Resultados de la búsqueda laudato

Logroño | Presentación del libro Nos os dejéis robar la dignidad

Convocatorias

Logroño | Presentación del libro Nos os dejéis robar la dignidad

10 enero 2020

El viernes 17 de enero a las 19:30 horas, en el Ateneo riojano (Muro de Cervantes, 1 – 1º) de Logroño, se presentará el libro No os dejéis robar la dignidad. El papa Francisco y el trabajo, de Abraham Canales.

El acto de presentación pública, organizado por la HOAC de La Rioja, contará con la participación de Nuria Bazo, militante de este movimiento de trabajadores y trabajadoras cristianas; Jairo Morga, periodista; y Abraham Canales, autor del libro.

Esta publicación, la primera de estas características que se edita en España, es una recopilación comentada de textos, a modo de compendio, que concreta el compromiso del papa Francisco con el trabajo decente, expresado en Evangelii gaudium y en Laudato si’, dos de sus aportaciones de referencia tanto para la Iglesia como para las «personas de buena voluntad» del planeta. Una constante que ha ido desarrollando en los distintos diálogos realizados con las organizaciones de los trabajadores y con los movimientos populares; en diversas visitas pastorales; y en las principales instituciones políticas, económicas y laborales.

El autor ha participado en el III Encuentro Mundial de Movimientos Populares en diálogo con el papa Francisco y del encuentro internacional «De Populorum progressio a Laudato si’. El trabajo y el movimiento de los trabajadores en el centro del desarrollo humano integral, sostenible y solidario. ¿Por qué el mundo del trabajo sigue siendo la clave del desarrollo en el mundo global?» que reunió al movimiento sindical mundial con el Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral del Vaticano.

No os dejéis robar la dignidad invita a sumergirse en este pensamiento para seguir profundizando en él y comprometerse en esta «prioridad humana y cristiana», más si cabe cuando el Papa, en este tiempo de profundos cambios en el mundo del trabajo, exhorta a que el trabajo, como actividad creadora que otorga dignidad a la persona, sea la clave esencial con la que situarse en este mundo, rápidamente cambiante, y ayude a lograr una «vida buena», evitando la precarización y el descarte de millones de personas, y favorezca el cuidado de la casa común.

Que el consumo no nos consuma

Colaboraciones

Que el consumo no nos consuma

20 diciembre 2019

Maite Valdivieso | Militante de la HOAC

«Se está invisibilizando que por el oro y el petróleo se están arrasando pueblos y personas». Estas palabras nos transmitían en su visita a Bilbao el mes pasado, el obispo de Aguarico en Ecuador Mons. Adalberto Jiménez y el misionero capuchino navarro Txarli Azcona, tras su participación en el Sínodo de la Amazonia en Roma.

Nos contaban que «ha ocurrido algo muy importante. Se han escuchado distintas voces y pensamientos. El Sínodo nos ha marcado una vida sobria y eso nos implica a todos». Apelaron frente al consumo desmedido la necesidad imperiosa de consumir con responsabilidad, porque «o salvamos la Amazonia entre todos o esto revertirá en todo el planeta». No faltaron en su intervención el recuerdo a los misioneros Alejandro Labaka e Inés Arango, asesinados en esas tierras. Tierras de una gran riqueza en recursos naturales: petróleo, minerales, madera. Son tierras expoliadas con una voracidad sin límites y donde las poblaciones, especialmente las poblaciones indígenas, son condenadas a la pobreza, no reconociendo sus derechos y su dignidad. Se trata de una realidad de vida o muerte.

Pero no se trata de que en nuestra sociedad se consuma mucho, sino que nos encontramos en una sociedad consumista, lo que implica un modo de entender, orientar y vivir el consumo, desde la creencia de que es necesario un consumo siempre creciente, absolutizando así el beneficio. Participar de ese consumo ilimitado además se vive como signo de éxito social, camino de felicidad, dotando incluso de identidad. Se trata de un modo de pensar que hace razonable situarse ante la vida como si todo fuera objeto de consumo, manifestándose en una insatisfacción permanente, de la que la publicidad sabe sacar un buen partido. Consumir sin parar, siempre lo último, lo novedoso, sin parase a ver las consecuencias para las personas o el planeta.

Una sociedad que entona como propia la canción de Luis Eduardo Aute: «Rezan las leyes básicas/ de una curiosa ética/ que el hombre es una máquina/consumidora intrépida… Producto, consumo, este es el triste tema de esta canción». Vivimos en una sociedad de la hiperproducción y del hiperconsumo, donde el mercado y el marketing van trastocando la conciencia del necesitar, llevando a una espiral sin límite.

Como señala el papa Francisco al inicio de Evangelii gaudium: «El gran riesgo del mundo actual, con su múltiple y abrumadora oferta de consumo, es una tristeza individualista que brota del corazón cómodo y avaro, de la búsqueda enfermiza de placeres superficiales, de la conciencia aislada. Cuando la vida interior se clausura en los propios intereses, ya no hay espacio para los demás, ya no entran los pobres, ya no se escucha la voz de Dios, ya no se goza la dulce alegría de su amor, ya no palpita el entusiasmo por hacer el bien».

Hace casi cien años, Walter Benjamín decía que «en el capitalismo hay que ver una religión», al presentarse como una «experiencia de la totalidad». Pero una religión solo de culto, donde todos los días «son de precepto», sin dogmas, ni moral. Ese culto se lleva a cabo mediante el consumo. Toda religión tiene un dios. Aquí el dinero se convierte en dios. Dinero que da seguridad, es todopoderoso y omnipresente, garantiza el futuro. Tal vez podría tener sentido retomar las palabras de salmista: «Te amo, Señor, tú eres mi roca, mi fortaleza». Un dios al que hacemos procesiones y que visitamos en sus templos-centros comerciales. El consumo se convierte en una vivencia, en una ocupación del tiempo libre, elegimos entre las múltiples mercancías con sus respectivas marcas con las que nos identificamos. Tiendas, restaurantes, negocios, lugares de ocio se mezclan. Se consume como distracción, como si no se consumiese.

