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Unas fiestas hondas y sencillas

Colaboraciones, Familia obrera

Unas fiestas hondas y sencillas

25 diciembre 2015

Ana Fernández Soto | Cuando se acercan las fechas navideñas nos pueden asaltar distintos interrogantes acerca de cómo lo vamos a afrontar. A veces, podemos pensar en la pereza que nos da, incluso el horror que nos provoca todo el movimiento accesorio e innecesario que planea a nuestro alrededor: compras, más compras, gente, mucha gente, ruido, luces, prisas, gastos…

Otras veces, podemos plantearnos intentar vivir unas Navidades algo más coherentes con nuestros principios cristianos, pero normalmente no sabemos por dónde empezar, y además, está la presión social, la familiar… al final nos puede asaltar una sensación de malestar de la que es difícil deshacerse.

Nos podemos encontrar con una Navidad «comercial» en nuestra propia vida, en nuestra propia casa, algo que ni siquiera nos habíamos planteado y que nos ha arrastrado como un tsunami. Pero, ¿por dónde podemos empezar si queremos generar un cambio? En este artículo vamos a plantearte una serie de consejos prácticos que te pueden ayudar a vivir una Navidad más plena y coherente con un estilo de vida cristiano y en el que el centro esté en un consumo justo y responsable.

Apaga la televisión: en estos días, cada vez antes, en los que la publicidad nos bombardea, es momento de hacer silencio. Silencio para meditar, para pararse un rato a pensar en lo que queremos hacer y cómo queremos hacerlo. Para cambiar unos hábitos y rutinas que probablemente llevamos haciendo toda la vida y actuar de forma consciente, sin dejarnos llevar, es necesario desconectar y buscar ratos de silencio y ratos de conversación en familia para plantear un cambio. Si hay niños pequeños en la familia, esto es especialmente importante: la publicidad infantil se dirige a ellos de forma implacable, así que si es posible, es mejor que vean canales de televisión sin publicidad o un dvd seleccionado por nosotros. Claro que si es posible que lean, mejor.

Y si nosotros podemos desconectar el móvil, aunque sea algunos momentos del día, perfecto, ¿y si nos animamos a hacerlo durante un día entero o un fin de semana?

Prepárate en Adviento: tenemos la suerte de contar con tiempo previo de preparación. Que los turrones de los supermercados, los anuncios de lotería y las luces de las calles que cada año encienden antes, no te roben este tiempo de conversión, de espera y de esperanza.

Tiempo de ocio para los niños: tantos días de vacaciones seguidos cuando no tenemos costumbre de tenerlos tanto tiempo en casa, nos puede llevar a pensar que tenemos que programar y llenar cada minuto de tiempo libre de los niños. Además, hoy día hay tantas actividades disponibles en estas fechas, que a veces no sabemos por dónde empezar. Pero es preferible que a los niños no les agobiemos con tanta actividad, démosles también a ellos tiempo de serenidad y juegos, démosles la oportunidad de que ellos descubran que la Navidad no es vértigo y ruido: sí, es alegría y tiempo de estar en familia, pero no tiene que pasar por ir al centro comercial, al cine, al circo, al zoo, al parque de atracciones, al… ¿Por qué no regalarles tiempo de esparcimiento en el campo o en un parque? Seguro que nuestros niños acostumbrados a vivir en una ciudad lo agradecerán, ya que ellos necesitan más que nadie el contacto con la naturaleza, un paseo en bici, o jugar a tirar piedras a un río o subirse a un árbol.

Los regalos: pocos, educativos o segunda mano. En este caso, la máxima «menos es más» cobra todo su sentido. Que no se nos olvide nunca (y a nuestros niños tampoco) que celebramos el nacimiento de Jesús pobre en un pesebre que vino a anunciar el Reino de Dios. En estos días, para nosotros, no tiene cabida Papá Noel, asociado a otras culturas y tradiciones y aplaudido por los grandes centros comerciales. Que no te roben la Navidad con todo su sentido cristiano. Alegría y fiesta sí, excesos y derroche no.

Haremos un gran favor a nuestros hijos si los regalos que reciben son pocos (hoy día les sobra casi de todo) y educativos, preferiblemente que no sean bélicos o de contenido violento. Que no tengan pilas ni accesorios electrónicos, ya que este tipo de juguetes normalmente duran muy poco, enseguida se rompen y acaban engrosando la gran cantidad de basura que ya de por si generamos. ¿Por qué no un buen libro, juegos de mesa, construcciones o muñecos de toda la vida? Hay tiendas como Dideco o Imaginarium que nos pueden ayudar. Si es posible, no dejes que vean los catálogos de juguetes: les crea una falsa expectativa y a nosotros nos pueden poner en una situación delicada. Cuando son pequeños, no tienen sentido del exceso, somos nosotros los que tenemos que regularles y educar su capacidad de contención.

Y si es necesario hablar con la familia próxima (abuelos, tíos, etc.) hazlo, es el momento de explicar nuestras motivaciones y hacerles entender que queremos que nuestros hijos vivan una Navidad más austera y cristiana y que no van a sufrir por ello, al contrario, les puede ayudar a aprender el valor de las cosas, el valor de compartir y de la generosidad. Piensa que ellos siempre se contentarían con mucho menos de lo que les damos.

Si por la edad en la que se encuentran, no podemos evitar tener que regalarles aparatos electrónicos, entonces podemos optar por las tiendas de segunda mano, así podemos contribuir a alargar la vida útil de estos aparatos que tanto sufrimiento y contaminación generan en otros países del mundo.

Decora tu hogar de forma sencilla y cristiana: el Belén en el centro y cuando se acerque de verdad la Navidad. Si nos quejamos de que cada vez ponen antes las luces y los turrones, ¿por qué nosotros decoramos nuestras casas a principios de diciembre? Que no te roben el Adviento. A los niños se les puede explicar que en el colegio decoran antes porque luego todos se van de vacaciones y ya no lo van a poder celebrar juntos. Además, se puede decorar tu hogar con elementos confeccionados por toda la familia: dibujos, figuras de plastilina u otros elementos, recortes de cartulinas… deja volar tu imaginación, para que al final tu hogar tenga vuestro propio sello de cómo queréis vivir la Navidad.

Compra comercio justo y solidario: tanto para las comidas familiares o para aquellos regalos que no podemos evitar realizar, opta en estas fechas por el comercio justo (un ejemplo son las tiendas de Intermón), así realizarás un gesto precioso de compartir las alegrías y las penas de los que luchan por unas relaciones comerciales justas. Opta por comercios de barrio, comida ecológica o al menos de procedencia local y de temporada, ya que además de ser más barata, genera menos contaminación y ayuda al comercio de cercanía. Si además compras con tiempo y no lo dejas para el final, evitarás colas, nervios, y prisas de última hora; además, tendrás más tiempo libre para dedicarlo a vivir la Navidad de una forma más cristiana, meditando, orando, dedicando tiempo a la familia y ayudar a los demás.

