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Francisco a la Acción Católica Italiana: Vivir el Evangelio, no ser estatuas

Iglesia

Francisco a la Acción Católica Italiana: Vivir el Evangelio, no ser estatuas

20 mayo 2014

El pasado 3 de mayo el Papa Francisco tuvo un encuentro en el aula Pablo VI con la Acción Católica Italiana y una representación del Foro Internacional de la Acción Católica (FIAC). El encuentro se celebró en el contexto de la celebración de la XV Asamblea Nacional de la Acción Católica Italiana, desarrollado entre el 30 de abril al 3 de mayo. Han participado en el encuentro con el Papa Francisco un representante de cada una de las parroquias en las que la Acción Católica Italiana está presente y los 1000 delegados diocesanos que han representado a todos los laicos miembros de la ACI.  Unas 7.000 personas, entre los representantes de cada una de las parroquias con presencia de la ACI y los delegados diocesanos, pudieron saludar al Papa y escuchar sus palabras dirigidas a toda la Acción Católica.

 A continuación el mensaje íntegro del Papa Francisco:

Queridos amigos de la Acción católica:

Os doy la bienvenida a todos vosotros, que representáis a esta hermosa realidad eclesial. Saludo a los participantes en la Asamblea nacional, a los presidentes parroquiales, a los sacerdotes consiliarios y a los amigos de la Acción católica de otros países. Saludo al presidente Franco Miano, a quien agradezco la presentación que ha hecho, y al nuevo consiliario general, monseñor Mansueto Bianchi, a quien deseo todo bien en esta nueva misión, y a su predecesor monseñor Domenico Sigalini, que tanto ha trabajado: le doy las gracias por la entrega con la que sirvió durante muchos años a la Acción católica. Dirijo un saludo especial al cardenal Angelo Bagnasco, presidente de la Conferencia episcopal italiana, y al secretario general, monseñor Nunzio Galantino.

El tema de vuestra Asamblea, «Personas nuevas en Cristo Jesús, corresponsables de la alegría de vivir», se inserta bien en el tiempo pascual, que es un tiempo de alegría. Es la alegría de los discípulos en el encuentro con Cristo resucitado, y requiere ser interiorizada dentro de un estilo evangelizador capaz de incidir en la vida. En el actual contexto social y eclesial, vosotros laicos de la Acción católica estáis llamados a renovar la opción misionera, abierta a los horizontes que el Espíritu indica a la Iglesia y expresión de una nueva juventud del apostolado laical. Esta es la opción misionera: todo en clave misionera, todo. Es el paradigma de la Acción católica: el paradigma misionero. Esta es la opción que hoy hace la Acción católica. Sobre todo las parroquias, especialmente las marcadas por el cansancio y la cerrazón —y son muchas. Parroquias cansadas, parroquias cerradas… ¡existen! Cuando saludo a las secretarias parroquiales, les pregunto: ¿Pero usted es secretaria de esas que abren las puertas o de las que cierran la puerta? Estas parroquias necesitan vuestro entusiasmo apostólico, vuestra total disponibilidad y vuestro servicio creativo. Se trata de asumir el dinamismo misionero para llegar a todos, privilegiando a quien se siente alejado y a los grupos más débiles y olvidados de la población. Se trata de abrir las puertas y dejar que Jesús pueda salir fuera. Muchas veces tenemos a Jesús encerrado en las parroquias con nosotros, no salimos fuera y no dejamos que Él salga fuera. Abrir las puertas para que Él salga, al menos Él. Se trata de una Iglesia «que sale»: siempre Iglesia que sale.

Este estilo de evangelización, animado por una fuerte pasión por la vida de la gente, es especialmente adecuado a la Acción católica, formada por el laicado diocesano que vive en estrecha corresponsabilidad con los Pastores. En esto os ayuda la popularidad de vuestra asociación, que a los compromisos intraeclesiales sabe unir el compromiso de contribuir a la transformación de la sociedad para orientarla al bien. He pensado entregaros tres verbos que pueden constituir para todos vosotros una guía de camino.

El primero es: permanecer. Pero no permanecer encerrados, no. ¿Permanecer en qué sentido? Permanecer con Jesús, permanecer gozando de su compañía. Para ser anunciadores y testigos de Cristo es necesario permanecer ante todo cercanos a Él. Es en el encuentro con Aquél que es nuestra vida y nuestra alegría, que nuestro testimonio adquiere cada día nuevo significado y nueva fuerza. Permanecer en Jesús, permanecer con Jesús.

Segundo verbo: ir. Jamás una Acción católica estática, ¡por favor! No detenerse: ¡ir! Ir por las calles de vuestras ciudades y vuestros pueblos, y anunciar que Dios es Padre y que Jesucristo os lo ha dado a conocer, y que por ello vuestra vida ha cambiado: se puede vivir como hermanos, llevando dentro una esperanza que no defrauda. Que viva en vosotros el deseo de hacer circular la Palabra de Dios hasta los confines, renovando así vuestro compromiso de encontrar al hombre donde quiera que se encuentre, allí donde sufre, allí donde espera, allí donde ama y cree, allí donde están sus sueños más profundos, los interrogantes más auténticos, los deseos de su corazón. Allí os espera Jesús. Esto significa: salir fuera. Esto significa: salir, ir saliendo.

Y, por último, gozar. Gozar y alegrarse siempre en el Señor. Ser personas que cantan la vida, que cantan la fe. Esto es importante: no sólo recitar el Credo, recitar la fe, conocer la fe, sino cantar la fe. Esto es. Decir la fe, vivir la fe con alegría, y a esto se llama «cantar la fe». Y no lo digo yo, lo dijo san Agustín hace 1600 años: «¡cantar la fe!». Personas capaces de reconocer los propios talentos y los propios límites, que saben ver en sus jornadas, incluso en las más sombrías, los signos de la presencia del Señor. Alegrarse porque el Señor os ha llamado a ser corresponsables de la misión de su Iglesia. Alegrarse porque en este camino no estáis solos: está el Señor que os acompaña, están vuestros obispos y sacerdotes que os sostienen, están vuestras comunidades parroquiales, vuestras comunidades diocesanas con las que compartís el camino. ¡No estáis solos!

Con estas tres actitudes: permanecer en Jesús, ir hasta los confines y vivir la alegría de la pertenencia cristiana, podréis llevar adelante vuestra vocación, y evitar la tentación de la «quiete», que nada tiene que ver con el permanecer en Jesús; evitar la tentación de la cerrazón y del intimismo, tan edulcorada, disgustosa por cuanto es dulce, la del intimismo… Si vosotros salís, no caeréis en esta tentación. Y evitar también la tentación de la seriedad formal. Con este permanecer en Jesús —ir hasta los confines, vivir la alegría evitando estas tentaciones—, evitaréis llevar adelante una vida más parecida a estatuas de museo que a personas llamadas por Jesús a vivir y difundir la alegría del Evangelio. Si queréis escuchar el consejo de vuestro consiliario general —es muy pacífico, porque lleva un nombre apacible, él, es Mansueto—, si queréis acoger su consejo, convertíos en burritos, pero jamás en estatuas de museo, por favor, jamás.

Pidamos al Señor, para cada uno de nosotros, ojos que sepan ver más allá de la apariencia; oídos que sepan escuchar gritos, susurros y también silencios; manos que sepan sostener, abrazar y curar. Pidamos, sobre todo, un corazón grande y misericordioso, que desee el bien y la salvación de todos. Que os acompañe en el camino María Inmaculada, y también mi bendición. Y os doy las gracias porque sé que rezáis por mí.