Siguiendo en nuestra reflexión a J.I. González Faus, el capitalismo no ofrece una cosmovisión que intente responder a las cuestiones fundamentales del ser humano, solo exige un culto incondicional, aceptando incluso como inevitable los sacrificios humanos. El dinero es profundamente idolátrico. Llamamos dios a lo que es obra humana. En lugar de religión tal vez sea más propio hablar de idolatría. Podemos recordar la escena del Éxodo (Ex 32), la adoración del becerro de oro. Pone el oro a la altura de dios, a la vez que considera el oro como obra humana con forma de animal. El dinero rompe la igualdad que es el objetivo mayor de Dios entre los hombres como expresión de la fraternidad. El dinero acaba haciendo esclavo al ser humano y le priva de la verdadera libertad.

Lutero insistía que la comunidad cristiana debería ser un ámbito donde no rigen las leyes de la economía monetaria. Los cristianos deberían manifestar al Dios verdadero con su conducta en cuestiones económicas. Por eso añade: «Siempre he dicho que los cristianos somos gente rara en la tierra». Pero esa rareza permite comprender que la frase de Jesús «No podéis servir a Dios y al dinero» tiene una traducción laica bien clara: no podéis servir al hombre y al dinero.

Santiago Álvarez en La gran encrucijada, habla del papel de las religiones en la construcción de visiones que religuen lo humano con la naturaleza, promuevan la fraternidad entre una humanidad escindida, defiendan los recursos que son comunes y desmitifiquen los ídolos de opresión y muerte.

El papa Francisco nos llama en Laudato si’ a la conversión ecológica, desde el convencimiento de que el Evangelio de Jesús tiene consecuencias en nuestra forma de pensar, sentir y vivir, alimentando la pasión por el cuidado del mundo, por cada persona, desde la convicción de que «menos es más». Como insistía Cáritas en una de sus campañas «Vive sencillamente para que otros, sencillamente, puedan vivir».

Cambiar el estilo de vida (LS 206) ejerciendo una sana presión sobre los poderes político, económico y social. No olvidar que comprar es siempre un acto moral y no solo económico. Necesitamos romper con una cultura consumista, plantearnos un consumo responsable. Probar a preguntarnos: qué comprar, por qué, cuándo, quién lo ha hecho, en qué condiciones, con qué, cómo, para qué…

«Hace falta volver a sentir que nos necesitamos unos a otros, que tenemos una responsabilidad por los demás y por el mundo» (LS 228). Alentando una cultura del cuidado que impregne toda la sociedad (LS 231).

faldon portada y sumario

tantoportanpoco560-05

faldonsumario2-02

Luigino Bruni: «La nueva cultura económica nacerá de la praxis y del pan de cada día»

Colaboraciones

Luigino Bruni: «La nueva cultura económica nacerá de la praxis y del pan de cada día»

13 diciembre 2019

Abraham Canales y José Luis Palacios, director y redactor jefe de Noticias Obreras, respectivamente.

El director científico del evento «Economía de Francisco» es una autoridad mundial en la denominada economía civil o economía de comunión que, además, está muy implicado en la promoción de iniciativas empresariales más humanas. Responde la entrevista con Noticias Obreras a través del correo electrónico.

En Laudato si’ Francisco subraya que «para que surjan nuevos modelos de progreso, debemos “cambiar el modelo de desarrollo global”, lo que implica reflexionar responsablemente sobre el significado de la economía y de su finalidad, para corregir sus disfunciones y distorsiones…».

El papa Francisco ha convocado en Asís, en el mes de marzo de 2020, a jóvenes economistas y emprendedores de todo el mundo para mostrar y pensar una economía diferente de la que hoy excluye y «mata» a millones de personas en el mundo. Francisco ha dado siempre una enorme importancia a la necesidad de una economía sostenible y ecológica, que tenga cuidado de la casa común y que no lleve a la exclusión de los más frágiles y pobres.

El hecho de que el Papa vaya a Asís, con el fin de hacer un pacto con los jóvenes para cambiar la economía de hoy y de mañana, es un gesto profético. La idea de Francisco es que los jóvenes no son el futuro, sino que son el presente. Se concederá un gran protagonismo al pensamiento y a la praxis de los jóvenes, que dirán su idea sobre el mundo, porque lo están cambiando ya en el frente de la ecología, la economía, el desarrollo, la pobreza. Estarán presentes jóvenes académicos y emprendedores, así como innovadores de todo el mundo que traerán las voces y la presencia de los últimos y de los más débiles.

The Economy of Francesco no será un congreso, sino un proceso que se traza, a un ritmo lento, que permita pensar y preguntarse sobre huellas a seguir, y en los lugares de san Francisco, qué significa hoy construir una economía nueva o quiénes son los marginados de nuestros días. Será, sobre todo, el momento en el que los jóvenes sellarán un pacto solemne con el papa Francisco, asegurando su compromiso personal para el cambio de la economía. Este será el corazón del encuentro.

¿La economía civil es un enfoque válido hoy?

La economía civil es una tradición de pensamiento que hinca sus raíces en el pensamiento clásico, en la Edad Media cristiana y en el humanismo civil mediterráneo, cuya idea central consiste en concebir el mercado y las relaciones económicas como una expresión de la ley general de la sociedad civil, la reciprocidad. La crisis de los últimos diez años ha creado las precondiciones culturales idóneas para comprender la relevancia económica, social y ética de una visión de la economía y de las finanzas diversa y sostenible.

La economía civil para salvar la economía de mercado, le remite a su vocación antigua y originaria como aliada del bien común. Conviene recordar, en efecto, que los mercados reales no son nunca lugares éticamente neutrales porque o son civiles o son incivilizados. Si las finanzas y los mercados no crean valor y valores, si no crean empleo, si no respetan y tienen cuidado del medioambiente, son simplemente incivilizados. La economía civil, por tanto, hoy más que nunca, habla a toda la economía y a la sociedad, ofrece un criterio de juicio y de acción para las decisiones de los gobiernos, de las multinacionales; para las de los consumidores y de los ahorradores; es un proceso abierto e inclusivo donde hay espacio para quien cree y trabaja para empresas comunitarias y solidarias, para quien concibe el mercado como práctica de las virtudes civiles, de compromiso ético y espiritual.

