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La COVID-19 destroza el empleo

Internacional

La COVID-19 destroza el empleo

01 julio 2020

El impacto que revela el último estudio de la OIT señala que es “más grave de lo estimado anteriormente”.

La cumbre mundial sobre la pandemia y el mundo del trabajo, que se está realizando ahora, debe ayudar a taponar y sanar la herida del trabajo, que lo es también de la vida de millones de trabajadores y trabajadoras.

Las cuatro ediciones anteriores de las previsiones de esta agencia de la ONU apuntan a una situación de catástrofe en el mundo del trabajo: con un enorme descarte de personas, especialmente de trabajadoras y trabajadores más humildes y menos protegidos; y los niños y niñas que serán obligados a trabajar, en la que es la peor crisis desde la Segunda Guerra Mundial. El quinto informe, presentado el 30 de junio, no solo sigue la senda de los que le han precedido, si no que estima que estamos sufriendo un escenario “más grave” y que la recuperación de puestos de trabajo “es “incierta” e insuficiente.

Pérdida de 400 millones de empleos

La profunda caída de horas de trabajo, analizadas en el segundo trimestre del año, equivale a la pérdida de 400 millones de empleos a tiempo completo (sobre la base de una semana laboral de 48 horas) muy por encima de las estimaciones realizadas anteriormente. La grave herida en el mundo del trabajo acentuada por el coronavirus es en todo el planeta, aunque hay  zonas geográficas, fundamentalmente en vías de desarrollo, donde la mayoría de los trabajadores (93 por ciento en todo el mundo) viven en países con algún tipo de cierre de los lugares de trabajo, especialmente las Américas, coincidiendo además con un mayor trabajo informal donde se sobrevive día a día. 

Escenarios de recuperación

La OIT apunta que son clave parar la pandemia y las decisiones políticas que se pongan en marcha. En este sentido prevé tres escenarios de recuperación: El de base con “un repunte de la actividad económica en línea con las previsiones actuales, el levantamiento de las restricciones en el lugar de trabajo y la recuperación del consumo y de las inversiones”. El pesimista planteado sobre una segunda ola de la pandemia y la vuelta del confinamiento, que actuaría a la contra de la recuperación. El escenario optimista proyectado sobre la rápida puesta en marcha del empleo e “impulsando de manera significativa la demanda agregada y la creación de empleos”. En todos ellos habrá un impacto menor o mayor, según el escenario, en la destrucción de empleo.

Acciones urgentes y consensuadas

La cumbre mundial convocada por la agencia, que se desarrolla durante estos días de julio, con la participación de trabajadores, empresarios y gobiernos de todo el mundo, es una importante iniciativa para ayudar a taponar y sanar la herida del mundo del trabajo, que lo es también de la vida de millones de personas. Una oportunidad de compartir políticas y buenas prácticas desarrolladas por los Estados, pero sobre todo alcanzar y consensuar, desde este diálogo social tan fundamental, acciones urgentes que permitan priorizar la recuperación de trabajo decente, tan necesario para la vida de las personas y para el cuidado de la casa común. Sabemos que la situación puede cambiar.

Noticias Obreras | Recomponer el trabajo decente

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Noticias Obreras | Recomponer el trabajo decente

01 julio 2020

Presento la portada y el sumario de contenidos de la revista Noticias Obreras, una mirada cristiana del trabajo humano y el bien común, de julio de 2020 (número 1.630). Ya está de camino hacia los domicilios de las personas e instituciones suscritas y también está disponible su versión digital.

Las palabras claves son: #AvanzarenJusticiaSocial#Teletrabajo, #IngresoMínimoVital#PoscongresoLaicos, #MTCE

NNOO digital

Opinión • La hoja de ruta de Laudato si’. El documento En camino para el cuidado de la casa común, elaborado con motivo de 5º aniversario de la Laudato si’, ofrece una pedagogía y unas pistas de acción para contribuir a la necesaria conversión integral, cuidando del planeta y de cada uno de nosotros.

Editorial • Dialogar para avanzar en justicia. En la situación que estamos viviendo es un hecho muy negativo la permanente confrontación y crispación que vemos en algunas instituciones políticas (provocada en gran medida por la actitud gravemente irresponsable de determinados partidos). Es todo lo contrario de lo que necesitamos: diálogo para buscar juntos respuestas a los problemas que tenemos como sociedad. . Se publicará en la web y en las redes sociales el próximo 16 de julio. Te animamos a su valoración y a compartirlo con la etiqueta #AvanzarenJusticiaSocial. Si lo prefieres, puedes hacer llegar tu opinión a participacion@noticiasobreras.es

Tema del Mes • Liberar y recomponer el trabajo. Con esta propuesta, la Comisión Permanente de la HOAC quiere estimular debate público sobre las políticas de largo recorrido que piensen el trabajo desde una clave liberadora; que permitan una vida plena y responder al reto de la crisis socioambiental que afecta a la humanidad. En esta sección, nos ponemos a la escucha. Puedes hacer tus aportaciones al tema a través de las redes sociales con la etiqueta #EslaPolítica o al correo participacion@noticiasobreras.es.

Entrevista • Ana María Castillo, autora de la novela Tiempos convulsos: «Es preciso desterrar el miedo, porque es un muro imaginario». Paco Vicente, militante de la HOAC de Murcia, entrevista a Ana María Castillo, nacida en Berlanga (Badajoz), maestra de Primaria en Mérida y escritora, que ha construido un relato intenso y fiel de la España de los años 60 y 70 del siglo pasado, en los que la HOAC, la JOC y la JEC tienen un protagonismo especial.

Laboral • ¿Teletrabajo? Sí, pero con derechos. El 11 de marzo, la Oficina Internacional del Trabajo (OIT) hizo público el Informe de la Comisión de Expertos en Aplicación de Convenios y Recomendaciones que debía presentarse en la 109ª Conferencia Internacional del Trabajo, suspendida poco después por la crisis sanitaria provocada por la pandemia del COVID-19. Por Eduardo Rojo, catedrático de Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social.