Ahora os invito a rezar a la Virgen, que es nuestra Madre, que nos acompañará en este camino. La Virgen siempre iba detrás de Jesús, hasta el final, lo acompañaba. Pidámosle que nos acompañe siempre en nuestro camino, este camino de la alegría, este camino del salir, este camino del permanecer con Jesús.

Discurso a la Acción Católica Italiana, Aula Pablo VI. 3 de mayo de 2014

 

Comunicado del 1º de Mayo

Comunicados, Mundo obrero y del trabajo

Comunicado del 1º de Mayo

23 abril 2014

Ante un nuevo 1º de mayo, día internacional de los trabajadores  y las trabajadoras, fiesta del movimiento obrero mundial, la HOAC y la JOC, movimientos de Acción Católica especializada en el mundo obrero, queremos ofrecer nuestra reflexión.

Recordamos en este día a tantos trabajadores y trabajadoras que sufrieron y continúan sufriendo a lo largo de la historia condiciones precarias e inseguras de trabajo, lo que les ha llevado a perder la salud e incluso la vida. Trabajadores explotados por la usura de los empresarios, o de grupos multinacionales o financieros, que especulan y no dudan, en poner como centro de la actividad económica el beneficio y el dinero.

Así la persona y sus familias, son mercancía que se compra a cambio de un salario cada día menor. También recordamos a quienes, siendo un ejemplo de resistencia y lucha, han permitido que el colectivo obrero y la sociedad en general, avanzáramos hacia un mundo de justicia, igualdad, paz y desarrollo y nos implicáramos en la construcción de un mundo más fraterno.

Denunciamos que el Mundo obrero está sufriendo las consecuencias de una desigualdad cada vez mayor, entre países y dentro de cada país. El trabajo convertido en un factor más de la producción y al servicio del capital, está dejando de ser un elemento esencial para que las personas y las familias puedan vivir con dignidad. Un escenario nefasto para el desarrollo de la vida de tantas personas ¿Por qué no podemos vivir sin trabajo, y si trabajamos perdemos la vida? puede parecer exagerado… ¡pero no! Actualmente en España nos encontramos  con una escalofriante tasa de desempleo del 26% (5.896.300 de personas) [1],  del 56% si hablamos de jóvenes. Quienes encuentran trabajo, casi en su totalidad, obtienen empleos precarios e inestables [2] que también nos van quitando la vida, a veces incluso con salarios que no permiten salir de la pobreza.

Hay un ataque planificado y dirigido a redistribuir la riqueza desde la mayoría humilde obrera y trabajadora  hacia un grupo dominante minoritario, aplicando la despiadada ideología neoliberal en un mundo con fronteras para las personas, pero no para el dinero.

El reciente Informe Foessa “Precariedad y cohesión social”, presentado por Cáritas y cínicamente cuestionado por el gobierno, constata el empeoramiento de la situación laboral y social que se extiende a amplios sectores de la población.

En España la fractura social entre los más pobres y los más ricos se ha ensanchado un 45%. Cinco millones de personas se encuentran afectadas por situaciones de exclusión severa, un 82,6% más que en 2007, en su mayoría familias trabajadoras. Las diferencias son mucho más claras según la edad: los jóvenes menores de 29 años representan el 44% de las personas excluidas, y la exclusión social en la infancia se está convirtiendo en un problema de primer orden.

Es evidente el empobrecimiento acelerado del mundo obrero, que día a día encuentra más dificultades en el acceso a sus necesidades y derechos más básicos (alimentación, salud, vivienda, educación…) Esto contrasta con el creciente enriquecimiento de las élites económicas y financieras.

Ante la situación de insolidaridad estructural que se vive en todo el mundo respecto a los trabajadores, y más si cabe respecto a jóvenes que quieren y no pueden trabajar, observamos que las condiciones de vida que ofrece nuestra sociedad no son decentes porque humillan a grandes cantidades de personas abocándolas al desempleo o a trabajos precarios permanentes y mal remunerados que no garantizan una vida digna; a la pobreza que impide un mínimo proyecto de vida personal y familiar sostenible y duradero.

¿Tiene sentido seguir hablando de trabajo digno? ¿Cómo mirar desde una perspectiva cristiana la realidad del trabajo? ¿Puede ser hoy Buena Noticia nuestra manera de comprender el trabajo a la luz del Evangelio y de la Doctrina Social de la Iglesia (DSI)?

Ofrecemos la reflexión de la DSI, que establece el trabajo como la clave de la cuestión social. El Papa Francisco se ha referido repetidamente a la importancia del trabajo para tener una vida digna: “Donde no hay trabajo, falta la dignidad. Y esto (…) es consecuencia de una elección mundial, de un sistema económico que lleva a esta tragedia; un sistema económico que tiene en el centro un ídolo, que se llama dinero.” [3]

 

La persona  debe ser y estar en el centro de la actividad económica, de la política, de las relaciones laborales, del trabajo. La forma en que se está organizando el trabajo y la sociedad nos deshumaniza, nos impide el desarrollo personal, familiar, social y nos condena, a vivir para trabajar, dispuestos a aceptar cualquier condición laboral. Se supedita al ser humano y a la familia a esta lógica.

Reconocemos que a pesar de esta situación, amigos, vecinos y familiares, voluntarios anónimos, movimientos y entidades sociales, organizaciones obreras, colectivos de Iglesia como Cáritas o Manos Unidas y otros muchos están ofreciendo experiencias de apoyo mutuo, de resistencia pacífica, de alegría en el compartir lo que no sobra. Experiencias que rechazan el individualismo, que mantienen viva la esperanza en que el tiempo dará la razón a los que ahora son olvidados por las estructuras.

Proponemos la Buena Noticia de Jesús de Nazaret, que sigue teniendo una extraordinaria fuerza profética y revolucionaria, pues la escala de valores que nos propone subvierte de raíz el orden establecido. El Evangelio anuncia que la vida humana no tiene otro sentido que dar vida, gastarse en la tarea de hacer posible que otros tengan vida. Por eso hoy debemos “convertir en actores a los que sólo son espectadores”, como decía Guillermo Rovirosa, promotor de la HOAC, o recordar nuevamente que “un joven trabajador vale más que todo el oro del mundo” como afirmaba Cardjin, fundador de la JOC.

Nos sentimos llamados y llamadas a repensar la economía y la política desde el carácter humanizador que tiene el trabajo, y sabiendo que el empleo fijo y para toda la vida probablemente ya no volverá, mientras perdure este sistema capitalista. Hemos de trabajar por garantizar una renta básica para que todas las personas tengan los mínimos para vivir con dignidad, sin renunciar a la defensa de un trabajo digno. Debemos poner nuestra mirada en los que no pueden esperar, no podemos conformarnos con que nuestro modelo de vida se caracterice por la precariedad vital que la crisis ha generado.

Reivindicamos seguir luchando por la defensa y extensión de los derechos sociales y por la necesaria renovación y fortalecimiento del movimiento sindical. Es hora de seguir construyendo pequeñas alternativas en lo económico y en lo relacional, basadas en el incremento del compartir, a veces incluso lo que no sobra, a contracorriente y en contraposición de la cultura falsa e inhumana del “tener más para vivir mejor”. Pequeñas, pero imprescindibles experiencias para imaginar e ir viviendo desde ya un futuro mejor posible frente al “único” pretendido por los que nos han traído hasta la situación actual. Es imprescindible que los cristianos y cristianas trabajemos activamente, junto a nuestros hermanos de trabajo, en la radical “defensa del pueblo deshumanizado, empobrecido y crucificado” en palabras de Ignacio Ellacuría.

Animamos a seguir construyendo esa nueva sociedad, de relaciones humanas, sociales, laborales, que sean  camino de humanización, de fraternidad y vida de comunión.