Como siempre, la coherencia al 100% es imposible y no debemos agobiarnos, poco a poco podemos ir haciendo cambios en nuestra forma de enfocar y celebrar la Navidad, sin perder de vista la alegría de celebrar el nacimiento de Jesús y todo lo que ello significa en nuestras vidas. Hagamos un hueco en nuestras vidas para que Jesús nazca también en nuestros corazones.

¿Qué dice la Iglesia?

«El hombre y la mujer del mundo posmoderno corren el riesgo permanente de volverse profundamente individualistas, y muchos problemas sociales se relacionan con el inmediatismo egoísta actual, con las crisis de los lazos familiares y sociales, con las dificultades para el reconocimiento del otro. Muchas veces hay un consumo inmediatista y excesivo de los padres que afecta a los propios hijos, quienes tienen cada vez más dificultades para adquirir una casa propia y fundar una familia», Laudato si´, 162.

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La HOAC participa en la XXIII Asamblea General del Foro de Laicos

Iglesia

La HOAC participa en la XXIII Asamblea General del Foro de Laicos

26 noviembre 2015

El responsable general de difusión, Jesús Fernández-Pacheco, representará a la HOAC en la próxima Asamblea General ordinaria del Foro de Laicos.

El 28 y 29 de noviembre se celebran en el Centro Santa María de los Negrales (Madrid), la XXIII Asamblea General ordinaria del Foro de Laicos que, como es habitual, consta de una parte de estudio y otra estatutaria. Este Foro está constituido por diversas asociaciones y movimientos de laicos de diversa índole e identidad. Es un ámbito de diálogo, reflexión, de formación y proyección social, ética y religiosa.

En esta ocasión, representando a la HOAC participará en el encuentro el responsable de difusión, Jesús Fernández-Pacheco Caba, que realizará el día 28, una aportación sobre «los desafíos actuales a la espiritualidad laical» desde los retos de este movimiento de acción católica especializado en el mundo obrero y del trabajo.

En el programa de trabajo de este evento, se realizarán un primer diálogo en torno a la encíclica Laudato si’ a cargo de Soledad Suárez, presidenta de Manos Unidas y un segundo diálogo, sobre el Sínodo de la Familia, que contará con la participación de Mons. Carlos Osoro, Arzobispo de Madrid.

Finalmente, la asamblea valorará el informe de gestión y económico del oro, así como de las perspectivas de trabajo para el año 2016.

Llamamiento del Movimiento de Trabajadores Cristianos de Europa a los negociadores de la COP21

Internacional

Llamamiento del Movimiento de Trabajadores Cristianos de Europa a los negociadores de la COP21

25 noviembre 2015

El Movimiento de Trabajadores Cristianos de Europa (MTCE) se dirige a los negociadores de la COP21 en París e invita a los dirigentes políticos a promover un acuerdo sobre el clima que sea verdaderamente equitativo, vinculante y transformador.

«El ambiente humano y el ambiente natural se degradan juntos, y no podremos afrontar adecuadamente la degradación ambiental si no prestamos atención a causas que tienen que ver con la degradación humana y social (...) Hoy no podemos dejar de reconocer que un verdadero planteo ecológico se convierte siempre en un planteo social, que debe integrar la justicia en las discusiones sobre el ambiente, para escuchar tanto el clamor de la tierra como el clamor de los pobres.» (Laudato si’,  48-49)

Con este mensaje central que representa la opinión de los países del Sur y propone una «ecología holística»  (LS, 10), el papa Francisco retoma la preocupación central del MTCE. En el marco de nuestra cooperación internacional a través del Movimiento Mundial de Trabajadores Cristianos, se hacen visibles los cambios dramáticos para la población de los países del sur, la destrucción del medio ambiente y la dependencia generada por las condiciones inhumanas. El mensaje central de Laudato si’ es que pobreza y asuntos medioambientales son indisociables. El tema de la justicia y el de la ecología son las dos caras de la misma moneda.

Los modos de producción vigentes, las relaciones financieras mundiales, el consumismo y el uso desenfrenado de los recursos naturales son una amenaza cada vez mayor para la vida en la tierra. Las consecuencias de la economía capitalista se ven reflejadas también en la contaminación y el cambio climático. Las víctimas de ello son principalmente los pobres del mundo a quienes estamos arrebatando un futuro viable dado que no pueden evitar dicho cambio climático, ni la contaminación del aire ni la escasez de agua potable. Mientras los países ricos, principales causantes del cambio climático, utilizan los recursos materiales para protegerse, aumenta la discriminación en los países pobres. Las sequías, inundaciones, destrozos por temporales, subida del nivel del agua del mar y salinización de los acuíferos son algunas de las consecuencias que colocan a los países pobres en un callejón sin salida.

En el MTCE cuestionamos el crecimiento económico generalizado, pues para erradicar la pobreza hay que crecer en lo que beneficie a los pobres. El debate sobre desarrollo sostenible se basa cada vez más en una visión crítica del crecimiento económico que puede traducirse en conceptos como economía de post-crecimiento, economía social o economía solidaria. En los países del sur existen ya muchos enfoques, proyectos y empresas que apuntan a la economía solidaria, en particular en América latina.

A fin de avanzar en la solución al cambio climático y a la pobreza, se necesitan una cooperación mundial e instituciones y estructuras internacionales eficaces. Sin consenso, solidaridad y justicia, la comunidad internacional no logrará erradicar la pobreza en el mundo. Por esta razón es fundamental la firma de acuerdos internacionales como un acuerdo mundial sobre el clima.

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27 octubre 2015

El siguiente llamamiento ha sido redactado por Cardenales, Patriarcas y Obispos de todo el mundo en representación de las agrupaciones continentales de las conferencias episcopales nacionales. Este llamamiento está dirigido a aquellos que negociarán la COP 21 en París y en él se les insta a que trabajen para la aprobación de un acuerdo sobre el clima que sea justo, legalmente vinculante y motor de un verdadero cambio transformacional.

LLAMAMIENTO A LOS NEGOCIADORES DE LA COP 21

Nosotros, los Cardenales, Patriarcas y Obispos, en representación de la Iglesia Católica de los cinco continentes, nos hemos reunido a instancias del Secretario de Estado de la Santa Sede para expresar, en nuestro nombre y en nombre de las personas por las que nos preocupamos, nuestra más sincera esperanza de que se alcance un acuerdo sobre el clima justo y legalmente vinculante en el marco de las negociaciones de la COP 21 en París. A continuación detallamos nuestra propuesta de diez puntos, redactada a partir de la experiencia concreta de personas de todos los continentes, y basada en la íntima relación entre cambio climático, la injusticia y exclusión social de los más pobres y vulnerables de nuestros ciudadanos.

Cambio climático: retos y oportunidades

En su carta encíclica, Laudato si’, dirigida «a cada persona que habita este planeta» (LS 3), el papa Francisco afirma que «el cambio climático representa uno de los principales desafíos actuales para la humanidad». El clima es un bien común, compartido, de todos y para todos (LS 23). El medio ambiente es un bien colectivo, patrimonio de toda la humanidad y responsabilidad de todos (LS 95).