El capitalismo es un paradigma económico, pero también cultural, que ha evolucionado. ¿Cómo lo ve hoy un economista humanista?

Entre lo que llamamos hoy capitalismo y lo que hemos conocido en los dos siglos anteriores, hay muchas diferencias, algunas de ellas tan radicales que hacen muy complicada la elección de la misma palabra. Aunque, si el capitalismo actual, por su alianza con la tecnología, prefiere presentarse como uno de los lugares de máxima racionalidad, como civilización totalmente laica y posideológica, hoy es más que nunca evidente que, en el crepúsculo de los dioses tradicionales, se ha convertido en la única verdadera «religión» popular del siglo XXI. Y la fuerza cultural del capitalismo radica en haber llegado a ser una «experiencia» global, omnicomprensiva y envolvente.

Si miramos bien nuestro siglo, nos damos cuenta de que el capitalismo es un conjunto de prácticas cotidianas y reiteradas de ceremonias de compra, venta e inversión. También en las empresas, que durante el siglo XX eran pensadas en general y vividas desde el modelo de la «comunidad», está creciendo la misma cultura comercial: hoy la «cultura» se respira en los grandes centros comerciales, en los bancos y, cada vez más, en los medios de comunicación social. Pero de todo esto, deriva también una consecuencia muy interesante: para superar la religión/idolatría capitalista se necesitan nuevas prácticas, nuevas experiencias. No basta con escribir libros y artículos, no es suficiente construir teorías, porque también la nueva cultura económica (que tantos queremos más humana, más inclusiva, circular) nacerá de la praxis y del pan de cada día.

¿Es posible corregir el curso de la economía con las mismas instituciones que nos han llevado a la Gran Recesión?

Durante mucho tiempo, hemos dicho y pensado que los responsables de la crisis financiera han sido solamente las instituciones y los bancos, olvidando la otra cara de la verdad: que ha habido y sigue habiendo una oferta financiera altamente especulativa y desprejuiciada, y, por otra, ha habido y sigue habiendo una demanda de estos productos que procede, en gran medida, de las familias, de nosotros mismos.

No entraremos en una nueva fase económica y financiera sin una nueva cultura individual, que comience a mirar con más atención crítica, y, ojalá, un poco profética, las decisiones financieras y económicas cotidianas. Es necesaria una atención civil sobre las finanzas y la economía, que son demasiado importantes para dejarlas exclusivamente en manos de los expertos. Nos hemos distraído demasiado, y en esta distracción han ocurrido cosas perversas, sobre todo, para los más pobres y para los descartados. Ahora estamos llamados a tener cuidado de la casa y de sus reglas –oikos nomos: economía–, a estar más presentes en los procesos de los mercados, a habitar más los lugares económicos, porque en los lugares abandonados y desiertos se esconden sinvergüenzas y fieras.

La economía y las finanzas siguen siendo cosas buenas, actos imperfectos y mejorables, pero esenciales para imaginar y lograr una sociedad más buena. Y de esta mirada buena, debemos volver a esperar, a vigilar, a actuar. ¡A partir de los jóvenes! Los jóvenes son ya el cambio en curso. Deben empezar hoy y no esperar a mañana. Hay un pensamiento de los jóvenes, sobre todo, alrededor de temáticas como la economía y el medioambiente, pobreza y dignidad humanas, respeto por la naturaleza y el desarrollo sostenible, que está mucho más avanzado que el pensamiento de los adultos. Y este pensamiento debe ser tomado muy en serio.

¿Cómo piensa que la Cuarta Revolución Industrial (inteligencia artificial, big data, robotización…) influirá en el trabajo, en su significado y en su concreción?

Ya es un motivo frecuente proyectar escenarios sombríos sobre el futuro del trabajo. Es urgente discutirlos y, posiblemente, enriquecerlos y rectificarlos. Ante todo, deberíamos comprender que el trabajo moderno es, sobre todo, una inmensa innovación que ha dado vida a la más grande cooperación que la actividad humana haya conocido jamás en su larga historia. Trabajando y llenando el mundo del trabajo de derechos y deberes, hemos creado una red, cada vez, más amplia. Los productos y los servicios que pueblan nuestra vida son el fruto de una cooperación de millones y millones de personas. El mercado es esta gran cooperación, incluso cuando toma la forma de la competencia; cooperamos cuando competimos de forma correcta y legal en los mercados. Aprendiendo a trabajar, y a trabajar con los otros, hemos orientado nuestras energías y nuestra creatividad de manera que pudieran florecer plenamente y alcanzar y servir a un número cada vez mayor de personas. No es cierto, pues, que el trabajo acabará. Quien lo dice minusvalora la inteligencia y la creatividad de las mujeres y de los hombres.

Haremos trabajos diferentes, muchos más servicios y menos cadenas de montaje, pero continuaremos trabajando, cooperando y queriéndonos en el trabajo. Y dentro de poco bendeciremos la tecnología que nos ha liberado de trabajos poco interesantes para poder hacer otros mejores. Hemos sido capaces de producir máquinas y robots tan inteligentes que (casi) podrían prescindir de nosotros, porque hemos trabajado mucho, juntos, y hemos puesto en el trabajo nuestra mejor inteligencia. Mientras haya alguien que invente algo para satisfacer la necesidad de otro, mientras creemos ocasiones siempre nuevas de mutua ventaja, el trabajo no acabará. Trabajaremos de manera diferente, pero continuaremos trabajando. No tenemos otra cosa mejor que hacer.

Las organizaciones de trabajadores, desde los gremios al movimiento obrero, han desempeñado un papel humanizador del trabajo, con sus luces y sus sombras. ¿Es posible una transición justa y sostenible sin ellas?

