos envuelve en falsas identidades que nos enfrentan, y nos aleja cada vez más de la justicia y del bien común.

Es posible afrontar esta situación y construir otra realidad. Nos lo dice la vida de personas y grupos que, desde su entrega generosa y cotidiana cercana a la vida de los empobrecidos, construye de hecho otra realidad mucho más humana. Como señala el papa Francisco: «No todo está perdido, porque los seres humanos, capaces de degradarse hasta el extremo, también pueden sobreponerse, volver a optar por el bien y regenerarse, más allá de todos los condicionamientos mentales y sociales que les impongan». «Hace falta la conciencia de un origen común, de una pertenencia mutua y de un futuro compartido por todos». (Laudato si’, 205 y 202).

Pero para ello es necesario cultivar y practicar, al menos, tres caminos fundamentales:

La fraternidad, porque uno de los mayores olvidos de nuestra vida social y política, raíz muy importante de su crisis, es el olvido de la fraternidad, que se expresa sobre todo en el olvido de los pobres. La atención a los empobrecidos, excluidos, descartados…, es lo único que puede cambiar en sentido humano las instituciones y los comportamientos políticos de las personas.

Las virtudes sociales que pueden humanizar la política, porque son las que hacen posible una vida entregada, lo que nos humaniza es compartir la vida de los otros, caminar juntos.

La cultura política del diálogo, una nueva ética política que nos permita caminar juntos para buscar respuestas reales a los problemas y necesidades sociales. Un diálogo no para buscar la uniformidad, que siempre es estéril, sino para caminar juntos desde la enriquecedora diversidad. Diálogo que necesita de la humildad del reconocimiento y acogida del otro, de la escucha y del silencio que la hace posible, porque el actual caos político vive del ruido que no deja escuchar a los otros y, sobre todo, no nos deja escuchar el clamor de los pobres. Como señala Francisco, «una cultura que privilegie el diálogo como forma de encuentro, la búsqueda de consensos y acuerdos, pero sin separarla de la preocupación por una sociedad justa y sin excluidos». (Evangelii gaudium, 239)

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Novedad editorial | No os dejéis robar la dignidad. El papa Francisco y el trabajo

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Novedad editorial | No os dejéis robar la dignidad. El papa Francisco y el trabajo

09 enero 2019

Nuevo libro de Ediciones HOAC. Acceso a su compra.

Esta recopilación comentada de textos, a modo de compendio, recoge el compromiso del papa Francisco con el trabajo decente expresado con total nitidez en Evangelii gaudium y en Laudato si’, dos de sus aportaciones de referencia tanto para la Iglesia como para las «personas de buena voluntad» del planeta. Una constante que ha ido desarrollando en los distintos diálogos realizados con las organizaciones de los trabajadores y con los movimientos populares; en diversas visitas pastorales; y en las principales instituciones políticas, económicas y laborales.

No os dejéis robar la dignidad invita a sumergirse en este pensamiento para seguir profundizando en él y comprometerse en esta «prioridad humana y cristiana», más si cabe cuando el Papa, en este tiempo de profundos cambios en el mundo del trabajo, exhorta a que el trabajo, como actividad creadora que otorga dignidad a la persona, sea la clave esencial con la que situarse en este mundo, rápidamente cambiante, y ayude a lograr una «vida buena», evitando la precarización y el descarte de millones de personas, y favorezca el cuidado de la casa común.

Un libro de ágil lectura que puede ser de utilidad para ofrecer a todas aquellas personas comprometidas en movimientos, entidades e iniciativas de inspiración católica, estas referencias esenciales y seguir profundizando en el magisterio social de la Iglesia. Pero también este libro quiere ser una invitación a todas aquellas personas que luchan a diario por dignificar el trabajo y las condiciones de vida de las trabajadoras y los trabajadores, a conocer, más allá de los prejuicios y recelos, el pensamiento de la Iglesia sobre el trabajo decente y dejarse así inspirar, tal vez, por ideas y enfoques novedosos o redescubrimientos fundamentales a la hora de ejercitar sus compromisos personales y colectivos.

Todos estamos llamados a la conversión personal y a luchar juntos para que el respeto a la sagrada dignidad humana sea una realidad posible, en todas y para todas las personas, cada día. El desafío es de tal magnitud que hacen falta muchas y diversas voluntades que sepan encontrar la unidad en la pluralidad para salvaguardar el valor del trabajo humano.

 

 FICHA TÉCNICA 

No os dejéis robar la dignidad. El papa Francisco y el trabajo
Abraham Canales Fernández (Ed.)

Ediciones HOAC, diciembre 2018. Colección «Cristianismo y sociedad». 
210 páginas. Encuadernación rústica, cosido con hilo. Con solapas. 
ISBN/EAN: 978-84-92787-45-6. Depósito legal: M-39462-2018
Materias: Cristianismo. Ministerio y actividad pastoral cristianas. Líderes y liderazgo cristianos. Sociedad y ciencias sociales. Sociología y Antropología. Empleo y desempleo.
Diseño de portada: Publicaciones HOAC. Foto: Francisco en la visita a la siderúrgica de ILVA (Génova, Italia) © Andreas Solaro. AFP/Getty Images. 
Precio de venta al público 12€ Acceso a su compra.

En twitter: #FranciscoyelTrabajoDecente | @edicionesHOAC

 

 ÍNDICE 

Capítulo 1. El trabajo, clave en el pontificado del papa Francisco. Abraham Canales, responsable de Publicaciones de la HOAC

I. La alegría del Evangelio y el trabajo.
II. Alabado sea, el trabajo decente (clave para el desarrollo sostenible, integrador y solidario).
III. Tierra, techo y trabajo, sobre todo trabajo.
IV. Según los lugares, tiempos y personas: con los trabajadores cristianos.
V. Pastor que huele a oveja.
VI. Asamblea en la siderúrgica.
VII. ¡Donde no hay trabajo, falta la dignidad!
VIII. El domingo, para las relaciones humanas.
IX. Frente al desempleo, solidaridad humana.
X. Justicia juntos.
XI. Persona y trabajo son inseparables.
XII. Libertad, creatividad, participación y solidaridad para un trabajo decente.
XIII. El liderazgo de Francisco, en las instituciones.
XIV. Desempleo e inmigración, dos enormes desafíos.
XV. Una Europa que gire alrededor de la sacralidad de la persona.
XVI. La persona no puede ser un mero engranaje económico.
XVII. Por el planeta y por los pobres.
XVIII. No amemos de palabras sino con obras.
XIX. Un pontificado al servicio de la humanidad sufriente.

Capítulo 2. Discursos, mensajes y cartas del papa Francisco

I. Audiencia general. Plaza de San Pedro, miércoles 1 de mayo de 2013

II. Encuentro con los movimientos populares

A los participantes en el I Encuentro Mundial de Movimientos Populares. Aula Vieja del Sínodo. Martes 28 de octubre de 2014.
Discurso en el II Encuentro Mundial de Movimientos Populares. Viaje apostólico a Ecuador, Bolivia y Paraguay (5-13 de julio de 2015). Expo feria, Santa Cruz de la Sierra (Bolivia), jueves 9 de julio de 2015.
Discurso en el III Encuentro Mundial de Movimientos Populares. Aula Pablo VI, sábado 5 de noviembre de 2016.
Mensaje a la Asamblea General del Movimiento Mundial de Trabajadores. Vaticano, 11 de julio de 2017.