Vidas precarias • Trabajadora de Servicarne: «Me he dado cuenta de la importancia de defender los derechos». Leonor García es una de las 30 trabajadoras de la empresa Servicarne de Almazora (Castellón) que desde hace más de dos años han estado luchando para que se les reconozcan sus derechos. Por Elena Moreno, periodista.

Política • Reforzar el sistema público de salud. Tras la permanencia en estado de alarma durante tres meses, la evolución de la pandemia de COVID-19 está permitiendo completar el proceso de desescalada y recuperar la llamada «nueva normalidad». Por Pedro Menchón, médico de la Sanidad Pública.

Economía • Ingreso mínimo vital.La reciente aprobación, a través del Real Decreto-ley 20/2020, de 29 de mayo, por el que se establece el ingreso mínimo vital (BOE de 1 de junio), supone uno de los mayores avances en los derechos sociales en nuestro país. Por Saúl Pérez, economista y politólogo.

Otra vida familiar es posible • Teletrabajo, ¿era esto? Cuando se cumplen apenas tres meses desde que comenzó el confinamiento a causa de la COVID-19, miro hacia atrás y este tiempo se me antoja toda una vida. Una vida bastante frustrante, la verdad. Por Amaya Muñoz, militante de la HOAC de Burgos.

Iglesia •  Un poscongreso para un tiempo de crisis. En abril de 2018 se tomaba la decisión por parte de la Conferencia Episcopal Española de organizar en febrero de 2020 un Congreso de Laicos con el objetivo de potenciar la vocación y misión de quienes somos la inmensa mayoría del Pueblo de Dios. Por Isaac Martín, delegado de Apostolado Seglar de Toledo.

Opinión • ¡Porque esto es la JEC! Nuestra identidad y presencia en los ambientes. Eduardo Martín presidente de la Juventud Estudiante Católica nos cuenta que el trienio 2017-2020 en la JEC llega a su fin y se acerca la celebración de la XXXVIII Asamblea General de la JEC.

GlobalizAcción • El futuro del MTCE. Ante la apertura del proceso de elección para la secretaría general del Movimiento de Trabajadores Cristianos de Europa (MTCE), conviene reflexionar sobre los desafíos abiertos por el presente y el futuro del trabajo. Por Paco Álamos, responsable de Compromiso de la HOAC.

Cultura • Conectados para poner en el centro la vida de las personas. Maite Valdivieso analiza diferentes aspectos de la era digital en tiempo de pandemia.

El trabajo es para la vida • Salud laboral a distancia. Por José Quero, militante de la HOAC de Málaga.

El cuidado de la creación • No perdamos el hilo. Por Araceli Caballero, periodista.

La Mundialización  Industria cárnica: mirar hacia otro lado, aportación de Francisco Porcar, militante de la HOAC de Segorbe-Castellón.

El Termómetro • Globalización desde abajopor Jesús Espeja, teólogo.

El Evangelio en tu vida • Con el artículo La otra vida nueva, de Jorge Hernández, consiliario de la HOAC de Canarias.

Libros • La humanidad en el trabajo. Angelines Bayo, responsable de Organización y Vida Comunitaria de la HOAC, reseña La vida no es solo para el fin
de semana. Cómo el trabajo nos hace sentir vivos, de Anselm Grün.

Cine • La base de la pirámidePor Iñaki Lancelot, crítico de cine.

El Atrio • Una historia de la pandemia, por Rocío Hernando, militante de la HOAC de Getafe.

Dos Minutos • Con José María Toro y su texto El arte de abrazar en la distancia.

La oración de cada día • ¡Qué no nos falten nunca ni el vino ni el amor!, de Àlvar Miralles, consiliario de la HOAC de Segorbe-Castellón.

Portada | OIT Francia

Opinión | Carta abierta al rey Felipe VI

Colaboraciones

Opinión | Carta abierta al rey Felipe VI

29 junio 2020

Texto de la Plataforma Nosotros También Somos Sevilla y de la Asociación Andaluza de Barrios Ignorados ante la visita del rey Felipe VI al Polígono Sur de Sevilla.

El 16 de octubre de 2003 visitó el Polígono Sur, cinco días después, el 21 de octubre, el presidente Manuel Chaves nombraba al Sr. Maeztu Comisionado para el Polígono Sur. Era el comienzo del Plan Integral.

Casi 17 años después, sentimos decirle que seguimos más o menos igual, y lo decimos con la rabia contenida de muchas esperanzas rotas por los distintos planes ejecutados y fracasados en los últimos 30 años. Léase, por favor, los informes Urban Audit de los últimos años; léase el diagnóstico que la propia Administración Andaluza ha hecho para desarrollar la Estrategia Regional Andaluza para la Cohesión e Inclusión Social (ERACIS), léase el diagnóstico realizado por nuestro Ayuntamiento para implementar el Plan Local de Barrios, o el último informe FOESSA sobre la pobreza en Andalucía. Todos ellos contienen información especializada, no es la opinión de los vecinos, siempre insatisfechos y sin razón. La COVID-19 nos ha dado la puntilla.

El Polígono Sur no somos un barrio marginal, somos seis barrios obreros en los que vivimos gente honrada, agobiados por el desempleo, la precariedad y la expulsión de los circuitos reglados de empleo. Somos trabajadores excluidos, por eso somos la zona más pobre de España. Esta zona pobre, en sucesivas ocasiones, ha sido utilizada por nuestro Ayuntamiento como “depósito de pobres”. En julio de 2004, poco después de su visita, el ayuntamiento realojó a las familias chabolistas de Los Bermejales en la barriada Murillo. El deterioro, dolor y sufrimiento generado por esta decisión todavía perdura.

