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«El bautismo», nuevo cuaderno de Rovirosa

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«El bautismo», nuevo cuaderno de Rovirosa

02 julio 2019

Ediciones HOAC y la Fundación Guillermo Rovirosa • Tomás Malagón publican un nuevo cuaderno de la vida del primer militante y fundador de la HOAC. En el número 12 de la colección nos presenta algunos textos de Guillermo Rovirosa acerca del significado del bautismo. Disponible en la tienda online.

Si hay un tema nuclear en la experiencia de fe de Guillermo Rovirosa es el Bautismo, así, con mayúscula, porque es el punto de partida de la fe y de la vida consciente del bautizado. Rovirosa lo vive con una intensidad tal, que resulta enormemente llamativa, personalmente interpelante, porque muestra la única posibilidad para todo cristiano de vivir con fidelidad su propia condición, en un camino de santidad al que todos estamos llamados, como recordaba recientemente el papa Francisco en su exhortación Gaudete et exultate.

El Bautismo es un tema nuclear porque nos sitúa en la clave de reconocimiento de nuestras propias traiciones y mediocridades y nos hace conscientes del infinito amor de Dios por cada uno de nosotros, de modo que experimentemos nuestra vida como la total donación de Dios que, a cambio de darse todo, solo nos pide toda nuestra vida vivida en el amor. Para Rovirosa es, sobre todo, una experiencia de la Misericordia de Dios que marca toda la existencia.

 

Índice
■ Presentación.
■ El Bautismo, ¿qué es?
■ Las traiciones al Bautismo.
■ La vida nueva que brota del Bautismo.
■■  ¿Qué se promete en el Bautismo?
■ El compromiso bautismal del bautizado consciente.

Colección
12. El bautismo.
11. La extensión de la HOAC.
10. El amor de comunión.
9. Cartas.
8. Testimonios.
7. La virtud de escuchar.
6. Derechos y justicia.
5. La vivencia de la Iglesia.
4. La cercanía al mundo obrero y del trabajo.
3. La vivencia de la mística.
2. Dialogando con Rovirosa.
1. La vivencia de la triple comunión.

Al mismo tiempo que el cuaderno, Ediciones HOAC ha editado una nueva Hoja Informativa, n 18, que recoge de forma breve su pensamiento. En esta ocasión se titula El bautismo en Rovirosa.

 

Más información
Para recibir información, enviar testimonios o comunicar agradecimientos, dirigirse a:

HOAC • Causa de Canonización de Guillermo Rovirosa 
C/Alfonso XI, 4-4º. 28014 MADRID |
Tfno.: 91 701 40 80 | rovirosa@hoac.es

Si usted quiere ayudar a la Causa de canonización, puede hacerlo mediante giro postal a la dirección arriba citada o mediante ingreso en la cuenta:
ES65 2038-1109-37-6000816747.

A propósito de «No os dejéis robar la dignidad»

Colaboraciones

A propósito de «No os dejéis robar la dignidad»

03 junio 2019

Jesús Espeja | La lectura del importante libro elaborado por Abraham Canales donde presenta la preocupación y las orientaciones del papa Francisco para que los excluidos tengan un trabajo “decente, libre, creativo, participativo y solidario”, es una de las tres referencias que se agolpan cuando hago esta reflexión.

Tenía reciente su lectura, cuando en la Universidad de Comillas escuché la intervención muy atinada de Adela Cortina sobre los interrogantes éticos que  plantea la “inteligencia artificial”  promovida por la ciencia y la técnica que, dados sus éxitos incuestionables, tienden a ser totalitarias. Finalmente, veo un fascículo que publica El País sobre El futuro del trabajo, junio 2019, que como portada trae tres frases bien significativas: “la tecnología destruirá parte del empleo actual, y cambiará las bases de nuestro contrato social, ¿seremos capaces de utilizarla para generar otro mejor?” Según el editorial de ese fascículo, “resulta absurdo predecir el mañana, hay que prepararse para él”; y en esta preparación urge “repensar el modelo”. Una breve colaboración lleva por título “cambiar la economía”. Pero, ¿qué implica este cambio?

La globalización significa un paso adelante y es signo de que todos formamos una sola familia. De modo análogo el deslumbrante progreso técnico en la robotización e inteligencia artificial pueden ser camino hacia más humanidad. El problema es cuando el proceso de globalización y las avances de la inteligencia artificial se inspiran y sirven a un modelo económico social y cultural “construido sobre el individualismo y el egoísmo del poseer y dominar”. Y esta ideología economicista posterga sin remedio la dignidad y los derechos fundamentales de las personas que siguen reclamando “un trabajo decente”, realizar su vocación humana de ser “cocreadores”.

En su enseñanza social los dos últimos papas insisten en algo fundamental y decisivo: hay que cambiar a la lógica de la misericordia, del don, de la gratuidad. Solo en este cambio se reconocerá de verdad la dignidad de la persona humana y se buscará el camino para que todos  satisfagan el derecho a un trabajo decente. Pero en la situación actual cuando la lógica del descarte se ha impuesto como la única recomendable y el deslumbrante progreso científico-técnico avanza en esa ideología, ¿merece la pena seguir luchando por un trabajo decente para todos?

Aquí viene la oportunidad y el gran servicio que puede prestar el libro de Abraham No os dejéis robar la dignidad. Presenta y explicita el clamor del papa Francisco por la dignidad de toda  persona humana. Una convicción fundamental como punto de partida: “sabemos que las cosas pueden cambiar”. En esta convicción, la comunidad cristiana, actuando en la lógica la compasión  y gratuidad, será memoria y reclamo profético, haciendo inolvidable a Jesucristo, que pasó por el mundo derribando los muros de separación entre personas y pueblos. En la búsqueda de ese cambio, los cristianos encontramos a otros que incluso al margen de la religión, pero también animados por el único Espíritu, apuestan por la misma causa. En las intervenciones del papa Francisco para el mundo del trabajo hay previamente una escucha de los movimientos populares. Y en la presentación del libro de Abraham  Canales, que puede ser referencia no solo para las comunidades cristianas, sino también para todas las personas y grupos que busquen más justicia social, intervino un militante de CCOO y otro de USO. En todos los rincones del mundo la humanidad que ya camina en una Presencia de amor, es capaz una y otra vez de levantarse de sus propias cenizas.

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Artículo de opinión publicado en Religión Digital.

Opinión | Día de la HOAC: por una cultura del encuentro y el trabajo

Colaboraciones

Opinión | Día de la HOAC: por una cultura del encuentro y el trabajo

13 mayo 2019

Teresa García | Responsable de Difusión de la HOAC.

La Hermandad Obrera de Acción Católica convoca el Día de la HOAC de 2019 con el lema ‘La cultura del encuentro para un trabajo digno en una sociedad decente’. Es un día que celebramos en las diócesis del país durante mayo y junio, donde nos encontramos militantes, simpatizantes, familias y amistades en espacios comunes, con acciones reivindicativas y lúdicas, compartiendo una manera de ser, estar y hacer que nos identifica como Iglesia en el mundo obrero y del trabajo.

Centramos esta celebración en el contexto de la campaña ‘Trabajo digno para una Sociedad decente’, un nexo que une todo nuestro quehacer, nuestra respuesta como movimiento de Acción Católica especializada, ante las dramáticas situaciones de injusticia que sufren las personas trabajadoras. En esta ocasión, una de las concreciones es una propuesta de reflexión, diálogo y acción que nos haga ver cómo esta sociedad se está construyendo sobre la base del bien individual y la máxima rentabilidad y cómo esto está devaluando la sagrada dignidad del ser humano y “deconstruyendo” a la persona, deshumanizándola ante dimensiones fundamentales y transcendentales de su existencia, como es el trabajo humano, la política, la familia y la economía, normalizando situaciones de discriminación e injusticias, asumiendo que “esto no puede cambiar” o “esto es así”.

Para que la sociedad sea decente, necesita que el trabajo contemple la sagrada dignidad de la persona y, a su vez, ese trabajo digno necesita de una sociedad que se organice para que todas las personas, sobre todo las más precarias y empobrecidas, puedan vivir con dignidad. Por todo ello, vemos urgente un necesario cambio de mentalidad y de la atmósfera cultural que nos envuelve, que nos orienta a vivir mirando hacia otro lado ante tanta injusticia y sufrimiento.

Cultura egoísta e individualista

Tenemos que ser conscientes de nuestra responsabilidad al dejarnos llevar por los hábitos y conductas consumistas que normalizan esta cultura egoísta e individualista. Somos parte de este sistema neoliberal, y por lo tanto responsables de la sociedad que vamos construyendo. La cultura nos condiciona, pero no nos determina. Podemos cambiarla, potenciando aquellos valores humanizadores que son presencia del Dios creador

Jesús de Nazaret irrumpió en su mundo rompiendo el orden establecido, desde una perspectiva de amor y comunión. Proclamó un cambio de mentalidad desde su pequeño mundo, con la gente que compartía su vida, sus acciones liberadoras y sanadoras. Como Iglesia tenemos un gran reto para ser Buena Noticia llamada a construir la vida, no desde la lógica y exigencias de la economía “del descarte”, sino desde la cultura del encuentro comunitario y solidario. También como Iglesia encarnada en el mundo obrero y del trabajo nos surge el reto de hacer posible un trabajo digno para una sociedad decente junto a otros proyectos que luchen por un mundo de fraternidad y justicia.