Anunciamos que las tristezas y las angustias de los trabajadores y trabajadoras, sobre todo de quienes más sufren, son también las  tristezas y angustias de quienes seguimos al Cristo obrero, al carpintero de Nazaret, que proclamó el Reino de Dios y su justicia. Continuamos celebrando la lucha obrera y mientras, tenemos el reto de seguir mostrando el amor al mundo obrero  y la fuerza solidaria  que tiene Jesucristo.

1 de mayo de 2014

[1] Datos de la EPA (1Trim. 2014)

[2] El 92,3% de los contratos registrados durante 2013 fueron de carácter temporal según el informe Foessa “Precariedad y cohesión social”.

[3] Discurso del Papa en su encuentro con el mundo del trabajo en Cagliari, 22-9-2013
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50 aniversario de su muerte: Guillermo Rovirosa, Apóstol del mundo obrero

Convocatorias, Iglesia

50 aniversario de su muerte: Guillermo Rovirosa, Apóstol del mundo obrero

21 febrero 2014

El 27 de febrero de 2014 se cumplen 50 años de la muerte de Guillermo Rovirosa, apóstol y profeta de la clase obrera. Él fue el promotor y primer militante de la HOAC, una obra de Dios para la Iglesia y para los hombres y mujeres del mundo obrero y del trabajo.

En la HOAC, ¡estamos de fiesta! y queremos compartir esta alegría, por su vida y su obra con toda la Iglesia.

Guillermo Rovirosa fue un hombre de Dios de una sola pieza. Su vida está llena de amor a Cristo, a la Iglesia y a los pobres, de ahí que la dedicara a dar a conocer la Buena Noticia del Evangelio de Jesús al mundo obrero y del trabajo, a los pobres, los preferidos del Maestro.

«El cristiano –decía Rovirosa– debe ser un especialista en Cristo». Fidelidad a Cristo y a la clase obrera fue su máxima preocupación y hoy nos invita a todos los militantes de la HOAC, a renovar esa promesa, esa misión, ¡bendita misión!

Cartel 50aniversario.jpgAgradecidos por todo ello, conmemoraremos con toda la Iglesia diversos actos y celebraciones. El momento principal será la Eucaristía de Acción de Gracias, que se celebrará el 9 de marzo a las 12,00 horas, en la Catedral de la Almudena de Madrid. Previamente, a las 11,00 h. los participantes serán acogidos en su explanada. Una vez terminada la celebración eucarística, hay previsto una comida, que comenzará a eso de las 14,00 h., en el Colegio Sagrado Corazón, de la Calle Ferraz, 63. A partir de las 15,30 h., en el Salón de Actos del Colegio, dará comienzo «Una tarde con Rovirosa», que incluirá la proyección audiovisual sobre el 50 Aniversario, la comunicación de diversos testimonios sobre su figura, la lectura de algunos de sus textos y una presentación escénica que llevará por título «Ahora más que nunca».

Desde la Comisión Permanente de la HOAC, invitamos a todos y todas a participar con nosotros en este día, y también en los diversos actos programados por el mismo motivo en las distintas diócesis.

Reiteramos, una vez más, nuestro agradecimiento al Padre por la vida y la obra de Rovirosa, y alentamos a todos los y las militantes de la HOAC a seguir siendo Buena Noticia del Evangelio de Jesús para los más pobres.

Comunicado del encuentro bilateral LOC/MTC y HOAC: “Es posible contener los atropellos del Capital”

Iglesia, Internacional, Mundo obrero y del trabajo

Comunicado del encuentro bilateral LOC/MTC y HOAC: “Es posible contener los atropellos del Capital”

05 febrero 2014

El Equipo Ejecutivo Nacional de la LOC/MTC, Movimiento de Trabajadores Cristianos de Portugal, y la Comisión Permanente de la HOAC, Hermandad Obrera de Acción Católica de España, Movimentos de Acción Católica especializada, se han reunido en Lisboa del 3 a 5 de febrero  para debatir conjuntamente sobre la situación del mundo del trabajo y de  la Iglesia en nuestros países, y sobre la vida y acción de ambos movimientos.

Constatamos que las dificultades por las que pasan las trabajadoras y trabajadores, dominado y globalizado por el sistema de producción y consumo, muestra que las situaciones de injusticia y  desigualdad que sufren, junto con sus familias, y las preocupaciones por su futuro son semejantes en Portugal y España.

 Las altas tasas de desempleo y el empleo precario alcanzan niveles que generan grandes preocupaciones en la actualidad y para el futuro. Las últimas reformas laborales han causado destrucción de empleo, inestabilidad laboral y retrocesos en la negociación colectiva, que también han dado lugar a recortes de salarios, al empeoramiento de las condiciones de trabajo, y a un mayor empobrecimiento de los trabajadores. Los salarios injustos, empujan a muchas personas a  la pobreza, a pesar de trabajar, lo que les obliga a renunciar a una vida mínimamente digna. Miles de jóvenes cualificados en ambos países están emigrando, dejando su tierra, su familia, sus amigos, para buscar una vida mejor.

 Quienes nos gobiernan no piensan en una sociedad basada en el ser humano. Las fuerzas que tienen poder e intereses, sacan provecho financiero de las personas y las sociedades, lo que tiene como consecuencia que los ricos sean más y más ricos, y los pobres sean más y más pobres.

 ” El salario de los trabajadores que han segado vuestros campos, fue defraudado por vosotros y clama al cielo” (Carta de Santiago 5, 4).

“La remuneración es el instrumento más importante para lograr justicia en las relaciones de trabajo. El “salario justo es el fruto legítimo del trabajo”, comete una grave injusticia quien lo niega o no lo da en  el tiempo debido y en proporción equitativa al trabajo realizado ” (Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia , n º 302).

 En casi todos los sectores de la sociedad, los trabajadores y la población en general, han reaccionado de diferentes maneras, contra las medidas de austeridad, la privatización de los servicios públicos, los recortes en salarios y pensiones y la reducción de los derechos sociales.

Como ha dicho Francisco el Papa: ” Hoy todo entra dentro del juego de la competitividad y de la ley del más fuerte, donde el poderoso se come al más débil. Como consecuencia de esta situación, grandes masas de la población se ven excluidas y marginadas: sin trabajo, sin horizontes, sin salida. El ser humano es considerado como un producto de consumo que se puede usar y luego tirar ” (La alegría del Evangelio º 53 ) .

A pesar de este contexto social, marcado por la injusticia y el empobrecimiento, hay acontecimientos que nos hacen mantener viva la esperanza, y nos invitan a promover y desarrollar acciones en favor de la justicia. Cuando los trabajadores y los trabajadores se unen con un objetivo común, es posible contener los abusos del capital.

 A partir de esta realidad constatada, desde el Evangelio y la Doctrina Social de la Iglesia, nos sentimos llamados, como Movimientos de Trabajadores Cristianos, a actuar:

 – Como Iglesia tenemos que denunciar proféticamente las situaciones de injusticia laboral y social a nivel local, nacional e internacional, apoyando a las personas, así como sus procesos de toma de conciencia, participando en la construcción de una sociedad donde podamos vivir con dignidad y justicia. En ocasiones somos una Iglesia adormecida o sorda, que no consigue ser evangelizadora. Cuando escuchamos el clamor de los pobres, cuando asumimos su sufrimiento, haciéndolo nuestro, y luchamos por cambiar las situaciones injustas desde la dimensión política de la fe, somos una Iglesia pobre y para los pobres, una señal de esperanza para el mundo.

– Exigimos a nuestros gobiernos que coloquen como prioridad irrenunciable en su agenda política, la necesidad de fortalecer las redes de solidaridad para las personas necesitadas y la búsqueda de soluciones consensuadas para la creación de trabajo digno y justamente remunerado.

