Resultados de la búsqueda la alegría del evangelio

Cursos de Verano HOAC 2012: “Derechos sociales, un deber de justicia”

Comunicados

Cursos de Verano HOAC 2012: “Derechos sociales, un deber de justicia”

27 julio 2012

Durante los días 16 al 25 de julio se han celebrado en Ávila, en la Universidad de la Mística, los Cursos de Verano de la Hermandad Obrera de Acción Católica (HOAC), un espacio de oración, diálogo, profundización y convivencia que hemos compartido alrededor de trescientos militantes y simpatizantes, así como consiliarios de esta organización eclesial. El contenido ha girado en torno a «Derechos sociales, un deber de justicia», contextualizado en la grave y persistente situación que padece hoy el mundo obrero y del trabajo, especialmente, sus sectores más débiles y empobrecidos.

Los cursos han constado de dos jornadas: Jornadas de Consiliarios y Jornadas abiertas (dirigidas a militantes y simpatizantes).

Las Jornadas de Consiliarios, en un primer momento, han ayudado a los consiliarios a orar y reflexionar desde la Palabra de Dios sobre cómo hacer realidad hoy la opción de Dios por la justicia, y, en un segundo momento, han profundizado sobre «Cómo ser consiliario hoy desde nuestra realidad pastoral en la diócesis y en la HOAC». Estas Jornadas han estado animadas por el consiliario general de la HOAC y por tres consiliarios de las diócesis de Sevilla, Madrid y Burgos.

Posteriormente, las Jornadas Abiertas han sido, en primer lugar, un espacio de oración y discernimiento sobre el compromiso evangelizador de los militantes en la precariedad del mundo obrero y del trabajo. Una meditación ayudada por las experiencias de vida y acción de militantes de la HOAC y por la reflexión: “Derechos y Justicia en Guillermo Rovirosa” ofrecida por un militante de la diócesis de Sevilla.

En segundo lugar, estas Jornadas han sido un tiempo de reflexión para la acción. Con la ayuda de Francisco Lorenzo, coordinador de Estudios de Desarrollo Social e Institucional de Cáritas Española, hemos analizado con su reflexión, “La situación de injusticia ante el retroceso de derechos sociales”, cómo incluso en los años de crecimiento económico la pobreza se mantenía, la riqueza no se distribuía y había una merma en derechos. Esta situación se ha agravado en estos cuatro últimos años de crisis, donde la pobreza se ha hecho más extensa, intensa y crónica y donde se han debilitado los derechos sociales básicos. Las políticas de recortes emprendidas están provocando que los mecanismos de protección social se estén reduciendo y debilitando, generando así más precariedad y exclusión. Los riesgos de ruptura de la cohesión social son cada vez mayores.

Hemos compartido cómo en este contexto es fundamental mantener la defensa y extensión de los derechos sociales de las personas, incluidos los derechos laborales, ya que lo que está en juego es el modelo de sociedad y la vida en ella de las personas, especialmente de las más empobrecidas y vulnerables.

Posteriormente, con la ayuda de José Ignacio Calleja, profesor de Teología Moral Social de la Universidad de Vitoria, a través de su reflexión: «La Iglesia, promotora de justicia y defensa del mundo obrero sin derechos», hemos querido preguntarnos por la aportación que la Iglesia debemos hacer ante esta realidad de sufrimiento para tantas personas trabajadoras y para sus familias. Creemos que es importante que como Iglesia ayudemos, desde el diálogo y el compromiso, a plantear nuestra vida personal y social desde tres principios fundamentales de humanidad que nos aporta el Evangelio y la Doctrina Social de la Iglesia: 1) La prioridad de la persona, ella es “el primer capital que se ha de salvaguardar y valorar…” (Caritas in veritate, 25); 2) lo que supone reconocer la absoluta prioridad de las necesidades y derechos de los empobrecidos, reconocimiento que sólo se puede concretar en la promoción de la justicia y; 3) esos dos principios significan orientar las decisiones y la política dando preferencia a las necesidades de los pobres sobre los deseos de los ricos; los derechos de los trabajadores, sobre el incremento de los beneficios (Juan Pablo II).

Hemos compartido que sólo así una sociedad avanza en humanidad. Y para ello, nuestra sociedad, hoy día, necesita cambios importantes a la hora de orientar la vida económica, política y social. Y, de manera especial, supone cambios a la hora de concebir el trabajo humano, no como mercancía sino como principio de vida. Sólo así, se podrán reconocer los derechos sociales de las personas y de las familias. Derechos que forman parte de los Derechos Humanos y que pertenecen en justicia a toda persona por el simple hecho de serlo.

Finalmente, con la reflexión «La defensa de los derechos en la vida social, política, laboral… en nuestro compromiso» ofrecida por Loles Gambín, militante de la HOAC de Orihuela-Alicante, hemos querido repensar la vida y misión de la HOAC y sus militantes en el corazón del mundo obrero y del trabajo. La Iglesia y cada uno de los cristianos estamos llamados a participar activamente en esa tarea. Nuestras comunidades, movimientos, parroquias…, tienen una especial responsabilidad en la defensa, extensión y promoción de los derechos sociales como un aspecto fundamental de los derechos de las personas vinculados a su dignidad de hijas de Dios.

Pedimos a Nuestro Señor, el Cristo Obrero, que nos dé la fuerza y la espiritualidad necesaria para combatir el empobrecimiento y la deshumanización que vive el mundo obrero y del trabajo. Una realidad a la que está contribuyendo la pérdida de derechos sociales de las personas. Le pedimos también vivir este tiempo sin perder la alegría como una oportunidad de luz y cambio, como un tiempo de conversión personal y comunitaria a la fraternidad y a la justicia e invitar a los demás a vivirlo también de esa manera, como un tiempo de gracia. Solo desde una vida y un compromiso evangelizador lleno de esperanza como respuesta agradecida al amor de Dios seremos capaces de, junto a otros, caminar en nuestro servicio al mundo obrero.