Nuestra manera de vivir, de ser, nuestra coherencia fe-vida como experiencia del Cristo Salvador nos alimenta y trasciende, haciendo creíble que un cambio de mentalidad y cultura es posible. Solo desde el amor-solidaridad podemos forzar el cambio. Solo desde una nueva mentalidad y cultura, desde el encuentro, será posible acoger al Dios de la Misericordia, de la Justicia, de la Gratuidad.

Recuperar el valor del trabajo humano

Para ello es fundamental recuperar el valor del trabajo humano, que no son empleos; generar una mentalidad en la que se reconozca el trabajo de los cuidados para las personas y la sociedad; extender la conciencia que no vale cualquier empleo, porque solo un empleo digno y con derechos puede ser camino de humanización. Una nueva cultura que fortalezca a las organizaciones de las trabajadoras y los trabajadores, restaurando las virtudes de solidaridad y fraternidad de la clase obrera.

Y conocemos situaciones en las que se empieza a dar el cambio: el acogimiento de una familia desahuciada; el reparto de una gratificación económica en la empresa; la vida en comunión de familias y comunidades; en el desarrollo de nuestra dimensión política por el bienestar del más débil; las experiencias de grupos de consumo responsable y solidario; la creación de espacios de encuentro, diálogo y acción compartida; las experiencias de trabajo cooperativo, de economía social; ser voz de Iglesia en la denuncia de las injusticias, en el trabajo, la política y la economía, en esta tarea llevan unos años la iniciativa Iglesia por el Trabajo Decente y la campaña mencionada de la HOAC.

El papa Francisco nos recuerda: “El Espíritu Santo obra como quiere, cuando quiere y donde quiere; nosotros nos entregamos pero sin pretender resultados llamativos. Solo sabemos que nuestra entrega es necesaria”. (Evangelii gaudium, 279).

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Tribuna publicada en Vida Nueva.

Madrid | XI Vigilia de oración con quienes sufren la crisis

Convocatorias

Madrid | XI Vigilia de oración con quienes sufren la crisis

16 abril 2019

El 27 de abril de 19 a 24 horas, en la Parroquia de Nuestra Señora de las Angustias se celebra la XI Vigilia de oración por las víctimas de la crisis, presidida por el obispo auxiliar de Madrid, José Cobo, animada por el músico Migueli y completada con el testimonio de personas que a pesar de la recuperación económica siguen viviendo en crisis.

“La Iglesia nos invita a contemplar el rostro desfigurado de Cristo en quienes sufren la crisis, no cuentan con trabajo, son explotadas o no llegan a fin de mes a pesar de jornadas agotadoras. Sabemos que lo nuestro es la oración y la militancia. Por eso, os invitamos a rezar a nuestro buen Dios para que cambie el corazón de piedra de los responsables de tanto dolor y a nosotros nos dé entrañas de misericordia y anhelo de justicia para anunciar creiblemente su Reino. Es cierto que las cifras del mundo laboral son estremecedoras, pero la Buena Noticia del Resucitado nos permite afirmar que la muerte y todo lo que quita vida está vencido en la entrega hasta el final del Señor Jesús. Desde esa esperanza queremos acoger, acompañar y compartir la impotencia de las personas en paro o con trabajos precarios y orar con ellas”, dice el Vicario de Pastoral de Desarrollo Humano e Innovación de la Diócesis de Madrid.

 

 

Esta convocatoria, todavía reciente la Pascua de Resurrección, en la víspera de la Jornada Diocesana contra el Paro, animada fundamentalmente por Cáritas, y tras la celebración de la Eucaristía por la Salud y Seguridad en el Trabajo en la Parroquia de Nuestra Señora de las Angustias el día 25 de abril, es buena ocasión para reforzar el compromiso cristiano con todas las víctimas de la economía del descarte.

Alicante | Por una vida digna en el mundo del trabajo

Iglesia, Mundo obrero y del trabajo

Alicante | Por una vida digna en el mundo del trabajo

03 abril 2019

En Petrer, (Alicante), acogidas por la Comunidad Parroquial de S. Bartolomé,  con la presencia del Vicario General y del Vicario de la Zona IV, en el XXV Aniversario de la aprobación por la Conferencia Episcopal del documento “La Pastoral Obrera de toda la Iglesia” (POTI), se han reunido 90 personas, convocadas por el Secretariado de Pastoral Obrera con el lema, “La Iglesia de Orihuela-Alicante ante los retos del Mundo del Trabajo”.

Abrió la jornada el testimonio de su experiencia de vida de Edytha Castillo y su experiencia como empleada del hogar desde su ser emigrante, seguido de la “Mesa de empleo doméstico” a través de José Manuel Sabuco, responsable de Empleo de Cáritas. Manolo Gómez de la Asoc. de Vecinos de S. Miguel de Salinas nos ha contado el trabajo de acompañamiento de trabajadoras en la cooperativa de limpieza de esta localidad. Adolfo de Haro, de la Parroquia de S. Francisco de Sales de Elda, ha compartido el trabajo comunitario desarrollado en la misma en torno a la Campaña, Trabajo Digno para una Sociedad Decente. A continuación Maite Valdivieso Peña[1], iluminó la realidad desde la Doctrina Social de la Iglesia.

Convencidos que Dios tiene un proyecto de humanización para cada persona, para nuestro mundo. este encuentro ha ayudado a mirar al mundo del trabajo, como lo mira Él. Hay que aprender a leer los signos de los tiempos y a descubrir el sentido del trabajo desde la Doctrina Social de la Iglesia: la dimensión social de la evangelización, la centralidad de la persona y su dignidad.

La Iglesia ha de implicarse en la defensa de un trabajo digno a la medida del ser humano.

Desde lo compartido, se acogieron los siguientes retos y llamadas:

  • Los testimonios compartidos han sido una pequeña muestra de la situación en la que se encuentran muchas mujeres y hombres del mundo del trabajo, está situación viene dada “porque el sistema social y económico es injusto en su raíz (EG 59), y se concreta en falta de trabajo; exceso de horas trabajadas; falta de poder organizar la vida personal y familiar, compatibilizando esta con el tiempo de trabajo; trabajos mal retribuidos; escasa protección de la seguridad y la salud en el trabajo; “salario en negro” que impide una mayor contribución al bien común y que crea inseguridades en nuestro futuro;
  • Somos Cartas de Cristo. Cartas vivas, generadores de Buenas Noticias, de ahí que tengamos que hacer de la Iglesia lugar de misericordia y reaccionar ante la cultura del descarte, para vivir y construir la fraternidad.
  • Somos Iglesia en salida (…) comunidad de discípulos misioneros que primerean, que se involucran, que acompañan, que fructifican y festejan.” (EG 24). Los testimonios, también nos han mostrado caminos para hacernos próximos y acompañar éstas situaciones y a las personas que las padecen.
  • Como Iglesia denunciamos las estructuras que deshumanizan y sostienen el actual sistema económico y social.
  • Queremos visibilizar estas situaciones que descartan, empobrecen y deshumanizan a las personas. En primer lugar, ante nosotros mismos, que en ocasiones vivimos como si no existieran; segundo entre las personas trabajadoras, para que tomemos conciencia y nos comprometamos a cambiar esta realidad y tercero, ante las instituciones, para que se responsabilicen y cambien este sistema económico y social que permite que aboca a las familias a la pobreza y a la exclusión.

La experiencia cristiana pone en situación de proclamar que los “gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y de cuantos sufren, son a la vez gozos y esperanzas, tristezas y angustias de los discípulos de Cristo” (GS 1)

Creemos que la Iniciativa Iglesia por el Trabajo Decente es un buen instrumento para que eclesialmente demos respuesta a las situaciones del mundo del trabajo que hemos compartido. Hay que seguir implicando, a toda la Iglesia de Orihuela-Alicante en esta tarea.

La Pastoral Obrera de Toda la Iglesia”, sigue guiando nuestros pasos. Sus propuestas y líneas de acción siguen siendo una buena guía para abordar la evangelización del mundo obrero y del trabajo.

Concluimos este encuentro renovadas y renovados en la esperanza y en el convencimiento de que el “gran objetivo debería ser siempre permitirles a los pobres una vida digna a través del trabajo, porque el trabajo es una necesidad, parte del sentido de la vida en esta tierra, camino de ma­duración, de desarrollo humano y de realización personal.” (LS 128).

En Petrer, a 30 de marzo de 2019, en la celebración del Día Internacional de las Trabajadoras del Hogar

[1] Maite Valdivieso es de la Diócesis de Bilbao. Licenciada en Teología. Responsable Secretariado del Servicio al laicado. Responsable Pastoral obrera de la Diócesis de Bilbao y miembro Consejo Asesor de Pastoral obrera de la CEAS.

