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El director de “Uno para todos”: “La educación pública es un invento de progreso”

Mundo obrero y del trabajo

El director de “Uno para todos”: “La educación pública es un invento de progreso”

17 septiembre 2020

Tras varios aplazamientos, por una pandemia que incide, de manera especial, en los procesos educativos y formativos de las generaciones del futuro, llega a una cartelera diezmada aún de espectadores, “Uno para todos”.

El film parte de una historia real, la del profesor Javier Mur, quien durante su paso por Monzón (Huesca) puso en marcha el “proyecto Guillén”, con el fin de que un alumno enfermo pudiera seguir conectado a su clase.

“Me pareció una historia muy luminosa, que ponía el foco en lo que sí hacemos bien y que conviene destacar, como los inventos que nos han traído el progreso de los últimos 100 años, la educación pública, entre ellos”, nos explica Ilundain durante una conversación por internet.

Aunque incómodo con la etiqueta “vacía” puesta a la España rural, no duda en reivindicar más medios para esa parte del territorio de nuestro país que parece olvidada: “Hoy en día tenemos herramientas para no abandonarlo y mantener la vida en cualquier punto del territorio. Se deberían utilizar y el Estado ahí tiene un papel que jugar”.

Su película es también un reconocimiento a esos lugares menos trillados. “Cuando rodamos en las grandes ciudades, que es lo más habitual porque es donde solemos vivir los que nos dedicamos a esto, se repiten hasta las calles, edificios y temas… Sales de ahí y te encuentras otras cosas, aire, otras realidades y ritmos de vidas también muy interesantes…”, afirma.

Un acierto de la película, sin duda, es el fiel retrato de la profesión de educadores, de la gestión de la educación, de las relaciones que se dan en los claustros, pero también de la precariedad connatural a la categoría de interino. “Cuanto más precario, o menos herramientas tengas, las vallas son más altas todavía”, denuncia en referencia a cómo la inestabilidad laboral no casa bien con la pretendida calidad de la educación pública.

El director pamplonés, de 45 años de edad, tiene una mirada respetuosa de la infancia, nada ingenua. En plena vuelta a las clases, es consciente de lo que han tenido que pasar muchos menores, por lo que apunta que “supongo que ahora la escuela es también parte de una terapia grupal importante, volverse a ver, tener intimidad entre ellos, hablar, relacionarse con sus profesores” y cómo cineasta se plantea que “sería un ejercicio bonito pensar cómo lo han pasado”, en este tiempo tan extraño.

Sobre el futuro de la industria cinematográfica, apunta que hay que procurar que no solo hay espacio para grandes productos de entretenimiento, sino también para las historias que “hablan de otras cosas, cuentan realidades, desde otros puntos de vista, o como en nuestro caso, reflejen otros paisajes”.

25º Domingo del Tiempo Ordinario (20 de septiembre)

Iglesia

25º Domingo del Tiempo Ordinario (20 de septiembre)

17 septiembre 2020

La parábola que nos ofrece el evangelio de este domingo nos muestra sobre todo cómo deberíamos conducirnos ante la misericordia de Dios para con todos, dejando que nos transforme al modo de Dios: “pensar como Tú…” teniendo sus mismos sentimientos compasivos capaces de generar fraternidad.

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El compromiso por el trabajo decente

Editoriales

El compromiso por el trabajo decente

17 septiembre 2020

En el manifiesto de iniciativa Iglesia por el Trabajo Decente (ITD) con motivo de la Jornada Mundial por el Trabajo Decente, se afirma que «el compromiso por el trabajo decente nos humaniza». Es más, cabría decir que nos acerca a Dios, pues en su plan amoroso para la humanidad el trabajo está llamado a ser instrumento de dignidad y fraternidad, clave en la construcción de una sociedad como Dios desea para sus hijas e hijos. Por eso, hay una estrecha relación entre defensa del trabajo decente y evangelización del mundo obrero y del trabajo, entre lo que expresa esta jornada prevista en torno al 7 de octubre y la Pastoral del Trabajo.

Sin embargo, pese al esfuerzo, la entrega, la generosidad y la lucha de tantas personas y organizaciones, también de nuestra Iglesia, estamos muy lejos de lo que Dios quiere. La crisis desatada en todo el mundo por la pandemia de la COVID-19 ha vuelto a poner de manifiesto y a agudizar el enorme sufrimiento e injusticia que padece, de forma crónica y estructural, el mundo obrero y del trabajo, su empobrecimiento, precarización y exclusión. Cómo se niega en él, sistemáticamente, el plan de fraternidad de Dios. Es una injusticia que eclipsa el rostro de Dios. Ese grito de los pobres es el grito de Jesús entre nosotros, un «clamor de los pobres», en expresión de Francisco, que no podemos desoír y al que tenemos que responder.