La pobreza genera exclusión. Un sector de la población estamos en situación o proceso de exclusión. La exclusión es una lacra muy estudiada y poco comprendida. Hay pobres que son excluidos y pobres que no son excluidos. También hay excluidos que no son pobres, que han hecho de la exclusión su forma de vida marginal que, para existir y reproducirse, necesita ocupaciones marginales, viviendas destruidas, comunidades de vecinos amordazadas por las amenazas, espacios públicos deteriorados y sin ley, relaciones sociales marcadas por la inseguridad y la impunidad, un mundo paralelo con sus propias reglas y normas que acaban inundándolo todo. Sufrir el desempleo y la precariedad es un drama para cualquier persona, para nosotros es un camino sin salida, porque le suma el estigma de vivir en esta zona de la ciudad.

Se genera una dimica de huida: toda persona que puede se va; y una dimica de llegada, las que no pueden ir a otro lugar vienen aquí, facilitada por la compraventa, sustracción o apropiación ilegal de viviendas, que son propiedad de la Junta de Andalucía y que se encuentran en un proceso permanente de regularización, lo que indica que nunca están regularizadas. Saber quién vive en nuestros barrios y asentar la población es una de nuestras reivindicaciones históricas nunca respondida.

El  Plan  Integral ha tratado de responder a esta situación. Lo constituye un conjunto de medidas, de profesionales y de entidades: ONG, fundaciones, asociaciones, las administraciones y los vecinos. Como Plan Integral  funcionó dos años, fue sustituido por el Plan Urban y ahora por el Plan Local de Barrios, cambios motivados por el dinero que llega de Europa, que tras la correspondiente convocatoria termina repartido entre las distintas entidades y ONG mediante subvenciones para realizar determinados programas. Como no hay una política de evaluar estas actuaciones, no conocemos sus resultados. Suponemos que algunas de estas actuaciones son necesarias (escuelas de verano, programas de alimentos, actividades extraescolares, etc.), pero es evidente que no son suficientes para revertir la situación, porque se llevan aplicando más de treinta años sin resultados.

Nos encontramos así con dos procesos que pugnan entre sí: un proceso de destrucción, generado por la realidad de exclusión y las respuestas que genera en buena parte de la población (colaborar, inhibirse, marcharse, no matricular a los niños en los colegios de nuestros barrios, etc.); y un proceso de regeneración, generado por las actuaciones señaladas en el párrafo anterior. Hasta ahora, el proceso de destrucción ha prevalecido sobre el proceso de regeneración, por eso vamos a peor.

A su Majestad le van a mostrar algunas buenas prácticas del proceso de regeneración. Sobre el proceso de destrucción, le hablarán de los cultivos de marihuana, y le dirán que es el principal problema que nos impide avanzar y causante de los permanentes cortes de luz que padecemos. No es verdad, tenemos la misma instalación que hace cuarenta años, pero el consumo doméstico ha cambiado radicalmente. Como ha ocurrido en Granada, la policía debe hacer su trabajo contra la marihuana. Y Endesa debe hacer el suyo, y no lo hace.

¿Qué puede hacer para revertir esta situación? Proponer que se actúe en la dimensión humana y en la urbana, y que se evalúen esas actuaciones.

EN LA DIMENSIÓN HUMANA, es necesario un cambio radical en las actuaciones. La lucha contra la pobreza y la exclusión solo puede hacerse trabajando con las personas y familias que la padecen. Es un trabajo artesano, cada persona y familia es distinta a las demás, aunque sus problemas sean los mismos, se viven de manera distinta. Necesitan una actuación de diez o quince años por familia, incompatible con programas subvencionados por meses. Requieren el trabajo coordinado y unificado de educación, empleo, salud, vivienda, igualdad…, que hasta ahora no ha sido posible. Demanda el diseño de un Itinerario Formativo Familiar de Inclusión, dialogado con la familia y con la Administración. Precisa de un incentivo económico suficiente que motive para el trabajo a realizar y anticipe los frutos de una vida autónoma basada en el trabajo de todos y cada miembro de la familia. Exige una evaluación permanente, con indicadores objetivos, de las actuaciones realizadas y del dinero gastado, para reformular lo necesario y evitar la rutina y la ineficiencia.

EN LA DIMENSIÓN URBANA, es necesario integrar al Polígono Sur en el conjunto de la ciudad. Las administraciones tienen experiencia de cómo hacerlo: Lo hicieron en Los Perdigones, en Los Bermejales, en La Alameda de Hércules, frente a la Estación de Santa Justa y en La Encarnación, por citar algunos. Falta voluntad política para hacerlo aquí.

Por último, acabar con la inseguridad es una dimensión más de las dos anteriores.

Perdone la extensión del razonamiento, pero nos parece necesaria porque en realidad estamos hablando de personas concretas, con todos sus derechos reconocidos por nuestra Constitución, como el suyo a la Jefatura del Estado, convertidas en víctimas por la vulneración permanente de los mismos. Lo  que corresponde con la gravedad de nuestra situación es que se reúna donde quiera, cuándo y cómo quiera con las entidades que formamos esta plataforma ciudadana. No queremos publicidad, necesitamos justicia.

Le deseamos una estancia útil, real, efectiva y no protocolaria en Sevilla y en nuestro Polígono Sur, y esperamos que nunca se olvide de que Nosotros También Somos Sevilla.

13º Domingo del Tiempo Ordinario (28 junio)

Iglesia

13º Domingo del Tiempo Ordinario (28 junio)

26 junio 2020

La clave de la Palabra de Dios este domingo, la de nuestra misión, es el seguimiento de Jesús. Y, aunque en ocasiones parezca que lo olvidamos, seguir a Jesús comporta desprendimientos, renuncias, conflictos. Conlleva realizar opciones decisivas que no siempre son fáciles, porque en ese camino no caben medias tintas. Solo es posible seguirle cargando con la cruz. La tentación es leer esta propuesta de Jesús como si fuera un lenguaje simbólico. Pero no. Un seguimiento que no lleve la señal del conflicto y de la cruz, tiene poco que ver con Jesús de Nazaret.