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#Cuaresma2019 | «La creación, expectante, está aguardando la manifestación de los hijos de Dios» (Rm 8, 19)

Iglesia

#Cuaresma2019 | «La creación, expectante, está aguardando la manifestación de los hijos de Dios» (Rm 8, 19)

06 marzo 2019

Queridos hermanos y hermanas:

Cada año, a través de la Madre Iglesia, Dios «concede a sus hijos anhelar, con el gozo de habernos purificado, la solemnidad de la Pascua, para que […] por la celebración de los misterios que nos dieron nueva vida, lleguemos a ser con plenitud hijos de Dios» (Prefacio I de Cuaresma). De este modo podemos caminar, de Pascua en Pascua, hacia el cumplimiento de aquella salvación que ya hemos recibido gracias al misterio pascual de Cristo: «Pues hemos sido salvados en esperanza» (Rm 8, 24). Este misterio de salvación, que ya obra en nosotros durante la vida terrena, es un proceso dinámico que incluye también a la historia y a toda la creación. San Pablo llega a decir: «La creación, expectante, está aguardando la manifestación de los hijos de Dios» (Rm 8, 19). Desde esta perspectiva querría sugerir algunos puntos de reflexión, que acompañen nuestro camino de conversión en la próxima Cuaresma.

1. La redención de la creación

La celebración del Triduo Pascual de la pasión, muerte y resurrección de Cristo, culmen del año litúrgico, nos llama una y otra vez a vivir un itinerario de preparación, conscientes de que ser conformes a Cristo (cf. Rm 8, 29) es un don inestimable de la misericordia de Dios.

Si el hombre vive como hijo de Dios, si vive como persona redimida, que se deja llevar por el Espíritu Santo (cf. Rm 8, 14), y sabe reconocer y poner en práctica la ley de Dios, comenzando por la que está inscrita en su corazón y en la naturaleza, beneficia también a la creación, cooperando en su redención. Por esto, la creación —dice san Pablo— desea ardientemente que se manifiesten los hijos de Dios, es decir, que cuantos gozan de la gracia del misterio pascual de Jesús disfruten plenamente de sus frutos, destinados a alcanzar su maduración completa en la redención del mismo cuerpo humano. Cuando la caridad de Cristo transfigura la vida de los santos —espíritu, alma y cuerpo—, estos alaban a Dios y, con la oración, la contemplación y el arte hacen partícipes de ello también a las criaturas, como demuestra de forma admirable el “Cántico del hermano sol” de san Francisco de Asís (cf. Enc. Laudato si’, 87). Sin embargo, en este mundo la armonía generada por la redención está amenazada, hoy y siempre, por la fuerza negativa del pecado y de la muerte.

2. La fuerza destructiva del pecado

Efectivamente, cuando no vivimos como hijos de Dios, a menudo tenemos comportamientos destructivos hacia el prójimo y las demás criaturas —y también hacia nosotros mismos—, al considerar, más o menos conscientemente, que podemos usarlos como nos plazca. Entonces, domina la intemperancia y eso lleva a un estilo de vida que viola los límites que nuestra condición humana y la naturaleza nos piden respetar, y se siguen los deseos incontrolados que en el libro de la Sabiduría se atribuyen a los impíos, o sea a quienes no tienen a Dios como punto de referencia de sus acciones, ni una esperanza para el futuro (cf. 2, 1-11). Si no anhelamos continuamente la Pascua, si no vivimos en el horizonte de la Resurrección, está claro que la lógica del todo y ya, del tener cada vez más acaba por imponerse.

Como sabemos, la causa de todo mal es el pecado, que desde su aparición entre los hombres interrumpió la comunión con Dios, con los demás y con la creación, a la cual estamos vinculados ante todo mediante nuestro cuerpo. El hecho de que se haya roto la comunión con Dios, también ha dañado la relación armoniosa de los seres humanos con el ambiente en el que están llamados a vivir, de manera que el jardín se ha transformado en un desierto (cf. Gn 3, 17-18). Se trata del pecado que lleva al hombre a considerarse el dios de la creación, a sentirse su dueño absoluto y a no usarla para el fin deseado por el Creador, sino para su propio interés, en detrimento de las criaturas y de los demás.

Cuando se abandona la ley de Dios, la ley del amor, acaba triunfando la ley del más fuerte sobre el más débil. El pecado que anida en el corazón del hombre (cf. Mc 7, 20-23) —y se manifiesta como avidez, afán por un bienestar desmedido, desinterés por el bien de los demás y a menudo también por el propio— lleva a la explotación de la creación, de las personas y del medio ambiente, según la codicia insaciable que considera todo deseo como un derecho y que antes o después acabará por destruir incluso a quien vive bajo su dominio.

3. La fuerza regeneradora del arrepentimiento y del perdón

Por esto, la creación tiene la irrefrenable necesidad de que se manifiesten los hijos de Dios, aquellos que se han convertido en una “nueva creación”: «Si alguno está en Cristo, es una criatura nueva. Lo viejo ha pasado, ha comenzado lo nuevo» (2 Co 5, 17). En efecto, manifestándose, también la creación puede “celebrar la Pascua”: abrirse a los cielos nuevos y a la tierra nueva (cf. Ap 21, 1). Y el camino hacia la Pascua nos llama precisamente a restaurar nuestro rostro y nuestro corazón de cristianos, mediante el arrepentimiento, la conversión y el perdón, para poder vivir toda la riqueza de la gracia del misterio pascual.

Esta “impaciencia”, esta expectación de la creación encontrará cumplimiento cuando se manifiesten los hijos de Dios, es decir cuando los cristianos y todos los hombres emprendan con decisión el “trabajo” que supone la conversión. Toda la creación está llamada a salir, junto con nosotros, «de la esclavitud de la corrupción para entrar en la gloriosa libertad de los hijos de Dios» (Rm8, 21). La Cuaresma es signo sacramental de esta conversión, es una llamada a los cristianos a encarnar más intensa y concretamente el misterio pascual en su vida personal, familiar y social, en particular, mediante el ayuno, la oración y la limosna.

Ayunar, o sea aprender a cambiar nuestra actitud con los demás y con las criaturas: de la tentación de “devorarlo” todo, para saciar nuestra avidez, a la capacidad de sufrir por amor, que puede colmar el vacío de nuestro corazón. Orar para saber renunciar a la idolatría y a la autosuficiencia de nuestro yo, y declararnos necesitados del Señor y de su misericordia. Dar limosna para salir de la necedad de vivir y acumularlo todo para nosotros mismos, creyendo que así nos aseguramos un futuro que no nos pertenece. Y volver a encontrar así la alegría del proyecto que Dios ha puesto en la creación y en nuestro corazón, es decir amarle, amar a nuestros hermanos y al mundo entero, y encontrar en este amor la verdadera felicidad.

Queridos hermanos y hermanas, la “Cuaresma” del Hijo de Dios fue un entrar en el desierto de la creación para hacer que volviese a ser aquel jardín de la comunión con Dios que era antes del pecado original (cf. Mc 1, 12-13; Is 51, 3). Que nuestra Cuaresma suponga recorrer ese mismo camino, para llevar también la esperanza de Cristo a la creación, que «será liberada de la esclavitud de la corrupción para entrar en la gloriosa libertad de los hijos de Dios» (Rm 8, 21). No dejemos transcurrir en vano este tiempo favorable. Pidamos a Dios que nos ayude a emprender un camino de verdadera conversión. Abandonemos el egoísmo, la mirada fija en nosotros mismos, y dirijámonos a la Pascua de Jesús; hagámonos prójimos de nuestros hermanos y hermanas que pasan dificultades, compartiendo con ellos nuestros bienes espirituales y materiales. Así, acogiendo en lo concreto de nuestra vida la victoria de Cristo sobre el pecado y la muerte, atraeremos su fuerza transformadora también sobre la creación.

 


Vía Vatican.va

Cuaresma, una escuela para «desaprender»

Colaboraciones, Iglesia

Cuaresma, una escuela para «desaprender»

06 marzo 2019

Jorge Hernández DuarteEn marzo terminamos la primera parte del tiempo ordinario con una de esas contundentes parábolas de Lucas donde nos ayuda a examinar las grandezas y miserias humanas y nos invita a practicar la bondad, los valores del Reino para que sean un estilo en nuestra vida: «De lo que rebosa del corazón, habla la boca» (Lc 6, 39-45).

Esta es una buena forma de prepararnos para comenzar un tiempo como la cuaresma, un curso –como diría Facundo Cabral– en la «escuela de desaprender», ¡cuántas cosas, «pendejadas» –diría él– hemos aprendido, de memoria, que nos distancia de los valores del Reino! Caminar en la dirección contraria de este sistema no es fácil y nos ven «raros» y hasta uno mismo se hace la pregunta: ¿no soy un raro?

Ya procuraremos limpiarnos la ceniza de la frente, porque se hace demasiado pública nuestra rareza.