Ante ese clamor, la misión evangelizadora de toda la Iglesia en el mundo obrero y del trabajo tiene dos dimensiones inseparables: proponer a Jesucristo como sentido pleno de nuestra humanidad y luchar por la justicia. En ambas dimensiones tiene un papel relevante el empeño por el trabajo decente. Y en él son fundamentales dos cosas: proclamar la dignidad propia del trabajo humano y defender, en consecuencia, la dignidad de las condiciones en que el trabajo se realiza. El papa Francisco lo ha expresado así en la homilía en Santa Marta con motivo del pasado 1º de Mayo: «El trabajo es lo que hace al hombre semejante a Dios, porque con el trabajo el hombre es un creador (…) Y esta es la dignidad del trabajo (…) Toda injusticia que se comete contra una persona que trabaja es un atropello a la dignidad humana (…) En cambio, la vocación que Dios nos da es muy hermosa: crear, re-crear, trabajar. Pero esto puede hacerse cuando las condiciones son justas y se respeta la dignidad de la persona». Es esencial que toda la Iglesia crezcamos en comprender bien (colaborando a que se comprenda bien en la sociedad), que el trabajo en condiciones dignas es esencial para la vida y la dignidad de las personas y para el cuidado de la casa común.

Para ello, como también dice el manifiesto de ITD, «necesitamos movernos en comunidad», promoviendo el aunar esfuerzos, el trabajo compartido de todas las realidades eclesiales, colaborando también con otras organizaciones sociales, en la defensa del trabajo decente y la dignidad del trabajo. Particularmente creciendo en caminar junto a y acompañar a los empobrecidos del mundo obrero y del trabajo, en la denuncia y el anuncio como Iglesia en esa realidad sufriente.

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Tiempos convulsos, una novela para la unidad

Colaboraciones

Tiempos convulsos, una novela para la unidad

17 septiembre 2020

Olivia Pérez

El pasado 16 de septiembre, la HOAC de las diócesis de Segorbe-Castellón, Orihuela-Alicante y Valencia han realizado, de forma virtual, la presentación del último libro de Ediciones HOAC, la novela Tiempos convulsos, escrita por Ana Mª Castillo. En el acto intervino la autora, junto a Begoña Baños, militante de la HOAC, y el responsable de publicaciones de la HOAC, Abraham Canales. En el acto participaron más de un centenar de personas de la Comunitat Valenciana pero también de otras localidades de España, militantes sindicales y de la HOAC, y otras personas interesadas, movidas todas por el interés en este texto.

Tiempos convulsos se centra en el periodo 1959-1980, en una España en la que la lucha pacífica por la justicia social de la HOAC, la JOC y la JEC contrastaban en un ambiente de violencia, policial y de algunos grupos armados. Relata la historia de familias emigrantes al País Vasco procedentes de Extremadura y de otras familias autóctonas que se relacionaron familiar, laboral y políticamente en un espacio caracterizado por el cambio, las injusticias y el compromiso social.

Desde Publicaciones HOAC, Abraham Canales mostró lo novedoso del acto, en el que se habían reunido las tres entidades diocesanas y que se había organizado de forma virtual, más acorde con los tiempos actuales. El hecho de que el texto sea una novela es también novedoso, marcado por el interés de Ediciones HOAC de buscar otros lenguajes y acercarse a otros públicos. También es una novedad el relato, el tiempo que aborda, la posguerra, el final de la dictadura y el inicio de la Transición en España, “que nos aproxima al ambiente sociopolítico, cultural y religioso de una época convulsa, de conflictos laborales y políticos que “jalonan una tupida red de historias personales y familiares que se entrelazan sin cesar, y ponen a prueba la prioridad de la persona, la radicalidad de su verdad y la dificultad de su comprensión”, según expresó el propio Canales en su presentación. También destacó el editor la forma de hacerlo de la autora, con “una prosa ágil y precisa, con abundancia de imágenes, una obra profundamente trabajada y documentada”.