Ávila, 25 de julio de 2012

«La historia de la caridad cristiana constituye la página más hermosa de la historia»

Iglesia

«La historia de la caridad cristiana constituye la página más hermosa de la historia»

03 julio 2012

Juan María Laboa es autor del libro «Por sus frutos los conoceréis». Este sacerdote, que en la actualidad atiende una parroquia del barrio madrileño de Montecarmelo, ha aprovechado su jubilación como profesor de Historia de la Iglesia en la Universidad de Comillas, para hacer un repaso sugerente y estimulante sobre el ejercicio cristiano de la caridad y la lucha por la justicia, que al fin y al cabo, resultan el legado más importante del cristianismo

–¿Sigue siendo la «intrahistoria» de los cristianos una desconocida frente a la historiografía oficial?

–La historia se escribe con datos, documentos, tradiciones, que, casi siempre hablan de lo más llamativo y aparente: gobernantes, instituciones, guerras, escritores, concilios. La vida del alma, del amor, de la generosidad, de la acogida, de la fe, queda en la penumbra, en la intimidad, parece interesar menos y resulta más difícil conocerla. Sin embargo la historia del cristianismo debiera ser fundamentalmente la historia del amor de Dios a los seres humanos y del amor de los creyentes a Dios y entre sí. Resulta más complicado conocerlo y elaborarlo, pero es la más importante.

–Con su trabajo, además, contribuye a resaltar la importancia de experiencias pasadas que quizás hoy en día los propios cristianos estamos olvidando. Pensemos en los sacerdotes obreros, en Chiara Lubich, en los hermanitos de Foucauld, en Dorothy Day e incluso en el propio Rovirosa…

–Solo los testimonios de amor son intemporales. La experiencia de generosidad de los sacerdotes obreros, de Rovirosa o de Doris Day siguen siendo actuales, nos siguen interpelando, nos indican que hoy como ayer el núcleo del cristianismo sigue siendo Jesús que dio su vida por sus amigos. Podemos recordar la conversación de Abraham con Dios: siempre ha habido en la comunidad cristiana los diez justos que han cumplido con su deber. Aunque, a veces, las instituciones eclesiásticas no hayan sido ejemplares, en toda época encontramos con clérigos, parroquias y, sobre todo, laicos, que han ofrecido su vida para cumplir el mandato del Señor.

–Usted afirma que «probablemente la única identidad de los cristianos es la de la caridad»… Sin embargo, no parece que sea percepción general. ¿No cree que damos demasiada importancia a las estructuras de la Iglesia?

–Es más fácil pertenecer a un Club que ser generosos, rezar que darnos a los demás. Somos conscientes de que necesitamos ser amados por Dios, pero no tanto de que se nos exige amar al prójimo. Sin embargo, es Cristo quien determina nuestra identidad. De las palabras y acciones de Cristo, la mayoría tienen que ver con el amor de Dios y con el amor entre sus discípulos. Las parábolas del hijo pródigo, del buen samaritano y del juicio final; los mandatos: «Vosotros no así, no actuéis como el mundo», «el último será el primero», y «No he venido a ser servido sino a servir», todos están relacionados con la caridad y deben ser nuestras señas de identidad. De hecho, los paganos, al referirse a los primeros cristianos, decían: «mirad cómo se aman». Si olvidamos esto, ofrecemos una imagen distorsionada de Cristo y de los cristianos.

–La historia de la Iglesia nos ha demostrado también como muchos pioneros, muchos santos y fundadores se toparon con la incomprensión de sus cohetáneos y recibieron severas condenas por la autoridad eclesial de cada momento… ¿No debería esta lección histórica ayudarnos a relativizar las diferencias?

–Demasiado a menudo, en nuestras comunidades, prevalece la ideología y las diferencias psicológicas de apreciación y de intereses varios sobre el amor entre hermanos. Una Iglesia masiva como la nuestra es necesariamente plural y tiene que superar la tentación de la unanimidad y la uniformidad. Cuando se defiende la verdad y la ortodoxia sin amor y contra el amor, se pretende ofrecer contrabando y se acaba con las hogueras de la Inquisición. Nunca existe verdad en el cristianismo sin amor y sin comunión mutua. En el Padre Nuestro nos comprometemos cada día: «perdona nuestras ofensas como nosotros perdonamos a quienes nos ofenden». En Dios la palabra es realidad, pero nosotros, aunque hablamos de amor continuamente, amamos poco. Los cristianos no somos coherentes y en esto consiste nuestra debilidad y nuestra hipocresía.

–¿Qué opina de la actual polémica sobre si la Iglesia debe o no pagar el IBI?

–Hay dos actitudes que se deben rechazar. Por parte del Estado y partidos, no exigir a la institución eclesial, por simple anticlericalismo, lo que no se exige a las demás instituciones de las mismas características. Por parte de la Iglesia, no exigir privilegios que no tengan esas instituciones. Por su parte, la Iglesia, recuerde el dicho clásico «nuestro tesoro son los pobres». A ellos debe revertir lo que posee, conseguido por la generosidad de los cristianos para sus fines propios. En el resto, está sujeta a la legislación general.

–En su libro, se repasan algunas iniciativas que han alumbrado los cristianos, con más o menos acierto, para socorrer al desválido, ¿cómo se explica esa clarividencia para encontrar en cada momento la respuesta adecuada?

–Jesús, dice el Evangelio, sintió pena de la gente, que andaba como ovejas sin pastor. El amor y el sentido de fraternidad resulta siempre creativo y la generosidad de quien se encuentra libre de sí mismo encuentra siempre respuestas para situaciones imposibles. La historia de la caridad cristiana constituye, tal vez, la página más hermosa de la historia humana, y la mayoría de sus agentes han sido cristianos anónimos, gente sencilla que ha ayudado a sus vecinos y han conseguido que tuvieran una vida mejor y más feliz.