El miércoles de ceniza «marca» el comienzo de ese «curso» para «desaprender». Y podríamos decir que el Evangelio de ese día nos invita a la honestidad, a abrir la puerta de nuestro interior para despojarnos de todo y que la palabra nos inunde y podamos experimentar la infinita misericordia de Dios. Nos invita a purificar nuestras intenciones, a jugar limpio…, «el Padre que ve lo secreto» (Mt 6, 1-6. 16-18).

Y Lucas nos regala tres lecturas en marzo para este curso de «desaprender»:

Con las tentaciones vuelve a presentar el proyecto de Jesús: no ha venido de milagrero a montar un espectáculo, ha venido a poner la mesa de la fraternidad donde compartimos el pan, «denles ustedes de comer». No ha venido a demostrar que controla a Dios, y sus ángeles cargaran con él, sino a cargar con los perdidos y a enseñarnos a llamarle Padre. No viene a imponer un poder, a demostrar el dominio sobre el mundo, sino a servir a una causa que es el Reino, que nace dentro de nosotros y sale hacia fuera para convertirse en motivo de esperanza para la humanidad, que es sueño de fraternidad de todo un Dios llamado Padre (Lc 4, 1-13). Dirección contraria al poder, al tener y al prestigio.

Y el Tabor se convierte en la gran experiencia de encuentro. Dios quiere estar por el medio, quiere estar presente, y nos inunda. Y nos invita a escuchar al Hijo, maestro de esta escuela. «Hagamos tres tiendas»: ¡Pedro, la tienda hay que ponerla donde está la gente! En medio de las personas empobrecidas, de las excluidas, migrantes, explotadas, del mundo obrero empobrecido, de homosexuales y transexuales, de las mujeres maltratadas y de las víctimas de abusos; estar como Iglesia, en las periferias, donde debemos estar.

Y bajaron del monte para montar la tienda en el camino a Jerusalén (Lc 9, 28b-36). Hay que «desaprender», porque el «siempre se ha hecho así» nos hace cómodos en la misión, y no nos ayuda a «ser audaces y creativos en la tarea de repensar» todo, para «transformarlo todo» hasta las estructuras (EG 27, 33).

«Que tu Iglesia, “la tienda”, Señor, sea un recinto de verdad y de amor, de libertad, de justicia y de paz, para que toda persona que se acerque a ella tenga motivos para la lucha y la espera».

Esperar y confiar en la persona. Jesús, el Señor, sigue apostando por la gente, por nuestra raza, su raza; sigue creyendo en la capacidad de humanización, de cambio, en la capacidad de entusiasmarnos con el Reino, «yo cavaré alrededor y le echaré…» ternura, pasión, misericordia (Lc 13, 1-9).

Y yo quiero aprender a cavar contigo, quiero convertir eso en mi «quehacer», un año más.

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Noticias Obreras | Acción en común-unión

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Noticias Obreras | Acción en común-unión

05 febrero 2019

Presento la portada y el sumario de contenidos de la revista Noticias Obreras, una mirada cristiana del trabajo humano y el bien común, de febrero de 2019 (número 1.614). Pronto la recibirás en tu domicilio. Mientras tanto, puedes acceder a la versión digital.

Opinión • Un nuevo contrato social mundial. Escribo sobre la OIT que inicia el mayor diálogo que se recuerde sobre los retos y desafíos que ya plantea el futuro del trabajo y que finalizará en la 108º reunión, de junio de 2019, con un «parlamento mundial» entre gobiernos, empresarios y sindicatos.NNOO digital

Editorial • Situar en el centro la cuestión social. Diversas organizaciones eclesiales venimos insistiendo y empeñándonos, con nuestra acción y en el trabajo conjunto en realidades como la Pastoral Obrera y en iniciativas como Iglesia por el Trabajo Decente, en lo importante que es situar en el centro del debate y la preocupación social y política la cuestión social, afrontar la brecha de desigualdad que sufrimos. Este texto de opinión de la HOAC, se publicará en la web y en las redes sociales el próximo 11 de febrero. Te animamos a su valoración y a compartirlo con la etiqueta #PrioridadSocial. Si lo prefieres, puedes hacer llegar tu opinión a participacion@noticiasobreras.es

Tema del Mes • La acción en común-unión. La Comisión Permanente de la HOAC presenta una síntesis de la última reflexión de la Hermandad Obrera de Acción Católica (HOAC) sobre qué puede y debe ofrecer el seguimiento cristiano comunitario al mundo actual, especialmente a los ambientes del mundo del trabajo y populares, a las personas y familias trabajadoras. Ilustrado con la viñeta de Chipola. En esta sección, nos ponemos a la escucha. Puedes hacer tus aportaciones al tema a través de las redes sociales con la etiqueta #ComúnUnión o al correo participacion@noticiasobreras.es

Laboral • Pinchando el globo. Los sindicatos llevan tiempo cuestionando el funcionamiento de las empresas de multiplataforma que, mediante la fórmula del «falso autónomo» o directamente en economía sumergida, tratan de mantener su modelo de negocio a costa de los derechos laborales. Por Ester Calderón, periodista.

Entrevista •  Conversamos con Joaquim Bosch«Tenemos el Poder Judicial más controlado políticamente de la historia». El exportavoz de Jueces para la Democracia, ahora representante de la asociación en la Comunidad Valenciana, es muy crítico con las injerencias políticas en el sistema judicial. Por José Luis Palacios, redactor jefe de la revista.

Economía • Salario Mínimo Interprofesional: de 735 a 900 euros al mes. Este incremento del 22,3% respecto a 2018 es la mayor subida del Salario Mínimo Interprofesional (SMI) en España en términos reales, y es efectivo desde el 1 de enero de 2019. Por Saúl Pérez, economista.

Vidas precarias • Despedido por su actividad sindical. Domingo Casaos, de 54 años de edad, fue despedido hace tres meses del centro que la empresa de ascensores Schindler tiene en Zaragoza, donde había desplegado una intensa actividad sindical. Desde entonces, lleva luchando por su readmisión, al entender su cese como represalia por defender los derechos laborales. Por Yolanda Cañada, periodista.

Política• Las diócesis valencianas llevan el trabajo decente a los ayuntamientos. La HOAC de las diócesis de Orihuela-Alicante, Segorbe-Castellón y Valencia están presentando para su debate y aprobación, la proposición y cumplimiento de los compromisos contraídos por el Gobierno de España en la Agenda 2030, relativa a su objetivo nº 8 Trabajo decente y crecimiento económico y sostenible. Por Luis Ortega, militante de la HOAC de Orihuela-Alicante. En la viñeta, Javiñetas acompaña el artículo.

Otra vida familiar es posible • Un rayo de esperanza para la niñez heridaLos y las menores, a los que nadie parece hacer mucho caso, sufren tanto o más que sus padres cuando la crisis se instala en las familias. No tienen herramientas, ni recursos para defenderse, precisamente en la etapa en que todavía están formándose como personas. Por Ana María León, militante de la HOAC de Toledo.

Iglesia • Inhumanidad. Artículo sobre el Mensaje del Papa para la Jornada de las Migraciones. Por José Luis Pinilla, director del Secretariado de Migraciones de la Conferencia Episcopal Española.

Noticias de la HOAC • Premio Derechos Humanos de Córdoba 2018 a Barrios Ignorados. La Asociación Pro-Derechos Humanos de Andalucía (Apdha), ha distinguido con el premio Derechos Humanos a la Asociación Barrios Ignorados de Córdoba. Por José Luis Molina, militante de la HOAC de Córdoba.

Experiencia • Medio siglo de Adsis en Canarias. El movimiento de comunidades cristianas Adsis celebra su 50 aniversario de compromiso con los más jóvenes y pobres de Canarias. Nos lo cuenta Antonio Quintana, militante de la HOAC de Canarias.

Cultura • RelaciónARTE, juntas sumamos, juntas cambiamos. Campaña 2018-2020.  La JOC, con esta campaña, quiere descubrir si las relaciones personales (tanto las presenciales como las virtuales o digitales), son de poder y dominación, como pretende este sistema capitalista patriarcal, o son como Jesús de Nazaret propone, de justicia y cuidados. Lo explica su presidenta, María Isabel Herrera.

Libros • Trovadores de Dios. Fernando Díaz, consiliario general de la HOAC, reseña el libro La sinfonía femenina (incompleta) de Thomas Merton, de María Cristina Inogés Sanz.

El trabajo es para la vida •Reducir el tiempo de trabajo, bueno para la salud. El hecho, el dato y la reflexión por José Quero, militante de la HOAC de Málaga.

El cuidado de la creación • Transición justa. El 4º Congreso de la Confederación Sindical Internacional (CSI) señala como uno de sus cuatro pilares de acción que las transformaciones mundiales que experimentamos sean justasPor Araceli Caballero, periodista.