Hoy creyentes y no creyentes estamos de acuerdo en que la tierra es esencialmente una herencia común, cuyos frutos deben beneficiar a todos. Para los creyentes, esto se convierte en una cuestión de fidelidad al Creador, porque Dios creó el mundo para todos. Por consiguiente, todo planteo ecológico debe incorporar una perspectiva social que tenga en cuenta los derechos fundamentales de los más postergados (LS 93).

Las consecuencias globales que se derivan de la dramática aceleración del cambio climático nos obligan a redefinir nuestros conceptos de crecimiento y progreso. Se trata realmente de una cuestión de estilo de vida. Resulta imperativo que encontremos una solución que sea consensuada, teniendo en cuenta la envergadura y la naturaleza global del impacto del clima. Necesitamos una solidaridad universal nueva, una solidaridad que sea «intergeneracional» y «intrageneracional». (LS 13, 14, 162)

El Papa define el mundo como «nuestra casa común» y, en el ejercicio de su custodia, no debemos olvidar que la degradación humana y social son consecuencias de un medio ambiente deteriorado. Por ende, hacemos un llamamiento para que se adopte un enfoque ecológico integral, para que la justicia social se sitúe en el centro de las preocupaciones, «para escuchar tanto el clamor de la tierra como el clamor de los pobres» (LS 49).

El desarrollo sostenible debe incluir a los pobres

La Iglesia, al tiempo que lamenta el dramático impacto del rápido cambio climático en los niveles del mar, los fenómenos meteorológicos extremos, el deterioro de los ecosistemas y la pérdida de biodiversidad, también es testigo de cómo el cambio climático está afectando, mayoritariamente de forma negativa, a las comunidades y a los pueblos vulnerables. El papa Francisco llama nuestra atención sobre el impacto irreparable del cambio climático desenfrenado en muchos países en desarrollo de todo el mundo. Además, el Papa declaró ante la Asamblea General de Naciones Unidas que el abuso y la destrucción del medio ambiente son acompañadas de un proceso incesante de exclusión.(1)

Líderes valientes dispuestos a adoptar acuerdos aplicables

La construcción y el mantenimiento de una casa común sostenible requieren un liderazgo político valiente e imaginativo. Se vuelve indispensable crear un sistema normativo que incluya límites infranqueables y asegure la protección de los ecosistemas (LS 53).

Estudios científicos fiables sugieren que la aceleración del cambio climático es el resultado de la actividad humana desenfrenada, obsesionada por un determinado modelo de progreso y desarrollo. Nuestra excesiva dependencia de los combustibles fósiles es la principal responsable. El Papa y los Obispos Católicos de los cinco continentes, sensibles a los daños causados, instan a una reducción drástica de las emisiones de dióxido de carbono y otros gases tóxicos.

Nos unimos al Santo Padre en su exhortación para que se consigan avances importantes en París, con vistas a alcanzar un acuerdo global y transformador que cuente con el apoyo de todos, y que esté basado en los principios de solidaridad, justicia y participación(2). Este acuerdo debe poner el bien común por encima de los intereses nacionales. Es esencial también que las negociaciones desemboquen en un acuerdo aplicable que proteja nuestro hogar común y todos sus habitantes.

Nosotros, Cardenales, Patriarcas y Obispos, emitimos un llamamiento general y presentamos diez propuestas políticas específicas. Instamos a la COP 21 a que alcance un acuerdo internacional que limite el aumento de la temperatura global a los parámetros actualmente sugeridos por la comunidad científica mundial para evitar impactos climáticos catastróficos, especialmente en las comunidades más pobres y vulnerables. Reconocemos que existe una responsabilidad común, y al mismo tiempo diferenciada, de todas las naciones. No todos los países han llegado al mismo nivel en el espectro del desarrollo, de ahí que la necesidad de trabajar juntos en un esfuerzo común resulte imprescindible.

Nuestras diez propuestas:

1. Tener en cuenta no solo los aspectos técnicos del cambio climático sino también, y sobre todo, los aspectos éticos y morales de conformidad con el artículo 3 de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC).

2. Aceptar que el clima y la atmósfera son bienes globales comunes de todos y para todos.

3. Adoptar un acuerdo mundial justo, motor de un cambio transformacional y legalmente vinculante fundamentado en nuestra visión del mundo que reconoce la necesidad de vivir en armonía con la naturaleza y de garantizar el ejercicio de los derechos humanos de todos, incluyendo los de los Pueblos Indígenas, las mujeres, los jóvenes y los trabajadores.

4. Limitar el aumento de la temperatura global y establecer un objetivo para alcanzar una completa descarbonización para mediados de siglo, con el fin de proteger a las comunidades más afectadas por los efectos del cambio climático, especialmente las que viven en las islas del Pacífico y las regiones costeras.

5. Garantizar que el límite máximo de aumento de la temperatura aparecerá reflejado en un acuerdo global legalmente vinculante, con acciones y compromisos de mitigación ambiciosos por parte de todos los países en función de sus responsabilidades comunes pero diferenciadas y sus respectivas capacidades (CBDRRC en inglés), según los principios de equidad, las responsabilidades históricas, y el derecho al desarrollo sostenible.

• Garantizar la coherencia entre las trayectorias de emisiones y objetivo de descarbonización; así como la imposición de revisiones periódicas de las ambiciones y de los compromisos adoptados. Para ser exitosas, estas revisiones periódicas deben basarse en datos científicos y el respeto del principio de equidad, y deben ser obligatorias.

• Explorar nuevos modelos de desarrollo y estilos de vida que sean compatibles con el clima, combatan la desigualdad y saquen a los pobres de la miseria. En este sentido, resulta esencial poner fin a la era de los combustibles fósiles, eliminar de forma gradual las emisiones de combustibles fósiles y proporcionar un acceso a la energía renovable que sea asequible, fiable y seguro para todos.

6. Garantizar el acceso de todos al agua y a la tierra para la consolidación de sistemas alimentarios resilientes y sostenibles que prioricen las soluciones impulsadas por las personas y no por los beneficios.

7. Garantizar la inclusión y la participación de los más pobres, de los más vulnerables y de aquellos sobre los que repercuten mayoritariamente las decisiones tomadas a todos los niveles.

8. Garantizar que el acuerdo adoptado en 2015 lleve consigo un proceso de adaptación que responda de forma adecuada a las necesidades inmediatas de las comunidades más afectadas y refuerce las soluciones locales.

9. Reconocer que las necesidades de adaptación están supeditadas al éxito de las medidas de mitigación adoptadas. Los responsables del cambio climático tienen la obligación de ayudar a los más vulnerables en la adaptación y la gestión de las pérdidas y daños; y de compartir la tecnología y los conocimientos necesarios.