–¿Hay un «plus» en los proyecos sociales impulsados por la comunidad cristiana que los diferencia de las instituciones civiles de solidaridad o de ayuda mutua?

–El emperador Julián el Apóstata decidió renovar el paganismo con todos los medios del Estado. Conservamos una carta suya al Pontífice Máximo pagano con instrucciones para reorganizar y fortalecer el paganismo. En una de ellas le recomienda que imite las obras e instituciones caritativas de los cristianos. En su proyecto, Julián olvidó que solo Cristo es el amor generador del amor y de la generosidad de los cristianos. La generosidad cristiana viene de la conciencia de que Dios es Padre, nos ama, y nosotros somos realmente hermanos, y este convencimiento no se sustituye con dinero.

–¿Es compatible la fe sin obras?, ¿y es posible mantener el pulso y la tensión de las obras verdaderamente evangélicas sin una vivencia de la fe?

–Todo hombre es lobo para el hombre escribió el filósofo. Todo hombre es capaz de maldades y acciones heroicas, tal como nos demuestra la historia en general y la del siglo XX en especial. Los cristianos hemos aprendido de Jesús el principio de que quien no ama al hermano no ama a Dios. Dios preguntó a Caín: «¿dónde está tu hermano?» y Caín le contestó: «¿Acaso soy guardián de mi hermano?». Un verdadero cristiano no podría responder así.

–En el siglo XIX, se empieza a comprender también dentro de la Iglesia que «la caridad debía ser acompañada por la exigencia de dar a cada uno lo suyo». ¿No se insiste hoy demasiado en la rectitud de los comportamientos individuales y poco en el cambio de las estructuras?

–No existe amor sin justicia. No existe cristianismo sin comunidad y sin solidaridad. En este tema, como en los demás, el papel y la actuación de los laicos resulta de primer orden. Ellos constituyen la sociedad y de ellos depende la rectitud de su organización. Creo que nuestra juventud carece del sentido social, de justicia social que caracterizó a muchas organizaciones del siglo XX, y esto constituye una carencia grave.

–Desempleo masivo y trabajo precario, desahucios y extensión de la pobreza, desigualdades norte-sur… ¿Cree que la comunidad cristiana puede ante estos nuevos problemas idear respuestas adecuadas?

–Creo que hoy, en nuestras comunidades cristianas, encontramos tantos ejemplos de caridad, de generosidad personal, de solidaridad comprometida que llega a ambientes y situaciones abandonadas y marginadas. Decenas de millares de cristianos dedican su tiempo y su capacidad a los ancianos, niños, enfermos y emigrantes. En un momento en el que la Iglesia parece débil y desconsiderada, es capaz de ofrecer lo más propio de su identidad. Convendría recordar el ejemplo de Francisco de Asís, el santo más espontáneamente querido y seguido por los cristianos a lo largo de los siglos. Su sentido de pobreza se confunde con su sentido de identificación con los más pobres y abandonados. Francisco nos enseña que para entrar en el misterio de Dios debemos permanecer libres de las ataduras terrenas. Hoy, a menudo, se quiere compatibilizar el fuego con el agua, pero la tradición espiritual cristiana nos dice que debemos despegarnos de nuestras ambiciones y egoísmos para llegar a Dios y a nuestros hermanos.

–¿Qué nos puede enseñar a los cristianos y las sociedades de hoy ahora mismo este «mosaico de esa vida que, de manera espontánea y sencilla, muestra como un torrente de ternura, amor y compasión recorre las arterias del cuerpo cristiano»?

–Nos recuerda que la comunidad cristiana debe ser, en primer lugar, un espacio de paz, acogida, escucha, alegría y cobijo. Hay demasiada gente sola, triste, abandonada, marginada, desprotegida, angustiada, hambrienta de pan y de afecto. Jesús se identificó con ellos y muchos cristianos en la historia también. El siglo XX ha sido el siglo de los mártires, la mayoría, mártires de la justicia y de la caridad, tal como he intentado describir en mi libro «Por sus frutos los conoceréis». Ellos constituyen lo mejor de nuestra historia.

4ª Semana de Tiempo Ordinario (29 enero)

Iglesia

4ª Semana de Tiempo Ordinario (29 enero)

26 enero 2012

La lucha anti-ideológica no es cuestión sólo de “doctrina”, sino de la acción “increpadora” del evangelio hecho vida. ¿No suscita en nosotros una tremenda alegría estar participando en esta lucha humanizadora? La guerra contra el “demonio” del capitalismo, en la que nos hemos embarcado como militantes de la HOAC, requiere, entonces, por nuestra parte, estar pertrechados con un PPVM como el de Jesús.

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Iglesia

Experiencia singular de incorporación a la HOAC de Barcelona

05 diciembre 2011

“Pero ese tesoro lo llevamos en vasijas de barro” 2 Cor. 4,7

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Releer la experiencia de la incorporación de una persona a nuestra comunidad, nuestro movimiento, la HOAC, es, sin duda, una manera de acrecentar la conciencia de que hay algo valioso en nuestra particular manera de entender el seguimiento a Jesús, pero que pone ante nuestros propios ojos la fragilidad en la que llevamos ese tesoro, nuestras propias contradicciones y dificultades para vivir realmente a Jesucristo como propuesta de liberación.

Siempre deseamos que haya personas que se sientan atraídas por nuestra forma de entender la existencia, sobre todo cuando nos cuesta ser significativos en un mundo lleno de mensajes, propuestas, liberaciones, y donde cualquier referencia a Dios, al compromiso sociopolítico, a la vinculación comunitaria, a la existencia como un proyecto, cuesta que sea comprendida o que no sea vista como sospechosa de sectaria o fundamentalista.