III. Visitas pastorales. Encuentros con el mundo del trabajo

Visita pastoral a Cagliari. Discurso en el encuentro con el mundo laboral. Largo Carlo Felice, Cagliari (Italia), domingo 22 de septiembre de 2013.
Discurso a los dirigentes y obreros de las fábricas de acero de Terni y a los fieles de la diócesis de Terni-Narni-Amelia. Aula Pablo VI, jueves 20 de marzo de 2014.
Visita pastoral a las diócesis de Campobasso-Boiano e Isernia-Venafro. Discurso en el encuentro con el mundo laboral y de la industria. Aula Magna de la Universidad de Molisem (Campobasso), sábado 5 de julio de 2014.
Visita pastoral a Génova. Encuentro con el mundo del trabajo. Establecimiento siderúrgico Ilva, sábado 27 de mayo de 2017

IV. Con las organizaciones de los trabajadores y las trabajadoras

Discurso a los miembros de las Asociaciones Cristianas de Trabajadores Italianos (ACLI), con motivo del 70º aniversario de su fundación. Aula Pablo VI, Ciudad del Vaticano, sábado 23 de mayo 2015.
Discurso a la Confederación Italiana de Sindicatos de Trabajadores (CISL). Aula Pablo VI, Ciudad del Vaticano, miércoles 28 de junio de 2017.
Carta al cardenal Peter K. A. Turkson con motivo de la Conferencia Internacional «De Populorum progressio a Laudato si’. El trabajo y el movimiento de los trabajadores en el centro del desarrollo humano integral, sostenible y solidario. ¿Por qué el mundo del trabajo sigue siendo la clave del desarrollo en el mundo global?», organizada por el Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral. Ciudad del Vaticano, 23 de noviembre de 2017.

V. Con las instituciones

Mensaje con motivo de la 103ª reunión de la Conferencia Internacional del Trabajo (OIT). Ginebra, 28 de mayo – 12 de junio 2014.
Discurso al Parlamento Europeo. Estrasburgo, Francia, martes 25 de noviembre de 2014.
Discurso a la Organización de las Naciones Unidas (ONU). Nueva York, Viernes 25 de septiembre de 2015.
Mensaje al Foro Económico Mundial. Davos, Suiza, 23-26 de enero de 2018.

Capítulo 3. Jornada Mundial de los Pobres

No amemos de palabra sino con obras. Domingo XXXIII del Tiempo Ordinario, 19 de noviembre de 2017.

Capítulo 4. Nuevos lenguajes

I. Mensajes en la red social Twitter

1. El Evangelio en el trabajo
2. Trabajo decente para todos
3. Trabajo para formar una familia
4. Trabajo y dignidad
5. El tiempo de descanso
6. Luchar por un trabajo decente
7. Trabajar
8. Desempleo y precariedad
9. Valores del trabajo
10. La esclavitud moderna
11. Bendición por los desempleados
12. La santidad del trabajo
13. La santidad del trabajador
14. El trabajo es fundamental

II. Vídeos

Vídeo síntesis de los tres encuentros mundiales de movimientos populares
@elvideodelpapa: Derechos de los trabajadores y los desempleados
Día Mundial de la Justicia Social 2018. Francisco y el mundo del Trabajo

Cronología, línea del tiempo

Bibliografía

Abraham Canales Fernández

Elx (Elche), 1969.

Responsable de Publicaciones de la Hermandad Obrera de Acción Católica (HOAC), de la que es militante desde el año 2004. Director de la revista Noticias Obreras, una mirada cristiana del trabajo humano y el bien común y de la revista ¡Tú! Miembro del grupo de comunicación de la iniciativa Iglesia por el Trabajo Decente.

Ha participado en el III Encuentro Mundial de Movimientos Populares en diálogo con el papa Francisco (Roma, noviembre 2016), siendo integrante del equipo de comunicación. Así mismo, asiste como miembro de la delegación del Movimiento Mundial de Trabajadores Cristianos, a la Conferencia Internacional «De Populorum progressio a Laudato si’. El trabajo y el movimiento de los trabajadores en el centro del desarrollo humano integral, sostenible y solidario. ¿Por qué el mundo del trabajo sigue siendo la clave del desarrollo en el mundo global?» que reunió al movimiento sindical mundial con el Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral (Ciudad del Vaticano, noviembre 2017). Ha sido el responsable de la oficina de comunicación de la Asamblea General del Movimiento Mundial de Trabajadores Cristianos, celebrada en Ávila (julio, 2017).

Anteriormente ha sido secretario de Comunicación de Comisiones Obreras del País Valenciano entre el año 2000 y 2009.

En twitter: @otromundoesposi

 CATA DEL LIBRO 

El Vaticano a la #Cop24: voluntad política sobre el clima se apoye en la ética, dignidad y visión de futuro

Iglesia

El Vaticano a la #Cop24: voluntad política sobre el clima se apoye en la ética, dignidad y visión de futuro

07 diciembre 2018

Intervención del Cardenal Pietro Parolin en los trabajos de la Cop24 actualmente en curso en Katowice, Polonia, para desarrollar directrices, normas y mecanismos institucionales destinados a facilitar la aplicación del Acuerdo de París sobre el cambio climático.

Giada Aquilino – Ciudad del Vaticano / Foto © cop24.gov.pl

El discurso en Katowice del Secretario de Estado vaticano, cardenal Pietro Parolin, comenzó con un saludo cordial y la expresión de “cercanía, apoyo y aliento” por parte del Papa a los esfuerzos que se están llevando a cabo en el encuentro de la Cop24 en Polonia, dedicada a las consecuencias del cambio climático. En el centro del debate, recordó el purpurado, el objetivo de desarrollar un programa de trabajo del Acuerdo de París de 2015, luego las directrices, normas y mecanismos institucionales para facilitar la aplicación de ese acuerdo climático.

Los esfuerzos aún no son suficientes

El escenario es el de una necesidad urgente de acción, como subrayó el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático de la ONU: en el informe del organismo, observó el Cardenal Parolin, se evidencia cómo los compromisos actuales asumidos por los Estados para mitigar y adaptarse a los cambios climáticos no son “suficientes” para alcanzar los objetivos establecidos por el Acuerdo de París. Todavía es posible “limitar” el calentamiento global, pero para ello -dijo el Secretario de Estado del Vaticano citando el documento de la ONU- será necesaria una “voluntad política clara, previsora y fuerte” para promover lo más rápidamente posible el proceso de transición hacia un modelo de desarrollo libre de tecnologías y comportamientos que influencias a la sobreproducción de emisiones de gases de efecto invernadero.

Los pilares del Programa de Acción

La pregunta que hay que hacerse, dijo el cardenal, es, pues, si hay “suficiente voluntad política” para promover este modelo de desarrollo. La Santa Sede, continuó, destaca tres pilares sobre los que debe apoyarse el programa de trabajo que se ha de elaborar: un fundamento ético “claro”, el compromiso de promover la dignidad de la persona humana, aliviando la pobreza, promoviendo el desarrollo humano integral y atenuando los efectos del cambio climático mediante medidas responsables de mitigación y adaptación; y la atención constante a las necesidades actuales y futuras.

Oportunidades de trabajo

El núcleo central del programa de trabajo debería incluir, entre otras cosas, la promoción de modelos de consumo y producción sostenibles; el fortalecimiento de la prevención de la especulación y la corrupción; y la participación plena y efectiva de las poblaciones locales, incluidos los pueblos indígenas, en los procesos de toma de decisiones y ejecución. Además, añadió el Cardenal Parolin, una aplicación adecuada del Acuerdo de París será aún más eficaz cuanto más se ofrecerán oportunidades de trabajo más adecuadas, teniendo en cuenta el respeto de los derechos humanos, la protección social y la erradicación de la pobreza, con especial atención a las personas más vulnerables respecto a los cambios climáticos. Esta transición requiere -señaló- “formación, instrucción y solidaridad”. Y también una acción rápida, en un contexto de ética, equidad y justicia social.

La voz de la gente

En esta dinámica se recuerda la importante contribución de entes locales, empresas, de la comunidad científica, la sociedad civil y los “actores no estatales”, estos últimos a menudo a la vanguardia en la lucha contra el cambio climático haciéndose expresión de la “voz de la gente”, que puede ayudar a los responsables políticos a tomar decisiones “correctas y con visión de futuro”, orientando las inversiones financieras y económicas hacia sectores que realmente incidan en el futuro de la humanidad, salvaguardando -como recuerda el Papa Francisco en su Laudato Sii – las condiciones de una vida digna en un planeta “sano”.