10. Establecer hojas de ruta claras sobre cómo los países deberán cumplir sus compromisos financieros adicionales, coherentes y previsibles, de forma que se garantice una financiación equilibrada de las acciones de mitigación y de las necesidades de adaptación.

Todo esto debería llamar a una seria consciencia y educación ecológica (LS 202 -215)

Oración por la Tierra

Dios de amor, enséñanos a cuidar para este mundo nuestra casa común. Inspira a los jefes de gobierno mientras se reúnen en París:
− a escuchar y atender el llamado de la tierra y de los pobres;
− a que se unan de corazón y de espíritu para responder con valentía;
− buscar el bien común y la protección de este hermoso jardín terrenal que has creado para nosotros, para nuestros hermanos y hermanas, y las generaciones futuras.
Amén

Firman la declaración

Los cardenales Oswald Gracias, arzobispo de Bombay, India Presidente de FABC (Asia), Peter Erdo, arzobispo de Esztergom, Budapest Presidente de CCEE (Europa) Reinhard Marx, arzobispo de Múnich, Alemania, Presidente de COMECE (Europa), Rubén Salazar Gómez, arzobispo de Bogotá, Presidente de CELAM (América Latina), y Su Beatitud Béchara Boutros Rai, patriarca de de Antioquía (Maronitas) Presidente de CCPO (Consejo de los Patriarcas Católicos de Oriente); los arzobispos Gabriel Mbilingi, de Lubango, Angola, Presidente de SECAM (África), Joseph Kurtz, de Louisville, Presidente de USCCB (Estados Unidos), John Ribat, de Port Moresby, Papúa Nueva Guinea, Presidente de FCBCO (Oceanía) y el obispo David Douglas Crosbi OMI, de Hamilton, Canada Presidente de CCCB.

El documento está redactado en colaboración con las redes católicas CIDSE y Caritas Internationalis y con el auspicio del Consejo Pontificio de Justicia y Paz.

___________________

(1) Discurso del Santo Padre, Sede de las Naciones Unidas, Nueva York, Viernes 25 de septiembre de 2015.
(2) Discurso de Su Santidad el papa Francisco a los Ministros de Medio Ambiente de la Unión Europea, Ciudad del Vaticano, 16 de septiembre de 2015.

Autoridad Política Mundial

Editoriales, Internacional

Autoridad Política Mundial

09 octubre 2015

El terrible drama de los refugiados que huyen como pueden de la violencia de la miseria, la persecución, la guerra… es, como ha dicho el papa Francisco, un «crimen contra la familia humana». No debería haber excusas ni tantos problemas para acogerlos dignamente, pero la triste realidad es que la Unión Europea estamos faltando gravemente al deber de hospitalidad, al deber humano de acoger y cuidar a quienes están en grave riesgo de perder su vida. Es terrible el espectáculo de los regateos y esa especie de subasta de cupos en que están unos gobiernos europeos que actúan muy tarde y muy mal. Hay generosidad y la debida solidaridad y humanidad en comportamientos de personas, grupos y algunas instituciones, pero, en su conjunto, la reacción de las sociedades europeas está lejos de la que debiera. Necesitamos ya, sin más dilaciones, respuestas reales y efectivas a esta situación.

Pero necesitamos también ir más allá y darnos cuenta realmente del profundo déficit de una verdadera construcción europea gobernada políticamente de forma democrática y mirando de verdad al bien común. Y poner remedio a esa falta de política al servicio del bien común. Tomar real conciencia de que «la interdependencia nos obliga a pensar en un solo mundo, en un proyecto común» («Laudato si’», 164).

En ese sentido es imprescindible avanzar hacia una gobernanza más democrática de nuestro mundo que oriente los esfuerzos de todos hacia el bien común. Algo que la Doctrina Social de la Iglesia viene planteando insistentemente: caminar hacia una «Autoridad Política Mundial», democrática y centrada en el cuidado de la casa común y de la familia humana que la habitamos. Es imprescindible avanzar decididamente en esa dirección. No es sencillo, pero es una radical necesidad de la familia humana. Lo necesitamos para afrontar como es debido situaciones como el gobierno de la economía, el trabajo decente para todos, la seguridad alimentaria, el desarme, la crisis ecológica, los flujos migratorios y de refugiados… Experiencias parciales, como la de la Unión Europea, necesitan urgentemente girar hacia una unión política que mire al bien común.

La necesidad de una «Autoridad Política Mundial» ya la planteó el papa Juan XXIII en 1963 («Pacen in terris», nn. 136-141), la reiteró con fuerza Benedicto XVI en 2009 («Caritas in veritate», n. 67) y Francisco ha vuelto a insistir en ella este mismo año («Laudato si’», n. 175). Así lo planteaba Juan XXIII: «El orden moral, de la misma manera que exige una autoridad pública para promover el bien común en la sociedad civil, así también requiere que dicha autoridad pueda lograrlo efectivamente (…) Y como hoy el bien común de todos los pueblos plantea problemas que afectan a todas las naciones, y como semejantes problemas solo puede afrontarlos una autoridad pública cuyo poder, estructura y medios sean suficientemente amplios y cuyo radio de acción tenga un alcance universal, resulta en consecuencia que por imperativo del mismo orden moral, es preciso constituir una autoridad pública general» («Pacem in terris», 136 y 137).

Para caminar en esa dirección, el papa Francisco ha insistido en «Laudato si’» en actitudes morales que necesitamos cultivar con seriedad y urgencia: «La grandeza política se muestra cuando, en momentos difíciles, se obra por grandes principios y pensando en el bien común a largo plazo» (n. 178). «Hace falta volver a sentir que nos necesitamos unos a otros, que tenemos una responsabilidad por los demás y por el mundo, que vale la pena ser buenos y honestos. Ya hemos tenido mucho tiempo de degradación moral, burlándonos de la ética, de la bondad, de la fe, de la honestidad, y llegó la hora de advertir que esa alegre superficialidad nos ha servido de poco» (n. 229).

 

La “Autoridad Política Mundial” en la DSI

En el Editorial de “Noticias Obreras” correspondiente al n. 1.576 (octubre 2015) se plantea la necesidad de una Autoridad Política Mundial, según viene proponiendo insistentemente la Doctrina Social de la Iglesia (DSI). Ofrecemos aquí, ampliando lo que se dice en el Editorial, algunos fragmentos de tres encíclicas en las que se plantea expresamente la necesidad de esa Autoridad Política Mundial: “Pacem in terris” (Juan XXIII, 1963), “Caritas in veritate” (Benedicto XVI, 2009) y “Laudato si’” (Francisco, 2015).