 

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Narrar la experiencia obrera

Colaboraciones

Narrar la experiencia obrera

26 junio 2020

| Militante de la HOAC de Murcia

En los «Agradecimientos», afirma la autora de Tiempos convulsos, Ana María Castillo, que la idea primera era la de hacer de la obra una «crónica novelada» de la España que va de 1959 a 1980. Y lo es, pero no solo. Y añade la citada escritora que el amplio trabajo testimonial que fue acumulando le hizo modificar ese propósito inicial de hilar acontecimientos históricos en torno a unos personajes y a un argumento, y empeñarse más en crear una historia que se desarrollase en esos años, y que fuesen los propios protagonistas –sus acciones, sus palabras– los que fuesen desvelando, mostrando antes que juzgando, la complejidad de esos tiempos. Porque «la vida es tan plural» que detrás de cada historia «habría tanto que contar, tanto que intentar comprender» (p. 491).

Y eso es lo que la autora de esta novela hace: sumergir al lector en las historias de unos personajes y, a través de estas, adentrarlo en su comprensión, no exenta de dificultad, antes que en su explicación o justificación. Es la razón primera y última de la literatura.

Este propósito artístico explica la forma de la novela, que con habilidad combina un discurso del narrador, nunca excesivo ni en el decir ni en el describir, y unos diálogos fluidos, ágiles. Estos rasgos, junto a la preferencia por narrar en presente, convierten el relato de la novela en un relato hecho desde la experiencia, desde la vivencia de sus personajes, no desde las ideas.

La materia de la que se nutre Tiempos convulsos es otro de sus valores: el mundo obrero y sus luchas, y la presencia en él del activismo militante cristiano desplegado en ese tiempo por curas obreros –don Jesús, don Ricardo y Jacinto– y realidades organizativas como la JOC, la JEC y la HOAC.

Los lugares en los que transcurre la novela –Aranantxo y Visasebao– la circunscriben al País Vasco, aunque lo que sucede en el conjunto de España está presente, especialmente Extremadura. Este planteamiento permite a Ana María Castillo enhebrar una delicada complicidad entre conflicto obrero –incluido en él la pobreza y la emigración–, que tan bien representan el matrimonio de Antonia Barragán y Vicente Urrutikoetxea, y conflicto político –comprendidos independentismo, terrorismo, exilio y destierro–, compendiado en el de Juan Aldekoa y Mari.

Complicidad tan característica en esos años «tan convulsos», de ahí las continuas interferencias entre ambos conflictos y el compromiso activo, no exento de contradicciones, que en medio de ambos desplegó la Iglesia del momento: desde el Concilio Vaticano II a los curas obreros, la JOC, la HOAC.

Los conflictos referidos, del obrero al político, jalonan una tupida red de historias personales y familiares que se entrelazan sin cesar, y ponen a prueba la prioridad de la persona, la radicalidad de su verdad y la dificultad de su comprensión.

Sin duda, Tiempos convulsos, obra editada por Ediciones HOAC, es una novela peculiar por los mimbres de los que se vale –el mundo obrero y la militancia cristiana–, y por eso mismo un testimonio muy necesario en nuestra cultura. Su lectura entretiene, y, como quería su autora, da qué pensar.

Tiempos Convulsos
España 1959-1980. Apostaron por el amor, la paz y la dignidad
Ana Mª Castillo Moreno
Ediciones HOAC, 2020.
501 páginas.

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Cáritas | La COVID-19 nos ha devuelto al “peor momento de la última crisis”

Mundo obrero y del trabajo

Cáritas | La COVID-19 nos ha devuelto al “peor momento de la última crisis”

25 junio 2020

La COVID-19 “ha paralizado el lento proceso de recuperación que venía iniciándose desde mediados de la década y ha trastocado todas las previsiones y cambiado los planes de desarrollo de todos los sectores socioeconómicos”. Así lo ha indicado Guillermo Fernández, técnico del Equipo de Estudios de Cáritas.

Al tiempo que se daba a conocer el Informe 2020 de la Fundación FOESSA , Distancia Social y Derecho al Cuidado, Cáritas ha ofrecido los resultados de una encuesta a toda la confederación sobre el impacto que ha tenido la COVID-19 en sus organizaciones diocesanas así cómo la Memoria anual 2019

Los datos confirman los estragos que la pandemia ha causado en la sociedad de nuestro país. Las peticiones de ayuda recibidas por Cáritas han aumentado un 77% en los últimos meses, y el porcentaje de personas atendidas a través de su programa de acogida y asistencia un 57%

El 26% de las personas que ha recurrido a la ayuda de la atención humanitaria organizada por la Iglesia lo ha hecho por primera vez en toda su vida. Teniendo en cuenta a los que han tenido que hacerlo después de más de un año, el porcentaje de nuevos demandantes de ayuda durante este año se eleva al 33%.

La última entrega del Informe FOESSA, en cuyo patronato participa la HOAC, describe una sociedad donde la pobreza severa, que no había parado de aumentar, a pesar de la recuperación del empleo, antes de la COVID-19, está muy presente. Hoy tres de cada 10 personas en la exclusión grave carecen de cualquier tipo de ingreso.

Los hogares en exclusión grave que se sostenían sólo de los ingresos de su propia actividad laboral, que casi habían alcanzado a la mitad del colectivo antes de la crisis, han vuelto a caer dramáticamente. Hoy solo 1 de cada cuatro hogares se puede sostener del empleo.