***

Intervención completa

Discurso del cardenal Secretario de Estado en la XXIV sesión de la Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, 04.12.2018  

A continuación, publicamos el discurso  que el Secretario de Estado, el cardenal Pietro Parolin, pronunció ayer durante los trabajos de la XXIV sesión de la Conferencia de las Partes en la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, que tiene lugar en Katowice (Polonia) del 2 al 14 Diciembre 2018:

Señor presidente,

En nombre de Su Santidad el papa Francisco, extiendo un cordial saludo a todos ustedes y deseo asegurarles su cercanía, apoyo y aliento en estos días de intenso esfuerzo para un resultado fructífero de esta reunión de la COP-24.

Después de la adopción del Acuerdo de París, la reunión de Katowice tiene la tarea fundamental de desarrollar el Programa de trabajo del Acuerdo de París. Este documento debería ser un conjunto sólido de directrices, normas y mecanismos institucionales, encaminados a facilitar una implementación justa y eficiente del Acuerdo, en particular a nivel nacional. Todos somos conscientes de la dificultad  de este empeño.

Sin embargo, la complejidad de esta tarea se ve amplificada por la gran urgencia de actuar, como se subrayaba inequívocamente en el último Informe Especial del Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (PICC)1. Desde esta perspectiva, la información de este documento  es aún más preocupante dado que los compromisos actuales contraídos por los Estados para mitigar y adaptarse al cambio climático no son suficientes para alcanzar los objetivos establecidos en el Acuerdo de París. En este sentido, el documento del IPCC propone una ruta difícil de seguir; o sea todavía es posible limitar el calentamiento global, pero para hacerlo se requerirá una voluntad clara, de amplias miras y políticamente fuerte para poner en marcha lo más rápidamente posible el proceso de transición a un modelo de desarrollo libre de esas tecnologías y comportamientos que influyen en la sobreproducción de emisiones de gases de efecto invernadero.

Por lo tanto, la pregunta es: ¿Hay suficiente voluntad política para implementar las muchas soluciones que tenemos disponibles para promover el modelo de desarrollo mencionado anteriormente?

La forma en que se elabore el Programa de Trabajo del Acuerdo de París será una respuesta a esta pregunta.

Por parte de la Santa Sede, es importante que el programa de trabajo se base en tres pilares: 1) una base ética clara; 2) el compromiso de lograr tres objetivos relacionados entre sí indisolublemente: promover la dignidad de la persona humana, mitigar la pobreza y fomentar el desarrollo humano integral, y aliviar el impacto del cambio climático a través de medidas responsables de mitigación y adaptación; y 3) un enfoque que satisfaga tanto las necesidades del presente como del futuro.

En la aplicación de estos tres pilares, la Santa Sede desea proponer, como lo ha hecho en ocasiones anteriores, una serie de puntos que deberían incluirse en el núcleo del Programa de trabajo del Acuerdo de París. Entre ellos, me gustaría señalar solo algunos: alentar a los países desarrollados a tomar la iniciativa; avanzar en los patrones de producción y consumo sostenibles y promover la educación a  la sostenibilidad y la concienciación responsable; fortalecer los recursos financieros y desarrollar alternativas financieras con especial atención a la identificación de incentivos, la eliminación de subsidios y la prevención de la especulación y la corrupción; asegurar la participación plena y efectiva de las poblaciones locales, incluidos los pueblos indígenas, en los procesos de toma de decisiones y de implementación; y proporcionar un proceso de seguimiento y revisión de los compromisos de manera transparente, eficiente y dinámica, para aumentar gradualmente los niveles de ambición y garantizar controles adecuados.2

Además, una implementación correcta del Acuerdo de París será tanto más efectiva a medida que se proporcionen oportunidades de trabajo más apropiadas. Una transición justa de la fuerza laboral y la creación de trabajo decente es significativa y debe combinarse con la debida atención a aspectos como el respeto de los derechos humanos fundamentales, la protección social y la erradicación de la pobreza, prestando especial atención a las personas más vulnerables a los climas extremos. Una transición como esa requiere formación, educación y solidaridad.

Señor presidente,

Los datos científicos a nuestra disposición muestran claramente la necesidad urgente de una acción rápida, en un contexto de ética, equidad y justicia social. La transición a una reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero es un problema no solo en el ámbito de la tecnología, sino también una cuestión de  patrones de consumo, de educación y estilos de vida3. Poco a poco nos estamos dando cuenta de que el cambio climático es un problema cada vez más moral que técnico. Desde este punto de vista, hay que destacar  la importante contribución que las autoridades locales, el sector empresarial, la comunidad científica y la sociedad civil pueden ofrecer en este proceso. Los sujetos no estatales, a menudo a la vanguardia de la lucha contra el cambio climático, aportando la “voz de la gente”, muestran una dinámica importante en la búsqueda de formas innovadoras que promuevan un sistema de producción y consumo sostenible, así como en la oferta de un cambio de estilo de vida. Todo esto debe ser alentado: los sujetos no estatales son muchos y pueden hacer mucho para ayudar a los responsables de la formulación de políticas a tomar decisiones justas y con visión de futuro.

Como indicaba el papa Francisco en su Carta Encíclica Laudato si’ de 2015, sobre el cuidado de nuestra casa común, “las líneas para la solución requieren una aproximación integral para combatir la pobreza, para devolver la dignidad a los excluidos y simultáneamente para cuidar la naturaleza”4. Es necesario un cambio de mentalidad, centrado en valores fundamentales capaces de resaltar la dimensión ética y humana del cambio climático.5

Desde esta perspectiva, tenemos una gran responsabilidad hacia las generaciones futuras. Los jóvenes de hoy muestran una gran sensibilidad hacia los problemas complejos y multifacéticos que plantea el fenómeno del cambio climático. Es un desafío educativo, donde los procesos de educación pueden despertar y están despertando esta sensibilidad en los jóvenes, que representan nuestro futuro. Sin embargo, no podemos esperar que las próximas generaciones absorban los problemas causados ​​por las anteriores, cargándoles con todo el peso de esta responsabilidad. Esto sería incluso menos aceptable si consideramos el sentido de urgencia tan claramente invocado por la comunidad científica. Como ha subrayado el papa Francisco: “Mientras la humanidad del período post-industrial quizás sea recordada como una de las más irresponsables de la historia, es de esperar que la humanidad de comienzos del siglo XXI pueda ser recordada por haber asumido con generosidad sus graves responsabilidades.”6

Sabemos lo que podemos hacer y lo que tenemos que hacer se convierte en un imperativo ético. Esto nos obliga a pensar seriamente en el significado de las inversiones financieras y económicas, orientándolas hacia sectores que realmente afectan al futuro de la humanidad, salvaguardando las condiciones de una vida digna en un planeta “saludable”.

La COP-24 puede ser un punto de inflexión, si logra demostrar que el espíritu colaborativo y proactivo de París sigue vivo. Actitudes como la indiferencia, la resignación y la negación, o la esperanza limitada en alguna solución tecnológica que puede ser solo parcial o incluso contraproducente, no deben prevalecer7. Además, sería trágico que los intereses individuales o privados prevalecieran sobre el bien común, especialmente cuando tienden a manipular la información para proteger sus propias iniciativas8. Debemos evitar caer en estas actitudes peligrosas que ciertamente no favorecen un proceso en el que el diálogo sincero y productivo, la solidaridad y la creatividad son tan necesarios para la construcción del presente y el futuro de nuestro planeta.

Estamos ante un desafío de  civilización en beneficio del bien común. Está claro, como también está claro que las soluciones que tenemos a nuestra disposición son numerosas y, a menudo, están a nuestro alcance. Ante un tema tan complejo como el cambio climático, donde la respuesta individual o nacional en sí misma no es suficiente, no tenemos otra alternativa que hacer todo lo posible por implementar una respuesta colectiva responsable y sin precedentes, para “trabajar juntos en la construcción de nuestra casa común”9.

En nombre de Su Santidad el papa Francisco, expreso mis mejores deseos para el trabajo de la COP-24, con la esperanza de que sea fructífera y tenga éxito de cara la construcción de nuestra casa común. Sobre  todos los participantes en esta importante conferencia, invoco la bendición de Dios Todopoderoso, a quienes pido que la lleven también a los ciudadanos de los países que representan.

Gracias por su atención.