– Queremos que nuestra Iglesia y nuestra sociedad continúen apostando por formas de organización social y económica, más justas y humanas, en las que la persona sea lo primero, especialmente las familias más empobrecidas del mundo de trabajo.

Estos encuentros entre la LOC/MTC y la HOAC, fortalecen y animan la misión confiada por la Iglesia de nuestros países. Con el papa Francisco, decimos a nuestros compañeros y compañeras del mundo obrero y del trabajo: “No dejemos que nos roben la esperanza”.

Lisboa 5 de febrero de 2014

 Equipa Executiva da LOC/MTC y Comisión Permanente  de la  HOAC

28ª Semana del Tiempo Ordinario (13 octubre)

Iglesia

28ª Semana del Tiempo Ordinario (13 octubre)

10 octubre 2013

Las lecturas que nos ayudarán a reflexionar este fin de semana:

2 Re 5,14-17: Regresó Naamán el profeta y alabó a Dios.

Sal 97,1-4: El Señor revela a las naciones su salvación.

2 Tim 2,8-13: Si perseveramos, reinaremos con Cristo.

Lc 17,11-19: ¿No ha habido quien volviera a dar gloria a Dios más que este extranjero?

El Papa Francisco en Brasil llevó un lema: Mantener la esperanza, dejarse sorprender por Dios y vivir con alegría” La segunda es una experiencia militante de los cristianos de la HOAC que hoy la lectura del Evangelio nos recuerda.

Ver más oraciones aquí para saber cómo bajar este documento, imprimir, etc. ver: “Cómo descargar documentos en nuestra web”.

DECLARACION DEL MOVIMIENTO MUNDIAL DE TRABAJADORES CRISTIANOS

Internacional

DECLARACION DEL MOVIMIENTO MUNDIAL DE TRABAJADORES CRISTIANOS

30 julio 2013

Bajo el lema “Construyamos una sociedad justa, fraternal y sostenible” se han realizado en Haltern am See del 17 al 24 de Julio de 2013 el Seminario Internacional y la Asamblea General del Movimiento Mundial de Trabajadores Cristianos (MMTC). Han sido 8 días de encuentro, de compartir la vida, de intensos momentos de intercambios y debates, vividos desde una auténtica solidaridad y fraternidad por 163 delegados y delegadas de 44 movimientos nacionales presentes en los continentes África, América, Asia y Europa, rompiendo cualquier barrera de lengua, raza o cultura.

El trabajo realizado en los grupos ha posibilitado: compartir a nivel mundial la situación actual de los derechos sociales de los trabajadores y trabajadoras, tomar conciencia de cómo son vulnerados sistemáticamente, iluminar esta realidad desde el evangelio y la Doctrina Social de la Iglesia y formular unas pistas de acción a nivel internacional. Todo esto ha permitido que los delegados presenten su vida y la de sus movimientos, descubran otras realidades, analicen problemas comunes y se comprometan a llevar acabo algunas acciones.

I. VER: RETROCESO DE LOS DERECHOS SOCIALES DE LOS TRABAJADORES EN UN CONTEXTO DE CRISIS MUNDIAL

La exposición de las situaciones por parte de los diferentes delegados nos muestra una realidad donde se constata el sufrimiento de muchas familias trabajadoras en todos los continentes. Una humanidad que sufre dolor porque los derechos más fundamentales no son respetados. Así hemos constatado que esta crisis económica y financiera ha provocado:

La pérdida de derechos sociales que ya habían sido ganados. Un aumento del desempleo y una precarización de este, trabajadores inmigrantes en situaciones de esclavitud, empleadas de hogar en todo el mundo que no son reconocidas como trabajadoras, con sueldos míseros y jornadas de trabajo interminables, jóvenes que no pueden construir un futuro por no tener oportunidades laborales.

Millones de trabajadores carecen de seguridad social y/o de una protección social adecuada. Especialmente alarmante es la falta de asistencia médica de personas inmigrantes en situación de ilegalidad, o la generación de trabajadores que cuando acaban su período de jubilación están mal viviendo con pensiones miserables. También observamos una creciente privatización de los servicios públicos como la salud, educación, la asistencia jurídica.

Hemos compartido que estas situaciones están provocadas por:

UN MODELO ECONOMICO CONTRARIO A LOS DERECHOS SOCIALES que supone una mercantilización de los trabajadores y de la vida social, y un dominio de la economía financiera sobre la economía productiva. Es un modelo que absorbe los recursos necesarios para dedicarlos a la rentabilidad económica de unos pocos, sin control social y político.

UNA POLÍTICA SIN SENTIDO DE LA JUSTICIA Y LA FRATERNIDAD. Se constata una pérdida de poder de la sociedad civil, una pérdida de participación y decisión sobres los asuntos más fundamentales de nuestra vida social y familiar. Una política que ha puesto en primer lugar el afán de la acumulación de riquezas, que no solo pone en riesgo a miles de trabajadores sino también los recursos naturales de nuestro planeta. La acción política orientada hacia el bien común ha desaparecido y en ella se ha instalado la inmoralidad y la deshumanización.

UNA CULTURA SOCIAL CONTRARIAA LA FRATERNIDAD Y A LA SOLIDARIDAD, porque se fundamenta en relaciones humanas individualistas y consumistas y provoca miedo e indiferencia ante los acontecimientos de la vida y el sufrimiento de las personas, que nos paraliza haciéndonos creer que no existen alternativas. Una cultura que nos hace que parezca normal lo que es inmoral y que ha debilitado profundamente en nuestra sociedad el sentido de justicia, del bien común y del destino universal de los bienes. Es una cultura que debilita profundamente el reconocimiento práctico de los derechos sociales.

II. JUZGAR: COMO VALORAMOS LA SITUACIÓN DE LOS DERECHOS SOCIALES

Marcos 10, 42-45:“Quien quiera ser el primero, que sea el último y el servidor de todos”.

Los textos evangélicos y la Doctrina Social de la Iglesia ofrecen criterios claros para poder vivir y caminar hacia una sociedad fraternal y solidaria. Afirman que el reconocimiento práctico de los derechos sociales es fundamental para que una sociedad funcione.

La dignidad de las personas y la justicia hacia los más empobrecidos de nuestro planeta requiere especialmente hoy, en este contexto de crisis, que las decisiones políticas y económicas estén orientadas hacia una mejor redistribución de los recursos para consolidar un desarrollo humano justo y sostenible.
El respeto a los derechos de los trabajadores y trabajadoras es el criterio fundamental para organizar la vida económica, porque la economía debe estar al servicio de las necesidades de las personas, especialmente las más empobrecidas. Es un escándalo para la humanidad la situación actual de hambre y esclavitud que esta crisis está provocando a tantas colectividades de hombres y mujeres de todo el planeta. Hemos constatado que este sistema capitalista neoliberal impide la construcción de una sociedad justa, fraternal y sostenible.

También como cristianos queremos hacer visible nuestra fragilidad como iglesia para responder con coherencia a las necesidades de nuestros hermanos y hermanas más pobres de nuestras comunidades, ya que muchas veces nos hacemos cómplices de un modo de vivir individualista y consumista. Necesitamos mantenernos en un proceso de conversión permanente, y hacer visibles propuestas de vida a nuestros compañeros de trabajo, que hay otra manera de vivir, más solidaria, más humana y más fraterna.