En el «mercado» del trabajo (siempre entre comillas) las partes no están en el mismo plano de poder y de fuerza; la ideología liberal dominante en todo el mundo, en nombre del mercado libre, está reduciendo drásticamente las mediaciones no relacionadas con el mercado, en las crisis y disputas corporativas. A esto, se añade la fragilidad de muchas empresas, que son a menudo las víctimas de una economía frágil e incierta (a veces, son filiales de multinacionales donde sus directivos están sometidos a fuertes presiones de dueños invisibles y muy lejanos). Debemos reinventarnos políticas industriales nuevas, en un mundo que ha cambiado. Ahora la política es lejana y confusa, las empresas líquidas y los sindicatos ya no bastan, tienen con frecuencia categorías del siglo XX que, a duras penas, son capaces de gestionar las nuevas crisis del siglo XXI. Hay necesidad imperiosa de un nuevo pacto social y económico entre trabajadores, empresas, sindicatos, política, sociedad civil, que parta del convencimiento de que todos somos más frágiles que hace unas décadas, que la crisis del 2008 ha roto verdaderamente el equilibrio del sistema y no hemos logrado todavía recrear uno nuevo. Ha acabado un mundo y el mundo nuevo requiere de nuevas herramientas. Las disputas, las mesas, ya no son adecuadas, son lenguas muertas que han dejado de hablarse o se hablan poco y mal. Se necesita más creatividad, hace falta un pensamiento no ideológico que no lleve a mirar a quienes dan empleo como «dueños» malvados y explotadores, y, desde la otra parte, que no se mire a los trabajadores como una banda de vagos y maleantes. Más respeto y estima recíproca. Pero, sobre todo, hace falta más capacidad creativa por parte de todos. La innovación no es hoy una prerrogativa de los emprendedores. Los trabajadores también tienen que innovar, experimentar y atreverse mucho más.

 

faldon portada y sumario

tantoportanpoco560-05

faldonsumario2-02

La paz como camino de esperanza: diálogo, reconciliación y conversión ecológica

Iglesia

La paz como camino de esperanza: diálogo, reconciliación y conversión ecológica

12 diciembre 2019

Mensaje del papa Francisco para la celebración de la 53 Jornada Mundial de la Paz1 de enero de 2020.

La paz como camino de esperanza: diálogo, reconciliación y conversión ecológica

1. La paz, camino de esperanza ante los obstáculos y las pruebas

La paz, como objeto de nuestra esperanza, es un bien precioso, al que aspira toda la humanidad. Esperar en la paz es una actitud humana que contiene una tensión existencial, y de este modo cualquier situación difícil «se puede vivir y aceptar si lleva hacia una meta, si podemos estar seguros de esta meta y si esta meta es tan grande que justifique el esfuerzo del camino»1.  En este sentido, la esperanza es la virtud que nos pone en camino, nos da alas para avanzar, incluso cuando los obstáculos parecen insuperables.

Nuestra comunidad humana lleva, en la memoria y en la carne, los signos de las guerras y de los conflictos que se han producido, con una capacidad destructiva creciente, y que no dejan de afectar especialmente a los más pobres y a los más débiles. Naciones enteras se afanan también por liberarse de las cadenas de la explotación y de la corrupción, que alimentan el odio y la violencia. Todavía hoy, a tantos hombres y mujeres, niños y ancianos se les niega la dignidad, la integridad física, la libertad, incluida la libertad religiosa, la solidaridad comunitaria, la esperanza en el futuro. Muchas víctimas inocentes cargan sobre sí el tormento de la humillación y la exclusión, del duelo y la injusticia, por no decir los traumas resultantes del ensañamiento sistemático contra su pueblo y sus seres queridos.

Las terribles pruebas de los conflictos civiles e internacionales, a menudo agravados por la violencia sin piedad, marcan durante mucho tiempo el cuerpo y el alma de la humanidad. En realidad, toda guerra se revela como un fratricidio que destruye el mismo proyecto de fraternidad, inscrito en la vocación de la familia humana.

Sabemos que la guerra a menudo comienza por la intolerancia a la diversidad del otro, lo que fomenta el deseo de posesión y la voluntad de dominio. Nace en el corazón del hombre por el egoísmo y la soberbia, por el odio que instiga a destruir, a encerrar al otro en una imagen negativa, a excluirlo y eliminarlo. La guerra se nutre de la perversión de las relaciones, de las ambiciones hegemónicas, de los abusos de poder, del miedo al otro y la diferencia vista como un obstáculo; y al mismo tiempo alimenta todo esto.

Es paradójico, como señalé durante el reciente viaje a Japón, que «nuestro mundo vive la perversa dicotomía de querer defender y garantizar la estabilidad y la paz en base a una falsa seguridad sustentada por una mentalidad de miedo y desconfianza, que termina por envenenar las relaciones entre pueblos e impedir todo posible diálogo. La paz y la estabilidad internacional son incompatibles con todo intento de fundarse sobre el miedo a la mutua destrucción o sobre una amenaza de aniquilación total; sólo es posible desde una ética global de solidaridad y cooperación al servicio de un futuro plasmado por la interdependencia y la corresponsabilidad entre toda la familia humana de hoy y de mañana»2.

Cualquier situación de amenaza alimenta la desconfianza y el repliegue en la propia condición. La desconfianza y el miedo aumentan la fragilidad de las relaciones y el riesgo de violencia, en un círculo vicioso que nunca puede conducir a una relación de paz. En este sentido, incluso la disuasión nuclear no puede crear más que una seguridad ilusoria.

Por lo tanto, no podemos pretender que se mantenga la estabilidad en el mundo a través del miedo a la aniquilación, en un equilibrio altamente inestable, suspendido al borde del abismo nuclear y encerrado dentro de los muros de la indiferencia, en el que se toman decisiones socioeconómicas, que abren el camino a los dramas del descarte del hombre y de la creación, en lugar de protegerse los unos a los otros3. Entonces, ¿cómo construir un camino de paz y reconocimiento mutuo? ¿Cómo romper la lógica morbosa de la amenaza y el miedo? ¿Cómo acabar con la dinámica de desconfianza que prevalece actualmente?