 

Notas
1 Summary for Policymakers of the Special Report on the impacts of global warming of 1.5°C above pre-industrial levels and related global greenhouse gas emission pathways, in the context of strengthening the global response to the threat of climate change, sustainable development, and efforts to eradicate poverty, 6 Octubre 2018
2 Cfr., Papa Francisco, Discurso a los participantes en la Conferencia Internacional con motivo del III aniversario de la Encíclica Laudato si’, el 6 de julio de 2018, en el que afirmó: “«La reducción de gases de efecto invernadero requiere honestidad, valentía y responsabilidad, sobre todo de los países más poderosos y más contaminantes», no podemos permitirnos perder tiempo en este proceso.
3 Cfr., Papa Francisco, Discurso en la Oficina de las Naciones Unidas en Nairobi (UNON), 26 de noviembre de 2015.
4 Laudato si’, n. 139.
5 Cfr., Papa Francisco, Mensaje a la COP 22, 10 de noviembre de 2016.
6 Laudato si’, n. 165.
7 Cfr., Papa Francisco, Mensaje a la COP 23, 7 de noviembre de 2017.
8 Cfr., Laudato si’, n. 54.
9 Laudato si’, n. 13.

El Papa a los empresarios: Servid al bien común respetando la dignidad del trabajo

Iglesia

El Papa a los empresarios: Servid al bien común respetando la dignidad del trabajo

03 diciembre 2018

El papa Francisco ha recordado, a los líderes y dirigentes empresariales que conforman la Unión Cristiana Internacional de Dirigentes de Empresa (UNIAPAC), “el valor moral y económico del trabajo, que es nuestro medio de cooperar con Dios en una ‘creación continua’, que impulsa la venida del reino de Dios mediante la promoción de la justicia y la caridad social, y el respeto de las dos dimensiones, individual y social, de la persona humana”.

Es parte del mensaje enviado por el santo padre a los participantes en el XXVI Congreso Mundial de la Unión Cristiana Internacional de Dirigentes de Empresa (UNIAPAC), que tuvo lugar en Lisboa del 22 al 24 de noviembre de 2018 dedicado tratar “Los negocios como una vocación noble”y que fue leído en la apertura de los trabajo por Bruno Marie Duffé, secretario del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral.

En sus carta, valora su decisión de “reflexionar sobre la vocación y misión de los líderes económicos y empresariales”, en una época en que resulta “más esencial y necesaria que nunca”. Además, les advierte, retomando Laudato si ‘ que con “la intensificación de ritmos de vida y de trabajo…, los objetivos de ese cambio veloz y constante no necesariamente se orientan al bien común y a un desarrollo humano, sostenible e integral”, e incluso pueden  causar el “deterioro del mundo y de la calidad de vida de gran parte de la humanidad”.

Francisco les recordó tres premisas que deben orientar la actividad empresarial: La primera, la centralidad de las personas individuales, con sus capacidades, sus aspiraciones y sus problemas y dificultades; la segunda, que los resultados que se quieren lograr deben siempre guiarse por la regla del bien común; y la tercera, la importancia de reconocer el valor del trabajo, de modo que “la noble vocación de los líderes empresariales será evidente en la medida en que toda actividad humana se convierta en testimonio de esperanza en el futuro y en incentivo para una mayor responsabilidad e interés social a través del uso sabio, por parte de cada persona,  de sus talentos y habilidades”.

***

Señoras y señores:

Un cordial saludo a todos vosotros, ejecutivos de negocios y líderes de la vida económica, reunidos en el 26° Congreso Mundial de UNIAPAC, cuyo tema es Business as a Noble Vocation (Los negocios como una vocación noble). Desde su origen, hace casi ocho décadas, vuestra federación ha tratado de traducir en términos económicos y financieros los principios y directrices de la doctrina social cristiana a la luz de los tiempos cambiantes.

El contexto actual de la globalización de la actividad económica y del intercambio ha afectado profundamente las perspectivas, los objetivos y las formas de hacer negocios. Vuestra decisión de reflexionar sobre la vocación y misión de los líderes económicos y empresariales es, por lo tanto, más esencial y necesaria que nunca. En efecto, con ” la intensificación de ritmos de vida y de trabajo,… los objetivos de ese cambio veloz y constante no necesariamente se orientan al bien común y a un desarrollo humano, sostenible e integral. “, e incluso pueden  causar el “deterioro del mundo y de la calidad de vida de gran parte de la humanidad. ” (Laudato Si ‘, 18).

En medio de esos cambios tan complejos, la fidelidad a vuestra vocación y misión requiere que se mantenga un delicado equilibrio entre el abrazo de una innovación y una producción cada vez más competitivas, y la perspectiva de un progreso dentro del horizonte más vasto del bien común, de la dignidad humana y del justo empleo de los recursos naturales confiado a nuestros cuidados. En vuestra vida profesional, a menudo os encontráis con situaciones en las que hay tirantez entre estos valores y, en consecuencia, debéis tomar decisiones prácticas importantes concernientes  a la inversión y a la gestión. Aquí puede resultar útil recordar tres principios rectores presentes en el Evangelio y la enseñanza social de la Iglesia.

El primero es la centralidad de las personas individuales, con sus capacidades, sus aspiraciones y sus problemas y dificultades. La Iglesia siempre se las ha arreglado para hacer grandes cosas con escasos recursos, como un recordatorio de que los resultados son de Dios y no de los hombres (cf. 2 Cor. 4: 7). Cuando una empresa se convierte en una “familia”, en la que la dirigencia se  preocupa porque las condiciones de trabajo estén siempre al servicio de la comunidad, los trabajadores a su vez se convierten en una “fuente de enriquecimiento”. Se les alienta a poner sus talentos y habilidades al servicio del bien común, sabiendo que su dignidad y circunstancias son respetadas y no simplemente explotadas.

Al ejercer este discernimiento económico, los resultados que se quieren lograr deben siempre guiarse por la regla del bien común. Este principio fundamental del pensamiento social cristiano ilumina y, como una brújula, guía la responsabilidad social de las empresas, su investigación y tecnología, y sus servicios de control de calidad, hacia la construcción de una sociedad más humana y fraterna que pueda ” volver más accesibles para todos los bienes de este mundo.”(Evangelii Gaudium, 203). El principio del bien común señala el camino hacia un crecimiento equitativo en el que “decisiones, programas, mecanismos y procesos (estén) específicamente orientados a una mejor distribución del ingreso, a una creación de fuentes de trabajo, a una promoción integral de los pobres que supere el mero asistencialismo.”(ibíd., 204). De esta manera, el horizonte puede ampliarse para abarcar el mundo entero y fomentar una nueva mentalidad política y económica abierta a valores más altos (cf. ibíd., 205). La vocación de los líderes empresariales se convertirá en “un noble compromiso” en la medida en que esté abierta a ser interpelada “por un sentido más amplio de  la vida” (ibíd., 203).

Por último, nunca debemos perder de vista el valor moral y económico del trabajo, que es nuestro medio de cooperar con Dios en una “creación continua”, que impulsa la venida del reino de Dios mediante la promoción de la justicia y la caridad social, y el respeto de las dos dimensiones, individual y social, de la persona humana. La noble vocación de los líderes empresariales será evidente en la medida en que toda actividad humana se convierta en testimonio de esperanza en el futuro y en incentivo para una mayor responsabilidad e interés social a través del uso sabio, por parte de cada persona,  de sus talentos y habilidades. Como la primera comunidad de los apóstoles, que fueron elegidos para acompañar a Jesús en su camino, vosotros también estáis llamados, como ejecutivos cristianos y líderes de negocios, a emprender un camino de conversión y testimonio ante el Señor, permitiéndole inspirar y guiar el crecimiento de nuestro orden social contemporáneo.

Con mis mejores deseos y oraciones por la fecundidad de vuestras deliberaciones, pido a María, Madre de la Iglesia, que os sostenga con esperanza y dócil apertura al Espíritu, para que podáis ser un instrumento eficaz del Señor que constantemente “hace nuevas todas las cosas”. ” (Ap. 21: 5). Al impartiros mi bendición, os pido, por favor, que os acordéis de rezar por mí.

Del Vaticano, 22 de noviembre de 2018.