La Mundialización  La paz y el sentido de nuestra humanidad, «hace falta volver a sentir que nos necesitamos unos a otros, que tenemos una responsabilidad por los demás y por el mundo, que vale la pena ser buenos y honestos (LS, 229)». Aportación de Francisco Porcar.

El Termómetro • ¿Descristianización de España?. Es el momento oportuno para intensificar la vida de fe como experiencia o seguimiento de Jesucristo revelador del Dios amor. Por Jesús Espeja.

El Evangelio en tu vida • Con el artículo El escándalo de la misericordia. El evangelio de Lucas que se lee en este ciclo litúrgico, estaba dirigido, según parece, a las comunidades cristianas surgidas de la predicación de Pablo. De Juan Mari Lechosa, consiliario de la HOAC de Bilbao.

Cine • Trama de corrupción, de nuestro crítico Iñaki Lancelot, sobre la película El reino.

El Atrio • Un altar en las víasPor segundo año consecutivo, el paso a nivel de Santiago el Mayor (Murcia) fue escenario de una celebración muy especial. Lo relatan Mari Carmen Ortuño y Joaquín Ruiz, militantes de la HOAC de Murcia.

La oración de cada día • Desde este celo impar donde te busco de Presen Pérez.

Dos Minutos • Con José María Toro y su texto Los otros Pozos.

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Francisco: El sistema económico y la ideología del consumo seleccionan nuestras necesidades y manipulan nuestros sueños

Iglesia

Francisco: El sistema económico y la ideología del consumo seleccionan nuestras necesidades y manipulan nuestros sueños

16 enero 2019

La comunidad humana (Humana communitas), es el título de la Carta remitida por el papa Francisco a mons. Vincenzo Paglia, presidente de la Pontificia Academia para la Vida, con ocasión del XXV aniversario de esta institución, que se celebrará el próximo 11 de febrero.

En una extensa misiva (puede leerse en la parte inferior de esta nota), el obispo de Roma expresa su deseo de que la Pontificia Academia para la Vida sea un lugar lleno de valentía para la interacción y el diálogo al servicio del bien de todos, porque –explica– “ser miembros del único género humano exige un enfoque global y nos pide a todos que abordemos las cuestiones que surgen en el diálogo entre las diferentes culturas y sociedades, que están cada vez más estrechamente relacionadas en el mundo de hoy”.

Fraternidad, un verdadero “tesoro escondido”

Parte del concepto de que “la comunidad humana ha sido el sueño de Dios desde antes de la creación del mundo”. Y es necesario “ser cada vez más conscientes de nuestro común origen en la creación y el amor de Dios”. “La gran familia de la humanidad se reconoce a sí misma en el misterio de la generación –escribe Francisco y de hecho, –prosigue– “entre las criaturas humanas la iniciación familiar en la fraternidad puede ser considerada como un verdadero tesoro escondido, con vistas a la reorganización comunitaria de las políticas sociales y a los derechos humanos, tan necesarios hoy en día”.

La pasión de Dios por la criatura humana

“En nuestro tiempo –continúa el Papa– , la Iglesia está llamada a relanzar vigorosamente el humanismo de la vida que surge de esta pasión de Dios por la criatura humana”, hecha a su imagen, y es precisamente “la relación entre hombre y mujer el lugar por excelencia en el que toda la creación se convierte en interlocutora de Dios y testigo de su amor”.

Cisma entre individuo y comunidad humana

La “pasión por lo humano” encuentra en este momento de la historia serias dificultades”, prosigue la carta, que pone en evidencia “la desconfianza recíproca entre los individuos y entre los pueblos” alimentada por “una búsqueda desmesurada de los propios intereses y de una competencia exasperada, no exenta de violencia”. “La distancia entre la obsesión por el propio bienestar y la felicidad compartida de la humanidad se amplía hasta tal punto que da la impresión de que se está produciendo un verdadero cisma entre el individuo y la comunidad humana”. Francisco recuerda que en la Encíclica Laudato si’ resaltó el “estado de emergencia en el que se encuentra nuestra relación con la tierra y los pueblos” y explica que  “es una alarma causada por la falta de atención a la gran y decisiva cuestión de la unidad de la familia humana y su futuro”.

La paradoja: degradación espiritual y progreso tecnológico

Esta emergencia revela una paradoja, dice el Papa, y se pregunta por qué cuando los recursos económicos y tecnológicos  “nos permitirían cuidar suficientemente de la casa común y de la familia humana”  son precisamente ellos los que provocan “nuestras divisiones más agresivas y nuestras peores pesadillas”. “Los pueblos sienten aguda y dolorosamente, aunque a menudo confusamente, la degradación espiritual —podríamos decir el nihilismo— que subordina la vida a un mundo y a una sociedad sometidos a esta paradoja. La tendencia a anestesiar este profundo malestar, a través de una búsqueda ciega del disfrute material, produce la melancolía de una vida que no encuentra un destino a la altura de su naturaleza espiritual”. “El sistema económico y la ideología del consumo seleccionan nuestras necesidades y manipulan nuestros sueños”.

Tarea difícil para la Iglesia

El santo padre se refiere a la dificultad de reabrir el horizonte humanístico, “incluso dentro de la Iglesia”. “Debemos preguntarnos seriamente si hemos hecho lo suficiente para dar nuestra contribución específica como cristianos a una visión de lo humano que es capaz de sostener la unidad de la familia de los pueblos en las condiciones políticas y culturales actuales”.

Reaccionar frente a la división y la indiferencia

“El pueblo cristiano, haciendo suyo el grito de sufrimiento de los pueblos, debe reaccionar ante los espíritus negativos que fomentan la división, la indiferencia y la hostilidad. Tiene que hacerlo no solo por sí mismo, sino por todos”. “La rehabilitación de la criatura de Dios en la feliz esperanza de su destino tiene que llegar a ser la pasión dominante de nuestro anuncio”.

Perseguir una nueva perspectiva ética universal

El pontífice señala que “es urgente que los ancianos crean aún más en sus mejores ‘sueños’ y que los jóvenes tengan ‘visiones’ capaces de impulsarles a comprometerse con valentía en la historia”. Y agrega que el objetivo a perseguir a nivel cultural es “una nueva perspectiva ética universal, atenta a los temas de la creación y de la vida humana”. “No podemos –agrega el Papa– continuar por el camino del error que se ha seguido en tantas décadas de deconstrucción del humanismo, identificado con toda ideología de voluntad de poder, que se sirve del firme apoyo del mercado y la tecnología, por ello hay que combatirla a favor del humanismo”.

Diversidad humana es bien absoluto

“La diversidad de la vida humana es un bien absoluto, digno de ser custodiado éticamente y muy valioso para la salvaguardia de toda la creación. El escándalo está en que el humanismo se contradiga a sí mismo, en lugar de inspirarse en el acto del amor de Dios”. El Papa exhorta entonces a la Iglesia a “redescubrir la belleza de esta inspiración y empeñarse con renovado entusiasmo”.

La construcción de una fraternidad universal

Francisco advierte que “es hora de relanzar una nueva visión de un humanismo fraterno y solidario de las personas y de los pueblos”. “La conciencia y los afectos de la criatura humana no son de ninguna manera impermeables ni insensibles a la fe y a las obras de esta fraternidad universal”, porque “una cosa es resignarse a concebir la vida como una lucha contra antagonismos interminables, y otra cosa muy distinta es reconocer la familia humana como signo de la vitalidad de Dios Padre y promesa de un destino común para la redención de todo el amor que, ya desde ahora, la mantiene viva”. “Todos los caminos de la Iglesia conducen al hombre”.

La tutela de la vida

Son de consuelo “los signos de la acción de Dios en el tiempo presente”, dice el Papa. Entre ellos los indicados por San Juan Pablo II que se refería a  “los gestos de acogida y defensa de la vida humana, la difusión de una sensibilidad contraria a la guerra y a la pena de muerte”, el “interés creciente por la calidad de la vida y la ecología” y la “difusión de la bioética”. Y en estos 25 años, la comunidad científica de la Pontificia Academia para la Vida ha demostrado, “cómo precisamente desde esta perspectiva puede ofrecer su alta y calificada contribución”.

“Prueba de ello –dice el Papa– es el compromiso con la promoción y protección de la vida humana en todo su desarrollo, la denuncia del aborto y de la supresión de los enfermos como males gravísimos que contradicen el Espíritu de vida y nos hunden en la anticultura de la muerte”. “Hay que continuar en esta línea, –afirma Francisco– prestando atención a otros desafíos que la coyuntura contemporánea presenta para la maduración de la fe, para una comprensión más profunda de la misma y para una comunicación más adecuada a los hombres de hoy”.

Incorporar el anuncio del Evangelio en la experiencia concreta

El futuro de la Academia “es hacer nuestro el lenguaje y la historia de los hombres y mujeres de nuestro tiempo, incorporando el anuncio del Evangelio en la experiencia concreta”, como el Concilio Vaticano II ya nos indicó con determinación. Y para comprender “el sentido de la vida humana”, hay que hacer referencia a la “dinámica de la generación” para evitar de esta manera “reducir la vida a un concepto puramente biológico o a una idea universal abstraída de las relaciones y de la historia”.