Ana M. Castillo es una maestra y escritora extremeña, con diversas publicaciones y premios a su labor literaria. La autora compartió, en el acto de presentación, la alegría de poder presentar su primera novela por el gran esfuerzo que le ha costado su realización. Tras este texto hay un gran trabajo de documentación por medio de entrevistas realizadas a personas reales que después ha llevado a la novela. Su interés era “representar la sociedad de esas décadas en todas sus facetas y colores”, con muchos personajes, con una estructura coral. El gran descubrimiento en las entrevistas para Ana fue el de los movimientos cristianos que “apoyaban a los obreros en aquellos años y que transmitían y trasmiten unos principios y valores tan profundos a sus militantes, tan necesarios también en nuestros tiempos”.

La novela se desarrolla en un pueblo de pescadores imaginario en el País Vasco donde se relacionan migrantes y autóctonos, estudiantes, obreros, sindicalistas, maestras, fuerzas de seguridad y empresarios. “Son fundamentales —en palabras de la autora— las historias de amor que hacen que la novela tenga el recorrido que tiene”. “También lo son las mujeres, —recuerda— que con su constancia y sacrificio se reinventan, consiguen el cambio social y se convierten al final, en heroínas”.

“Se trata de una microhistoria dentro de la Historia de personas reales que nos alcanzaron con su esfuerzo y algunos con su vida, la democracia”, según explicó Castillo.

La lectura de Tiempos convulsos nos acerca a un tiempo y a un lugar no tan alejados de los nuestros pero en el que destacó, en palabras de la autora “la unidad de todas las personas con un objetivo común, derrocar al dictador”. Quizás esta es la enseñanza más destacada de esta novela de Ediciones HOAC que está a punto de agotar su primera edición a pesar de haber nacido en plena pandemia.

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Foto cabecera | Jesús Fernández-Pacheco, vía Twitter.

Francisco: Quien sabe contemplar, se pondrá más fácilmente manos a la obra para cambiar lo que produce degradación y daño

Iglesia

Francisco: Quien sabe contemplar, se pondrá más fácilmente manos a la obra para cambiar lo que produce degradación y daño

16 septiembre 2020

El tema central de la catequesis sobre curar al mundo del papa Francisco en la audiencia general de hoy ha sido el cuidado de la casa común y actitud contemplativa.

Para salir de la pandemia es necesario que sigamos la regla de oro de nuestro ser “hombres y mujeres”, que es “cuidar” y cuidarnos mutuamente entre nosotros, apoyar a los “cuidadores” de los más débiles, de los enfermos y de los ancianos -a menudo no reciban ni el reconocimiento ni la remuneración que merecen [en sus propias palabras]-, y cuidar asimismo nuestra casa común, recordando que la tierra y todas las creaturas pertenecen al Señor que las creó y que nos las encomendó para que las conservemos y las protejamos.

Nosotros también somos parte de la creación, no somos sus dominadores absolutos, con la pretensión de querer ocupar el lugar de Dios, pensando que tenemos derecho a depredarla, explotarla y destruirla. En cambio, la misión que Él nos ha confiado es que seamos los custodios de esta casa común que nos acoge, y aprendamos a respetarla y a evitar que la sigan maltratando y arruinando.

Todo ha salido de las manos del Creador, que ha dejado su huella en cada creatura. El mejor antídoto para cuidar y proteger nuestra casa común de esos abusos es la contemplación. El mismo Señor nos invita a admirar maravillados y en silencio su obra, para poder reconocer en cada creatura el reflejo de su sabiduría y su bondad. Ser contemplativos nos lleva a ser responsables, con estilos de vida sostenibles que respeten y protejan la naturaleza, de la que también nosotros formamos parte.

Curar al mundo: 7. Cuidado de la casa común y actitud contemplativa

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

Para salir de una pandemia, es necesario cuidarse y cuidarnos mutuamente. También debemos apoyar a  quienes cuidan a los más débiles, a los enfermos y a los ancianos. Existe la costumbre de dejar de lado a los ancianos, de abandonarlos: está muy mal.  Estas personas —bien definidas por el término español “cuidadores”—, los que cuidan de los enfermos, desempeñan un papel esencial en la sociedad actual, aunque a menudo no reciban ni el reconocimiento ni la remuneración que merecen. El cuidado es una regla de oro de nuestra humanidad y trae consigo salud y esperanza (cf. Enc. Laudato si’ [LS], 70). Cuidar de quien está enfermo, de quien lo necesita, de quien ha sido dejado de lado: es una riqueza humana y también cristiana,