 

Los impuestos como contribución al bien común

Mundo obrero y del trabajo

Los impuestos como contribución al bien común

21 noviembre 2018

El Foro Creyente de Pensamiento Ético-económico, integrado por 12 expertos y economistas de sendas universidades españolas, acaba de publicar un nuevo documento de trabajo, esta vez dedicado a “Los impuestos como contribución al bien común”. Según destaca el portavoz del Foro y profesor del Departamento de Economía y Empresa de la Universidad CEU Cardenal Herrera, Enrique Lluch Frechina, “este documento se centra en evidenciar el papel de la fiscalidad en la reducción de las desigualdades sociales, frente a la idea cada vez más extendida de que los impuestos son ineficientes e incluso perjudiciales para el crecimiento económico”.

Este rechazo al papel social de los impuestos se plasma en estudios recientes, como el Barómetro Fiscal del Instituto de Estudios Fiscales: en los últimos tres años, 6 de cada 10 entrevistados considera que la oferta pública de servicios y prestaciones justifica “poco o nada” el pago de impuestos. “Esto unido al aumento del fraude fiscal y las prácticas corruptas han conducido al creciente arraigo de un tipo de racionalidad económica que hace querer pagar menos impuestos a un número creciente de contribuyentes”, destaca el profesor de la CEU UCH Enrique Lluch, portavoz del Foro y colaborador habitual de Noticias Obreras.

Globalización, menos impuestos directos… las “termitas fiscales”

La “desafección fiscal” de la ciudadanía se achaca también, por parte de los expertos del Foro autores del documento, a factores como la globalización, que genera dificultades crecientes a los gobiernos nacionales para gravar los nuevos servicios y transacciones económicas digitales, los nuevos instrumentos financieros, los paraísos fiscales, las nuevas formas de comercio en una economía cada vez más basada en servicios inmateriales. “Esto causa un desigual tratamiento fiscal entre las nuevas empresas tecnológicas y multinacionales y las pequeñas empresas, que es percibido negativamente por los ciudadanos”, destaca Lluch, profesor de la CEU UCH.

Por otro lado, la reducción de los impuestos directos y la gradual concentración de los tributos en las rentas del trabajo asalariado no han mejorado la redistribución de la riqueza. “Los impuestos gravan la capacidad de pago de las personas de forma diferente: si la renta procede del trabajo soporta una mayor carga impositiva que si procede del capital. Debería gravarse la capacidad de pago independientemente de la fuente de renta”, plantean los expertos del Foro Creyente de Pensamiento Ético-económico, según destaca su portavoz.

Por un sistema fiscal verdaderamente redistributivo

Todos estos factores conducen a los autores del informe a concluir que “los actuales sistemas fiscales de los países ricos están diseñados, en realidad, para satisfacer las necesidades recaudatorias del Estado, pero no para ser redistributivos y, por tanto, justos”. Por ello, como elemento necesario para un sistema fiscal diseñado desde la idea del bien común, este Foro aboga por una mayor imposición sobre el capital dentro de la renta personal, para evitar una excesiva e injusta concentración de la riqueza. “Deberíamos incluso aspirar a un impuesto sobre la transmisión intergeneracional de capital, que recaiga en mayor medida en los mayores patrimonios, con más capacidad de evadir y planificar el ahorro de impuestos”, destaca Enrique Lluch.

En el documento “Los impuestos como contribución al bien común”, también plantean el incremento de la fiscalidad medioambiental, por ser este uno de los ámbitos donde más comprometido está el desarrollo del bien común: “Los impuestos ‘verdes’ deberían rediseñarse para atender a objetivos de restauración del daño ambiental causado y de generalización de hábitos más respetuosos con la ‘casa común’, tal y como la define el Papa Francisco en la Laudato Si”.

Además, el Foro también alerta ante el avance de una descentralización fiscal que cause problemas de inequidad entre territorios: “Hay que asegurar que los ciudadanos de cada territorio reciban los mismos recursos per cápita para financiar los servicios públicos. Poner el énfasis en lo que aporta y recibe cada territorio solo alimenta la confrontación social y no es fiel a la realidad, porque son los ciudadanos y no los territorios los que pagan los impuestos”. Y añaden: “La solidaridad con los más pobres por parte de los que tienen mayor capacidad de pago debería ser independiente de lo alejados que estén geográficamente”.

Contra una “desafección fiscal” insolidaria

Los miembros del Foro Creyente de Pensamiento Ético-económico, según destaca su portavoz, “somos conscientes de que este tipo de reformas fiscales propuestas son difíciles de implantar en el contexto de creciente desapego de lo público y de sus gestores, que experimenta hoy parte de la ciudadanía: lo público está mal visto y los impuestos, como vínculo entre la ciudadanía y las administraciones públicas, se han convertido en una “pesada carga”. Sin embargo, es necesario subrayar que no pagar impuestos o apostar indiscriminadamente por su reducción es una actitud insolidaria, que produce quiebras sociales y condena al sufrimiento a los más débiles”.

Para Lluch, “la idea de que los impuestos son necesarios para promover el bien común, que está fuertemente arraigada en los fundamentos de la doctrina social de la Iglesia, es la base para mantener los actuales Estados de Bienestar europeos, que se encuentran cada vez más erosionados y con una capacidad redistributiva menor”.

Andalucía | Reflexión ante las elecciones al Parlamento

Opinamos

Andalucía | Reflexión ante las elecciones al Parlamento

21 noviembre 2018

HOAC, COMISIÓN DE ANDALUCÍA. Seguimos inmersos en una realidad de empobrecimiento y desigualdad social que, lejos de desaparecer, sigue estando presente en todos los ámbitos. Seguimos manteniendo niveles de paro, precariedad, exclusión y falta de derechos sociales similares a los momentos más duros de estos últimos años.

La crisis ha conseguido profundizar las desigualdades y condenar a la exclusión a personas y familias cuyas rentas han disminuido hasta desaparecer. Además, la falta de participación en los problemas de nuestros vecinos, de nuestros compañeros y de implicación en la defensa y exigencia de nuestros derechos, ha restado democracia real a la ciudadanía. Estamos inmersos en una economía y en una cultura del descarte (EG 53), como afirma el papa Francisco. Ésta es la constatación de los militantes de la HOAC desde nuestros pueblos y barrios de Andalucía. Podríamos poner cientos de hechos de esta realidad tan desoladora para los pobres.

Esta situación nos lleva a la necesidad ineludible de la participación de todos y todas en la búsqueda del bien común, en la toma de decisiones, en el cambio de políticas y de proyecto social, económico y cultural buscando otro mundo que nos permita convivir desde otras claves y donde la persona, especialmente los más pobres, estén en el centro de la preocupación de las instituciones.

Como Iglesia en el mundo obrero, movidos por el Evangelio de Jesús y la Doctrina Social de la Iglesia, la HOAC pretendemos sencillamente hacer algunas preguntas ante las próximas elecciones. Como dice el Papa en Laudato si’: “Sabemos que las cosas pueden cambiar” (13) y por eso: “Lo que está ocurriendo nos pone ante la urgencia de avanzar en una valiente revolución cultural” (114).

Decimos, con el papa Francisco, “NO a una economía de la exclusión y la inequidad. Esa economía mataComo consecuencia grandes masas de la población se ven excluidas y marginadas, sin trabajo, sin horizontes, sin salida” (LS 53). “Mientras no se resuelvan radicalmente los problemas de los pobres, renunciando a la autonomía absoluta de los mercados y de la especulación financiera y atacando las causas estructurales de la inequidad, no se resolverán los problemas del mundo y en definitiva ningún problema” (EG 202).

Desde esta perspectiva tan evangélica y actual, hagámonos algunas preguntas ante las distintas propuestas de los partidos para las elecciones:

1.- ¿Priorizan necesidades vitales de las personas y las familias y la creación de empleo decente por encima de otros intereses?

2.- ¿Proponen y aplican leyes laborales que favorezcan el respeto a la dignidad del trabajo y la dignidad de la persona? ¿Combaten los accidentes y enfermedades del trabajo?

¿Van a luchar contra la precariedad laboral, el paro y la exclusión teniendo en cuenta la realidad de los 93 barrios ignorados de Andalucía?