En síntesis, la DSI considera que es necesario trabajar por construir una verdadera comunidad internacional, orientada por la búsqueda del bien común de toda la humanidad. En ese contexto es necesario tender a la creación de una real Autoridad Política Mundial que sea un instrumento más eficaz para abordar los desafíos de nuestro mundo. La hace cada vez más necesaria la creciente globalización de nuestro mundo, la dimensión planetaria de los problemas que la humanidad tiene que afrontar, especialmente en lo que se refiere a la justicia social y el cuidado de la naturaleza, y al problema del empobrecimiento de una gran parte de la humanidad. Del mismo modo que en cada comunidad política es necesaria la existencia de una autoridad política democrática y de una activa y vertebrada sociedad civil que oriente todos los esfuerzos hacia el bien común, la comunidad internacional necesita de una autoridad democrática de alcance global y de una sociedad civil que coopere activamente para contribuir eficazmente a la consecución del bien común de toda la familia humana.

Juan XXIII, «Pacem in terris»

• “El orden moral, de la misma manera que exige una autoridad pública para promover el bien común en la sociedad civil, así también requiere que dicha autoridad pueda lograrlo efectivamente” (n. 136).

• “Y como hoy el bien común de todos los pueblos plantea problemas que afectan a todas las naciones, y como semejantes problemas solamente puede afrontarlos una autoridad pública cuyo poder, estructura y medios sean suficientemente amplios y cuyo radio de acción tenga un alcance mundial, resulta, en consecuencia, que, por imposición del mismo orden moral, es preciso constituir una autoridad pública general” (n. 137).

• “Esta autoridad general, cuyo poder debe alcanzar vigencia en el mundo entero y poseer medios idóneos para conducir al bien común universal, ha de establecerse con el consentimiento de todas las naciones y no imponerse por la fuerza (…) Porque si las grandes potencias impusieran por la fuerza esta autoridad mundial, con razón sería de temer que sirviese al provecho de unas cuantas o estuviese al lado de una nación determinada, y por ello el valor y la eficacia de su actividad quedarían comprometidas” (n. 138).

• “La autoridad pública mundial ha de tender principalmente a que los derechos de la persona humana se reconozcan, se tengan en el debido honor, se conserven incólumes y se aumenten en realidad” (n. 139).

• “Además, así como en cada Estado es preciso que las relaciones que median entre la autoridad pública y los ciudadanos, las familias y los grupos intermedios, se regulen y gobiernen por el principio de la acción subsidiaria, es justo que las relaciones entre la autoridad pública mundial y las autoridades públicas de cada nación se regulen y rijan por el mismo principio. Esto significa que la misión propia de esta autoridad mundial es examinar y resolver los problemas relacionados con el bien común universal en el orden económico, social, político o cultural, ya que estos problemas (…) presentan dificultades superiores a las que pueden resolver satisfactoriamente los gobiernos de cada nación” (n. 140).

• “La autoridad mundial debe procurar que en todo el mundo se cree un ambiente dentro del cual no solo los poderes públicos de cada nación, sino también los individuos y los grupos intermedios, puedan con mayor seguridad realizar sus funciones, cumplir sus deberes y defender sus derechos” (n. 141).

Benedicto XVI, «Caritas in veritate»

• “Ante el imparable aumento de la interdependencia mundial, y también en presencia de una recesión de alcance global, se siente mucho la urgencia de la reforma tanto de la Organización de las Naciones Unidas como de la arquitectura económica y financiera internacional, para que se dé una concreción real al concepto de familia de naciones. Y se siente la urgencia de encontrar formas innovadoras para poner en práctica el principio de la responsabilidad de proteger y dar también una voz eficaz en las decisiones comunes a las naciones más pobres. Esto aparece necesario precisamente con vistas a un ordenamiento político, jurídico y económico que incremente y oriente la colaboración internacional hacia el desarrollo solidario de todos los pueblos. Para gobernar la economía mundial, (…) para lograr un oportuno desarme integral, la seguridad alimenticia y la paz, para garantizar la salvaguardia del ambiente y regular los flujos migratorios, urge la presencia de una verdadera Autoridad política mundial, como fue ya esbozada por mi predecesor, el Beato Juan XXIII. Esta autoridad deberá estar regulada por el derecho, atenerse de manera concreta a los principios de subsidiaridad y de solidaridad, estar ordenada a la realización del bien común, comprometerse en la realización de un auténtico desarrollo humano integral inspirado en los valores de la caridad en la verdad. Dicha Autoridad, además, deberá estar reconocida por todos, gozar de poder efectivo para garantizar a cada uno la seguridad, el cumplimiento de la justicia y el respeto de los derechos (…) El desarrollo integral de los pueblos y la colaboración internacional requieren el establecimiento de un grado superior de ordenamiento internacional de tipo subsidiario para el gobierno de la globalización, que se lleve a cabo finalmente un orden social conforme al orden moral” (n. 67).

Francisco, «Laudato si’»

• “La misma lógica que dificulta tomar decisiones drásticas para invertir la tendencia al calentamiento global es la que no permite cumplir el objetivo de erradicar la pobreza. Necesitamos una reacción global más responsable (…) El siglo XXI, mientras mantiene un sistema de gobernanza propio de épocas pasadas, es escenario de un debilitamiento de poder de los Estados nacionales, sobre todo porque la dimensión económico-financiera, de características transnacionales, tiene a predominar sobre la política. En este contexto, se vuelve indispensable la maduración de instituciones internacionales más fuertes y eficazmente organizadas (…) Como afirmaba Benedicto XVI en la línea ya desarrollada por la doctrina social de la Iglesia, (…) “urge la presencia de una verdadera Autoridad política mundial” (n. 175).

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Cambiar el sistema, no el clima

Colaboraciones, Internacional

Cambiar el sistema, no el clima

28 septiembre 2015

Araceli Caballero | «A la tercera va la vencida» es un refrán que no funciona para la lucha contra el cambio climático. Del 30 de noviembre al 11 de diciembre se celebra (¡?) en París la 21 Cumbre del clima, sin que ninguna de ellas haya generado medidas reales. En la tercera Conferencias de las Partes (COP), nombre oficial de estas citas, se alcanzó el protocolo de Kyoto, de más renombre que eficacia; fue la 3ª, pero ni de lejos «la vencida».

Los científicos hace tiempo que alertan de que un incremento de la temperatura media por encima de 2º C modificaría dramáticamente la vida de la Tierra tal como la conocemos, de modo que cada COP es más decisiva, porque ponerse manos a la obra en serio es cada vez más urgente. Pues parece que quienes COPean no lo tienen tan claro: en la anterior, celebrada en Lima, el acuerdo al que llegaron fue dejar las cosas para París.

Ya se acerca París, que debería ser la cita definitiva para limitar el aumento de la temperatura global con compromisos concretos y obligatorios de cada país, mecanismos de verificación incluidos. Ese es precisamente el quid de la cuestión, que quienes cortan el bacalao querrían no tener el problema, pero no están dispuestos a resolverlo. No están –¿estamos?– dispuestos a renunciar a un tipo de desarrollo que se alimenta de combustibles fósiles, causantes de los gases invernadero, y eso nos deja en manos de los lobbies del sector, del brazo de unos poderes políticos que cualquiera diría que son democráticos, a la vista de los intereses que defienden. «El poder conectado con las finanzas es el que más se resiste a este esfuerzo, y los diseños políticos no suelen tener amplitud de miras». Así de claro lo dice el papa Francisco en la encíclica «Laudato si’».