Este cuidado abraza también a nuestra casa común: la tierra y  cada una de sus criaturas. Todas las formas de vida están interconectadas (cf. ibíd., 137-138), y nuestra salud depende de la de los ecosistemas que Dios ha creado y que nos ha encargado cuidar (cf. Gn 2, 15). Abusar de ellos, en cambio, es un grave pecado que daña, que perjudica y hace enfermar (cf. LS, 866). El mejor antídoto contra este abuso de nuestra casa común es la contemplación (cf. ibíd., 85214). ¿Pero cómo? ¿No hay una vacuna al respecto, para el cuidado de la casa común, para no dejarla de lado? ¿Cuál es el antídoto para la enfermedad de no cuidar  la casa común? Es la contemplación. «Cuando alguien no aprende a detenerse para percibir y valorar lo bello, no es extraño que todo se convierta para él en objeto de uso y abuso inescrupuloso» (ibíd.,215). Incluso en objeto de “usar y tirar”. Sin embargo, nuestro hogar común, la creación, no es un mero “recurso”. Las criaturas tienen un valor en sí y “reflejan, cada una a su manera, un rayo de la sabiduría y de la bondad infinitas de Dios” (Catecismo de la Iglesia Católica, 339). Pero ese valor y ese rayo de luz divina hay que descubrirlo y, para hacerlo, necesitamos silencio, necesitamos escuchar, necesitamos contemplar. También la contemplación cura el alma.

Sin contemplación es fácil caer en un antropocentrismo desviado  y soberbio, el “yo” en el centro de todo, que sobredimensiona nuestro papel de seres humanos y nos posiciona como dominadores absolutos de todas las criaturas. Una interpretación distorsionada de los textos bíblicos sobre la creación ha contribuido a esta visión equivocada, que lleva a explotar la tierra hasta el punto de asfixiarla. Explotar la creación: ese es el pecado. Creemos que estamos en el centro, pretendiendo que ocupamos el lugar de Dios; y así arruinamos la armonía del diseño de Dios. Nos convertimos en depredadores, olvidando nuestra vocación de custodios de la vida. Naturalmente, podemos y debemos trabajar la tierra para vivir y desarrollarnos. Pero el trabajo no es sinónimo de explotación, y siempre va acompañado de cuidados: arar y proteger, trabajar y cuidar… Esta es nuestra misión (cf. Gn 2,15). No podemos esperar seguir creciendo a nivel material, sin cuidar la casa común que nos acoge. Nuestros hermanos y hermanas más pobres y nuestra madre tierra gimen por el daño y la injusticia que hemos causado y reclaman otro rumbo. Reclaman de nosotros una conversión, un cambio de ruta: cuidar también de la tierra, de la creación.

Es importante, pues, recuperar la dimensión contemplativa, es decir mirar  la tierra y  la creación como un don, no como algo que explotar para sacar beneficios. Cuando contemplamos, descubrimos en los demás y en la naturaleza algo mucho más grande que su utilidad. He aquí la clave del problema: contemplar es ir más allá de la utilidad de una cosa. Contemplar la belleza no significa explotarla: contemplar es gratuidad. Descubrimos el valor intrínseco de las cosas que les ha dado Dios. Como muchos maestros espirituales han enseñado, el cielo, la tierra, el mar, cada criatura posee esta capacidad icónica, esta capacidad mística para llevarnos de vuelta al Creador y a la comunión con la creación. Por ejemplo, San Ignacio de Loyola, al final de sus Ejercicios Espirituales, nos invita a la “Contemplación para alcanzar amor”, es decir, a considerar cómo Dios mira a sus criaturas y a regocijarse con ellas; a descubrir la presencia de Dios en sus criaturas y, con libertad y gracia, a amarlas y cuidarlas.

La contemplación, que nos lleva a una actitud de cuidado, no es mirar a la naturaleza desde el exterior, como si no estuviéramos inmersos en ella. Pero nosotros estamos dentro de la naturaleza, somos parte de la naturaleza. Se hace más bien desde dentro, reconociéndonos como parte de la creación, haciéndonos protagonistas y no meros espectadores de una realidad amorfa que solo serviría para explotaría. El que contempla de esta manera siente asombro no sólo por lo que ve, sino también porque se siente parte integral de esta belleza; y también se siente llamado a guardarla, a protegerla. Y hay algo que no debemos olvidar: quien no sabe contemplar la naturaleza y la creación, no sabe contemplar a las personas con toda su riqueza. Y quien vive para explotar la naturaleza, termina explotando a las personas y tratándolas como esclavos. Esta es una ley universal: si no sabes contemplar la naturaleza, te será muy difícil contemplar a las personas, la belleza de las personas, a tu hermano, a tu hermana.