Por eso, nos llena de alegría que haya personas que se acerquen a la HOAC, nos quieran conocer, inicien un camino a nuestro lado y, finalmente, confirmen que nuestra manera de vivir la Iglesia les es valiosa.

Este ha sido el itinerario de Susana, militante de la JOC que, al acabar su proceso, quiso incorporarse a la HOAC.

La diócesis, en ese momento, no disponía de personas interesadas en formar un grupo que iniciara ese mismo recorrido, y supuso un replanteamiento de esquemas tradicionales en la incorporación de personas al movimiento.

La asamblea diocesana fue consciente de esa dificultad y se pensó en que un grupo de militantes incorporara en su dinámica a Susana como una nueva miembro. No fue difícil, siempre hay vínculos afectivos que ayudan a ajustar los pasos y los ritmos, si no fuera por ellos muchos inconvenientes serían insalvables.

La generosidad de Susana y del grupo Crisol (un nombre muy apropiado para quienes desean descubrir lo valioso de la vida) hizo que reiniciaran planteamientos, revisaran juntos por qué para nosotros la existencia es un proyecto, hicieran vida de equipo y de vida organizativa de la HOAC como experiencia comunitaria, compartieran la opción y el compromiso por el mundo obrero. A la par, desde la comisión diocesana, se intentó que algunos instrumentos que el movimiento tiene y algunas dudas que surgieran pudieran ser dialogados sin interrumpir el ritmo del equipo. Para ello  se pidió a una persona de la asamblea que pudiera hacer este servicio mientras durara este proceso y que siempre que fuera necesario, a veces simplemente posible, mantuviera entrevistas con Susana.

Este relato concluye en la celebración de esta última asamblea donde ante las personas que formamos la diócesis Susana nos hizo partícipes de toda esta experiencia vivida y donde nosotros descubrimos el tesoro del que somos portadores a pesar de que la HOAC sea una simple vasija de barro. 

He aquí sus palabras:

“En el Evangelio de hoy escucharemos que “muchos son llamados y pocos escogidos”. Hace años que me siento llamada: llamada por el Padre, a construir su proyecto con los demás, en comunidad; llamada a sentirme y creer en la clase obrera, en su dignidad y unidad; llamada a compartir mi fe encarnada en la vida en un equipo, una pequeña familia que te acompaña en las alegrías y penas del día a día.

Y después de haber estado en la parroquia de Sant Adrià, en la JOC unos 15 años más o menos, y 1 año y medio de iniciación en la HOAC…, aquí estoy, dando un paso más en mi militancia obrera y cristiana, ante vosotras y vosotros, que sois mi actual comunidad.

En este paso necesito del Padre, sobre todo tener presente que está a mi lado, que siempre puedo contar con su presencia; que lo amo y que soy amada. Me comprometo a rezarle, en comunidad o en los pequeños silencios del día.

También necesito de la vivencia de clase obrera. En estos momentos de indignación, de ser más y más ninguneados, es cuando más hemos de sentirnos hermanas y hermanos, de ponerse en la piel de la otra persona, y darse ánimos y empuje en el día a día. Me comprometo a ponerme en pie, en ponerme en acción por las mujeres y hombres trabajadores.

Y, cómo no, necesito de una comunidad…, de una grande, donde vivir más experiencias militantes, y tener testimonios de cómo nos vamos haciendo adultos y adultas y crecer en la militancia. Y de una comunidad pequeña, de un equipo. Siempre he vivido mi fe, y mi compromiso ligada a un equipo, a unas personas que crecen junto contigo en todo, que comparten y son como una familia para una. Me comprometo a seguir viviendo en y con el equipo; y a participar en la diócesis.

Y quisiera acabar, dándole las gracias a Berchmans por los momentos compartidos sobre lo que es la HOAC, (que no han sido tantas veces como quisiéramos, pero han sido muy positivas e intensas); y a mi equipo, a Elena, Ita, César, Èrika y Elvira; por los pequeños y grandes momentos vividos, por la acogida, las vivencias intensas en este tiempo, las risas, las lagrimillas, paciencia, reflexiones que hemos vivido…, ¡y las que nos quedan!”

“Cultura actual y nueva evangelización. Retos y tareas” ha sido el lema de las últimas jornadas de Apostolado Seglar

Iglesia

“Cultura actual y nueva evangelización. Retos y tareas” ha sido el lema de las últimas jornadas de Apostolado Seglar

31 marzo 2011

Los días 26 y 27 de marzo de 2011, se han celebrado en El Escorial (Madrid) las XXXI Jornadas Generales de Apostolado Seglar.

Han estado presididas por Mons. Carlos Osoro, Arzobispo de Valencia y nuevo Presidente de la Comisión Episcopal de Apostolado Seglar. Mons. Esteban Escudero, Obispo de Palencia, Responsable del Foro de Laicos-CEAS. Mons. Antonio Algora, Obispo de Ciudad Real, Responsable del Departamento de Pastoral Obrera-CEAS. y Mons. Elías Yanes, Arzobispo Emérito de Zaragoza y Director del Itinerario de Formación Cristiana para Adultos. Ha moderado las Jornadas, Mons. Antonio Cartagena, Director del Secretariado de la Comisión Episcopal de Apostolado Seglar.

Han participado en las Jornadas los Delegados de Apostolado Seglar y miembros de veintiocho Diócesis, Presidentes y representantes de dieciocho movimientos y asociaciones de fieles cristianos laicos.