Hoy “el umbral del respeto fundamental de la vida humana está siendo transgredido de manera brutal, no solo por el comportamiento individual, sino también por los efectos de las opciones y de los acuerdos estructurales”. “La organización de las ganancias económicas y el ritmo de desarrollo de las tecnologías ofrecen posibilidades nuevas para condicionar la investigación biomédica, la orientación educativa, la selección de necesidades y la calidad humana de los vínculos”, continúa el Papa, evidenciando que “la posibilidad de orientar el desarrollo económico y el progreso científico hacia la alianza del hombre y de la mujer, para el cuidado de la humanidad que nos es común, y hacia la dignidad de la persona humana, se basa ciertamente en un amor por la creación que la fe nos ayuda a profundizar e iluminar”.

“La perspectiva de la bioética global, con su amplia visión y su atención a las repercusiones del medio ambiente en la vida y la salud, constituye una notable oportunidad para profundizar la nueva alianza del Evangelio y de la creación”.

Enfoque global

“No tengan miedo –dice el Papa– de elaborar argumentos y lenguajes que puedan ser utilizados en un diálogo intercultural e interreligioso, así como interdisciplinar” e insta al mismo tiempo a participar “en la reflexión sobre los derechos humanos, que son un punto central en la búsqueda de criterios universalmente compartidos”.

Nuevas tecnologías no oscurezcan la alegría de la fraternidad

“Otro frente en el que hay que profundizar la reflexión, dice Francisco, es sobre todo  el de las nuevas tecnologías hoy definidas como emergentes y convergentes”. Son las tecnologías de la información y de la comunicación, las biotecnologías, las nanotecnologías y la robótica. “Ante todo, es necesario comprender los cambios profundos que se anuncian en estas nuevas fronteras, con el fin de identificar cómo orientarlas hacia el servicio de la persona humana, respetando y promoviendo su dignidad intrínseca”.

Finalmente, “la medicina y la economía, la tecnología y la política que se elaboran en el centro de la ciudad moderna del hombre, deben quedar expuestas también y, sobre todo, al juicio que se pronuncia desde las periferias de la tierra” afirma el Papa, notando que estos “extraordinarios  recursos puestos a disposición de la criatura humana por la investigación científica y tecnológica corren el riesgo de oscurecer la alegría que procede del compartir fraterno y de la belleza de las iniciativas comunes, que les dan realmente su auténtico significado”. “Debemos reconocer que la fraternidad sigue siendo la promesa incumplida de la modernidad. La fuerza de la fraternidad, que la adoración a Dios en espíritu y verdad genera entre los humanos, es la nueva frontera del cristianismo”.

***

La comunidad humana (Humana communitas)

Papa Francisco

La comunidad humana ha sido el sueño de Dios desde antes de la creación del mundo (cf. Ef 1,3-14). El Hijo eterno engendrado por Dios tomó en ella carne y sangre, corazón y afectos. La gran familia de la humanidad se reconoce a sí misma en el misterio de la generación. De hecho, entre las criaturas humanas la iniciación familiar en la fraternidad puede ser considerada como un verdadero tesoro escondido, con vistas a la reorganización comunitaria de las políticas sociales y a los derechos humanos, tan necesarios hoy en día. Para que esto pueda darse, necesitamos ser cada vez más conscientes de nuestro común origen en la creación y el amor de Dios. La fe cristiana confiesa la generación del Hijo como el misterio inefable de la unidad eterna entre el “llamar a la existencia” y la “benevolencia”, que reside en lo más profundo del Dios Uno y Trino. El anuncio renovado de esta revelación, que ha sido descuidada, puede abrir un nuevo capítulo en la historia de la comunidad y de la cultura humana, que hoy implora un nuevo nacimiento en el Espíritu —gimiendo y sufriendo los dolores del parto (cf. Rm 8,22)—. En el Hijo unigénito se revela la ternura de Dios, así como su voluntad de redimir a toda la humanidad que se siente perdida, abandonada, descartada y condenada sin remisión. El misterio del Hijo eterno, que se hizo uno de nosotros, sella de una vez para siempre esta pasión de Dios. El misterio de su Cruz —«por nosotros y por nuestra salvación»— y de su Resurrección —como «el primogénito entre muchos hermanos» (Rm 8,29)— dice hasta qué punto esta pasión de Dios está dirigida a la redención y realización de la criatura humana.

Hemos de restaurar la evidencia de esta pasión de Dios por la criatura humana y su mundo. Dios la hizo a su “imagen” —“varón y mujer”, los creó (cf. Gn 1,27)— como una criatura espiritual y sensible, consciente y libre. La relación entre el hombre y la mujer constituye el lugar por excelencia en el que toda la creación se convierte en interlocutora de Dios y testigo de su amor. Nuestro mundo es la morada terrena de nuestra iniciación a la vida, el lugar y el tiempo en los que ya podemos empezar a disfrutar de la morada celestial a la que estamos destinados (cf. 2 Co 5,1), donde viviremos en plenitud la comunión con Dios y con los demás. La familia humana es una comunidad de origen y de destino, cuyo cumplimiento está escondido, con Cristo, en Dios (cf. Col 3,1-4). En nuestro tiempo, la Iglesia está llamada a relanzar vigorosamente el humanismo de la vida que surge de esta pasión de Dios por la criatura humana. El compromiso para comprender, promover y defender la vida de todo ser humano toma su impulso de este amor incondicional de Dios. La belleza y el atractivo del Evangelio nos muestran que el amor al prójimo no se reduce a la aplicación de unos criterios de conveniencia económica y política o a «algunos acentos doctrinales o morales que proceden de determinadas opciones ideológicas» (Exhort. ap. Evangelii gaudium, 24 noviembre 2013, 39).

Una historia apasionada y fecunda

1. Esta pasión ha animado la actividad de la Pontificia Academia para la Vida desde su fundación hace veinticinco años, por san Juan Pablo II, siguiendo la recomendación del siervo de Dios y gran científico Jérôme Lejeune. Este último, claramente convencido de la profundidad y rapidez de los cambios que se producen en el ámbito biomédico, consideró oportuno sostener un compromiso más estructurado y orgánico en este frente. De este modo, la Academia ha podido desarrollar iniciativas de estudio, formación e información para que «quede de manifiesto que la ciencia y la técnica, puestas al servicio de la persona humana y de sus derechos fundamentales, contribuyen al bien integral del hombre y a la realización del proyecto divino de salvación (cf. Gaudium et spes, 35)» (Juan Pablo II, Motu proprio Vitae mysterium, 11 febrero 1994, 3). Las actividades de la Academia recibieron un renovado impulso con el nuevo Estatuto (18 octubre 2016). El propósito era el de hacer que la reflexión sobre estas cuestiones tuviera cada vez más en cuenta el contexto contemporáneo, en el que el ritmo creciente de la innovación tecnológica y científica, y la globalización, multiplican por una parte las interacciones entre las diferentes culturas, religiones y conocimientos y, por otra, entre las múltiples dimensiones de la familia humana y de la casa común en la que habita. «Por lo tanto, es urgente intensificar el estudio y la comparación de los efectos de esta evolución de la sociedad en un sentido tecnológico para articular una síntesis antropológica que esté a la altura de este desafío de época. El área de vuestra experiencia calificada no puede limitarse, pues, a resolver problemas planteados por situaciones específicas de conflicto ético, social o legal. La inspiración de una conducta consistente con la dignidad humana atañe a la teoría y a la práctica de la ciencia y la técnica en su enfoque general de la vida, de su significado y su valor» (Discurso a la Asamblea General de la Pontificia Academia para la Vida, 5 octubre 2017).

Degradación de lo humano y paradoja del “progreso”

2. La pasión por lo humano, por toda la humanidad encuentra en este momento de la historia serias dificultades. Las alegrías de las relaciones familiares y de la convivencia social se muestran profundamente desvaídas. La desconfianza recíproca entre los individuos y entre los pueblos se alimenta de una búsqueda desmesurada de los propios intereses y de una competencia exasperada, no exenta de violencia. La distancia entre la obsesión por el propio bienestar y la felicidad compartida de la humanidad se amplía hasta tal punto que da la impresión de que se está produciendo un verdadero cisma entre el individuo y la comunidad humana. En la Encíclica Laudato si’ he resaltado el estado de emergencia en el que se encuentra nuestra relación con la tierra y los pueblos. Es una alarma causada por la falta de atención a la gran y decisiva cuestión de la unidad de la familia humana y su futuro. La erosión de esta sensibilidad, por parte de las potencias mundanas de la división y la guerra, está creciendo globalmente a una velocidad muy superior a la de la producción de bienes. Es una verdadera y propia cultura —es más, sería mejor decir anti-cultura— de indiferencia hacia la comunidad: hostil a los hombres y mujeres, y aliada con la prepotencia del dinero.