El que sabe contemplar,  se pondrá más fácilmente manos a la obra para cambiar lo que produce degradación y daño a la salud. Se comprometerá a educar y a promover nuevos hábitos de producción y consumo, a contribuir a un nuevo modelo de crecimiento económico que garantice el respeto de la casa común y el respeto de las personas. El contemplativo en acción tiende a convertirse en custodio del medio ambiente: ¡qué hermoso es esto! Cada uno de nosotros debe ser custodio del ambiente, de la pureza del ambiente, tratando de conjugar los saberes ancestrales de las culturas milenarias con los nuevos conocimientos técnicos, para que nuestro estilo de vida sea sostenible.

En fin, contemplar y cuidar: ambas actitudes muestran el camino para corregir y reequilibrar nuestra relación como seres humanos con la creación. Muchas veces, nuestra relación con la creación parece ser una relación entre enemigos: destruir la creación para mi ventaja; explotar la creación para mi ventaja. No olvidemos que se paga caro; no olvidemos el dicho español: “Dios perdona siempre; nosotros perdonamos a veces; la naturaleza no perdona nunca”. Hoy leía en el periódico acerca de los dos grandes glaciares de la Antártida, cerca del Mar de Amundsen: están a punto de caer. Será terrible, porque el nivel del mar subirá y esto acarreará muchas, muchas dificultades y muchos males. ¿Y  por qué? Por el sobrecalentamiento, por no cuidar del medio ambiente, por no cuidar de la casa común. En cambio, si tenemos esta relación —me permito usar la palabra— “fraternal”, en sentido figurado, con la creación, nos convertimos en custodios de la casa común, en custodios de la vida y en custodios de la esperanza, custodiaremos el patrimonio que Dios nos ha confiado para que las generaciones futuras puedan disfrutarlo. Y alguno podría decir: “Pero, yo me las arreglo así”. Pero el problema no es cómo te las arreglas hoy —esto lo decía un teólogo alemán, protestante, muy bueno: Bonhoeffer— el problema no es cómo te las arreglas hoy; el problema es: ¿cuál será la herencia, la vida de la futura generación? Pensemos en los hijos, en los nietos: ¿qué les dejaremos si explotamos la creación? Custodiemos este camino para que podamos convertirnos en “custodios” de la casa común, custodios de la vida y de la esperanza.

Custodiemos el patrimonio que Dios nos ha confiado para que las futuras generaciones puedan disfrutarlo. Pienso de manera especial en los pueblos indígenas, con los que todos tenemos una deuda de gratitud, incluso de penitencia, para reparar el daño que les hemos causado. Pero también pienso en aquellos movimientos, asociaciones y grupos populares, que se esfuerzan por proteger su territorio con sus valores naturales y culturales. Sin embargo, no siempre son apreciados e incluso, a veces, se les obstaculiza porque no producen dinero, cuando, en realidad, contribuyen a una revolución pacífica que podríamos llamar la “revolución del cuidado”. Contemplar para cuidar, contemplar para custodiar, custodiarnos nosotros, a la creación, a nuestros hijos, a nuestros nietos, y custodiar el futuro. Contemplar para curar y para custodiar y para dejar una herencia a la futura generación.

Ahora bien, no hay que delegar en algunos lo que es la tarea de todo ser humano. Cada uno de nosotros puede y debe convertirse en un “custodio de la casa común”, capaz de alabar a Dios por sus criaturas, de contemplarlas y protegerlas.

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Índice de las catequesis #CuraralMundo

1. Introducción

2. Fe y dignidad humana

3. La opción preferencial por los pobres y la virtud de la caridad

4. El destino universal de los bienes y la virtud de la esperanza

5. La solidaridad y la virtud de la fe

6. Amor y bien común

Tiempos convulsos… cuya única salida es el amor

Colaboraciones

Tiempos convulsos… cuya única salida es el amor

14 septiembre 2020

Antonio Aradillas | Sacerdote y periodista

En no pocos libros, serios y documentados, y con diversidad de géneros literarios, temas relacionados con el “nacionalcatolicismo” vivido en España en tiempos no muy lejanos, fueron tratados con tino, acierto y libertad. En otras ocasiones no fue verdad tanta belleza y el panfletismo de uno y otro lado hizo rentables carreras. No obstante, quedó, y sigue permaneciendo en la oscuridad, gran parte de la visión, objetiva, real y testimonialmente cristiana, que en su marco hicieron realidad las siglas de la AC –Acción Católica– en la pluralidad de sus “Movimientos”, con relevante mención para la HOAC y la JOC, referidas a los obreros y a las juventudes. Desde sus consiliarios, aunque con difusa aquiescencia jerárquica, hasta los y las militantes, su compromiso cristiano bajo las alas de la Acción Católica, fue ciertamente ejemplar y aún no valorado…