El contenido central de las Jornadas ha girado en torno a la nueva evangelización en el aquí y ahora de nuestro tiempo. Tiempo marcado por un retroceso de la fe y una pérdida de sensibilidad cristiana. Mons. Fernando Sebastián, Arzobispo Emérito de Pamplona y Tudela, ha expuesto, con mucha claridad y vigor, el marco de reflexión. Presentó algunos rasgos significativos de la cultura actual, señalando que los valores, costumbres y maneras de entender la vida hoy, no predisponen a las personas para acoger la fe cristiana. Sin embargo, y pese a las dificultades del momento presente, D. Fernando, ha subrayado que evangelizar constituye la dicha de la Iglesia, la alegría del cristiano. Somos responsables de la fe de nuestros hermanos. A la Iglesia le va la vida en la evangelización. Su preocupación no debe ser otra que la de salir a buscar a los que están lejos de ella para hablarles de Dios y de su amor, de su gracia, de la felicidad y sentido pleno que ofrece, de la fuente de vida eterna que podemos encontrar en El.

Convencidos, de que el Evangelio salva y humaniza a las personas hemos de llevar a cabo una pastoral de conversión porque la conversión es la primera consecuencia de la fe en Jesucristo resucitado. La evangelización, por tanto, consiste en una pastoral expresamente orientada hacia la promoción de la fe. Hay que replantar la Iglesia, comenzar de nuevo.

En cuanto a las exigencias de una verdadera evangelización, señaló la necesidad del fervor y confianza en la vigencia del Evangelio por parte de los evangelizadores, el entusiasmo junto con la humildad y paciencia como actitudes necesarias para ofrecer el don de Dios a muchas personas que lo están buscando. Es un fraude retener la fe y no compartirla, dijo Mons. Sebastián.

El contenido de la evangelización necesariamente ha de tener los elementos esenciales del contenido de la predicación de Jesús. De manera pedagógica y creativa la Iglesia ha de presentar a Dios como Él quiere ser conocido, Padre misericordioso, infinito, fuente de vida y amor, fuente de la nueva humanidad. Descubrir que Dios quiere un hombre feliz, libre, responsable, llamado a la vida eterna, criatura de Dios, llamado a vivir con gozo como hijo de Dios.

Los lugares y los medios para anunciar la novedad de Jesucristo son los que forman parte de la vida de las personas y configuran la vida social. En primer lugar la familia, el amplio mundo de la educación, los medios de comunicación, la vida profesional… A través de la acción pastoral que desarrolla la comunidad parroquial y la diócesis. Con matrimonios, niños, jóvenes, enfermos, mayores. En los colegios, en la universidad, mediante la catequesis, con los novios, matrimonios jóvenes, a través del testimonio de la caridad, estableciendo puntos de contacto entre amigos, vecinos, compañeros de trabajo… Ofreciendo Cursillos, Ejercicios Espirituales u otros medios mediante los cuales el encuentro con la persona de Jesús impacte en el corazón de las personas y provoque un cambio de vida.

La evangelización es la tarea de la Iglesia, tarea en la que los laicos, hombres y mujeres, están llamados a participar en primera línea. En la tarea de la evangelización los laicos están llamados a responder con vigor, a ser militantes cristianos en este momento de la historia. Una vez más se recuerdan las palabras del documento de los obispos españoles de 1991: la nueva evangelización se hará sobre todo por los laicos o no se hará.

La conferencia de D. Fernando dispuso bien a los participantes a la reflexión y al trabajo en grupo, así como al rico diálogo que se tuvo en el plenario. La urgencia de la evangelización reclama la comunión de todos los que hemos sido llamados por Dios a trabajar en su plan de salvación.

En el capítulo de informaciones D. Elías Yanes comunica que sigue adelante la elaboración de los materiales del Itinerario de Formación Cristiana para Adultos. Este año se editarán los volúmenes 3 y 4, que abordan “La síntesis de la fe”. La acogida de este plan básico de formación cristiana está siendo muy positiva. Son ya más de 2.000 personas las que lo están siguiendo.

Mons. Carlos Osoro clausura las Jornadas agradeciendo a todos la participación, el buen ambiente y la riqueza de la reflexión. Anima a seguir trabajando en este hermoso y necesario campo del Apostolado laical.

El Escorial, 27 de marzo de 2011

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Guillermo Rovirosa

18 octubre 2010

 | Proceso de canonización |

Guillermo Rovirosa Albet nace en Vilanova i la Geltrú (Barcelona) el 4 de agosto de 1897. Pierde a su padre, José, a la edad de 9 años y a su madre, Ana María, cumplidos los 18. Terminado el bachillerato hace estudios superiores en Barcelona especializándose en Dirección de Industrias Eléctricas y de Mecánica Aplicada. A los 25 años se casa con Catalina Canals Riera. Ejerce su profesión en Barcelona y en 1929 se traslada con su esposa a trabajar a París.

Apasionado por la verdad desde su infancia, a una gran capacidad intelectual une ahora su preparación técnica. Todo ello está en la base de su condición de investigador en el terreno científico y de buscador de la verdad en todos los órdenes de la vida, de una manera especial en el religioso, el del sentido de la existencia.

La religiosidad tradicional de su familia y la del colegio en que ha estudiado no le han aportado respuestas a los interrogantes que se plantea y a los 18 años ha abandonado la fe cristiana. Vive un tiempo de desorientación y búsqueda de la verdad en las filosofías y corrientes religiosas del momento. Son años de incredulidad y escepticismo en los que su fuerte personalidad se estrella con lo que se le presenta como clave de respuesta. Concluirá reafirmándose en que sólo en la ciencia se halla con certeza la verdad que el hombre puede comprender.