El momento no es para deprimirse, sino para que la ciudadanía nos pongamos manos a la obra; si no, la COP21 tendrá muchas papeletas para ser más de lo mismo. Es nuestra hora no solo porque, como se pregunta el papa, «¿para qué se quiere preservar hoy un poder que será recordado por su incapacidad de intervenir cuando era urgente y necesario hacerlo?», sino porque «muchos esfuerzos para buscar soluciones concretas a la crisis ambiental suelen ser frustrados no solo por el rechazo de los poderosos, sino también por la falta de interés de los demás».

En 2013 nació en Bayona (Francia) Alternatiba, con una propuesta que da en el blanco, «Cambia el sistema, no el clima». «Se trata, por un lado, de interpelar a los gobernantes sobre las dramáticas consecuencias de la falta de un acuerdo internacional ambicioso, eficaz, vinculante y justo sobre el clima, y por otro, de apelar a la gente a emprender sin más dilaciones la transición social, energética y ecológica necesaria para evitar el trastorno profundo e irreversible de los mecanismos del clima», explican. Solo es una de las muchas iniciativas en marcha.

Los poderes contaminantes bien que se movilizan con sus lobbies y sus puertas giratorias; no nos quedemos de brazos cruzados, que se nos quema la casa.

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Ecología, trabajo y sindicalismo

Colaboraciones, Internacional

Ecología, trabajo y sindicalismo

22 septiembre 2015

Francisco Porcar | Hay un triple desafío de gran importancia: cuidar de la casa común (la tierra en la que habitamos), hacer del trabajo un instrumento de ese cuidado de la vida (de la casa común y de la familia humana que en ella habitamos), y construir como tarea esencial del sindicalismo el hacer posible que el trabajo sea así. Las tres cosas son un deber de justicia con la dignidad del ser humano, especialmente un deber de justicia con los empobrecidos. ¿Es esto una quimera? No. Es el horizonte en el que necesitamos situarnos. ¿Qué otra cosa si no es el trabajo decente? No solo un trabajo en condiciones dignas del ser humano, sino también un trabajo que responda al ser y la vocación de las personas: un trabajo decente es aquel que sirve al ser humano para cuidar y desarrollar la vida.

En diciembre de este año tendrá lugar en París una negociación política sobre el clima. Tal como van las cosas, seguramente ocurrirá lo de siempre, que no se adoptarán los acuerdos necesarios, porque la voluntad política sigue sometida a grupos económicos que arrasan las fuentes de la vida desde su insaciable codicia enmascarada de «progreso». También en París, el movimiento sindical internacional celebra este mes de septiembre una Cumbre Sindical sobre el Clima, reclamando «justicia climática». Un movimiento sindical que insiste cada vez más en unir «trabajo con derechos y justicia climática», «justicia social y justicia climática».

En este sentido, la Secretaria General de la Confederación Sindical Internacional (CSI), Sharan Burrow, acogió y celebró la encíclica «Laudato si’» del papa Francisco: «Las palabras del papa Francisco destacan el hecho de que, a menos de que se tomen medidas para luchar contra el cambio climático, nuestros objetivos de progreso social y de trabajo decente para todo seguirán siendo un mero sueño. Nosotros compartimos este imperativo de transformación de nuestro sistema económico a fin de evitar la contaminación y hacer posible que los trabajadores y sus familias accedan a puestos de trabajo decentes y medios de vida dignos». Necesitamos «un compromiso común de apoyar una transformación profunda y justa de nuestras economías y sociedades para el bien del planeta y de todos los hombres y mujeres que lo habitan».

En esa misma línea apunta la Organización Internacional del Trabajo (OIT) con su estrategia de «empleos verdes» o de transición justa hacia un nuevo modelo económico, social y laboral, estrechamente vinculado al trabajo decente. En la 104 Conferencia Internacional de Trabajo, celebrada el pasado mes de junio, se ha dado un gran relieve a esta estrategia.

Ciertamente, «Laudato si’» plantea lo que dice la CSI. Pero insiste en algo que es decisivo: la crisis ecológica es un problema antropológico, fruto de una crisis ética, cultural y espiritual provocada por un modelo social economicista que deforma nuestra humanidad (n. 119); por eso, «no habrá una nueva relación con la naturaleza sin un nuevo ser humano. No hay ecología sin una adecuada antropología» (n. 118). Y aquí habla Francisco del sentido del trabajo, apuntando al desafío que hemos indicado al principio: «En cualquier planteo sobre una ecología integral, que no excluya al ser humano, es indispensable incorporar el valor del trabajo (…) En realidad, la intervención humana que procura el prudente desarrollo de lo creado es la forma más adecuada de cuidado» (n. 124). «Cuando en el ser humano se dañan la capacidad de contemplar y de respetar, se crean las condiciones para que el sentido del trabajo se desfigure» (n. 127). «Estamos llamados al trabajo desde nuestra creación (…). El trabajo es una necesidad, parte del sentido de la vida en esta tierra, camino de maduración, de desarrollo humano y de realización personal» (n. 128). La esclavitud economicista (el haberlo reducido a un mero instrumento de la economía) a la que ha sido sometido el trabajo humano (la persona del trabajador y trabajadora) impide el sentido humano del trabajo, dañando gravemente nuestra humanidad y nuestro mundo.

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Conversión ecológica

Editoriales

Conversión ecológica

17 septiembre 2015

Lo más importante de cualquier reflexión que se nos ofrece para la vida no es cuánto nos da la razón (aunque entonces nos suele gustar más), sino cuánto y cómo nos interpela. Es bueno leer «Laudato si’» desde esta convicción. El papa Francisco es tremendamente realista y concreto en exponer la gravedad de la crisis ecológica; también en reconocer, acoger y valorar las actuaciones positivas en el cuidado del medio ambiente. Es muy claro y concreto en las críticas a un modelo económico, social y político que, por codicia, destroza nuestra humanidad y nuestro mundo, así como a la mentalidad tecnocrática que nos asfixia. Plantea con toda claridad la necesidad de un cambio radical de la economía para someterla al bien común. Y, sobre todo, hace una propuesta de una ecología integral (ambiental, económica, social, cultural…) e insiste repetidamente en algo esencial: también lo ecológico hay que mirarlo desde los pobres; lucha por la justicia y ecología son inseparables, combatir la pobreza y cuidar la naturaleza son dos expresiones de una misma realidad: el cuidado de la vida que se expresa en el cuidado de la casa común y de la familia humana que habitamos en ella.