Y es en este contexto literario en el que se preciso situar el libro Tiempos convulsos, publicado precisamente por Ediciones HOAC. El título completo es Tiempos convulsos. España 1959-1980, con la apostilla de Apostaron por el amor, la paz y la dignidad, y como síntesis de la obra, afirmo que:

“Ofrece una mirada distinta de la posguerra y la Transición española a través del hilo argumental de una serie de historias entrelazadas. Los personajes han de hacer frente a los enormes obstáculos que la sociedad de la época impone, llegando algunos a perder la vida. Tiempos tormentosos en los que nada es lo que parece”

“La novela, dado que el género literario elegido es exactamente este, refleja el ambiente político, religioso y cultural, del momento: la emigración, la clandestinidad, la lucha contra la dictadura, la gestación de ETA y el estallido de la violencia, así como el importantísimo papel de los movimientos obreros y estudiantes cristianos (HOAC, JOC, y JEC) en la lucha pacífica por la justicia social”.

La autora del libro es Ana María Castillo Moreno, que ejerce como maestra de Primaria en Mérida, escritora de poesía y narrativa, entre cuyas obras destacan La maestra cuentacuentos, El despertar de la adelfas, Vuelos de eternidad y La música de las horas.

Obligada la protagonista –Antonia de nombre– a emigrar desde Extremadura al País Vasco, por obvias razones de tipo económico, que vaciaron y vacían España, la autora se encarna en multitud de personas tan reales o más que los que genera la vida, conecta con los movimientos obreros, curas-consiliarios y sus militantes, y consigue que el lector o lectora de las 502 páginas del texto se encarne en alguno de los personajes que aparecen en sus escenas y hasta llegue a convertirse y aparecer como coautor de estos Tiempos convulsos.

Orienta y define parte del contenido del libro y la fraternal, humana y divina a la vez,“homilía”, de Ana María al hacer público que “aquellos tiempos eran –y son– confusos, envueltos en el trasfondo de una compleja red de emociones, relaciones y desencantos, cuya única salida es el amor”.

¡Felicidades por tanto amor y por tanta esperanza para los practicantes –todos los somos– de la tarea-ministerio itinerante de la emigración hacia la Casa del Padre!

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Reseña publicada en Religión Digital, Tiempos convulsos

Presentación de la novela Tiempos convulsos

Convocatorias

Presentación de la novela Tiempos convulsos

09 septiembre 2020

Las organizaciones diocesanas de la HOAC de Orihuela-Alicante, Segorbe-Castellón y Valencia convocan un acto para la presentación del libro Tiempos convulsos, de Ana María Castillo (Ed. HOAC, 2020)

El próximo miércoles 16 de septiembre a las 18:30 horas, mediante videoconferencia en Zoom y previa inscripción, se realiza la presentación de la novela Tiempos convulsos recientemente publicada por Ediciones HOAC, en el que intervendrán Ana Mª Castillo Moreno, escritora y autora del libro, Abraham Canales y Begoña Baños, responsable de Publicaciones y militante de la HOAC, respectivamente.

La editorial retoma el género literario para ofrecer, con esta obra, una mirada distinta de la posguerra y la Transición española, a través del hilo argumental de una serie de historias entrelazadas. Los personajes han de hacer frente a los enormes obstáculos que la sociedad de la época impone, llegando algunos a perder la vida. Tiempos tormentosos en los que nada es lo que parece.

Aquellos Tiempos convulsos 

La novela refleja el ambiente político, religioso y cultural del periodo 1959-1980: la emigración, la clandestinidad, la lucha contra la dictadura, la gestación de la banda terrorista ETA y el estallido de la violencia. Relata el compromiso y la tarea esencial de la Juventud Obrera Cristiana (JOC), la Hermandad Obrera de Acción Católica (HOAC) y la Juventud Estudiante Católica (JEC), movimientos de Acción Católica especializada de España, en la lucha pacífica por la justicia social. Son tiempos confusos envueltos en el trasfondo de una compleja red de emociones, relaciones y desencantos cuya única salida es el amor, el perdón.