FOESSA advierte de la previsible crisis de emergencia habitacional que viene. Tras el primer impacto del coronavirus, la mitad de los hogares en situación de grave precariedad no pueden hacer frente a los pagos de hipoteca o alquiler de la vivienda (49,2%) y no disponen de dinero suficiente para pagar gastos de suministros (51,2%).

La salud dentro de la exclusión social sufrirá otro duro golpe, reforzando la tendencia de los últimos años. Si la Encuesta FOESSA de 2018 sacó a la luz que la dimensión de la salud había empezado a convertirse en el factor más influyente en los procesos de exclusión grave en algunos territorios de nuestro país, en la actualidad el 60% de los hogares en exclusión grave ha visto cómo empeoraba su estado psicoemocional durante el confinamiento, mientras que el 26% consideran que ha empeorado su estado físico.

Otra fractura detectada es la brecha digital que reduce la igualdad de oportunidades, tanto en la infancia como en los hogares más excluidos. Para uno de cada tres hogares en exclusión grave (34%) está disminuyendo el rendimiento escolar de sus hijos e hijas al no poder seguir el ritmo marcado.

También se ha dejado sentir la falta de mecanismos de conciliación, que ha impactado mucho más intensamente a los hogares en exclusión grave con menores de edad. El 18% de ellos admite haber tenido que renunciar a una ocupación o puesto de trabajo para hacerse cargo de ellos.

La familia y los entornos cercanos han vuelto a movilizarse para prestar ayuda, aunque cada vez menos. Su capacidad de apoyo había quedado ya mermada en la anterior crisis. La novedad quizá de esta crisis es que está introduciendo una nueva variable de estratificación social vinculada al riesgo de confinamiento. Este nos ha estructurado en tres grandes grupos: los confinados seguros, los confinados de riesgo y los desarraigados.

Retos para el desarrollo social

El “Análisis y Perspectiva 2020” contiene, como en otras ocasiones, una serie de propuestas para paliar los desajustes estructurales detectados, como “aislar el debate sobre la salud pública de la crispación del clima político”, para que no se “convierta en un elemento electoral con gran potencial conflictivo”; “revisar la atención a la dependencia”,que vayan más allá de las “medidas de control y supervisión”, de modo que pueda saldarse el déficit estructural de nuestro sistema de dependencia; y “visibilizar el pilar de los cuidados sacándolo del debate de círculos reducidos”, dentro de “un modelo articulado donde lo público, lo privado y lo comunitario se vayan tejiendo para promover una responsabilidad compartida que prevalezca sobre un planteamiento de individualización”.

Igualmente, el estudio apuesta por reforzar el ingreso mínimo vital (IMV) dentro el sistema de garantía de ingresos en España, con el fin de asegurar el derecho a la supervivencia material pero también el derecho a la inclusión social, si las Comunidades Autónomas aprovechan para transformar sus rentas mínimas complementando las medidas de lucha contra la pobreza, como por ejemplo un complemento para el acceso a la vivienda.

Con el fin de mejorar la cohesión social y territorial, hará falta una estrategia coordinada para reducir la brecha digital que se ocupe, no solo de la inversión en infraestructuras y dispositivos, sino también de la formación a determinados perfiles de la población, ajenos al tecnología digital, así como una mejorar la pedagogía fiscal para acometer una reforma en profundidad, que afiance el Estado de Bienestar, donde “todos seamos conscientes de sus costes y de las seguridades que nos ofrece”.

El capítulo de las propuestas termina con una apelación a construir puentes en un contexto de fuerte enfrentamiento político-social. De ahí que ante la evidencia del “riesgo que corremos de salir de esta crisis con una polarización social que no ayude a enfrentar el futuro”, afirme que “es más necesario que nunca construir puentes, acciones e ideas que rompan los bloques inmovilistas y que acerquen a las personas”.

Madrid | ¿Qué podemos hacer para orientar la política hacia el trabajo digno?

Convocatorias, Mundo obrero y del trabajo

Madrid | ¿Qué podemos hacer para orientar la política hacia el trabajo digno?

24 junio 2020

La HOAC de Madrid organiza un encuentro de reflexión y diálogo en torno a la política que necesitamos para promover el trabajo digno, el 28 de junio, a las 18:00 hrs. por internet, dadas las circunstancias de todos conocidas.

La sesión se podrá seguir a través de Zoom. Tras una breve presentación, los participantes podrán debatir desde sus casas, en torno a la pregunta “¿Qué podemos hacer para orientar la política hacia la promoción del trabajo que humaniza y cuida la vida?”

Entra 15 minutos antes por Zoom https://us02web.zoom.us/j/88419008697  ID:88419008697

Los participantes pueden leerse previamente el Cuaderno nº 19 Política y políticas para un trabajo digno, que continúa la temática abierta con la campaña “Trabajo digno para una sociedad decente”.

 

También está disponible un vídeo de presentación, a modo de introducción y síntesis, de dicho cuaderno.

 

 

Y se puede escuchar la canción de Trabajo digno para una sociedad decente, del cantautor Manolo Copé (letra) y consultar la Oración por los trabajadores  pronunciada por el papa Francisco en la Cantera de Mahatzana (Antananarivo) en su visita pastoral.

El trabajo en tiempos de pandemia

Colaboraciones, Mundo obrero y del trabajo

El trabajo en tiempos de pandemia

23 junio 2020

Resumen de un texto más extenso elaborado por el grupo de economía de Cristianismo y Justicia. En clave de ver, juzgar y actuar intentan dar respuesta a la situación actual del trabajo, su lectura desde la DSI y distintos planos de actuación para afrontar esta crisis.

José Renau Manén y Francisco Ferrer | Equipo de economía de Cristianismo y Justicia

Los infectados convertían en competitivas todas sus relaciones sociales y reconocían el mercado como el elemento mágico que todo lo cura, organiza, provee, orienta y sacia sus necesidades.