Pero, en nuestra opinión, lo más interpelante de «Laudato si’» es la forma en que considera el problema ecológico como problema antropológico: su raíz es la profunda deformación de lo humano provocada por un modelo económico, social y cultural construido sobre el individualismo y el egoísmo del poseer y dominar. Para transformar esa realidad es esencial recuperar el sentido de nuestra humanidad. De ahí la importancia que Francisco da a la «conversión ecológica» (personal, comunitaria, social, política…): «No habrá una nueva relación con la naturaleza sin un nuevo ser humano. No hay ecología sin una adecuada antropología (…) Si la crisis ecológica es una eclosión o una manifestación externa de la crisis ética, cultural y espiritual de la modernidad, no podemos pretender sanar nuestra relación con la naturaleza y el ambiente sin sanar todas las relaciones básicas del ser humano» (nn. 118 y 119).

En este sentido, quizá lo más hermoso, interpelante y transformador de «Laudato si’» sea su llamada a reconocer la dignidad y la libertad-responsabilidad del ser humano, de cada una de nosotras y nosotros. Podemos leer toda la encíclica desde esta clave: «Muchas cosas tienen que cambiar, pero ante todo la humanidad necesita cambiar. Hace falta la conciencia de un origen común, de una pertenencia mutua y de un futuro compartido por todos» (n. 202). «El consumismo obsesivo es el reflejo subjetivo del paradigma tecnoeconómico (…) Tal paradigma hace creer a todos que son libres mientras tengan una supuesta libertad para consumir». «En este contexto no parece posible que alguien acepte que la realidad le marque límites. Tampoco existe en este horizonte un verdadero bien común. Si tal tipo de sujeto es el que tiende a predominar en una sociedad, las normas solo serán respetadas en la medida en que no contradigan las propias necesidades» (nn. 203-204).

«Sin embargo, no todo está perdido, porque los seres humanos, capaces de degradarse hasta el extremo, también pueden sobreponerse, volver a optar por el bien y regenerarse, más allá de todos los condicionamientos mentales y sociales que les impongan (…) No hay sistemas que anulen por completo la apertura al bien, a la verdad y a la belleza, ni la capacidad de reacción que Dios sigue alentando desde lo profundo de los corazones humanos. A cada persona de este mundo le pido que no olvide esa dignidad suya que nadie tiene derecho a quitarle» (n. 205).

«Siempre es posible volver a desarrollar la capacidad de salir de si hacia el otro. Sin ella no se reconoce a las demás criaturas en su propio valor, no interesa cuidar algo para los demás, no hay capacidad de ponerse límites para evitar el sufrimiento o el deterioro de lo que nos rodea. La actitud básica de autotrascenderse (…) es la raíz que hace posible todo cuidado de los demás y del medio ambiente (…) Cuando somos capaces de superar el individualismo, realmente se puede desarrollar un estilo de vida alternativo y se vuelve posible un cambio importante en la sociedad» (n. 208).

Nota | Este editorial se publica también en redes sociales. Si quieres, puedes compartirlo y comentarlo con la etiqueta #EditorialNNOO en twitter y facebook.

Otros textos publicados en Noticias Obreras.

«Laudato si’», salto cualitativo en el Magisterio de la Iglesia ante la cuestión ambiental. La experta en ecología y franciscanismo, Margarita Suárez, comenta los principales avances que «Laudato si’» supone para la Doctrina Social de la Iglesia. | NNOO 1574, Tema del mes.

«La carta de Bergoglio merece ser leída y discutida». El profesor de la Universitat de València Ernest García acepta la propuesta de diálogo de Francisco y ofrece su visión sobre plateamientos ecologistas. | NNOO 1574, sección Política.

«Laudato si’ y la economía». El pensamiento sobre el modelo económico de Bergoglio mantiene su coherencia también en su encíclica, como señala Enrique Lluch, profesor de economía de la Universidad CEU Cardenal Herrara. | NNOO 1574, sección Economía.

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De asamblea con la prole

Familia obrera

De asamblea con la prole

02 septiembre 2015

José Luis PalaciosMás de 130 niños y niñas, adolescentes y jóvenes, de cero a 26 años, acuden con sus padres a la Asamblea General de la HOAC en Segovia. Vayan «a rastras» o vayan «contentos», a buen seguro será una experiencia inolvidable para todos y todas.

David, de 16 años, hijo de Juan Fran Garrido y Mari Mar León, militantes de Córdoba, reconoce que al principio «no quería ir» pero, ya que no puede «quedarse en tierra», acompañará a sus padres, dispuesto a «pasarlo bien». Algunas de sus vivencias serán positivas; otras, negativas; y también las habrá agridulces. Como en la vida misma, por otra parte. Motivada desde el principio, acude Amanda, de 17 años, natural de Gáldar (Canarias), hija de los también militantes de la HOAC, Iñaki Velasco y Fátima Díaz. Ya estuvo en la asamblea anterior, la número 12, y el recuerdo de haberlo pasado bien le lleva a tener «ganas de volver».

Pasarse el puente de agosto cerca de unos 1.000 adultos enfrascados en debates, reflexiones, votaciones y celebraciones no suena de lo más apetecible, a simple vista. Desde luego, no es precisamente lo más habitual. Medio en broma, medio en serio, David afirma de sus padres que «están locos», y no solo por gastar días de vacaciones en familia en un encuentro de estas características, sino también porque «son gente con una gran dedicación y un gran compromiso que poca gente tiene», lo que, intuye, tal vez les resta energías para «otras cosas que también son importantes».

Coincide con él Pau, de 14 años, hijo del militante de Barcelona José Bazoco y de Inma Reoyo, al señalar la singularidad que supone el afán por reunirse, de hablar de cosas importantes y de ocuparse de cómo mejorar la sociedad: «los padres de mis amigos no suelen tener tiempo para estas cosas….». Para explicarle en qué anda metido su padre a esos amigos se agarra a una explicación convincente: «Es un grupo de gente que quiere hacer una buena acción social, tanto con inmigrantes y con otras personas machacadas, como con grupos de trabajadores».

La decisión de sus mayores de acudir a un evento de cuatro días, en mitad del tiempo estival, es fruto de una opción consciente, firme y libre por construir una organización asamblearia, inclusiva y sensible al sufrimiento de las familias trabajadoras, compuesta por personas que quieren reconocerse y ser reconocidas como seguidoras de Jesucristo. Suena difícil de explicar a las personas más pequeñas, pero algún día estarán en condiciones de entender que es el momento reservado por sus mayores para tomar las riendas de la asociación a la que pertenecen y acercarse así al ideal de vida escogido.

Después de todo, como explica la más mayor entre la prole de los asambleístas, Ana, de 26 años de edad, hija del militante de Sevilla Manuel Loza y Mari Ángeles, habitantes del Polígono Sur, la HOAC no es más ni menos que «un grupo de gente de toda España, muy metida en barrios como el mío, que intentan mejorar la vida de sus vecinos siguiendo el ejemplo de la vida de Jesús». Las tablas que se intuyen tras la respuesta proceden de su ingreso en la JOC a la que pertenece en estos momentos.