Para Ana María Castillo, autora de la novela, elaborar este relato ha sido posible gracias a las “numerosas fuentes escritas consultadas para ofrecer un orden cronológico y una veracidad histórica”, junto con las entrevistas realizadas “del testimonio de todas aquellas personas de edades, profesiones e ideologías tan diferentes, me abrieron de algún modo las puertas de sus vidas” y reflejar dos décadas decisivas en la historia reciente del país. Castillo señala que la novela es un aldabonazo para recordarnos que, “aunque el olvido es imposible, se pueden cicatrizar las heridas para hacer posible la convivencia”. También es un bello homenaje a quienes lucharon por “encontrar en el amor, la paz y la dignidad la salida al laberinto de aquellos años y a quienes todavía seguimos apostando por el amor, la paz y la dignidad, también en los presentes tiempos convulsos”.

Crítica

La obra está teniendo una buena crítica y valoración entre los lectores y las lectoras. Entre las críticas realizadas destacamos: Desde Extremadura al País Vasco, reseña de Manuel Pecellín, escritor y miembro de la Real Academia de Extremadura, quien subraya que estamos ante una novela “muy trabajada, bien documentada, de prosa ágil y cuidada”, y los distintos personajes “muy bien definidos”. “Una obra muy interesante”, escrita, además, “para un amplio y variado abanico de lectores, a los que no dejará indiferentes”. Reseña de Antonio Salguero Carvajal, escritor  y profesor de Lengua y Literatura Española. Reseña de Moisés Cayetano Rosado, doctor en Geografía e Historia y maestro. Narrar la experiencia obrera y cristiana, de Francisco Vicente Gómez, profesor titular de Literatura de la Universidad de Murcia. Reseña de Berchmans Garrido, responsable de Formación de la HOAC.

Literatura popular

Con la novela, la editorial retoma el género literario y renueva el diseño, tamaño y la maquetación de la colección «Literatura popular», definiendo una nueva estructura de los capítulos y títulos, tipografía e interlineado. La ilustración de la cubierta ha sido diseñada por Pepe Montalvà, de EstudioJa.com, combinando distintos elementos para expresar la diversidad de una obra coral e intergeneracional. 

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Inscripción al acto, aforo limitado
En redes #NovelaTiemposConvulsos
Venta directa de la novela. Librerías.

 

 

La economía de Francisco, en noviembre y por Internet

Iglesia, Internacional

La economía de Francisco, en noviembre y por Internet

08 septiembre 2020

Finalmente será del 19 al 21 de noviembre de 2020, y a través de Internet cuando se celebrará el evento “La Economía de Francisco”, que había sido aplazado debido a la irrupción de la COVID-19.

Así lo ha comunicado Enzo Fortunato OFM, director responsable de la comunicación del encuentro, quien especificó que se en el otoño de 2021, si las condiciones sanitarias lo permiten, se celebrará una reunión presencial posterior en Asís.

El Comité está trabajando para poner en marcha un programa innovador, participativo y global que preserve los elementos peculiares de La Economía de Francisco” (trabajo en grupo, sesiones plenarias y paralelas con ponentes, espiritualidad franciscana, presentaciones artísticas, exposiciones) enriqueciéndolo con las oportunidades y los lenguajes que ofrece la modalidad digital del evento.


Para más información y para seguir los eventos de streaming:

www.francescoeconomy.org

Hacia Asís: Sumando fuerzas por otra economía

Entrevista al director de Economía de Francisco, Luigino Bruni, en la revista Noticias Obreras, diciembre 2019.

Artículo de opinión. Economía franciscana: ¡Nos vemos en Asís!, por Diego LorasNoticias Obreras, octubre de 2019. Economía.

Artículo de opinión. Un proceso abierto para promover un cambio de sistema, por Abraham CanalesNoticias Obreras, junio de 2019. Opinión.

 

 

Fueron a trabajar y no volvieron ¿es justo morir así?

Mundo obrero y del trabajo

Fueron a trabajar y no volvieron ¿es justo morir así?

04 septiembre 2020

Nace la Plataforma 28 de abril: STOP accidentes laborales de La Rioja con el impulso de familiares y amigos de trabajadores víctimas y el apoyo de la HOAC.

Salir a ganarse la vida y perderla es una tragedia. Al dolor de la pérdida de un ser querido suman la desprotección, la soledad y el desamparo. Familiares y amigos de las víctimas han decidido poner en marcha la Plataforma 28 de abril: STOP accidentes laborales en La Rioja para denunciar y atajar la sistemática siniestralidad laboral; concienciar al conjunto de la sociedad riojana; exigir a la Administración el apoyo a las familias de los trabajadores que sufre en primera persona este “virus”. 