3.- ¿Promueven sus programas un tejido empresarial y productivo al servicio de la sociedad y sus necesidades reales?

4.- ¿Priorizan el gasto público y una fiscalidad justa para mantener servicios dignos en salud, educación, vivienda, dependencia, servicios sociales? ¿Hay en la práctica un apoyo a las familias especialmente las más desfavorecidas? ¿Pagarán más impuestos las rentas más altas para contribuir al bien común?

5.- ¿Dan vida a una producción y una economía que cuide el bien común, el medio ambiente y la paz favoreciendo un consumo más humano y justo?

6- ¿Trabajan para que las instituciones andaluzas sean transparentes, estén al servicio de todos los ciudadanos, favorezcan la participación de todas y todos en sus decisiones y métodos para hacer en la práctica una democracia más auténtica?

Finalmente, preguntémonos: ¿De qué programa político están más cerca los parados, los sin techo, los emigrantes, los trabajadores precarios, los desahuciados de sus viviendas, los pensionistas…?

Papa Francisco: “Quienes padecen la miseria no son distintos a nosotros. Tienen nuestra misma carne y sangre”

Iglesia

Papa Francisco: “Quienes padecen la miseria no son distintos a nosotros. Tienen nuestra misma carne y sangre”

16 octubre 2018

Mensaje del papa Francisco para la Jornada Mundial de la Alimentación 2018.

Al muy ilustre Señor
Profesor José Graziano da Silva
Director General de la FAO

1. La celebración anual de la Jornada Mundial de la Alimentación pone en primera línea de la actualidad internacional las necesidades, ansias y esperanzas de millones de personas que carecen del pan cotidiano. Cada vez son más quienes, por desgracia, forman parte de ese número ingente de seres humanos que no tienen nada, o casi nada, que llevarse a la boca. Debería ser al contrario y, sin embargo, las recientes estadísticas son una lacerante evidencia que muestra cómo la solidaridad internacional parece enfriarse. Y, cuando escasea la solidaridad, hoy todos somos conscientes de que las soluciones técnicas y los proyectos, incluso los más elaborados, no son capaces de afrontar la tristeza y amargura de cuantos sufren al no poder alimentarse suficiente y sanamente.

El tema que nos ocupa este año, «Nuestras acciones son nuestro futuro. Un mundo Hambre Cero para el 2030 es posible», viene a ser una acuciante llamada a la responsabilidad de todos los actores que están de acuerdo con los objetivos de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, un rugido para sacarnos del sopor que a menudo nos paraliza e inhibe. Esta no puede ser una Jornada más, contentándonos con recoger información o saciar nuestra curiosidad. Hemos de «tomar dolorosa conciencia, atrevernos a convertir en sufrimiento personal lo que le pasa al mundo, y así reconocer cuál es la contribución que cada uno puede aportar» (Enc. Laudato si’, 19). Por consiguiente, todos estamos invitados, pero en especial la FAO, sus Estados miembros, los organismos e instituciones nacionales e internacionales, la sociedad civil y cuantas personas haya de buena voluntad, a redoblar nuestro ardor para que a nadie falte el alimento necesario, ni en cantidad ni en calidad.

2. Los pobres aguardan de nosotros una ayuda eficaz que los saque de su postración, no meros propósitos, o convenios que, tras estudiar detalladamente las raíces de su miseria, den como fruto únicamente solemnes eventos, compromisos que nunca llegan a materializarse o vistosas publicaciones destinadas solo a engrosar catálogos de bibliotecas. En este siglo XXI, que ha visto considerables adelantos en el campo de la técnica, la ciencia, las comunicaciones y las infraestructuras, tendríamos que sonrojarnos por no haber conseguido los mismos avances en humanidad y solidaridad, y así satisfacer las necesidades primarias de los más desfavorecidos. Tampoco nos podemos quedar tranquilos por haber hecho frente a las emergencias y a las situaciones desesperadas de los menesterosos. Todos estamos llamados a ir más allá. Podemos y debemos hacerlo mejor con los desvalidos. Y para ello hay que pasar a la acción, de modo que desaparezca totalmente el flagelo del hambre. Y esto requiere políticas de cooperación al desarrollo que, como indica la Agenda 2030, estén orientadas hacia las necesidades concretas de los indigentes. Es preciso también una particular atención a los niveles de producción agrícola, el acceso al mercado de alimentos, la participación en las iniciativas y acciones y, sobre todo, el reconocimiento de que, a la hora de tomar decisiones, los países son iguales en dignidad. Es imprescindible asimismo comprender que, cuando se trata de afrontar eficazmente las causas del hambre, no serán las pomposas declaraciones las que extirpen definitivamente esta lacra. La lucha contra el hambre reclama imperiosamente una generosa financiación, la abolición de las barreras comerciales y, sobre todo, el incremento de la resiliencia frente al cambio climático, las crisis económicas y los conflictos bélicos.

3. Uno de los principios que debe guiar nuestra vida y nuestro compromiso es la convicción de que «el tiempo es superior al espacio» (Exhort. ap. Evangelii gaudium, 222), lo cual significa que hemos de impulsar, con claridad, convicción y tenacidad, procesos sostenidos en el tiempo. El futuro no habita en las nubes, sino que se construye al suscitar y acompañar procesos de mayor humanización. Podemos soñar un futuro sin hambre, pero eso solo es legítimo si nos empeñamos en procesos tangibles, relaciones vitales, planes operativos y compromisos reales. La iniciativa Hambre Cero 2030 ofrece un marco propicio para ello y, sin duda, servirá para cumplir el segundo de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la Agenda 2030, que busca «erradicar el hambre, lograr la seguridad alimentaria y la mejora de la nutrición y promover la agricultura sostenible». Alguno puede decir que aún tenemos doce años por delante para llevarlo a cabo. Y, sin embargo, los pobres no pueden esperar. Su calamitosa situación no lo permite. Por ello debemos actuar de manera urgente, coordinada y sistemática. Una ventaja de estas propuestas es que han sido capaces de plantear metas específicas, objetivos cuantificables e indicadores precisos. Sabemos que hemos de combinar armónicamente una doble vía de atención, con acciones a largo y a corto plazo para hacer frente a las realidades concretas de quienes, a día de hoy, sufren los desgarradores y punzantes zarpazos del hambre y la malnutrición.

4. Si en años pasados las actividades de la FAO y de otras instituciones internacionales han estado caracterizadas por la tensión entre el corto y el largo plazo, por lo que en una misma área podían converger diversos programas e intervenciones, hoy sabemos bien que es igualmente esencial articular los niveles global y local en la respuesta al reto del hambre. En este sentido, la Agenda 2030, con los Objetivos de Desarrollo Sostenible, y la iniciativa Hambre Cero exigen a las entidades internacionales, como la FAO, implicar responsablemente a los Estados miembros para que emprendan y lleven a cabo acciones a nivel local. De nada sirven los indicadores globales si la realidad a pie de calle está lejos de ese compromiso. Por este motivo es fundamental que las prioridades y medidas contenidas en los grandes programas calen hondo y se difundan por doquier, para que no haya disociaciones y todos asumamos el reto de combatir el hambre y la miseria de una forma seria y compartida, con una adecuada arquitectura institucional, social y económica que lleve a buen término iniciativas que ofrezcan soluciones viables para que los pobres no sigan sintiéndose preteridos.

5. Tenemos, pues, los instrumentos adecuados y un marco para que las bellas palabras y los buenos deseos se conviertan en un verdadero programa de acción que culmine, efectivamente, con la erradicación del hambre en nuestro mundo. Hacerlo realidad demanda conjunción de esfuerzos, nobleza de corazón y una constante preocupación para hacer propio, con firmeza y resolución, el problema ajeno. Y, sin embargo, como en otras grandes cuestiones que afectan a la humanidad, a menudo nos encontramos con enormes obstáculos en la solución de los problemas, con barreras insoslayables fruto de indecisiones o dilaciones, con la ausencia de vigor de los responsables políticos, muchas veces sumergidos únicamente en intereses electorales o atenazados por miradas sesgadas, perentorias o reducidas. Falta realmente voluntad política. Es preciso querer acabar de verdad con el hambre, lo cual, en definitiva y ante todo, no se realizará sin la convicción ética, común a todos los pueblos y a las diferentes visiones religiosas, que coloca en el centro de cualquier iniciativa el bien integral de la persona, y que consiste en «hacer al otro aquello que quisiéramos para nosotros mismos». Se trata de una acción fundada en la solidaridad entre todas las naciones y de medidas que sean la expresión del sentir de la población.