III. ACTUAR: DEFENDER LOS DERECHOS SOCIALES DE LOS TRABAJADORES Y TRABAJADORAS, ASÍ COMO DE TODAS LAS PERSONAS, ES UN DEBER DE JUSTICIA

Como movimientos de trabajadores cristianos queremos avanzar en el reconocimiento práctico de los derechos sociales de los trabajadores y trabajadoras. Ante todo, defendiendo y extendiendo socialmente una nueva mentalidad, en nuestras familias, en las empresas, en las organizaciones sociales, políticas y sindicales, en nuestras comunidades eclesiales, luchando contra aquellos obstáculos individuales, ambientales y estructurales que impiden la fraternidad.

Nosotros defendemos que:

– Hay recursos suficientes para todos, por tanto se trata de realizar una redistribución de la riqueza de manera más justa.
– Es necesaria una adecuada protección social para que las personas no sean esclavas de un sistema capitalista que es inmoral. Por ello hay que luchar contra este modelo capitalista neoliberal.
– Otro modelo político es necesario y posible, centrado en la defensa de la justicia, el bien común y dando el poder a los pueblos. Necesitamos una comunidad política a nivel internacional que desarrolle políticas de una distribución justa de la riqueza económica, social y cultural.
– Se debe luchar por la extensión de los derechos sociales al conjunto de la población mundial. Revindicamos una Renta Mínima Universal que permita la subsistencia a miles de personas.
– Es necesario un modelo económico y político que proteja el medio ambiente para tener un planeta donde sea posible la vida humana.
Cada uno de nuestros movimientos y cada uno de nosotros y nosotras, como Iglesia, queremos participar activamente en esta tarea, por ello:

• Estamos dispuestos a vivir nuestro compromiso social y político al servicio de las personas, en especial de los trabajadores más empobrecidos.
• Estamos dispuestos a cuidar de la formación de nuestros miembros y de nuestras comunidades en la dimensión social y política de la fe.
• Estamos dispuestos a que nuestra iglesia y nuestros movimientos acojan la situación de defensa de derechos sociales de las personas.
• Estamos dispuestos a acoger la vida de las personas que son víctimas de la negación y recortes de derechos sociales, promoviendo su protagonismo.
• Estamos dispuestos a participar en las luchas sociales que busquen la defensa de una sociedad más justa, fraternal y sostenible. Queremos colaborar en recuperar el sentido comunitario de la lucha por la justicia y el valor de las organizaciones sociales para combatir el empobrecimiento y la deshumanización.
• Estamos dispuestos a difundir y extender una nueva mentalidad social y política. Una manera de vivir que visibilice que otro mundo, otra política y otra economía son necesarias y posibles y que ya los estamos realizando y construyendo.

Para ello debemos ser, como nos señala el papa Francisco I: ”Una Iglesia pobre y para los pobres al servicio del mundo. Que el Señor nos ayude en este caminar, y además vivirlo con alegría”.

 

Asamblea del Movimiento Mundial de Trabajadores Cristianos

24de julio de 2013

Haltern am See. Alamenia

 

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Carta del Foro de Curas al papa Francisco

Iglesia

Carta del Foro de Curas al papa Francisco

07 mayo 2013

Estimado Papa Francisco:

Somos un grupo de algo más de un centenar de sacerdotes, conocidos desde el 2007 como “Foro Curas de Madrid”, que venimos animando, desde hace bastante tiempo, la fe y el seguimiento de Jesús en comunidades cristianas, parroquias de barrio, movimientos populares y sociales e instituciones académicas. Nuestra voz va cobrando cada día mayor relevancia pública a través de gestos y documentos que, inspirados en el Evangelio, intentan reflejar periódicamente nuestra toma de postura ante el difícil proceso social y eclesial que estamos atravesando.

Desde este contexto concreto y generalmente difícil en que desarrollamos nuestra actividad, nos gustaría compartir brevemente con usted algunas de las preocupaciones que nos produce la situación de la Iglesia tanto local como universal. Antes, sin embargo, queremos manifestarle nuestra alegría por su elección como sucesor de Pedro, vínculo de unión entre el mundo católico, y hacerle llegar nuestra felicitación cordial por haber asumido con humildad este servicio de tan alta responsabilidad.

Hemos de confesarle que muchas de las palabras y gestos que le hemos escuchado y visto hacer desde que asumió su nueva tarea pastoral nos están sabiendo a Evangelio. No es nuestro propósito hacer ahora un recuento de todo esto; la prensa mundial lo pone a diario de manifiesto, lo que es para nosotros motivo de satisfacción. Pero sí queremos decirle que, a nuestro entender, dejan traslucir su marcado interés por una forma de presencia cristiana en el mundo sencilla en las formas y firme en la opción por los pobres. Nos emociona este nuevo aire que, desde Roma, usted parece querer que se difunda por toda la Iglesia católica, aire en el que nosotros personalmente nos sentimos cómodos.

Pero en esta sencilla carta queremos, como hemos dicho antes, hablarle también de algunas de nuestras más importantes preocupaciones. Por lo que diremos a continuación, al igual que a los cristianos y cristianas del siglo XIII, nos preocupa grandemente la deriva que está siguiendo actualmente la Iglesia en el mundo en general y, muy en concreto, en nuestro país. Nos atrevemos a pensar que también a usted le sigue pareciendo que conserva su vigencia aquel mandato que, según San Buenaventura, recibió San Francisco de Asís directamente de Jesús: “Francisco, ve y restaura mi casa, mira que está en ruinas”. Nos consta que el espíritu franciscano ha venido modulando su vida desde hace tiempo, hasta el punto de haber querido que su nombre de papa sea el del santo pobre y de los pobres. A la vista de los indicadores que advierten también hoy de que nuestra Iglesia amenaza ruina, es indudable que seguirá oyendo esa imperiosa invitación de Jesús a restaurar su casa. Entre los factores que, a nuestro juicio, están hoy llevándola a la ruina cabe señalar por su importancia aquellos que tienen que ver o son consecuencia directa del uso abusivo del poder, la pompa y el dinero entre sus más altas jerarquías, y esa terrible forma de corrupción moral que es la pederastia, en la que por desgracia ha caído un elevado número de miembros del clero. Conductas de este tipo son las que están haciendo que la imagen pública de la Iglesia, más que la de una institución que proclama una Buena Noticia para el mundo o una “tradición de sentido” que da razones para la esperanza, sea la de una secta cerrada y sospechosa, preocupada sobre todo por satisfacer sus propios y a veces turbios intereses. ¡Cómo nos gustaría, siguiendo la inspiración de sus primeros gestos, que en ella volviera a respirarse aquel aire fresco con el que soñaba el papa bueno, Juan XXIII!

No dudamos que usted ya dispone de un buen análisis de la situación y del programa de reformas que necesita esta Iglesia para volver a Jesús y ponerse a la altura de nuestro tiempo. Nos alegraría en gran manera coincidir con usted en las apuestas de ese programa, así como en la necesidad y urgencia de la reforma. A la luz de la imagen que ha venido reflejando desde su elección, nos hemos percatado de la importancia que tiene para usted la sección de Iglesia pobre y entre los pobres, frecuentemente silenciada por la jerarquía. Muchos de nosotros estamos trabajando en los lugares donde se hace presente, ignorados por el sistema, pero cargados de valores humanos y evangélicos. Nos gustaría ver este sector de Iglesia colocado como piedra angular de su proyecto de renovación y poder decirle que, desde nuestros modestos lugares de trabajo, puede contar con nuestra complicidad, apoyo y colaboración.

Conocedores como somos de la gran diversidad de la Iglesia actual y de los muchos problemas que la afectan, pero con la experiencia que hemos ido acumulando en largos años de servicio desinteresado, nos proponemos expresarle con humildad lo que a nuestro juicio debería formar parte irrenunciable de un programa que buscase su transformación evangélica. No pretendemos sentar cátedra de nada, ni dar lecciones a nadie. Simplemente queremos hacer uso de esa “parresia” profética a la que usted nos invita, para expresarle por escrito lo que tantos grupos de católicos hemos venido repitiendo desde hace años, sin que haya tenido el menor apoyo y acogida por parte de la jerarquía.