Debemos buscar una verdadera fraternidad, que esté basada sobre nuestro origen común en Dios y ejercida en el diálogo y la confianza recíproca. El deseo de paz está profundamente inscrito en el corazón del hombre y no debemos resignarnos a nada menos que esto.

2. La paz, camino de escucha basado en la memoria, en la solidaridad y en la fraternidad

Los Hibakusha, los sobrevivientes de los bombardeos atómicos de Hiroshima y Nagasaki, se encuentran entre quienes mantienen hoy viva la llama de la conciencia colectiva, testificando a las generaciones venideras el horror de lo que sucedió en agosto de 1945 y el sufrimiento indescriptible que continúa hasta nuestros días. Su testimonio despierta y preserva de esta manera el recuerdo de las víctimas, para que la conciencia humana se fortalezca cada vez más contra todo deseo de dominación y destrucción: «No podemos permitir que las actuales y nuevas generaciones pierdan la memoria de lo acontecido, esa memoria que es garante y estímulo para construir un futuro más justo y más fraterno»4.

Como ellos, muchos ofrecen en todo el mundo a las generaciones futuras el servicio esencial de la memoria, que debe mantenerse no sólo para evitar cometer nuevamente los mismos errores o para que no se vuelvan a proponer los esquemas ilusorios del pasado, sino también para que esta, fruto de la experiencia, constituya la raíz y sugiera el camino para las decisiones de paz presentes y futuras.

La memoria es, aún más, el horizonte de la esperanza: muchas veces, en la oscuridad de guerras y conflictos, el recuerdo de un pequeño gesto de solidaridad recibido puede inspirar también opciones valientes e incluso heroicas, puede poner en marcha nuevas energías y reavivar una nueva esperanza tanto en los individuos como en las comunidades.

Abrir y trazar un camino de paz es un desafío muy complejo, en cuanto los intereses que están en juego en las relaciones entre personas, comunidades y naciones son múltiples y contradictorios. En primer lugar, es necesario apelar a la conciencia moral y a la voluntad personal y política. La paz, en efecto, brota de las profundidades del corazón humano y la voluntad política siempre necesita revitalización, para abrir nuevos procesos que reconcilien y unan a las personas y las comunidades.

El mundo no necesita palabras vacías, sino testigos convencidos, artesanos de la paz abiertos al diálogo sin exclusión ni manipulación. De hecho, no se puede realmente alcanzar la paz a menos que haya un diálogo convencido de hombres y mujeres que busquen la verdad más allá de las ideologías y de las opiniones diferentes. La paz «debe edificarse continuamente»5, un camino que hacemos juntos buscando siempre el bien común y comprometiéndonos a cumplir nuestra palabra y respetar las leyes. El conocimiento y la estima por los demás también pueden crecer en la escucha mutua, hasta el punto de reconocer en el enemigo el rostro de un hermano.

Por tanto, el proceso de paz es un compromiso constante en el tiempo. Es un trabajo paciente que busca la verdad y la justicia, que honra la memoria de las víctimas y que se abre, paso a paso, a una esperanza común, más fuerte que la venganza. En un Estado de derecho, la democracia puede ser un paradigma significativo de este proceso, si se basa en la justicia y en el compromiso de salvaguardar los derechos de cada uno, especialmente si es débil o marginado, en la búsqueda continua de la verdad6. Es una construcción social y una tarea en progreso, en la que cada uno contribuye responsablemente a todos los niveles de la comunidad local, nacional y mundial.

Como resaltaba san Pablo VI: «La doble aspiración hacia la igualdad y la participación trata de promover un tipo de sociedad democrática. […] Esto indica la importancia de la educación para la vida en sociedad, donde, además de la información sobre los derechos de cada uno, sea recordado su necesario correlativo: el reconocimiento de los deberes de cada uno de cara a los demás; el sentido y la práctica del deber están mutuamente condicionados por el dominio de sí, la aceptación de las responsabilidades y de los límites puestos al ejercicio de la libertad de la persona individual o del grupo»7.

Por el contrario, la brecha entre los miembros de una sociedad, el aumento de las desigualdades sociales y la negativa a utilizar las herramientas para el desarrollo humano integral ponen en peligro la búsqueda del bien común. En cambio, el trabajo paciente basado en el poder de la palabra y la verdad puede despertar en las personas la capacidad de compasión y solidaridad creativa.

En nuestra experiencia cristiana, recordamos constantemente a Cristo, quien dio su vida por nuestra reconciliación (cf. Rm 5, 6-11). La Iglesia participa plenamente en la búsqueda de un orden justo, y continúa sirviendo al bien común y alimentando la esperanza de paz a través de la transmisión de los valores cristianos, la enseñanza moral y las obras sociales y educativas.

3. La paz, camino de reconciliación en la comunión fraterna

La Biblia, de una manera particular a través de la palabra de los profetas, llama a las conciencias y a los pueblos a la alianza de Dios con la humanidad. Se trata de abandonar el deseo de dominar a los demás y aprender a verse como personas, como hijos de Dios, como hermanos. Nunca se debe encasillar al otro por lo que pudo decir o hacer, sino que debe ser considerado por la promesa que lleva dentro de él. Sólo eligiendo el camino del respeto será posible romper la espiral de venganza y emprender el camino de la esperanza.

Nos guía el pasaje del Evangelio que muestra el siguiente diálogo entre Pedro y Jesús: «“Señor, si mi hermano me ofende, ¿cuántas veces tengo que perdonarlo? ¿Hasta siete veces?”. Jesús le contesta: “No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete”» (Mt 18, 21-22). Este camino de reconciliación nos llama a encontrar en lo más profundo de nuestros corazones la fuerza del perdón y la capacidad de reconocernos como hermanos y hermanas. Aprender a vivir en el perdón aumenta nuestra capacidad de convertirnos en mujeres y hombres de paz.

Lo que afirmamos de la paz en el ámbito social vale también en lo político y económico, puesto que la cuestión de la paz impregna todas las dimensiones de la vida comunitaria: nunca habrá una paz verdadera a menos que seamos capaces de construir un sistema económico más justo. Como escribió hace diez años Benedicto XVI en la Carta encíclica Caritas in veritate: «La victoria sobre el subdesarrollo requiere actuar no sólo en la mejora de las transacciones basadas en la compraventa, o en las transferencias de las estructuras asistenciales de carácter público, sino sobre todo en la apertura progresiva en el contexto mundial a formas de actividad económica caracterizada por ciertos márgenes de gratuidad y comunión» (n. 39).