Fueron a trabajar y no volvieron, ¿es justo morir así? es el lema de la plataforma. La respuesta es clara: no, a unas condiciones de trabajo que matan; y no, a una economía que lo permite. Nuestro pan de cada día lo ganamos con un trabajo decente y una economía sana que lo haga posible. En esta lucha por un entorno laboral seguro, que evite la muerte de trabajadores y trabajadoras debido a la falta de medidas de seguridad y a las condiciones precarias del trabajo; en esta exigencia de protección y acompañamiento a las víctimas, criterios fundamentales de una sociedad más decente, cuentan con el apoyo de la Hermandad Obrera de Acción Católica (HOAC) de La Rioja.

“No estamos ante una fatalidad inevitable sino ante una situación que tiene unas causas bien concretas” y es necesario “convertir este asunto en una prioridad social y política”, explican las portavoces de la plataforma, que buscarán tender puentes y colaborar con otras instituciones para taponar esta herida humana y social.

Tiempos convulsos

Colaboraciones

Tiempos convulsos

02 septiembre 2020

Alberto Gata Tocón

Esta novela de la escritora extremeña Ana María Castillo trata un tema poco conocido dentro o fuera de la Iglesia: el papel que movimientos católicos como JEC, HOAC y JOC tuvieron en España durante los últimos años del franquismo y la transición a la democracia. La novela se ambienta en dos localidades ficticias del País Vasco entre 1959 y 1980. También parte de la trama transcurren en París y Extremadura. En la novela hay una amalgama de personajes de diversos orígenes, especialmente vascos y extremeños, que siguen ideologías distintas.

Para entender la trama de esta novela hay que entender un poco el contexto histórico en el que se desarrolla. La historia de la novela transcurre entre los años 60 y 70. En efecto, como dice el título, fueron tiempos convulsos en el sentido de que España iba pasando de una dictadura a una democracia. En los años 60 el País Vasco era una de las regiones más industrializadas y ricas de España por su siderurgia. Extremadura en cambio era una de las más pobres. Ante la falta de oportunidades y el deseo de prosperar económica y socialmente muchos españoles emigraban al extranjero o a regiones de España como Madrid o el País Vasco para poder tener un futuro mejor. En aquellos tiempos empezaba a surgir en España una férrea oposición al régimen dictatorial de Franco, sobre todo entre los obreros de las fábricas y los estudiantes universitarios.

En esa época también surgieron ciertos sectores del clero opuestos también a la dictadura inspirados por los aires de renovación que llegaban desde Roma a raíz del Concilio Vaticano II. En ese contexto concreto la Juventud Estudiante Católica (JEC), la Hermandad Obrera de Acción Católica (HOAC) y la Juventud Obrera Cristiana (JOC) jugaron un papel clave a la hora de denunciar las injusticias de la época y de mejorar la situación social de la época en los mundos obrero y estudiantil a través del Evangelio.

Además en esa época labanda terrorista ETA empezó a sembrar el terror en todo el país en nombre de la independencia del País Vasco de España y seguiría haciéndolo durante muchos años ya en plena democracia. Entre los colectivos que más han sufrido el terror de ETA estaba la Guardia Civil cuya determinación y lucha contra el terrorismo costó la vida a muchos de sus miembros pero también contribuyó a erradicar la amenaza de esa banda terrorista.

A la muerte de Franco en 1975 empezaba para España la Transición hacia la democracia, una etapa histórica repleta de incertidumbre y de esperanza por un futuro mejor. Con la aprobación de la Constitución de 1978 España se consagró como un país democrático tras casi 40 años de dictadura. Sin embargo la transición a la democracia no implicó el fin total y definitivo de la violencia terrorista.ETA siguió matando y desatando el terror en toda España y especialmente en el País Vasco durante décadas.

Se puede decir que Tiempos Convulsos es una novela que muestra la lucha pacífica de los movimientos católicos por la justicia social siguiendo el Evangelio y también entre sus páginas hay partes que pueden llevar a la reflexión personal y hacer que nos sintamos identificados con los personajes y sus inquietudes, miedos y esperanzas. Es una novela que puede enseñarnos valores como la paz, el amor, la reconciliación, la esperanza o la justicia social.

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Reseña publicada en Religión Digital, Tiempos convulsos

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