En primer lugar, nosotros estamos experimentando a diario la “sensación de cansancio”, de miedo al riesgo y la falta de vitalidad que está afectando muy seriamente a gran parte de la Iglesia, sobre todo a sus cuadros docentes y directivos y al pueblo cristiano en general. Somos conscientes de que, sobre todo en las últimas décadas, la dirección de la Iglesia ha vivido más pegada a la doctrina –muchas veces ideología– que a la práctica, más pendiente de la ortodoxia que de la ortopraxis. Esto la ha llevado a colocar la ley antes y por encima del ser humano y a dar mayor importancia al Derecho Canónico que al mismo Evangelio. Por mantener férrea y acríticamente el dogma, se ha perdido el corazón. Y con el corazón se ha perdido la frescura y creatividad, la cercanía y la compasión.

En esta perspectiva nos parece urgente que nuestra Iglesia recupere la manifestación fresca y libre de la fe de la que ha sido privada durante las últimas décadas; el desarrollo normal y sin censura de las disciplinas del saber teológico, pastoral y litúrgico; la revitalización del diálogo intraeclesial, ecuménico, interreligioso e intercultural, vía necesaria para la consecución de la paz y de justicia en el mundo de hoy. Desearíamos en este sentido poder celebrar cuanto antes la rehabilitación de los muchos teólogos y teólogas católicos que han sido censurados y castigados simplemente por practicar el noble ejercicio de pensar. ¡Cómo nos gustaría poder ayudarle a invertir esta práctica equivocada! ¡Que nunca más el pensar creativo pueda ser un delito en la Iglesia de Jesús! Necesitamos no solo el discurso imaginativo de nuestros poetas y artistas, de nuestros teólogos y escritores, sino también la creatividad y frescura de los pastores que, según su propia expresión, quieran “oler a oveja” sin peligro de ser arrojados fuera del redil.

En segundo lugar, consideramos que también debe afrontar la Iglesia como tarea urgente la de hacer que en su seno se articule real y eficazmente el estatuto de igualdad de todos sus miembros, tal y como se refleja en la Carta a los Gálatas, en la que leemos “ya no hay judío ni griego; ni esclavo ni libre; ni hombre ni mujer, ya que todos vosotros sois uno en Cristo Jesús. (3,28). Es una contradicción que, siendo la común dignidad de todos los seres humanos parte esencial del mensaje que anunciamos, la articulación de dicha igualdad esté mucho más y mejor desarrollada en la sociedad civil que en el seno de nuestras comunidades. En este sentido nos parece urgente en concreto que nuestra Iglesia abandone de una vez el patriarcalismo y deje de ser una institución que tiene vetadas muchas de sus funciones a más de la mitad de sus miembros, es decir, a las mujeres, así como a una buena parte de los hombres, a los que niega el acceso al sacerdocio y lo que ello conlleva, bien porque hayan optado por el matrimonio o porque hayan hecho pública manifestación y ejercicio de su homosexualidad. También nos parece urgente que la Iglesia abandone el carrerismo y la cooptación del poder y deje de ser esa institución en la que la opinión de la inmensa mayoría del pueblo que la forma no es tomada en cuenta a la hora de elegir a sus dirigentes, ni cuando se discuten y adoptan decisiones que van a afectarle directamente.

Respecto a nuestra presencia dentro de la sociedad de la que formamos parte nos parece urgente que la Iglesia, recuperando el espíritu del Vaticano II que se manifiesta en la constitución Gaudium et Spes, deje de presentarse ante el mundo como quien se considera depositaria de una sabiduría más alta y de una moral más profunda que la del resto de la humanidad, máxime cuando hay mucha sabiduría acumulada por la Modernidad de la que todavía no se ha hecho eco. La experiencia e investigación científica están alumbrando cada día dimensiones de la realidad que generalmente se rechazan en la Iglesia por pereza mental o en nombre de una misteriosa revelación o tradición secular difíciles de argumentar. Necesitamos volver a mirar a los hombres y mujeres de nuestro tiempo con ojos de complicidad y de colaboración en orden a abordar conjuntamente los grandes retos tanto de convivencia humana como del cuidado necesario del planeta tierra que tenemos urgentemente planteados.

No podemos seguir estando ajenos a los grandes problemas de justicia social y cósmica que afectan a la humanidad. En este sentido, nos ha resultado alentador escuchar de su boca que le gustaría “una Iglesia pobre y de los pobres”. En nuestros barrios somos testigos a diario de las víctimas que está causando el neoliberalismo inhumano que hoy campa a sus anchas: con sus drásticos recortes de los servicios sociales, con las masas de parados, principalmente jóvenes y mujeres, con los desahucios que destrozan la vida de tantas familias, con los impuestos, injustamente aplicados, que están esquilmando las clases media y baja. Y, ante tan desolador panorama, nos duele en el alma el escandaloso silencio que guarda la jerarquía de nuestro país sobre estos dramas que afectan gravemente a la ciudadanía, cuando se sigue mostrando incontinentemente locuaz en otros temas que importan menos a la gente. Necesitamos que nuestra Iglesia rompa con esa, al menos aparente, complicidad que mantiene con el poder político, renuncie a todos sus privilegios y recupere la libertad profética para defender, junto a otras muchas instituciones, que ya lo están haciendo, la dignidad y los derechos de los más pobres.

Cada época tiene, según la Biblia, su propio “kairós”, su propio momento en el que a la humanidad se le ofrece la ocasión de dar un salto a mejor. ¿Será este, con su llegada, el kairós adecuado para la transformación evangélica de la Iglesia? Para esta tarea, estimado Papa Francisco, no lo dude, puede contar con nosotros.

Madrid 3 de mayo de 2013

Foro “Curas de Madrid”

La HOAC de Murcia, ante la Fiesta del Primero de Mayo

Convocatorias, Iglesia, Mundo obrero y del trabajo

La HOAC de Murcia, ante la Fiesta del Primero de Mayo

25 abril 2013

Por HOAC DE MURCIA / Desde la HOAC (Hermandad Obrera de Acción Católica) de la Diócesis de Cartagena, en esta celebración del Día Internacional del Trabajo del Primero de Mayo, queremos recordar a tantos trabajadores y trabajadoras que han sufrido a lo largo de la Historia condiciones inhumanas de trabajo, que han perdido la salud o incluso la vida mientras sufrían los abusos de los empleadores o mientras reclamaban mejoras en unas condiciones de esclavismo. Desde aquel “ocho horas para el trabajo, ocho horas para el sueño, ocho horas para la casa” del 1 de mayo de 1886, muchos ejemplos de resistencia y lucha han permitido que el colectivo obrero y la sociedad en general avancen hacia un mundo de justicia, igualdad, paz y desarrollo.
También queremos denunciar las graves situaciones de precariedad, pobreza, exclusión y en suma, pérdida de dignidad que sufren en la actualidad cada vez más trabajadores y trabajadoras y sus familias. Ya hemos podido comprobar que no se trata de otra crisis económica más sino de la última fase del capitalismo en su camino de expansión global: un ataque planificado y dirigido a redistribuir la riqueza desde la mayoría humilde obrera hacia la clase dominante minoritaria, aplicando la despiadada ideología neoliberal en un mundo con fronteras para las personas pero no para el dinero, utilizando para ello sus medios de desinformación que adormecen conciencias y generan pensamiento único, y demostrando en suma, una codicia y una insensibilidad que no se detienen ante el drama del paro y los desahucios o ante la destrucción del medio ambiente.