4. La paz, camino de conversión ecológica

«Si una mala comprensión de nuestros propios principios a veces nos ha llevado a justificar el maltrato a la naturaleza o el dominio despótico del ser humano sobre lo creado o las guerras, la injusticia y la violencia, los creyentes podemos reconocer que de esa manera hemos sido infieles al tesoro de sabiduría que debíamos custodiar»8.

Ante las consecuencias de nuestra hostilidad hacia los demás, la falta de respeto por la casa común y la explotación abusiva de los recursos naturales —vistos como herramientas útiles únicamente para el beneficio inmediato, sin respeto por las comunidades locales, por el bien común y por la naturaleza—, necesitamos una conversión ecológica.

El reciente Sínodo sobre la Amazonia nos lleva a renovar la llamada a una relación pacífica entre las comunidades y la tierra, entre el presente y la memoria, entre las experiencias y las esperanzas.

Este camino de reconciliación es también escucha y contemplación del mundo que Dios nos dio para convertirlo en nuestra casa común. De hecho, los recursos naturales, las numerosas formas de vida y la tierra misma se nos confían para ser “cultivadas y preservadas” (cf. Gn 2, 15) también para las generaciones futuras, con la participación responsable y activa de cada uno. Además, necesitamos un cambio en las convicciones y en la mirada, que nos abra más al encuentro con el otro y a la acogida del don de la creación, que refleja la belleza y la sabiduría de su Hacedor.

De aquí surgen, en particular, motivaciones profundas y una nueva forma de vivir en la casa común, de encontrarse unos con otros desde la propia diversidad, de celebrar y respetar la vida recibida y compartida, de preocuparse por las condiciones y modelos de sociedad que favorecen el florecimiento y la permanencia de la vida en el futuro, de incrementar el bien común de toda la familia humana.

Por lo tanto, la conversión ecológica a la que apelamos nos lleva a tener una nueva mirada sobre la vida, considerando la generosidad del Creador que nos dio la tierra y que nos recuerda la alegre sobriedad de compartir. Esta conversión debe entenderse de manera integral, como una transformación de las relaciones que tenemos con nuestros hermanos y hermanas, con los otros seres vivos, con la creación en su variedad tan rica, con el Creador que es el origen de toda vida. Para el cristiano, esta pide «dejar brotar todas las consecuencias de su encuentro con Jesucristo en las relaciones con el mundo que los rodea»9.

5. Se alcanza tanto cuanto se espera10

El camino de la reconciliación requiere paciencia y confianza. La paz no se logra si no se la espera.

En primer lugar, se trata de creer en la posibilidad de la paz, de creer que el otro tiene nuestra misma necesidad de paz. En esto, podemos inspirarnos en el amor de Dios por cada uno de nosotros, un amor liberador, ilimitado, gratuito e incansable.

El miedo es a menudo una fuente de conflicto. Por lo tanto, es importante ir más allá de nuestros temores humanos, reconociéndonos hijos necesitados, ante Aquel que nos ama y nos espera, como el Padre del hijo pródigo (cf. Lc 15, 11-24). La cultura del encuentro entre hermanos y hermanas rompe con la cultura de la amenaza. Hace que cada encuentro sea una posibilidad y un don del generoso amor de Dios. Nos guía a ir más allá de los límites de nuestros estrechos horizontes, a aspirar siempre a vivir la fraternidad universal, como hijos del único Padre celestial.

Para los discípulos de Cristo, este camino está sostenido también por el sacramento de la Reconciliación, que el Señor nos dejó para la remisión de los pecados de los bautizados. Este sacramento de la Iglesia, que renueva a las personas y a las comunidades, nos llama a mantener la mirada en Jesús, que ha reconciliado «todas las cosas, las del cielo y las de la tierra, haciendo la paz por la sangre de su cruz» (Col 1, 20); y nos pide que depongamos cualquier violencia en nuestros pensamientos, palabras y acciones, tanto hacia nuestro prójimo como hacia la creación.

La gracia de Dios Padre se da como amor sin condiciones. Habiendo recibido su perdón, en Cristo, podemos ponernos en camino para ofrecerlo a los hombres y mujeres de nuestro tiempo. Día tras día, el Espíritu Santo nos sugiere actitudes y palabras para que nos convirtamos en artesanos de la justicia y la paz.

Que el Dios de la paz nos bendiga y venga en nuestra ayuda.

Que María, Madre del Príncipe de la paz y Madre de todos los pueblos de la tierra, nos acompañe y nos sostenga en el camino de la reconciliación, paso a paso.

Y que cada persona que venga a este mundo pueda conocer una existencia de paz y desarrollar plenamente la promesa de amor y vida que lleva consigo.

Vaticano, 8 de diciembre de 2019

***

1 Benedicto XVI, Carta enc. Spe salvi (30 noviembre 2007), 1.
2 Discurso sobre las armas nucleares, Nagasaki, Parque del epicentro de la bomba atómica, 24 noviembre 2019.
3 Cf. Homilía en Lampedusa, 8 julio 2013.
4 Encuentro por la paz, Hiroshima, Memorial de la Paz, 24 noviembre 2019.
5 Conc. Ecum. Vat. II, Const. past. Gaudium et spes, 78.
6 Cf. Benedicto XVI, Discurso a los dirigentes de las asociaciones cristianas de trabajadores italianos, 27 enero 2006.
7 Carta. ap. Octogesima adveniens (14 mayo 1971), 24.
8 Carta enc. Laudato si’ (24 mayo 2015), 200.
9 Ibíd., 217.
10 Cf. S. Juan de la Cruz, Noche Oscura, II, 21, 8.