La libertad y el egoísmo del individuo eran el motor de la pandemia. El bien común se convirtió en ineficiencia nociva. La protección del Estado a las diferentes fragilidades de las personas era el mayor pecado de la nueva teología. El virus se reproducía mal ante la presencia de bienes comunes, por lo que los gobiernos realizaron importantísimas maniobras de privatización a escala mundial.

El consumo masivo, la acumulación y la propiedad privada pasaron a ser el fruto que recompensaba la buena conducta social, pero eran adictivos y cada vez necesitábamos más. Ese virus cambiaba las mentes, los valores, las leyes y los sistemas productivos con una única misión: apropiarse del trabajo de las mujeres y los hombres de todo el mundo.

Después de varias décadas, nos dimos cuenta que este virus era incompatible con la vida de las personas y del planeta. En la actualidad hemos constatado que el sistema de mercado no sirve para proveer los cuidados esenciales.

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Augusto Zampini: «Esta crisis revela la necesidad de un cambio radical y que este es posible»

Iglesia

Augusto Zampini: «Esta crisis revela la necesidad de un cambio radical y que este es posible»

19 junio 2020

El papa Francisco lo nombró experto del Sínodo de la Amazonia y, posteriormente, secretario adjunto del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral. Ahora su principal servicio está en la Comisión COVID-19 recientemente creada en el Vaticano, de la que es uno de sus responsables, para atender «el después» de la pandemia que ya comienza a configurar un nuevo mundo.

La pandemia «va a cambiar al mundo», ha señalado Francisco…

La pandemia ha forzado a cambios drásticos. Algunas cosas volverán a su cauce, y podremos salir, pasear, trabajar, reunirnos con amigos y familias. Pero muchas cosas serán distintas. El mundo globalizado tendrá diferentes características; estará en nosotros hacer de ese nuevo mundo pos-COVID algo bueno, mejor que antes. Es una crisis tremenda, dolorosa, triste. Pero como toda crisis ofrece una oportunidad. Por ejemplo, nuestra generación podría recuperarse de la irresponsabilidad con la que hemos tratado al planeta y a los más desventajados de la sociedad. ¿A quién le gustaría ser recordado como cómplice de destrucción ambiental y social? A mí, no. Y quisiera que nuestra generación sea recordada como aquellos que supimos cambiar el rumbo del mundo hacia un camino de cuidado, como quienes descubrimos cómo promover la salud y la justicia para todos. Pero la gente empieza a entender que se puede cambiar radicalmente –cuando hay voluntad política y colaboración de los ciudadanos–, tanto que países enteros han cerrado para poder proteger la salud de sus poblaciones. La fortaleza, entonces, está en que aprovechemos esta experiencia para sanar otros virus, los de la desigualdad, la indiferencia, el conflicto armado, la destrucción ambiental y tantos otros.

La COVID-19 ha puesto en evidencia las fragilidades y limitaciones de nuestras instituciones sociales y económicas. Aquellas que pensábamos indestructibles e infalibles hoy se están desmoronando ante un pequeñísimo virus. Y hoy se hacen más evidentes que nunca nuestras desigualdades. No todos podemos afrontar la pandemia del mismo modo. Los trabajadores informales, sin protección del mercado o del estado, están en serios problemas. Quienes no pueden trabajar desde sus casas también. Los pequeños empresarios o productores que quieren promover empleos dignos y sustentables están en aprietos también. Aquellos que viven en países con sistemas de salud débiles no pueden afrontar esto del mismo modo que otros, y sus médicos y enfermeros corren más riesgos en su noble tarea de «sanar». Los que viven en zonas de conflicto, los indocumentados, y tantos otros grupos de personas, están más expuestos que nosotros. El riesgo es que aumenten las desigualdades. Otra amenaza grave que estudiamos es la del tema de la seguridad alimentaria, que muy pocos hablan, que podría tener consecuencias peores que las del coronavirus. La idea es juntar fuerza para poder frenar estas amenazas, y en este sentido los movimientos sociales y las religiones jugarán un papel clave.

La Iglesia toma la iniciativa –primerea– creando la Comisión Vaticana COVID-19 para avanzar criterios y medidas.

La Comisión se divide en cinco grupos de trabajo; el primero colabora con Caritas Internationalis para interactuar con iglesias locales de manera que podamos entender cómo están reaccionando y cuáles son sus necesidades más urgentes, coordinando iniciativas de caridad. El segundo grupo se ocupa del estudio de la pandemia teniendo en cuenta todas sus dimensiones y la reflexión sobre el mundo pos-COVID, con la metodología de la Doctrina Social de la Iglesia: ver-juzgar-actuar. Participan las Academias Pontificias para la Vida y para las Ciencias, junto con diversas organizaciones y expertos (laicas y católicas) que ya cooperan con el Dicasterio. Alimenta a los otros grupos con sus reflexiones y propuestas de acción concretas. El tercer grupo, coordinado por el Dicasterio para la Comunicación, se ocupa de informar sobre el progreso de la Comisión, de darle más visibilidad. Actualmente hay varios boletines semanales publicados en su página web que recomiendo. El cuarto grupo, coordinado por la Secretaría de Estado, se ocupa de las relaciones con los países y los organismos internacionales, comunicando los frutos del trabajo del Grupo 2 a embajadas acreditadas ante la Santa Sede y los nuncios. Finalmente, el quinto grupo se encarga de buscar financiación para apoyar el trabajo de la Comisión y el de las iglesias locales.