El pueblo está presenciando cómo pisotean sus derechos, cómo se produce el desmantelamiento del Estado del Bienestar para salvar las deudas de los banqueros. Contemplamos indignados cómo se está destruyendo el empleo, cercenando los servicios públicos, recortando las ayudas sociales necesarias para vivir lo más dignamente posible a todos los colectivos, entre ellos los mayores, los dependientes y los enfermos.
La última Reforma Laboral ha llevado al extremo la precariedad de las condiciones de trabajo. Bajo la amenaza del despido, la temporalidad y el autoritarismo, hemos llegado a los 6 millones de parados, y tan sólo 6 de cada 100 contratos que se firman en nuestro país son indefinidos. De igual forma, miles de familias quedan desprotegidas ante las grandes empresas que, buscando únicamente el máximo rendimiento económico, desplazan su producción a países donde los trabajadores son más fácilmente explotados, abaratando así sus costes. El desempleo juvenil superó el 50 por ciento durante el pasado año y obliga a los jóvenes cualificados a abandonar el país. Y además, la constante sangría de la siniestralidad laboral nos recuerda que todavía existen ambientes de trabajo insoportables y formas de enriquecimiento inmoral que los producen.
Constatamos que sólo servimos para incrementar las cuentas de resultados, que sólo contamos como mano de obra barata para incrementar sus beneficios, al tiempo que soportamos que nos digan que “queremos vivir de las prestaciones y que hemos vivido por encima de nuestras posibilidades”. Al tiempo que nos hacen deudores de algo que nosotros no hemos generado, y en definitiva, nos roban nuestro futuro.

Pero frente a todo, queremos celebrar los testimonios de comunión y solidaridad que están apareciendo en el contexto de la falta de lo más básico (trabajo, vivienda, vestido, alimento) que viven tantas familias empobrecidas. Amigos, vecinos y familiares, voluntarios anónimos, los colectivos de Iglesia como Cáritas o Manos Unidas, el resto de asociaciones y ONGs… están ofreciendo experiencias de apoyo mutuo, de resistencia no violenta, de alegría en el compartir lo que no te sobra. Son experiencias que rechazan el individualismo pragmático del “sálvese primero quien pueda”, que gritan unánimes de que “estamos hartos que pisoteen nuestros derechos y nos traten como mercancía”, que mantienen viva la esperanza en que el tiempo dará la razón a los que ahora son olvidados por las estructuras, que creen que Otro Mundo es Posible.
Y en este contexto la buena noticia de Jesús, el obrero de Nazaret, sigue teniendo una extraordinaria fuerza profética y revolucionaria, pues la escala de valores que nos propone subvierte de raíz el orden establecido. La Iglesia acumula el testimonio de compromiso de muchos militantes implicados en la construcción de un mundo ordenado por la igualdad y la justicia. Por eso hoy más que nunca, se hace necesario que los creyentes cristianos trabajemos activamente, junto a nuestros hermanos de trabajo, en la radical “defensa del pueblo deshumanizado, empobrecido y crucificado” en palabras de Ignacio Ellacuría, el jesuita asesinado en El Salvador por su defensa de los derechos de los pobres. Por eso hoy debemos compartir el Evangelioque anuncia que “la vida humana no tiene otro sentido que dar vida, gastarse en la tarea de hacer posible que otros tengan vida”. Por eso hoy debemos “convertir en actores a los que sólo son espectadores”, como decía Guillermo Rovirosa, promotor de la HOAC.

Invitamos a participar en la Eucaristía que celebraremos el 1 de Mayo, a  las 10:30 de la mañana, en la Iglesia de los Capuchinos de Murcia (Plaza Circular)

Antonio Hernández-Carrillo, autor de «Evangelio en la calle»

Convocatorias

Antonio Hernández-Carrillo, autor de «Evangelio en la calle»

09 marzo 2013

Paqui Castilla | Antonio Hernández-Carrillo es un sacerdote granadino que ha reunido sus colaboraciones en la revista «¡TÚ!» en un libro que acaba de ver la luz en Ediciones HOAC. Desde su fidelidad a la Iglesia, a la HOAC y a los empobrecidos del mundo obrero ha querido contribuir en el «Año de la Fe» a la siempre apasionante tarea de convertir el Evangelio en vida cotidiana.

–Lleva más de cuarenta años acompañando a grupos cristianos y equipos de militantes; actualmente es consiliario diocesano de la HOAC de Granada y también ha sido consiliario de la Interdiocesana de Andalucía y de la HOAC general. ¿Qué destacaría de todo este largo recorrido? ¿De qué se siente más contento?

–Destacaría tres aspectos: la amistad de antes y de ahora. En la HOAC siempre hemos dicho que los equipos son racimos de amigos. Pues bien, yo recuerdo y conservo la amistad con aquellos viejos militantes que conocí hace tiempo y con los que he conocido más recientemente. Esto constituye para mí una honra. En segundo lugar resaltaría la comunión eclesial. En mis años de consiliario me he recordado muchas veces a mí mismo y he recordado a los militantes aquello que nos decía Tomás Malagón: «Prefiero caminar con la Iglesia antes que con mis propios razonamientos y teorías» y, en tercer lugar, destaco la presencia de los desfavorecidos, de los parados, de los enfermos en nuestra propia vida. Son carne de nuestra propia carne. La amistad, la Iglesia y los pobres son motivo de alegría.

–¿Cómo nació el libro «Evangelio en la calle» y qué razón de ser tiene este título? ¿Qué cree que puede aportar?

–En esta etapa última, y ya larga, del «¡TÚ!» se me encomendó, desde el principio la reflexión «Evangelio en la calle». El «inventor» fue Rafael Díaz Salazar. Y la verdad es que me gustó y me resultó apropiada. La razón de ser del cristiano es, sin duda, la de llevar el Evangelio a la calle para aportar en el corazón de la vida la fuerza infinita de su luz. Si Jesucristo (y su Evangelio) estuviera más presente en la calle, ¡otro gallo cantaría!

–En el capítulo 1 «El trabajo y el paro de cada día», en una de las reflexiones podemos leer: «La lucha por el trabajo y en el trabajo es el lugar privilegiado de la existencia obrera, humana y cristiana. Lo demás vendrá por añadidura». ¿Qué papel diría que estamos llamados a desempeñar los cristianos en este ámbito?

–Las reflexiones de este librito giran alrededor de la vida corriente y moliente y en esa vida ocupa un lugar insustituible el trabajo o, por desgracia, la ausencia del mismo. Si los cristianos prescindimos de esto, abandonamos una parcela enorme en donde se juega la vida y la muerte del ser humano. La luz y la sal del Evangelio no se pueden esconder y hay que sacarlas para que el trabajo en malas condiciones y el sin trabajo no ahogue y estrangule a tanta gente anunciando, al mismo tiempo, un trabajo más humano.

–«Quédate con nosotros» es la oración machacona del mundo entero ante tanta injusticia. Sin Jesús de Nazaret los más «listos» acaparan lo que pertenece a todos. Con estas frases concluye una de las reflexiones de «Plegarias a pie de obra». ¿Quiénes son «los más listos» en nuestros días y qué responsabilidad cree que tenemos cada uno de nosotros en esta situación?

–Efectivamente, «quédate con nosotros» es la oración de los primeros cristianos y de los discípulos de Emaús y sigue siendo la nuestra. Es el grito de los que vislumbran la presencia del Señor en el camino de la vida, en la fracción del pan y en la cercanía de la oscuridad. A los «listos y fuertes» les estorba este grito y quieren acallarlo porque es el grito del mundo obrero ante tanta injusticia, ante tanta falta de pan y de vida. Claro, que la responsabilidad es de todos porque o no gritamos o gritamos en la dirección de los borregos y atontados por las muchas pamplinas como hay a nuestro alrededor.