Ecologistas, sindicatos y cristianos unidos por el cuidado de la casa común y el clima

Internacional

Ecologistas, sindicatos y cristianos unidos por el cuidado de la casa común y el clima

03 diciembre 2019

La Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP 25), que se celebra en Madrid tras la renuncia de Chile por la tensión social, iba a ser una reunión más de trámite, según las previsiones iniciales. Pero la sociedad civil, con importante presencia de ecologistas, sindicatos y cristianos, se está movilizando para que gobiernos y empresas asuman de una vez por todas sus responsabilidades.

De hecho, la movilización social en torno a la cuestión climática ha ido a más en los últimos meses, como ha podido comprobarse el 27 de septiembre y el 7 de octubre. La Iglesia católica, especialmente tras la publicación de la segunda encíclica del papa Francisco, Laudato si’, ha reforzado su empeño por la defensa de la casa común y su compromiso por incorporar consecuentemente en su tarea pastoral la ecología integral, como ha quedado patente con la celebración del Sínodo de la Amazonia.

Millones de personas en todo el mundo, convocadas por organizaciones diversas, han salido a las calles en varias ocasiones para pedir medidas inmediatas ante la crisis ecológica y social. Las acciones enmarcadas bajo el lema “Todos por el clima suponen una toma de conciencia global que no puede ser desatendida. Las generaciones más jóvenes han mostrado su compromiso y sensibilidad con la organización de Fridays for future”.

La emergencia climática, reconocida incluso en parlamentos, es un hecho. El último informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), del pasado agosto, insiste en que la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero de todos los sectores es el único modo de mantener el calentamiento global por debajo de  1,5 °C. 

Están en riesgo un gran número de ecosistemas, especies y plantas se enfrentan a la extinción. Millones de personas viven con la amenaza de desplazamiento y el aumento de la pobreza extrema causada por las variaciones el clima y sus graves consecuencias. Las propias condiciones que han permitido la vida en la Tierra están seriamente comprometidas.

Medidas concretas

El Acuerdo de París debería empezar a cumplirse en 2020, pero son muchos los asuntos claves que siguen sin resolverse. “La COP25, además de cerrar las normas sobre contabilidad y presentación de los compromisos, el conocido como libro de reglas, debería suponer un avance claro en la provisión de fondos suficientes e importantes mejoras en instrumentos como el Fondo Verde para el Clima o el Mecanismo de Varsovia para las pérdidas y daños, unas herramientas fundamentales para paliar las peores consecuencias que ya ha provocado y provocará la continua quema de combustibles fósiles”, reclama Ecologistas en Acción.

Para los ecologistas, “es precisa una transición hacia modelos ecosociales sostenibles, con menor consumo de materiales y energía, que no desborden los límites biofísicos del planeta. Apostar por un nuevo modelo energético desechando las falsas soluciones como la energía nuclear, la geoingeniería o los biocombustibles como el aceite de palma”.

La Cumbre Social por el Clima, una convocatoria paralela a la oficial, donde se citan organizaciones de trabajadores con movimiento sociales, ha dejado claro que la decisión del Gobierno de Pedro Sánchez de acoger el evento supone ignorar el trabajo previo de las entidades chilenas y del resto de América Latina y organizar en un marco temporal casi inasumible la participación y contestación social a la altura.

No obstante, las organizaciones sociales presentes en España han asumido el reto de articular las protestas y demandas para evitar nuevos fracasos en la lucha contra el cambio climático, mientras que se mantienen la Cumbre de los Pueblos y la Cumbre Social por la Acción Climática en Chile, “en un intento por generar un espacio donde su voz también pueda ser escuchada”.

Las organizaciones sindicales apoyan la respuesta social a la COP25, al compartir, entre otras cosas, la denuncia de “la hipocresía de los gobiernos que participan en las negociaciones climáticas para enmascarar tratados comerciales y de inversiones como herramientas de dominación del capital, alimentan la industria fósil con subsidios millonarios y se lucran con la crisis climática y la devastación ambiental y social”.

CCOO y UGT, pero también USO integrada igualmente en la delegación de la Confederación Sindical Internacional que participa en la sección oficial así como CGT especialmente implicada en la organización de la contracumbre, comparten reivindicaciones de la Cumbre Social por el Clima como la necesidad de desarrollar una transición justa realizada con la rapidez suficiente, para evitar nuevas catástrofes, como un calentamiento por encima de los 1,5°C o el colapso de los ecosistemas y la sociedad.

La gran cita para hacer patente las demandas sociales será el 6 de diciembre, día en el que se producirán dos movilizaciones mundiales en Santiago de Chile y en Madrid, pero habrá más acciones, algunas de ellas protagonizadas por Extinction Rebellion que junto a Rebelión por el Clima desarrollaron una acampada frente al Ministerio de Transición Ecológica, a principios del mes de octubre.

El papel de la Iglesia

También diversas organizaciones de la Iglesia española cuentan con su propia agenda, al margen de quienes a título personal o colectivo se sumen o apoyen las acciones de la sociedad civil.

El foro “La cumbre del cambio climático y el cuidado de la casa común” se celebrará el 5 de diciembre, entre las 10:00 y las 14:00 horas, en el auditorio de la Fundación Pablo VI (Paseo Juan XXIII, 3). La jornada está organizado por esta entidad junto al Movimiento Católico Mundial por el Clima, la Conferencia Episcopal Española (CEE), la Comisión Episcopal de Pastoral Social, la Comisión de Ecología Integral del Arzobispado de Madrid, Escuelas Católicas, Cáritas, CONFER, Justicia y Paz, Manos Unidas, la Red de Entidades para el Desarrollo Social (REDES), CEDIS, Entreculturas y Scouts-MSC.

cop25bEl mismo viernes 6 de diciembre, de 16:30 a 17:30 horas, la parroquia San Jerónimo el Real acogerá una oración por el cuidado de la casa común, organizada por la Delegación de Juventud del Arzobispado de Madrid, la JEC, los Scouts Católicos Madrid, la Comisión Episcopal de Ecología Integral de Madrid y el Movimiento Católico Mundial por el Clima. Terminada esta, en torno a las 18:00 horas, los asistentes podrán unirse a la marcha organizada por la Alianza por el Clima, que discurrirá entre Atocha y Nuevos Ministerios. Portarán una pacarta de Católicos por el cuidado de la casa común.