6. Pasar de las palabras a la acción en la erradicación del hambre no solo requiere decisión política y planes operativos. Es necesario asimismo superar un enfoque reactivo, dando paso a una visión más proactiva. Una mirada superficial y pasajera, en el mejor de los casos, puede suscitar reacciones puntuales. Olvidamos de este modo la dimensión estructural que esconde el drama del hambre: la extrema desigualdad, la mala distribución de los recursos del planeta, las consecuencias del cambio climático o los interminables y sangrientos conflictos que asolan muchas regiones, por mencionar solo algunas de sus principales motivaciones. Necesitamos desarrollar un enfoque más proactivo y más sostenido en el tiempo, necesitamos el aumento de los fondos destinados al fomento de la paz y el desarrollo de los pueblos. Necesitamos acallar las armas y su pernicioso comercio para escuchar la voz de los que lloran desesperados al sentirse abandonados en las orillas de la vida y el progreso. Si de verdad queremos que la población mundial adopte esta perspectiva, resulta imprescindible que la sociedad civil organizada, los medios de comunicación y las instituciones educativas unan sus fuerzas en la dirección correcta. De aquí al 2030 tenemos una docena de años para desplegar una acción vigorosa y consistente; no para dejarnos llevar, a borbotones, por los titulares intermitentes y pasajeros, sino para plantarle cara sin tregua, de la mano de la solidaridad, la justicia y la coherencia, al hambre y las causas que la provocan.

7. Estas son, señor Director General, algunas reflexiones que deseo compartir con cuantos no se dejan vencer por la indiferencia y escuchan el grito de los que no disponen de lo mínimo para llevar una existencia digna. Por su parte, la Iglesia católica, en el ejercicio de la misión que su divino Fundador le ha encomendado, batalla cotidianamente en el orbe entero contra el hambre y la malnutrición, de múltiples formas y a través de sus variadas estructuras y asociaciones, recordando que quienes padecen la miseria no son distintos a nosotros. Tienen nuestra misma carne y sangre. Merecen, pues, que una mano amiga los socorra y favorezca, de manera que nadie quede rezagado y en nuestro mundo la fraternidad tome carta de ciudadanía y sea algo más que un eslogan llamativo y sin consistencia real.

Pido al Todopoderoso que esta senda de abrir caminos a acciones concretas y eficaces en aras de un futuro de convivencia serena y constructiva se vea colmada de sus bendiciones, para beneficio nuestro y de las generaciones que nos siguen.

Vaticano, 16 de octubre de 2018

Vía Vatican.va

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El cuidado de la Creación inspira la plataforma Residuo Cero de la Vega Baja

Colaboraciones

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19 septiembre 2018

Manuel Gómez | La Vega Baja del río Segura, con una población de 275.000 habitantes que se duplica en verano, carece de vertederos y plantas de tratamiento de residuos. La gestión de las basuras ha sido en la Vega particularmente tormentosa en los últimos años.

Ha ocasionado conflictos ciudadanos, han sido sellados los últimos vertederos por graves casos de contaminación de suelos y acuíferos y se han incoado numerosos sumarios judiciales por casos de corrupción.

La gestión, valorización y eliminación de los residuos en la Comunidad Valenciana se realiza, fundamentalmente, a través de centros de tratamiento mecánico-biológico (TMB), y de vertederos. Existen un total de 13 de estas plantas, repartidas en 11 zonas. Son unas instalaciones industriales donde se procede a la separación, por procedimientos mecánicos, de la materia orgánica e inorgánica y se tratan los residuos biológicos. Las plantas TMB más modernas recuperan en la Comunidad Valenciana el 10% de los residuos entrantes, a excepción de la materia orgánica. El resto va a un vertedero asociado a la planta.

Propuesta de nueva planta

En febrero de 2018 representantes de la administración local y autonómica plantearon a la asociación de vecinos, de la que formamos parte militantes de la HOAC, en una reunión convocada al efecto, un acuerdo institucional unánime para la instalación de una planta TMB en el municipio para atender las necesidades de la comarca.

Ante este fuerte embate, en la asociación de vecinos y, en paralelo en las reuniones de formación del equipo HOAC de San Miguel de Salinas, abrimos un período de reflexión y estudio. Se recabó información sobre la gestión de diferentes planes de residuos a todos los niveles, el funcionamiento y eficacia de las plantas TMB en nuestra comunidad y experiencias de tratamiento de residuos en Europa. Como equipo HOAC, reflexionamos a la luz de las orientaciones de la encíclica Laudato si’ del papa Francisco sobre las actitudes, valores cristianos y las orientaciones pastorales en el cuidado de la casa común.

Fruto de este proceso de reflexión, se rechazó, por obedecer a un planteamiento obsoleto, costoso e ineficiente, la propuesta de instalación de una planta TMB en nuestra localidad. Además, se produjo un cuestionamiento de nuestros hábitos y conductas de consumo y comenzó a fraguarse el germen de un cambio personal y colectivo.

Migrar hacia las tres erres

El respeto a la Creación, la solidaridad intergeneracional y el bien común nos exigen migrar desde la cultura actual de «usar y tirar» a una nueva filosofía de vida, que se recoge en los postulados de las tres «erres»: reducir, reutilizar y reciclar. El movimiento internacional «Residuo Cero» es la opción que mejor recoge de manera concreta estos postulados.

A modo de conclusión, se redactó un documento, al que denominamos Manifiesto Residuo Cero Vega Baja[1], que pretende ser una alternativa ciudadana a la propuesta de las administraciones públicas. El documento contiene unas prioridades en la gestión de los residuos, en consonancia con lo propuesto por el movimiento internacional Residuo Cero, y unas propuestas concretas de aplicación en nuestro entorno.

Se aboga, entre otras cuestiones, por el necesario cambio cultural de nuestros hábitos de consumo, por la separación en origen de la fracción orgánica, el tratamiento mediante compostaje aeróbico individual y comunitario de los restos biológicos, la progresiva eliminación del uso de los plásticos, la implementación de los sistemas de recogida y devolución de envases de bebidas en los propios comercios (sistema SDDR), el fraccionamiento de los contratos de recogida de residuos y la entrada en la gestión de los mismos de empresas de la economía social y solidaria.

La plataforma ciudadana

El documento Residuo Cero Vega Baja ha servido de carta de presentación en el inicio de una ronda de contactos con colectivos vecinales, políticos, sindicales, ecologistas y religiosos de la comarca. Después de varias reuniones, el documento adquirió su forma definitiva y fue aprobado. El día 5 de junio de 2018 con el respaldo de 25 colectivos comarcales fue presentado en público ante un nutrido grupo de asistentes. El acto, al que fueron invitados los 27 municipios del área de gestión, contó con una significativa representación institucional de alcaldes y concejales de la comarca.

 Como acción inmediata la Plataforma Residuo Cero Vega Baja realizará una jornada en el mes de octubre para la implantación de la recogida selectiva de la fracción orgánica, cuyo objetivo es la organización de talleres y mesas redondas para el intercambio de experiencias entre municipios y facilitar su implantación en aquellos pueblos que decidan impulsar estas prácticas. También se prepararán unidades didácticas para impulsar estos valores en los centros educativos de la comarca. Por último, supone un orgullo para nosotros que, tras la estela de nuestra plataforma, se acabe de constituir la plataforma hermana Residuo Cero Elche.

La experiencia creyente

El simple hecho de la existencia de la plataforma Residuo Cero, frente a los poderosos intereses políticos y económicos en liza, es un auténtico milagro, sin duda, obra del Espíritu y signo de esperanza. Ha sido un acto de fe. El tesón, el trabajo y el liderazgo de unas pocas personas, entre ellas militantes de la HOAC, han hecho factible la construcción de un sujeto ciudadano con capacidad de tener una voz propia y hacerla oír en un tema tan crucial como es la gestión de los residuos domésticos en una comarca tan castigada como la nuestra por el abandono, el sectarismo partidista y por casos de corrupción.