Como ven, hay una buena combinación de reflexión-acción, de iglesias locales y organismos de la Santa Sede, de distintos organismos e instituciones expertos en diferentes disciplinas (ecología, economía, trabajo, salud, seguridad, política, etc.). En menos de dos meses hemos creado equipos de trabajo de primer nivel, y juntos generamos sinergias para «preparar el futuro», para crear ese futuro más justo y sostenible que tanto necesitamos. Ese es el objetivo principal de la Comisión, caminar con otros y ayudar a regenerar la sociedad, no a recuperar lo anterior, que dejaba mucho que desear. Esta es una crisis nueva, que requiere respuestas nuevas. En este sentido, como dice el papa Francisco en Laudato si’, ninguna fuente de sabiduría puede ser dejada de lado. Y si queremos conocer la realidad desde la perspectiva de quienes más sufren, la aportación de los movimientos es clave. Además, la implementación de lo que aprendemos desde la comisión tiene que hacerse con personas concretas, en lugares concretos; los movimientos en este aspecto son fundamentales. Por último, los movimientos, continuando con su trayectoria, pueden ayudar a regenerar la nueva política pos-COVID, que no va a ser fácil, pero que no puede estar solo en manos de elites. El nuevo mundo o es más participativo o no será nuevo ni mejor.

Luz y esperanza para ese futuro que ya se está configurando.

Hemos avanzado mucho con el análisis interdisciplinar, como podrán ver en los Boletines de la página web. Los criterios, como se imaginarán, están basados en los criterios de la Doctrina Social de la Iglesia, es decir, en la dignidad de toda persona humana y en el bien común, en la solidaridad y subsidiariedad, en la opción preferencial por los pobres y en el destino universal de los bienes, y por supuesto, siguiendo a Laudato si’, en el cuidado de la creación. Pero lo que estudia la Comisión es cómo aplicar tales principios a los tiempos en que vivimos, para ser coherentes con nuestra misión de ayudar a construir un mundo mejor pos-COVID.

Hasta ahora han surgido propuestas para mitigar la crisis alimentaria y los conflictos armados, para fortalecer o modificar organismos internacionales y la cooperación entre países, para anticiparse al tratamiento y vacuna del virus, y para navegar por estos momentos económicos difíciles. Por ejemplo, hemos trabajado sobre el salario básico universal, algo que ha generado controversia. Pero muchos no entienden que millones de personas sin empleo, obligadas a quedarse en sus casas por el bien de la sociedad, necesitan una compensación de la sociedad. Además, hemos propuesto que este tipo de instrumentos debe ser acompañado por políticas para generar empleos nuevos –dignos y sustentables– que, a su vez, deben ir acompañadas de mecanismos financieros que faciliten la inversión pública y privada en la creación de tales empleos y, por supuesto, del fortalecimiento de los sistemas de salud. A partir de junio la Comisión entrará en una nueva fase, en donde podrán ver cómo, a lo largo del año, iremos presentando algunos resultados a distintos públicos, desde iglesias locales a organismos internacionales, desde propuestas para el ciudadano común a líderes de todo tipo. Contamos con el apoyo de todos Uds., espero… No podemos hacerlo solos.

La poliédrica comunidad política y la conversión ecológica.

Para cambiar el individualismo es necesaria una nueva solidaridad universal; para cambiar el dominio de una cultura tecnocrática es preciso recuperar relaciones sociopolíticas y proponer una cultura del cuidado. Para combatir la «rapidación» es necesario pensar en el largo plazo, como lo explica en detalle Laudato si’. En este contexto de pandemia, la encíclica ha resultado más profética y relevante que nunca, pues promueve una conversión integral (socioecológica, político-cultural, educacional-espiritual). Antes de la pandemia, estos temas ocupaban un lugar prioritario en la agenda pública global. Había una creciente conciencia social sobre su urgencia, desde los poderosos reunidos en Davos hasta los jóvenes en sus manifestaciones multitudinarias de los viernes. Pero hoy el deseo de cambio en muchos otros grupos ha aumentado, y mucha gente ha comenzado a ver Laudato si’ con otros ojos. Además, mucha gente ha comprendido que podemos vivir con menos, que algunos trabajos son más importantes que otros –piensen en las enfermeras, no muy bien reconocidas ni pagadas; o los barrenderos, que mantenían nuestras calles limpias; o los que cuidan ancianos o gente con capacidades diferentes, normalmente ignoradas por la sociedad–. Hoy descubrimos que sus contribuciones son vitales y, por lo tanto, debemos retribuirlos de modo diferente.

La crisis de la COVID no solo ha revelado la urgente necesidad de un cambio radical, sino que ha demostrado que estos cambios son posibles. ¿Acaso existen cambios más radicales que países enteros puestos bajo cuarentena y poblaciones reducidas a vivir de lo esencial? Además, la crisis ha demostrado que nuestra salud depende de la salud de nuestros ecosistemas y de la solidaridad con la que nos cuidamos los unos a otros. Todo está interconectado, como dice Laudato si’, no podemos cortarnos solos, ni seguir tratando a la creación como lo hemos hecho hasta ahora. Es tiempo de una «ecología integral», que requiere cambios radicales.

El trabajo, clave esencial en este pontificado.

Así como en los hospitales se atienden primero a los más afectados en salud, así también en la política económica debemos atender primero a los más afectados por la crisis socioeconómica; entre ellos los trabajadores pobres y descartados. En estos tiempos estamos todos navegando la misma tormenta pero en distintos barcos; algunos con mayor capacidad de defenderse que otros. Aquellos que ya enfrentaban desafíos socioeconómicos como el desempleo o trabajo precario e informal son los que están más expuestos al contagio y los más afectados por la crisis, y tienen que elegir entre morirse del virus o morirse de hambre. Esto es una injusticia que clama al cielo. Además, como lo enseña la Doctrina Social de la Iglesia, el trabajo no es solo algo que hacemos para obtener un salario, sino que hace a nuestra dignidad. Y hay tantos trabajos que son totalmente ignorados y no reconocidos… Todas estas realidades serán invisibles para algunos, pero no son invisibles para el Papa y para la Iglesia. Por eso el trabajo es una temática esencial para la Comisión

Francisco invitaba a los movimientos populares a pensar con él «en el después». ¿Se ha concretado ese diálogo? ¿Es el marco de la Comisión una posibilidad?