3. Esta emergencia revela una paradoja: ¿Cómo es posible que, en el mismo momento de la historia del mundo en que los recursos económicos y tecnológicos disponibles nos permitirían cuidar suficientemente de la casa común y de la familia humana —honrando así a Dios que nos los ha confiado—, sean precisamente estos recursos económicos y tecnológicos los que provoquen nuestras divisiones más agresivas y nuestras peores pesadillas? Los pueblos sienten aguda y dolorosamente, aunque a menudo confusamente, la degradación espiritual —podríamos decir el nihilismo— que subordina la vida a un mundo y a una sociedad sometidos a esta paradoja. La tendencia a anestesiar este profundo malestar, a través de una búsqueda ciega del disfrute material, produce la melancolía de una vida que no encuentra un destino a la altura de su naturaleza espiritual. Debemos reconocerlo: los hombres y mujeres de nuestro tiempo están a menudo desmoralizados y desorientados, sin ver. Todos estamos un poco replegados sobre nosotros mismos. El sistema económico y la ideología del consumo seleccionan nuestras necesidades y manipulan nuestros sueños, sin tener en cuenta la belleza de la vida compartida y la habitabilidad de la casa común.

Una escucha responsable

4. El pueblo cristiano, haciendo suyo el grito de sufrimiento de los pueblos, debe reaccionar ante los espíritus negativos que fomentan la división, la indiferencia y la hostilidad. Tiene que hacerlo no solo por sí mismo, sino por todos. Y tiene que hacerlo de inmediato, antes de que sea demasiado tarde. La familia eclesial de los discípulos —y de todos los que buscan en la Iglesia las razones de la esperanza (cf. 1 P 3,15)— ha sido plantada en la tierra como «sacramento […] de la unión íntima con Dios y de la unidad de todo el género humano» (Conc. Ecum. Vat. II, Const. dogm. Lumen gentium, 1). La rehabilitación de la criatura de Dios en la feliz esperanza de su destino tiene que llegar a ser la pasión dominante de nuestro anuncio. Es urgente que los ancianos crean aún más en sus mejores “sueños” y que los jóvenes tengan “visiones” capaces de impulsarles a comprometerse con valentía en la historia (cf. Jl 3,1). Una nueva perspectiva ética universal, atenta a los temas de la creación y de la vida humana, es el objetivo que debemos perseguir a nivel cultural. No podemos continuar por el camino del error que se ha seguido en tantas décadas de deconstrucción del humanismo, identificado con toda ideología de voluntad de poder, que se sirve del firme apoyo del mercado y la tecnología, por ello hay que combatirla a favor del humanismo. La diversidad de la vida humana es un bien absoluto, digno de ser custodiado éticamente y muy valioso para la salvaguardia de toda la creación. El escándalo está en que el humanismo se contradiga a sí mismo, en lugar de inspirarse en el acto del amor de Dios. La Iglesia debe primero redescubrir la belleza de esta inspiración y empeñarse con renovado entusiasmo.

Una tarea difícil para la Iglesia

5. Somos conscientes de que tenemos dificultades para reabrir este horizonte humanístico, incluso dentro de la Iglesia. Ante todo, preguntémonos sinceramente: ¿Tienen las comunidades eclesiales hoy en día una visión y dan un testimonio que esté a la altura de esta emergencia de la época presente? ¿Están seriamente enfocadas en la pasión y la alegría de transmitir el amor de Dios por la vida de sus hijos en la Tierra? ¿O se pierden todavía demasiado en sus problemas y en ajustes tímidos que no van más allá de la lógica de un compromiso mundano? Debemos preguntarnos seriamente si hemos hecho lo suficiente para dar nuestra contribución específica como cristianos a una visión de lo humano que es capaz de sostener la unidad de la familia de los pueblos en las condiciones políticas y culturales actuales. O si, por el contrario, hemos perdido de vista su centralidad, anteponiendo las ambiciones de nuestra hegemonía espiritual en el gobierno de la ciudad secular, encerrada en sí misma y en sus bienes, frente al cuidado de la comunidad local abierta a la hospitalidad evangélica hacia los pobres y desesperados.

Construir una fraternidad universal

6. Es hora de relanzar una nueva visión de un humanismo fraterno y solidario de las personas y de los pueblos. Sabemos que la fe y el amor necesarios para esta alianza toman su impulso del misterio de la redención de la historia en Jesucristo, escondido en Dios desde antes de la creación del mundo (cf. Ef 1,7-10; 3,9-11; Col 1,13-14). Y sabemos también que la conciencia y los afectos de la criatura humana no son de ninguna manera impermeables ni insensibles a la fe y a las obras de esta fraternidad universal, plantada por el Evangelio del Reino de Dios. Tenemos que volver a ponerla en primer plano. Porque una cosa es sentirse obligados a vivir juntos, y otra muy diferente es apreciar la riqueza y la belleza de las semillas de la vida en común que hay que buscar y cultivar juntos. Una cosa es resignarse a concebir la vida como una lucha contra antagonismos interminables, y otra cosa muy distinta es reconocer la familia humana como signo de la vitalidad de Dios Padre y promesa de un destino común para la redención de todo el amor que, ya desde ahora, la mantiene viva.

7. Todos los caminos de la Iglesia conducen al hombre, como proclamó solemnemente el santo Papa Juan Pablo II en su Encíclica inaugural (Redemptor hominis, 4 marzo 1979). Antes que él, san Pablo VI también recordó en su Encíclica programática, y según la enseñanza del Concilio, que la familiaridad de la Iglesia se extiende por círculos concéntricos a todos los hombres, incluso a quienes se consideran ajenos a la fe y a la adoración de Dios (cf. Ecclesiam suam, 6 agosto 1964). La Iglesia acoge y custodia los signos de bendición y misericordia destinados por Dios a todo ser humano que viene a este mundo.

Reconocer los signos de esperanza

8. En esta misión nos son de consuelo los signos de la acción de Dios en el tiempo presente. Hay que reconocerlos, para que el horizonte no se vea ensombrecido por los aspectos negativos. Desde este punto de vista, san Juan Pablo II señaló los gestos de acogida y defensa de la vida humana, la difusión de una sensibilidad contraria a la guerra y a la pena de muerte, así como un interés creciente por la calidad de la vida y la ecología. Indicaba también la difusión de la bioética como uno de los signos de esperanza, es decir, como «la reflexión y el diálogo —entre creyentes y no creyentes, así como entre creyentes de diversas religiones— sobre problemas éticos, incluso fundamentales, que afectan a la vida del hombre» (Carta enc. Evangelium vitae, 25 marzo 1995, 27). La comunidad científica de la Pontificia Academia para la Vida ha demostrado, en sus veinticinco años de historia, cómo precisamente desde esta perspectiva puede ofrecer su alta y calificada contribución. Prueba de ello es el compromiso con la promoción y protección de la vida humana en todo su desarrollo, la denuncia del aborto y de la supresión de los enfermos como males gravísimos que contradicen el Espíritu de vida y nos hunden en la anti-cultura de la muerte. Ciertamente hay que continuar en esta línea, prestando atención a otros desafíos que la coyuntura contemporánea presenta para la maduración de la fe, para una comprensión más profunda de la misma y para una comunicación más adecuada a los hombres de hoy.

El futuro de la Academia

9. Debemos, ante todo, hacer nuestro el lenguaje y la historia de los hombres y mujeres de nuestro tiempo, incorporando el anuncio del Evangelio en la experiencia concreta, como el Concilio Vaticano II ya nos indicó con determinación. Para captar el sentido de la vida humana, la experiencia a la que se hace referencia es aquella que puede reconocerse en la dinámica de la generación. De esta manera, se evitará reducir la vida a un concepto puramente biológico o a una idea universal abstraída de las relaciones y de la historia. La pertenencia originaria a la carne precede y hace posible cualquier otro conocimiento y reflexión, evitando la pretensión del sujeto de ser origen de sí mismo. Solo podemos darnos cuenta de que estamos vivos cuando ya hemos recibido la vida, antes de cualquier intención y decisión nuestras. Vivir significa necesariamente ser hijos, acogidos y cuidados, aunque a veces de manera inadecuada.

«Parece, pues, razonable unir el cuidado que se ha recibido desde el comienzo de la vida y que le ha permitido desplegarse en todo el arco de su desarrollo, y el cuidado que se debe prestar responsablemente a los demás […]. Este precioso vínculo defiende una dignidad, humana y teologal, que no cesa de vivir, ni siquiera con la pérdida de la salud, del papel social y del control del propio cuerpo» (Carta del Cardenal Secretario de Estado con ocasión de la Conferencia sobre cuidados paliativos, 27 febrero 2018).