El cuidado de la casa común, la apuesta por bien común y la solidaridad intergeneracional nos interpelan a los cristianos y cristianas y nos demanda la participación activa en los procesos de decisión en torno a la gestión de los servicios públicos básicos como éste. A su vez, esos presupuestos nos exigen un cambio personal de nuestro estilo de vida consumista, como muy bien señala el papa Francisco en la encíclica Laudato si’. Estos valores también son extrapolables y exigibles a nuestros representantes públicos como mejor manera de la defensa de un medio ambiente sostenible y de comunidades locales solidarias, inclusivas e integradas.

[1] www.bit.ly/Residuo0VegaBaja

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Noticias Obreras | Monedas sociales

Kiosco

Noticias Obreras | Monedas sociales

03 septiembre 2018

Ya de vuelta de un tiempo de descanso, presento el sumario de contenidos y la portada de la revista Noticias Obreras, una mirada cristiana del trabajo humano y el bien común, de septiembre de 2018 (número 1.609).

Las palabras claves son: #TrabajoFraterno, #Laicado, #Precariedad,
#Medioambiente, #CuidadoCreación #MonedasSociales.

NNOO digitalEditorial • Trabajo digno y fraternidad. En vísperas de la Jornada Mundial por el Trabajo Decente del 7 de octubre, queremos subrayar en esta ocasión la importancia decisiva que, para avanzar hacia un trabajo digno, tienen las organizaciones de trabajadores. Se publicará en la web y en las redes sociales el próximo 17 de septiembre. Te animamos a su valoración y a compartirlo con la etiqueta #TrabajoFraterno. Si lo prefieres, puedes hacer llegar tu opinión a participacion@noticiasobreras.es

Tema del Mes • Monedas sociales y complementarias. Por ser una herramienta de la economía social, las monedas sociales y complementarias ocupan el presente Tema del Mes. Hay experiencias en todo el mundo, también en España, que tratan de devolver la moneda a su función originaria: facilitar el intercambio y el sentido de pertenencia a una comunidad, además de poner en contacto los recursos no utilizados con las necesidades de las personas que el dinero tradicional no ha podido satisfacer. Nos acerca al tema la periodista Elvira Corona. Ilustrado con la viñeta de Chipola. En esta sección, nos ponemos a la escucha. Puedes hacer tus aportaciones al tema a través de las redes sociales con la etiqueta #MonedasSociales o al correo participacion@noticiasobreras.es.

Opinión • Una propuesta para dialogar sobre el laicado en una Iglesia en salida. De cumplirse las previsiones, en el año 2020 se celebrará un congreso para impulsar el papel de los laicos en la Iglesia española, que debería ser resultado de un proceso de reflexión de las diócesis y delegaciones, asociaciones y movimientos, parroquias y comunidades. Por Gonzalo Ruiz, presidente general de la HOAC.

Política • El cuidado de la Creación inspira la plataforma Residuo Cero Vega Baja. La Vega Baja del río Segura, con una población de 275.000 habitantes que se duplica en verano, carece de vertederos y plantas de tratamiento de residuos. La gestión de las basuras ha sido en la Vega particularmente tormentosa en los últimos años. Ante este fuerte embate, la asociación de vecinos junto con miembros de la HOAC han creado la plataforma Residuo Cero. Por Manuel Gómez, militante de la HOAC. Ilustrado por Javiñetas.

Iglesia •  Los obispos latinoamericanos apuestan por la conversión ecológica. Con el fin de «escrutar a fondo los signos de la época e interpretarlos a la luz del Evangelio, de forma que la Iglesia pueda responder a los interrogantes de la humanidad», el Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM) ha elaborado una audaz propuesta a la luz de la encíclica Laudato si’. Por Mercedes Expósito, de la Pastoral del Cuidado de la Creación de Coria-Cáceres.

Entrevista • Tras su visita y diálogo en los Cursos de Verano de la HOAC, conversamos con responsables de los tres principales sindicatos españoles. Joaquín Pérez, de USO: «Para propiciar cambios, la formación es fundamental»; Cristina Antoñanzas, de UGT: «El futuro del trabajo pasa por fortalecer a los sindicatos»; y Carlos Gutiérrez, de CCOO: «La precariedad laboral es el mejor instrumento para disciplinarnos». Por Ester Calderón, periodista.

El Atrio • Un verano en Gracia de Dios.Los Cursos de Verano de la HOAC son una oportunidad de parar, de encuentro y de cuidar la relación con personas que hace mucho que no vemos, pero nos alegra sinceramente coincidir y ponernos al día. Por Marta Oter.

Vidas precarias • «Éramos invisibles, como si un hada limpieara las habitaciones». Miriam Barros es la presidenta de Las Kellys (las ke-limpian) organización que agrupa a más de 2.000 camareras de piso en 17 asociaciones de todo el Estado. En Lanzarote son unas 200 asociadas, pero «activas», es decir, no clandestinas, que puedan dar la cara sin temor a represalias, son solo unas catorce personas. Por Olivia Pérez, responsable de Comunicación de Cáritas Valencia.

Laboral • Poner fin al abuso estructural de la contratación temporal. El uso estructural del empleo temporal ha sido la característica distintiva del mercado de trabajo español desde que en 1985 se descausalizó la contratación temporal. El abuso en la utilización de esta contratación por parte del tejido empresarial español se comprueba en su elevado diferencial con la tasa de temporalidad europea, en particular, en las etapas de crecimiento, cuando ha llegado a afectar a un tercio de los trabajadores asalariados. Por Bruno Estrada, economista.

Economía • Cada vez más endeudados.Una de las estrategias que han servido para salir de la crisis en la que estamos ha sido el endeudamiento. Endeudarse puede producir crecimiento económico y este parece que ha sido el camino elegido por las principales autoridades económicas mundiales para lograr la recuperación de la senda de crecimiento mundial. Por Enrique Lluch.

Otra vida familiar es posible • Tiempo de encuentro en La Vecilla. Una de las actividades más significativas del calendario de la interdiocesana de Castilla y León, es la convivencia de verano. A ella se han sumado desde el inicio de la misma, las diócesis de La Rioja y de Vitoria y juntos compartimos vida, bienes y acción. Por Pilar Gallego.

GlobalizAcción • Cuidar la casa común, salvar el planeta. «Escuchen con el corazón los gritos cada vez más angustiosos de la tierra y sus pobres en busca de ayuda y responsabilidad». Con estas palabras comenzaba el saludo de bienvenida que el papa Francisco nos dirigía en la conferencia convocada por el Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral con motivo del tercer aniversario de la publicación de la encíclica Laudato si’. Por Toni Martínez, coordinador del MTCE.

Cultura • En la plaza, a vueltas con la laicidad. Estamos en la Plaza Nueva. Esto es un ir y venir de personas, familias, jóvenes, mayores, gentes de aquí y de allá, rostros diferentes, lenguas y acentos que nos trasladan a otras latitudes, criaturas que corretean, músicos callejeros, migrantes con mil abalorios y algunos paraguas. Por Maite Valdivieso.

Libros • La creación de la conciencia. José Luis Palacios nos reseña Cuidar la casa común con los cinco sentidos de Araceli Caballero, periodista y colaboradora de Noticias Obreras.

El trabajo es para la vida • Muertes injustas de Juani Sosa.

El cuidado de la creación • Trabajar menos y mejor. Por Araceli Caballero.

La Mundialización  El trabajo decente se deteriora en el mundo, aportación de Francisco Porcar.

El Termómetro • Creación continuada y trabajo de Jesús Espeja.

El Evangelio en tu vida • Con el artículo Todo lo ha hecho bien; de Fernando Díaz Abajo.

Cine • Con Visión amplia de nuestro crítico Iñaki Lancelot.

Dos Minutos • Con José María Toro y su texto Lo que se puede ganar al perder un mundial de fútbol.

La oración de cada día con «Yo soy el camino, la verdad y la vida» de Àlvar Miralles.

 

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