–Le devolvemos una pregunta que hace en el capítulo «Señales de Resurrección hoy»: «¿No hemos encerrado los cristianos a Cristo en las cuatro paredes del templo, en las imágenes y en la cerrazón de nuestra propia vida?».

–Así es. Por eso digo en ese capítulo que hay que reivindicar la vida, la luz, la esperanza, los amaneceres, las calles, las plazas, el trabajo, la lucha por un mundo nuevo, en definitiva, la Resurrección. No podemos buscar a Jesús entre los muertos. No podemos vivir amenazados de muerte los que estamos llamados a anunciar la VIDA. Esto es una crítica frontal a aquellos cristianos siempre envueltos en sacristías y ceremonias sin vida.

–Nos presentas ejemplos de personas que son signos de Resurrección hoy, gentes, sin intereses económicos ni otros intereses bastardos, que luchan por una humanidad resucitada y resucitadora. ¿Cree que quizá nos falta, a veces, mostrar más abiertamente y de manera esperanzadora estas señales de la presencia de Cristo Resucitado?, ¿a qué se debe?, ¿cómo poner remedio?

–Necesitamos verdaderamente personas que trasmitan Resurrección. Yo pongo el caso del pensionista que comparte, de la madre que quiere rebajar el tren de vida de su familia, del enfermo visitador… Es necesario mostrar más claramente estas señales. Nuestra falta de fe, la facilidad que ofrecen otros caminos y la exigencia de la verdadera Resurrección son las dificultades. Pero merece la pena superarlas.

–¿Cómo podemos ser, tal y como indica en el capítulo «El vaso de agua fresca: la fraternidad», «caricia, consuelo y fuerza de Dios para los sentados al borde del camino»?

–En ese capítulo voy desgranando una serie de reflexiones que nos llevan de la mano a responder a esta pregunta: comer menos y pensar más, luchar por la justicia y rechazar el asistencialismo, compartir el pan, valorar que somos parte de una gran familia que lo está pasando mal, potenciar la fuerza de las «mujeres del barrio y pueblo», no vivir encerrados en la casa, no descalificar a nadie por ninguna razón, entregar nuestra vida más que guardarla y, finalmente, dar un vaso de agua al sediento. Termino el capítulo diciendo que Jesús de Nazaret eleva portentosamente el vaso de agua (el servicio) a dignidad de sacramento tanto para el que lo da como para el que lo recibe.

–¿Como ser «Personas alegres para tiempos difíciles»?, ¿dónde se encuentra la fuente de la que mana la sana alegría?

–En ese mismo articulillo, al que tú haces referencia, voy dando razones, sacadas del Evangelio (un libro infinitamente humano) para estar alegres cuando parece que hay razones para lo contrario. Y cito la última Bienaventuranza de Mateo: Dichosos los perseguidos por ser justos, porque de ellos es el Reino de Dios. Dichosos… Cuando te envuelven las dificultades, cuando te quitan injustamente la fama, cuando te despiden del trabajo entonces surge la fuerza de la razón, el tesoro del Evangelio que te hace fuerte para luchar y no caer en la tristeza del abandono ni en la miseria de la desesperación.

–Termina el capítulo final con las siguientes palabras: «Es que el Evangelio es agua para el sediento, luz para el caminante y novedad para el que busca. ¡Ojalá también sea así para ti, para mí y para todos!». ¿Qué tiene que pasar para que sea realmente así?

–Que tomemos en serio el Evangelio y la calle, la calle y el Evangelio. Que no los separemos, que estén inseparablemente unidos. La fuerza profunda del Evangelio es imparable cuando tiene como marco las alegrías, las angustias y las esperanzas del bullicio de la calle. La calle también queda limitada si no cuenta con la lucidez del Evangelio.

–En la situación actual que nos ha tocado vivir, ¿qué retos cree que plantea el Evangelio, ahora más que nunca, a la Iglesia, a la HOAC y al mundo obrero?

–El Evangelio siempre es un reto para todo el que lo busca sinceramente. Sintetizando mucho podría decir que el Evangelio pide constantemente a la Iglesia ser su referencia inequívoca. Si la Iglesia no tiene presente al Evangelio pierde su razón de ser. Aquí hay mucho camino por recorrer. A la HOAC, como parte de la Iglesia en el mundo obrero, le pide esto mismo mirando con ternura, con fortaleza, pero también con exigencia, a las luchas del mundo del trabajo y también, por desgracia, a su acomodación y división. Al mundo obrero, que no tenga miedo en mirar al Evangelio porque él le puede ofrecer a ese que necesitamos con urgencia la Iglesia, la HOAC y el mundo obrero: Jesucristo, el Obrero de Nazaret, como solía decir nuestro primer militante, Guillermo Rovirosa.

Nuevo libro de Ediciones HOAC: «Evangelio en la calle»

Convocatorias

Nuevo libro de Ediciones HOAC: «Evangelio en la calle»

03 enero 2013

Paqui Castilla | «Decir Evangelio es decir calle y decir calle es decir Evangelio. La fuerza profunda del Evangelio necesita de la calle como marco imprescindible para desplegar su gracia y humanidad y…, la calle queda limitada en uno de sus despliegues más profundos si no cuenta con la lucidez del Evangelio. Decir Evangelio, repito, es decir mensaje infinito de luz y de lucha, y decir calle es decir acogida y vivencia. Por eso, cuando el Evangelio se rodea de nubes de incienso, ceremonias vacías y parafernalias se anula y, por eso, cuando la calle se adormece con cuentos y mentiras se incapacita».

Con estas palabras comienza Antonio Hernández-Carrillo la presentación de este nuevo libro publicado por Ediciones HOAC. «Evangelio en la calle» recoge un conjunto de sencillas y breves reflexiones cuyo contenido ha organizado el propio autor en pequeños capítulos para una mejor y más fácil y rápida lectura.

Evangelio en la calleLos sugerentes capítulos («El trabajo y el paro de cada día», «Dios con las víctimas», «La fuerza de la debilidad», «Muerte en el trabajo», «Señales de Resurrección hoy», «El vaso de agua fresca: la fraternidad», «Santos de la calle…») culminan con la exclamación: «¡Qué grande es el Evangelio!». Podemos comprobar, de nuevo y con alegría, que el Evangelio tiene actualidad perenne y universal. Qué grande es el Evangelio, sobre todo, cuando se actualiza, se concreta y, en nuestro caso, se lleva a la calle.

¿Por qué pensamos en Antonio para este libro de Ediciones HOAC? Por su sencillez a la hora de escribir relatos de la vida cotidiana, por su habilidad de enraizar la vida en el Evangelio. Una vida normal y corriente, que puede ser la de cualquiera, la tuya, la mía o la nuestra. Una vida contada desde la experiencia de aquel que tiene los pies y el corazón en medio de la gente.

Esta vida, no exenta de dificultades, de problemas y de esperanzas, de la mano del Evangelio se ilumina y transforma. Se convierte en solidaridad en el mundo obrero y del trabajo, en vida entregada y gastada a favor de los empobrecidos.

Este libro se ofrece como un material para la oración accesible a cualquiera. Libro de oración al hilo de la vida diaria, que puede servirnos para la oración personal y, cómo no, para orar comunitariamente. Cualquier momento, cada hecho de vida, es una buena ocasión para orar, para meditar lo que el Evangelio nos dice cada día desde los acontecimientos cotidianos, para ser testigo de Jesucristo en medio del mundo.

 

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