Un suceso marcará su vida. En mayo de 1932 pasa casualmente por delante de la Parroquia de San José, donde el Cardenal de París, Monseñor Verdier, está predicando. Movido por la curiosidad se acerca a verle. Y oye que está diciendo: “El cristiano es un especialista en Cristo…, el mejor cristiano es el que más sabe de teoría y práctica de Jesús”. Esta afirmación tocó su corazón y se le impuso la evidencia de que él no conocía a Cristo. Su honestidad le hacía ver que estaba negando lo que no conocía realmente. Y comienza desde ese momento un proceso de búsqueda de la verdad de Jesús que le llevará a conocerlo y admirarlo como figura histórica. Por entonces repetidas hemoptisis le hacen revivir el brote de tuberculosis que 10 años antes le había obligado a interrumpir el último curso de sus estudios de ingeniero y el matrimonio Rovirosa decide pasar unos meses de recuperación en El Escorial. Allí conocerá al agustino padre Fariña que le ayudará a aceptar a Jesús no sólo como hombre sino como Dios y redentor, y en la Navidad de 1933 hará con clara conciencia su “segunda Primera Comunión”.
Comienza aquí una etapa de vivencia cristiana apasionada, caracterizada por la austeridad, la exigencia de perfección y la entrega apostólica. Su esposa, que largamente había pedido a Dios la conversión de su marido, ha acompañado su camino de reincorporación a la fe de la Iglesia. Ahora los dos hacen lo que llamarán el “pacto tripartito” con Dios, según el cual ellos, que no tenían hijos, se comprometen a dedicar al trabajo apostólico todo su tiempo, su profesión y su vida matrimonial y a Dios le pedían que dispusiera las cosas de modo que ellos cubrieran sus necesidades viviendo pobremente.

Se queda a trabajar en Madrid y se entrega con entusiasmo a la lectura de las grandes obras de la teología y espiritualidad cristianas; una primera aproximación a cursos de enseñanza social católica le defrauda profundamente por su enfoque carente de base evangélica. Allí le sorprende la guerra civil; es nombrado presidente del Comité Obrero de su empresa. Organiza una “capilla clandestina” en su casa, donde diariamente se celebra misa. En los sótanos de su vivienda se halla la biblioteca de la institución de los jesuitas “Fomento Social”. Esto le pondrá en contacto con la Doctrina Social de la Iglesia, lo que le ayudará a organizar su pensamiento y sus planteamientos sociales con rigor, y a descubrir y valorar definitivamente la dimensión comunitaria del cristianismo, lo que él llamará su “segunda conversión”. Terminada la guerra, bajo la acusación de haber sido presidente del Comité Obrero de su empresa, es condenado a seis años de cárcel. Sólo cumplirá uno y parte de éste saliendo a trabajar durante el día al Instituto Llorente.

A finales de 1940 se incorpora a la Acción Católica en su parroquia de San Marcos. Le buscan para que forme parte del Consejo Diocesano de Madrid. Hace los tres cursos del Instituto Central de Cultura Religiosa Superior. Va transformando la vocalía social diocesana en un auténtico Secretariado Social, tras su sueño de devolver a Cristo a los pobres, al mundo obrero.

En mayo de 1946 la Junta de Metropolitanos de España acordó la fundación de la Hermandad Obrera de Acción Católica como movimiento especializado para los obreros adultos, dentro de la Acción Católica. El Consejo Nacional de los Hombres de AC se dirige al Consejo Diocesano de Madrid y encarga a Rovirosa la tarea de organizar y poner en marcha la HOAC. Este entiende que Dios ha aceptado el compromiso de su conversión y desde ese momento, lleno de gozo, se entregará por entero al apostolado en el mundo del trabajo viviendo como un obrero pobre. Deja su puesto en el Instituto Llorente y marcha a Montserrat (el Monasterio será siempre un referente al que volverá una y otra vez para retirarse a orar, para recuperarse y escribir). Desde allí publica la hoja “HOAC”, preparando la Primera Semana Nacional de la HOAC, que en el mes de septiembre reúne a más de 300 obreros y significa el comienzo de la Acción Católica Obrera en España

En esta Primera Semana se aprueba la publicación de un semanario obrero. Rovirosa se encarga de sacarlo adelante y el 1 de diciembre de 1946 sale a la calle el “¡Tú!”, periódico que llegará a editar hasta 43.000 ejemplares en unos años en que la prensa estaba férreamente controlada y la mentalidad imperante en absoluto era propicia a los planteamientos que en él se hacían. Porque el contenido y el mensaje de la publicación, transmitiendo criterios evangélicos en una realidad obrera sangrante, con un tono realista y enérgico, no dejaba indiferente a nadie. Esto provocó que en 1952 fuera definitivamente prohibido por la autoridad civil. Este semanario, de amplia difusión, así como el “Boletín de la HOAC” —durante años obra en gran parte de Rovirosa—, dirigido a los militantes, aciertan a transmitir el conocimiento del Evangelio y de la doctrina social de la Iglesia despertando las conciencias y presentando la verdad transformadora de Jesucristo y de su Espíritu como salvación en la vida real de las personas y de la sociedad.

Un episodio ciertamente doloroso sucede entonces. Su esposa, que había estado siempre a su lado en el camino hacia la fe, en su alegría de converso y en sus proyectos de apostolado, pensando que su presencia podría restar algo de la dedicación de su marido a la tarea que Dios le confiaba como apóstol obrero, decide dejarle totalmente libre. Cuando Rovirosa vuelve de la Segunda Semana Nacional, en 1947, Catalina Canals desaparece dejando esta nota: “parto para que puedas seguir libremente tus caminos; no me busques; que Dios te bendiga como yo te bendigo”. Pese a haberlo intentado, no se ha vuelto a tener noticia de ella. El propio Guillermo Rovirosa vivirá con gran dolor este hecho y en adelante su dedicación apostólica incluirá también este matiz de fidelidad a su esposa.