10. Somos plenamente conscientes de que el umbral del respeto fundamental de la vida humana está siendo transgredido hoy en día de manera brutal, no solo por el comportamiento individual, sino también por los efectos de las opciones y de los acuerdos estructurales. La organización de las ganancias económicas y el ritmo de desarrollo de las tecnologías ofrecen posibilidades nuevas para condicionar la investigación biomédica, la orientación educativa, la selección de necesidades y la calidad humana de los vínculos. La posibilidad de orientar el desarrollo económico y el progreso científico hacia la alianza del hombre y de la mujer, para el cuidado de la humanidad que nos es común, y hacia la dignidad de la persona humana, se basa ciertamente en un amor por la creación que la fe nos ayuda a profundizar e iluminar. La perspectiva de la bioética global, con su amplia visión y su atención a las repercusiones del medio ambiente en la vida y la salud, constituye una notable oportunidad para profundizar la nueva alianza del Evangelio y de la creación.

11. Ser miembros del único género humano exige un enfoque global y nos pide a todos que abordemos las cuestiones que surgen en el diálogo entre las diferentes culturas y sociedades, que están cada vez más estrechamente relacionadas en el mundo de hoy. Ojalá la Academia para la Vida sea un lugar lleno de valentía de esta interacción y este diálogo al servicio del bien de todos. No tengan miedo de elaborar argumentos y lenguajes que puedan ser utilizados en un diálogo intercultural e interreligioso, así como interdisciplinar. Participen en la reflexión sobre los derechos humanos, que son un punto central en la búsqueda de criterios universalmente compartidos. Está en juego la comprensión y la práctica de una justicia que muestre el rol irrenunciable de la responsabilidad en el tema de los derechos humanos y su estrecha correlación con los deberes, a partir de la solidaridad con quien está más herido y sufre. El Papa Benedicto XVI ha insistido mucho en la importancia de «urgir una nueva reflexión sobre los deberes que los derechos presuponen, y sin los cuales éstos se convierten en algo arbitrario. Hoy se da una profunda contradicción. Mientras, por un lado, se reivindican presuntos derechos, de carácter arbitrario y superfluo, con la pretensión de que las estructuras públicas los reconozcan y promuevan, por otro, hay derechos elementales y fundamentales que se ignoran y violan en gran parte de la humanidad», entre los que el Papa emérito menciona «la carencia de comida, agua potable, instrucción básica o cuidados sanitarios elementales» (Carta enc. Caritas in veritate, 29 junio 2009, 43).

12. Otro frente en el que hay que profundizar la reflexión es el de las nuevas tecnologías hoy definidas como “emergentes y convergentes”. Se trata de las tecnologías de la información y de la comunicación, las biotecnologías, las nanotecnologías y la robótica. Hoy es posible intervenir con mucha profundidad en la materia viva utilizando los resultados obtenidos por la física, la genética y la neurociencia, así como por la capacidad de cálculo de máquinas cada vez más potentes. También el cuerpo humano es susceptible de intervenciones tales que pueden modificar no solo sus funciones y prestaciones, sino también sus modos de relación, a nivel personal y social, exponiéndolo cada vez más a la lógica del mercado. Ante todo, es necesario comprender los cambios profundos que se anuncian en estas nuevas fronteras, con el fin de identificar cómo orientarlas hacia el servicio de la persona humana, respetando y promoviendo su dignidad intrínseca. Una tarea muy exigente, que requiere un discernimiento aún más atento de lo habitual, a causa de la complejidad e incertidumbre de los posibles desarrollos. Un discernimiento que podemos definir como «la labor sincera de la conciencia, en su empeño por conocer el bien posible, sobre el que decidir responsablemente el ejercicio correcto de la razón práctica» (Sínodo de los Obispos dedicado a los Jóvenes, Documento final, 27 octubre 2018, 109). Se trata de un proceso de investigación y evaluación que se lleva a cabo a través de la dinámica de la conciencia moral y que, para el creyente, tiene lugar dentro y a la luz de la relación con el Señor Jesús, asumiendo su intencionalidad y sus criterios de elección en la acción (cf. Flp 2,5).

13. La medicina y la economía, la tecnología y la política que se elaboran en el centro de la ciudad moderna del hombre, deben quedar expuestas también y, sobre todo, al juicio que se pronuncia desde las periferias de la tierra. De hecho, los numerosos y extraordinarios recursos puestos a disposición de la criatura humana por la investigación científica y tecnológica corren el riesgo de oscurecer la alegría que procede del compartir fraterno y de la belleza de las iniciativas comunes, que les dan realmente su auténtico significado. Debemos reconocer que la fraternidad sigue siendo la promesa incumplida de la modernidad. El aliento universal de la fraternidad que crece en la confianza recíproca parece muy debilitada —dentro de la ciudadanía moderna, como entre pueblos y naciones—. La fuerza de la fraternidad, que la adoración a Dios en espíritu y verdad genera entre los humanos, es la nueva frontera del cristianismo. Cada detalle de la vida del cuerpo y del alma en los que centellea el amor y la redención de la nueva criatura que se está formando en nosotros, nos sorprende como el verdadero y propio milagro de una resurrección ya en acto (cf. Col 3,1-2). ¡Que el Señor nos conceda multiplicar estos milagros!

Que el testimonio de san Francisco de Asís, con su capacidad de reconocerse como hermano de todas las criaturas terrenas y celestiales, nos inspire en su perenne actualidad. Que el Señor les conceda estar preparados para esta nueva fase de la misión, con las lámparas llenas del aceite del Espíritu, para iluminar el camino y guiar sus pasos. Son hermosos los pies de aquellos que llevan el anuncio gozoso del amor de Dios por la vida de cada uno y de todos los habitantes de la tierra (cf. Is 52,7; Rm 10,15).

Vaticano, 6 de enero de 2019

Fuente | Vaticannews | Vatican.va

Opinión | Con trabajo digno no hay pobreza

Colaboraciones

Opinión | Con trabajo digno no hay pobreza

19 diciembre 2018

María José Rodríguez Moreno | Militante de la HOAC de Granada.

Vivimos profundas transformaciones que están afectando a la forma de entender y organizar el trabajo. Hemos pasado del trabajo fijo y de calidad a un trabajo caracterizado por la precariedad, temporalidad, pérdida de derechos laborales y segmentación del mundo obrero. Crece como fenómeno nuevo el número de trabajadores pobres y sin techo. Nuestra sociedad es más pobre y desigual y la calidad de vida de la mayoría de la población se ha reducido por la bajada de salarios, el alto nivel de desempleo, la precariedad del empleo y los recortes sociales.

A los pobres se les responsabiliza y culpabiliza de su situación por no esforzarse para salir o adaptarse a ella. Así parece que la injusticia no existe y las salidas se buscan individual y no colectivamente. Este planteamiento culpabilizador y de indiferencia justifica lo que está ocurriendo con millones de trabajadores expulsados del mercado de trabajo y con las personas que huyen de sus países por hambre o guerra buscando una vida más digna.

El capitalismo ha triunfado al poner en el centro de la vida social a la economía, al dinero, subordinando todo lo demás a las necesidades de su funcionamiento: el trabajo, la familia y la persona. Desde esta concepción economicista la persona es convertida en un instrumento más de la producción. Cuando el trabajo está al servicio de la rentabilidad económica y no de la persona y sus necesidades, se abren las puertas a la “exclusión” a la “cultura del descarte de personas”. Por eso el papa Francisco no para de denunciar que “este sistema mata”, porque el trabajo es una capacidad del ser humano y por ello inseparable de quien trabaja.  Al convertir en objeto a quien debe ser sujeto se provoca la ruptura del ser humano y se profana su dignidad.

El trabajo es la clave imprescindible de la humanización y de la integración de todo. Para la HOAC (Hermandad Obrera de Acción Católica) esta transformación tiene una dimensión antropológica fundamental porque va diluyendo nuestra humanidad, dificulta la vida de millones de personas y  la colaboración por la existencia y la vida de comunión, pasando el trabajo de ser un bien para la vida a ser un bien para la producción, convirtiéndolo en instrumento de confrontación y competitividad.

El principal reto que tenemos es reconstruir al ser humano, recuperar el sentido de su existencia, del trabajo humano, de las relaciones sociales, de la moral y de la ética para que el “bien estar” se sustituya por el “bien ser”. Necesitamos:

• Entender de otra manera nuestra humanidad incorporando la misericordia y la confianza en el ser humano que el sistema capitalista ha eliminado. Necesitamos personas con la mano tendida, la palabra dispuesta y el oído abierto.

• Ayudar a redescubrir la dignidad inviolable de cada persona humana. Es la tarea central y unificante del servicio que la Iglesia y los laicos debemos prestar a la familia humana, haciendo realidad el sueño de Dios: que todos los seres humanos vivan en plenitud.

• Construir una nueva mentalidad y cultura del trabajo decente luchando por el reconocimiento de los derechos laborales y sociales, defendiendo el trabajo digno para todos.

• Colaborar al cambio de las instituciones para que las administraciones, organizaciones sindicales y políticas pongan en el centro de sus acciones y políticas las necesidades de los empobrecidos, empoderándolos y restituyéndoles su dignidad.

Finalmente, fomentar el consumo responsable y respetuoso con el medio ambiente, sancionando mediante leyes y opciones de consumo las prácticas y empresas que buscando su enriquecimiento, atenten contra el bien común.

***

Artículo publicado en el periódico Ideal de Granada.

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