Sí, por supuesto. Con algunos estamos colaborando informalmente, otros colaboran con algunos centros de investigación que son parte de la Comisión. Pero con gusto aceptamos más propuestas.

Teniendo en cuenta el dramático impacto que ya sufre el mundo del trabajo… ¿Hay abiertos espacios de diálogo con sus instituciones? ¿Considera clave renovar el pacto social?

Hay varios grupos de empresarios y organizaciones que tienen sus foros de diálogo. La idea no es reemplazarlos. Pero sí, algunos de estos grupos aportan a la Comisión. Renovar el pacto social es el llamado que hace Laudato si’ que, como dije antes, es la base de nuestro trabajo. En las últimas décadas, bajo el actual modelo de desarrollo, hemos visto una distorsión en nuestros valores económicos que ha llevado a un gran deterioro ecológico y social.

Actualmente vivimos una economía basada en valores de mercado que responden a modelos financiero-matemáticos, con la sola idea de un retorno rápido y a cualquier costo. Es decir, se ha dejado de considerar la actividad económica como instrumento al servicio de la sociedad y se ha convertido en un objetivo en sí mismo. La pandemia puede ser una oportunidad para revertir esto, para que la economía vuelva a estar servicio de las personas y para reformular las relaciones en el mercado laboral sobre la base del bien común.

Si en Querida Amazonia Francisco expresaba cuatro sueños –social, cultural, ecológico y eclesial–, permítame el atrevimiento de preguntarle, ¿qué sueño incorporaría ahora?

Le sumaría el sueño de salud, que para la gente es muy importante. Pero el sueño no se limita a la salud física, sino que se expande a la salud mental, emocional, relacional, ambiental, espiritual e institucional. Sería fantástico si pudiéramos construir un mundo sano, con gente e instituciones sanas.

Pedagogía y pistas de acción para la conversión integral

Iglesia

Pedagogía y pistas de acción para la conversión integral

18 junio 2020

El libro En camino para el cuidado de la casa común, editado con motivo de 5º aniversario de la Laudato si’, ofrece una pedagogía y unas pistas de acción para que pueden ser aplicadas en las economías domésticas, en los ámbitos de actividad humana y en las instituciones, y contribuir al llamamiento de conversión integral, cuidando del planeta y de cada uno de nosotros.

En la comparecencia de hoy en la Santa Sede, Bruno Marie Duffé, secretario del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral, integrante de la Mesa Interdicasterial del Vaticano sobre Ecología Integral que ha editado este libro, ha llamado la atención sobre el título “que evoca el camino que estamos llamados a recorrer juntos, para cuidar de la Tierra y de las personas”. Para presentar la publicación, -de momento, solo disponible en italiano-,  ha centrado su intervención en algunas reflexiones que ha considerado “esenciales”.

Responder a las incertidumbres del futuro con un camino de conversión

Esta propuesta aparece en un contexto de crisis sanitaria y socioeconómica “que amplifica la crisis ecológica y moral”, señalada por Francisco en Laudato si’. Un tiempo que experimentamos la fragilidad de nuestros cuerpo y nuestros vínculos, “en nuestras prácticas relacionadas con el cuidado del otro, en nuestras formas de pensar y de vivir el desarrollo económico y social”, ha señalado Duffé. Esta experiencia generadora de “miedo y preocupación” es respondida por Laudato si’ proponiendo “un camino de conversión”, escuchando el clamor de la tierra y de los pobres.

Un camino que “solo existe a través de quienes lo recorren” por lo que son los testigos, es decir, “los que transmiten”, “los que proponen”, “los que deciden y se deciden a actuar” quienes podrán provocar cambios. “Testigos -ha subrayado- son los protagonistas de la vida económica y política, son las comunidades locales, con su memoria y sus esperanzas, son las Iglesias, son los jóvenes al igual que los ancianos”. Somos quienes nos comprometemos.

Observar, escuchar y dejarse conmover

La experiencia de estos primeros cinco años de Laudato si’, muestra que “se trata de observar el mundo en el que vivimos, y en el que algunos ‘sobreviven’” y “dejarnos conmover” por un planeta que sufre por la actividad humana. Esta mirada contemplativa requiere “entrar en contacto con una comunidad humana herida” por las desigualdades y los conflictos y, al mismo tiempo, volver a encontrarnos con “la belleza y la promesa de lo que se nos ha encomendado en la Creación del Padre y en el amor de Cristo”.

Actuar, educar, practicar y celebrar

Desde esta mirada, este acompañar y esta espiritualidad, es urgente “actuar y decidir en favor de otro desarrollo” que no agote todas las formas de vida; “educar mediante el diálogo y las prácticas cotidianas de la sobriedad” como algunas de las recogidas en la publicación. Y por último, “celebrar, es decir, recordar la promesa inscrita en cada uno de nosotros, con nuestros talentos y nuestras experiencias. Y ofrecer lo que hemos compartido, nuestras penas y la alegría simple, pero a la vez fuerte, de la solidaridad”.

Reconsiderar la actividad humana

Emprender este camino de conversión pasa necesariamente por “reconsiderar los lugares de nuestra actividad humana, la relación con los elementos (el agua, la tierra y los océanos), la biodiversidad, el trabajo, la economía, las finanzas, la vida de las comunidades locales y el planeta, es decir lo local y lo global”. Se trata, en opinión del secretario del dicasterio Vaticano, de “atreverse a un desarrollo integral inspirado en la ecología integral, una nueva armonía con la tierra, con los demás y con uno mismo”. Un camino de vida que nos compromete a todo el pueblo de Dios.

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Foto cabecera | Zenit/Deborah Castellano

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