Su gran obra, la HOAC, crece y se extiende. Diseña planes y métodos de formación: cursillos nocturnos, semanas de estudio, “Plan Cíclico” de formación cristiana, grupos obreros de estudios sociales (GOES), partiendo de la realidad vivida, analizándola con la luz del Evangelio y de la Doctrina Social de la Iglesia, volviendo a ella para transformarla según el proyecto de Dios. Asume los valores, los anhelos y realizaciones del movimiento obrero que no son incompatibles con la fe cristiana. Se hace presente en todas las diócesis, con su palabra directa, incisiva, evangélica, transmisora de una experiencia vital que contagia. Su conocimiento bíblico y teológico es serio y su espiritualidad muy honda. Todo ello queda reflejado en los contenidos de sus escritos y de sus charlas: el amor y la misericordia de Dios demostrados en Jesús que provocan nuestra respuesta agradecida, el bautismo y la santidad vivida en el trabajo de cada día, la vida trinitaria y la llamada a la comunión que implica, la pobreza y la debilidad como signos donde la fuerza de Dios se manifiesta, la humildad, la pobreza y el sacrificio como virtudes del militante cristiano… son temas recurrentes que Rovirosa vive y plantea.

Como buen discípulo de Cristo, también él será signo de contradicción. Su trabajo evangelizador entre los obreros pone en evidencia las incoherencias de muchas actitudes supuestamente cristianas y las contradicciones de un sistema que se pretendía cercano a la Iglesia. Es objeto de sospecha y de calumnia, hasta el punto que la Jerarquía eclesiástica lo aleja de los puestos directivos de la HOAC. Guillermo Rovirosa, desde su conversión, vive su pertenencia a la Iglesia con inmenso amor y agradecimiento, pues se sabe traidor perdonado; su aprecio y defensa del Papa y de los obispos es sincero y notorio. Con la misma docilidad que aceptó entonces -mayo de 1946- el encargo que se le hizo de organizar la HOAC, acepta ahora -mayo de 1957- la decisión que se le impone de dejar el servicio que prestaba en ella. Fue una lección más de su talante eclesial, que él vivió con una gran paz.

Poco después, en un accidente de tranvía pierde el pie izquierdo; supone para él una experiencia de dolor físico y de limitación que evoca y le une a la cruz de Jesús. En adelante Rovirosa hará largas estancias en Montserrat, donde alternará trabajos técnicos de electricidad con la oración, la reflexión, el diálogo con los monjes, la colaboración en el “Boletín de la Hoac” y una amplia correspondencia con militantes y amigos. Será éste un tiempo muy fecundo. De profundización espiritual y de avance en su pensamiento tal como queda reflejado en sus obras escritas entonces (“Cooperatismo integral”, “Dimas”, “Judas”, “La virtud de escuchar”, “Fenerismo”, “Terciarios”…).

En 1963 acepta la invitación de un grupo de militantes de la HOAC a colaborar en la creación de una editorial dedicada principalmente a la edición y difusión en ambientes populares de libros de carácter social. Se trata de la Editorial ZYX, de la que será el primer presidente y también el autor del primer libro editado: “¿De quién es la empresa?”.

Tan sólo unos días después de la presentación de este libro sufre una embolia cerebral en su casa de Madrid y el 27 de febrero 1964 fallece en el Hospital Clínico madrileño. Por entonces el Concilio Vaticano II trataba de describir el cristiano de los tiempos nuevos. Guillermo Rovirosa presentaba justamente el perfil de cristiano laico adulto, testigo auténtico de la fe en el mundo actual, que el Concilio diseñaba. Un regalo de Dios a su Iglesia.

Datos biográficos

1897 • Nace el 4 de agosto en Vilanova i la Geltrú (Barcelona). A los pocos meses, su madre queda afectada por una parálisis total. La familia se traslada a su finca agrícola de Rocacrespa.

1904 • La familia regresa a Vilanova.

1906 • Muerte del padre.

1908 • Empieza el bachillerato en los Escolapios, en internado.

1914 • Empieza estudios de preparación para ingeniero de caminos en Madrid.

1915 • Muerte de la madre. Rompe con la vida cristiana.

1917 • Ingresa en la Escuela de Directores de Industrias Eléctricas de Barcelona. Contrae la tuberculosis, lo que le hace interrumpir el último curso de carrera.

1921 • Publica dos libros sobre cuestiones eléctricas.

1922 • Se casa con Catalina Canals.

1923 • Se dedica a la fabricación de juguetes mecánicos. Especialista en arreglo de vinos. Se inicia en el espiritismo y, más tarde, en la teosofía.

1929 • Stand de juguetes mecánicos en la Exposición Internacional de Barcelona. Se traslada a París.

1930 • Invento sobre el cine. Acude a las diferentes doctrinas y filosofías en busca de la verdad de Dios. Cada vez más escéptico ante lo que no sea la verdad científica.

1932 • Una frase ocasionalmente escuchada al Cardenal Verdier le lleva a querer conocer a Jesucristo y su Evangelio.

1933 • Extensos ejercicios Espirituales en El Escorial. En la madrugada de Navidad hace “segunda primera comunión”. Se incorpora a la Iglesia.

1933 • Director técnico de la Casa Rifá Anglada, en Madrid.

1936 • Guerra civil. Es elegido presidente del Comité Obrero de su Empresa. Conoce la Doctrina Social de la Iglesia. Elabora su planteamiento sobre el “Comunitarismo”. Organiza una capilla clandestina.

1939 • Acabada la guerra, es condenado a seis años de prisión a causa de su cargo de presidente del Comité Obrero de la Empresa. Se le autoriza a trabajar durante el día en el Instituto Llorente.

1940 • El día 24 de septiembre: libertad. Forma parte de la primera promoción del Instituto de Cultura Religiosa Superior. Se incorpora a la Acción Católica. Campo de actuación apostólica: barrio de las Latas, en Vallecas.

1946 • Los obispos españoles deciden la creación de la Hermandad Obrera de Acción Católica (HOAC). Encargan a Rovirosa su organización. En septiembre, Primera Semana Nacional: queda constituida la HOAC. Nace el semanario “¡TÚ!”. Vive en Montserrat.

1947 • Inicia el “Boletín de la HOAC”. Su esposa le abandona a fin de que pueda dedicarse totalmente al apostolado, y desaparece.