Todos los consultados hablan bien –será por la cuenta que les trae– de las personas que identifican como miembros de la HOAC: «La gente que conozco siempre me ha tratado muy bien, con mucho cariño y cuando organizan cualquier cosa, sé que tengo la diversión asegurada», comenta la canaria Amanda. «Me parecen grandes personas, que se plantean las cosas de manera diferente», añade el cordobés David. Pau considera que «es gente muy amable y cuando nos vemos, cuatro o cinco veces al año en actos organizados en Barcelona, se interesan por mí». En pocas palabras, las usadas por la mayor de los hijos de militantes, Ana, de Sevilla, se podría concluir que se trata, en general, de «personas buenas, muy activas y muy participativas, que ayudan a la gente…».

No obstante, hay asuntos que les provocan cierto desasosiego, como son el alojamiento, la comida, la organización de las actividades pensadas para ellos, los horarios… En el caso de David, por ejemplo, mediatizado por sus recuerdos de la asamblea anterior, seis años atrás. «En Madrid había muchísima gente, muchos niños de muchas edades y todo me pareció muy grande…», justifica. Quien no cuenta con referencias previas, ha oído comentarios de veces pasadas, como Ana, a la que le han hablado de «los horarios, el calor que hacía, la guardería llena de niños…». Con deportividad, Pau, jugador de las categorías inferiores del Círcol Catòlic de Badalona, confiesa que «cuando sales de casa, ya sabes la comida que te puedes esperar».

Con todo, la preocupación es menor que otras ocasiones, al saber que esta vez serán acogidos en hoteles que, aunque sean del interior del territorio y sea temporada baja en ellos, están acostumbrados a ofrecer sus servicios a colectivos muy numerosos. Pero lo que les atrae, más allá de los eventos lúdicos organizados por la Escuela Diocesana de Tiempo Libre de Segovia (EDETIL), es el contacto con la gente, sea conocida o desconocida, y las posibilidades que, sospechan, les abre la convivencia.

«Conozco a niños de aquí que van a estar en la asamblea, son ya como amigos. Lo vamos a pasar bien. Además, podré conocer gente de otras comunidades y puedo aprender de personas interesantes», aventura Pau, recién llegado de un campus de baloncesto. En sentido similar se expresa Ana, ahora de vacaciones tras un curso escolar muy intenso, quien, de partida, es consciente de conocer a mucha gente del barrio, a hijos de otras familias, incluso a primos, que estarán con ella: «tengo ganas de reencontrarme con personas que conocí en otras ocasiones, hemos preparado nuestra participación para el momento de fiesta y sé que nos vamos a divertir».

David, que disfruta de unos días de playa en familia, cree que se alegrará de «estar con la gente, de conocer gente nueva» y confiesa que, del contacto con los demás, «algo siempre aprendes». Aunque a la muy canaria Amanda le va a costar alejarse del clima y las playas de su isla, prevé disfrutar «cuidando y pasando tiempo con los niños pequeños, que me encantan».

Habrá quien no comparta sus expectativas y es de suponer que otras experiencias tendrán un signo bien distinto. De momento, y para regocijo, a ser posible breve y momentáneo, por si las moscas, de los padres de los mencionados, pueden detenerse a leer las opiniones expresadas por sus hijos.

«La HOAC es un movimiento que ya forma parte de mi familia, que nos ha llenado a todos en muchos sentidos a lo largo de los años. Mis padres tienen grandes amigos gracias a este movimiento», apunta encantadoramente Amanda. Pau, con una madurez insólita para alguien de su edad, juzga que le gustaría volver «de mayor» a una asamblea, porque supone que le gustaría que sus hijos «entren en contacto con gente interesante y puedan hablar sobre temas realmente importantes, en un ambiente de familia…».

El alegre David no ha podido dejar de confesar: «Ya sé cómo son mis padres. De hecho, hay otros familiares míos que también están en la HOAC, pero los quiero así como son». Por su parte, la sevillana Ana, con el peso que dan los años y la proximidad a varias familias hoacistas de su vecindario, termina con la esperanza de que la cita de verano sea «un momento interesante», lleno de «buenos ratos».

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El undécimo, no molestar

Colaboraciones

El undécimo, no molestar

27 agosto 2015

Araceli Caballero | Ya está aquí agosto: el calorcillo (¡el calorazo!), el botijo, la molicie, las terracitas, los cines de verano, el pueblo,… ¡las vacaciones! Es decir, tiempo para hacer otras cosas, conocer otros lugares, ir al campo, a la playa, a visitar amigos… Todo ello, eso sí, cumpliendo el undécimo mandamiento: no molestar. Los hábitos respetuosos no conocen holganza.

La canícula no pone fácil este año frenar el cambio climático, pero tengamos presente que no todos los mecanismos de refresco se enchufan: cerrar puertas y ventanas al sol, y abrirlas a la sombra, abanicos, botijos y paipays, agua fresca, etc. Como regla general, la de siempre: usar el medio más adecuado y ajustado a cada necesidad, con responsabilidad y sin pasar por alto los «daños colaterales».

Existe un impacto vacacional especialmente paradójico: el deterioro de aquello que tanto nos atrae: el paisaje. Vamos al campo a disfrutarlo, y lo dejamos hecho unos zorros; descubrimos que el mar es una maravilla, y basta darse una vuelta por el litoral mediterráneo español (entre otros, que no tiene la exclusiva) para que no haya que entrar aquí en detalle: urbanización de zonas naturales, sobreutilización del recurso agua, problemas relacionados con el tratamiento de las basuras, contaminación del agua por los residuos líquidos, cambios en el paisaje para favorecer impropias actividades de ocio como el golf o el esquí, etc.

La alternativa es, por supuesto, mirar atentamente dónde vamos y qué vacaciones hacemos; también algo tan elemental como comportarnos con cuidado y con educación. En fin, que tengamos presente cuando, por ejemplo, paseamos por el campo que los visitantes somos nosotros: las piedras, animalillos y plantas no son un buffet libre: se mira, pero no se toca. Y, por supuesto, no se va a casa de nadie a ensuciársela.

Que el viajar es un placer es sabido desde mucho antes de que los payasos de la tele nos lo cantaran, pero ojo con el medio de transporte. ¿No habíamos quedado en que mover las piernas (sobre suelo o pedales) es sano y agradable? Pues aparquemos el coche, no sea que en 2015 superemos los niveles de contaminación del 2014, cuando el 95% de la población española y el 94% del territorio estuvieron –estuvimos– expuestos a unos niveles superiores a lo que recomienda la Organización Mundial de la Salud, según un informe de Ecologistas en Acción.

Un último aviso: no es ecoturismo todo lo que reluce. Desde que «lo verde» se convirtió en argumento de venta, en el azúcar que hace tragable lo infumable, hay que mirar con lupa algunas palabras, que las carga el capital. No es ecoturismo invadir entornos naturales frágiles, pongamos por caso.

En fin, todo lo dicho –más lo que ustedes ya saben– se resume en el texto de un cartel que seguramente conocen: no mate más que el tiempo; no saque más que fotos; no deje más que huellas. Pues eso.

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