1948 • Regreso a Madrid. Publica el “Manifiesto Comunitarista”, que la jerarquía no admite como cosa de Acción Católica. Entra en relación con personas relevantes del mundo católico. Cada año toma parte en las “Conversaciones Católicas Internacionales” de San Sebastián. Miembro de la Junta Permanente de las “Semanas Sociales” de la Iglesia. Organiza los Grupos Obreros de Estudios Sociales (GOES). Elabora, junto a D. Tomás Malagón, el Plan Cíclico de formación de militantes.

1957 • El cardenal primado, presionado por diferentes conductos, ordena que cese en la Comisión Nacional de la HOAC. En un accidente de tranvía pierde el pie izquierdo. Pasa largas temporadas en Montserrat. Escribe diversos libros, que él mismo imprime de modo artesanal.

1963 • Colabora en la creación de la Editorial ZYX.

1964 • Muere el 27 de febrero en el Hospital Clínico de Madrid, a consecuencia de una embolia cerebral.

Escritos y publicaciones

1921 • Fabricación de condensadores y carretes (Ed. Calpe).

1922 • Fabricación de cables eléctricos (Ed. Calpe).

1946-52 • Numerosos artículos en el semanario “¡TÚ!”.

1947-57 • Numerosos artículos en el “Boletín de la HOAC”.

1948 • Manifiesto Comunitarista.

1951 • Cómo se inicia un centro HOAC.

1951 • La HOAC, ¿qué es esto?

1951 • Cómo nos gobernamos en la HOAC.

1951 • Cursillos Nocturnos (libro del profesor).

1951 • Profesión (Cómo se profesa la HOAC).

1955 • El Plan Cíclico de la HOAC.

1959 • COOPeratismo Integral (dos cuadernos).

1960 • Cursillo nocturno COPIN (dos cuadernos: director y cursillista).

1960 • El primer santo cristiano: Dimas el ladrón.

1960 • El primer traidor cristiano: Judas de Keriot el Apóstol.

1962 • Fenerismo.

1962 • La virtud de escuchar.

1963 • Almanaque de los Hogares Obreros. “Año de la Comunidad”.

1963 • El compromiso temporal.

1963 • Terciarios.

1964 • ¿De quién es la Empresa?

Accion Católica 1

Acción Católica

25 septiembre 2010

La HOAC somos Acción Católica (AC), uno de los movimientos de la Acción Católica. Un movimiento de la Acción Católica para la evangelización del mundo obrero y del trabajo, para la Pastoral Obrera.

Aunque venía de mucho tiempo atrás, en el siglo XX en la Iglesia creció la conciencia de algunas cosas que suponían un gran proceso de conversión de la Iglesia. Este proceso de conversión tuvo un punto culminante en la celebración del Concilio Vaticano II:

  • La conciencia de que la Iglesia está llamada a ser un signo de comunión en medio del mundo, siendo una gran familia, el Pueblo de Dios.
  • La conciencia de que los pobres deben ocupar un lugar preferente en la vida y la misión de la Iglesia, que está llamada a ser la Iglesia de los pobres.
  • La conciencia de que la lucha por la justicia debe ocupar un lugar central en la vida y misión de la Iglesia, porque amor al prójimo y lucha por la justicia no se pueden separar.
  • La conciencia de que los laicos son miembros de pleno derecho de la gran familia constituida por Jesucristo que es la Iglesia.

En este contexto de conversión nació la Acción Católica que es la colaboración fraterna, estable y organizada entre el Ministerio Pastoral y el Laicado, cada uno según su función específica, para la realización del fin global de la Iglesia: la evangelización con todas sus implicaciones.

Así, la Acción Católica (cada uno de sus movimientos y todos ellos juntos) tiene cuatro características fundamentales:

La AC no tiene un fin propio, hace suyo el fin de la Iglesia

La AC tiene como objetivo que sus miembros vivamos para el amor y la comunión en fidelidad a Jesucristo y en su Iglesia.

Para ello nos formamos en comunión durante toda la vida, uniendo Evangelio y vida.

Esta vida se concreta en asumir como propia la misión de la Iglesia: la evangelización del mundo mediante una vida encarnada en la pobreza y debilidad del mundo, para iluminarlo todo con el Evangelio de Jesucristo.

La AC está dirigida por los seglares

El protagonismo de los laicos es la columna que sostiene a la Acción Católica. Lo que es común para todos los seglares se vive de una manera especial en la AC: la encarnación en el mundo y la comunión con el Ministerio Pastoral. Gracias a la comunión con el Ministerio Pastoral somos Iglesia en el mundo. Gracias a la encarnación en el mundo somos mundo en la Iglesia, llevamos a la Iglesia todo lo necesario para que los gozos, las alegrías y penas de los hombres y mujeres de hoy sean los gozos, las alegrías y las penas de toda la Iglesia.

Así, que la AC está dirigida por los seglares significa:

Los laicos somos responsables inmediatos y directos.

Los laicos somos responsables de la acción pastoral de la Iglesia.

Los laicos aportamos nuestra experiencia a la vida y misión de la Iglesia.

La AC es como un cuerpo orgánico

La Acción Católica, como toda la Iglesia, nace para vivir la nueva vida de comunión y crecer en ella, a modo de cuerpo orgánico. La preocupación por la unidad, dentro de cada Movimiento y entre los distintos Movimientos, es propia de la AC. Así como la comunión con toda la Iglesia, vivida en la diócesis y en las parroquias.

La comunión con el Ministerio Pastoral es la clave de la AC

Por nuestro ser y misión necesitamos vivir en comunión profunda con el Ministerio Pastoral, para lo que es necesario:

Un diálogo cordial y directo y un trabajo de mutua colaboración entre el Obispo y los seglares.

Que el Obispo dé a la Acción Católica este encargo de colaborar estrechamente en la misión.

Que esta colaboración se concrete en un trabajo asociado entre los obispos y los seglares.

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