Ya el domingo 8 de diciembre, a las 20:00 horas, se celebrará la Eucaristía en la basílica de San Francisco el Grande, con presencia de los líderes y representantes católicos que participan en la cumbre. Se espera la asistencia del cardenal Carlos Osoro, arzobispo de Madrid; Miguel Cabrejos, presidente del CELAM y delegado especial en la COP25; Tomás Insúa, director ejecutivo del Movimiento Católico Mundial por el Clima, y monseñor Bruno-Marie Duffé, secretario del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral y enviado especial del Vaticano para esta cumbre, así como de otros delegados católicos de otras conferencias episcopales.

El compromiso de la HOAC

La HOAC, por su parte, no solo mira con simpatía la creciente concienciación sobre la crisis ecosocial, sino que ha incorporado a su trayectoria y compromiso, la defensa del medio ambiente, como una de las grandes causas del siglo XXI. Son numerosos los y las integrantes de este movimiento especializado de Acción Católica con un compromiso decidido contra la crisis ecosocial, algunos de los cuales, se harán presentes estos días en Madrid.

Desde la aparición de Laudato si’, ha sido constante su preocupación por unir la cuestión social y ambiental, al entender ambas como la dos caras de una misma moneda, que es el problema antropológico que está en la raíz de ambos fenómenos: la profunda deformación de lo humano provocada por un modelo económico, social y cultura construido sobre el individualismo y el egoísmo del poseer y dominar.

De ahí que la HOAC  haga suyo el llamamiento del papa Francisco a la conversión ecológica: «No habrá una nueva relación con la naturaleza sin un nuevo ser humano. No hay ecología sin una adecuada antropología (…) Si la crisis ecológica es una eclosión o una manifestación externa de la crisis ética, cultural y espiritual de la modernidad, no podemos pretender sanar nuestra relación con la naturaleza y el ambiente sin sanar todas las relaciones básicas del ser humano» (nn. 118 y 119). LA HOAC defiende, en consecuencia, una alianza entre la humanidad y el medioambiente, «que nos una a todos, porque el desafío ambiental que vivimos, y sus raíces humanas, nos interesan y nos impactan a todos. Necesitamos una solidaridad universal nueva» (LS, 14).

Más información

Conversión ecológica

Laudato si’ en Noticias Obreras

Laudato si’ y el trabajo

Enfriar el clima, salvar el planeta

 

 

 

León | Presentación del libro «No os dejéis robar la dignidad»

Convocatorias

León | Presentación del libro «No os dejéis robar la dignidad»

18 noviembre 2019

El próximo jueves 21 de noviembre a las 20 horas, en el salón de actos del Colegio Carmelitas (C/ Alfonso V, 12) de León, se presentará el libro No os dejéis robar la dignidad. El papa Francisco y el trabajo, de Abraham Canales.

El acto de presentación pública contará con la participación de Paco Puertas, miembro de la Pastoral Obrera de León, y Abraham Canales, autor del libro. Organizado por la Hermandad Obrera de Acción Católica (HOAC) y Pastoral Obrera de León, y con la colaboración de la iniciativa Iglesia por el Trabajo Decente, promovida por Cáritas, Conferencia Española de Religiosos (CONFER), Movimiento Rural Cristiano y las dos instituciones organizadoras.

Esta publicación, la primera de estas características que se edita en España, es una recopilación comentada de textos, a modo de compendio, que concreta el compromiso del papa Francisco con el trabajo decente, expresado en Evangelii gaudium y en Laudato si’, dos de sus aportaciones de referencia tanto para la Iglesia como para las «personas de buena voluntad» del planeta. Una constante que ha ido desarrollando en los distintos diálogos realizados con las organizaciones de los trabajadores y con los movimientos populares; en diversas visitas pastorales; y en las principales instituciones políticas, económicas y laborales.

Canales ha participado en el III Encuentro Mundial de Movimientos Populares en diálogo con el papa Francisco (Roma, noviembre 2016) y del encuentro internacional «De Populorum progressio a Laudato si’. El trabajo y el movimiento de los trabajadores en el centro del desarrollo humano integral, sostenible y solidario. ¿Por qué el mundo del trabajo sigue siendo la clave del desarrollo en el mundo global?» que reunió al movimiento sindical mundial con el Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral (Ciudad del Vaticano, noviembre 2017). 

No os dejéis robar la dignidad invita a sumergirse en este pensamiento para seguir profundizando en él y comprometerse en esta «prioridad humana y cristiana», más si cabe cuando el Papa, en este tiempo de profundos cambios en el mundo del trabajo, exhorta a que el trabajo, como actividad creadora que otorga dignidad a la persona, sea la clave esencial con la que situarse en este mundo, rápidamente cambiante, y ayude a lograr una «vida buena», evitando la precarización y el descarte de millones de personas, y favorezca el cuidado de la casa común.

Jaén | Presentación del libro No os dejéis robar la dignidad en la Semana de la Pobreza

Convocatorias

Jaén | Presentación del libro No os dejéis robar la dignidad en la Semana de la Pobreza

11 noviembre 2019

Con motivo de la III Jornada Mundial de los Pobres, la Diócesis de Jaén, mediante la Vicaría de Caridad y Acción Social, organiza la Semana de la Pobreza. El lema de este año es “La esperanza de los pobres nunca su frustrará”. Del 11 al 17 de noviembre se desarrollará un amplio programa de actos que pretende visibilizar las múltiples realidades de la exclusión.

Entre las actividades convocadas, el día 14 de noviembre a las 20 horas, en el Salón de Actos de la Sala CajaSur, está prevista la presentación pública del libro No os dejéis robar la dignidad. El Papa Francisco y el trabajo, a cargo de Abraham Canales, autor y responsable de publicaciones de la HOAC.

Esta obra de editada por la HOAC, movimiento de Acción Católica Especializada, la primera de estas características que se publica en España, es una recopilación comentada de textos, a modo de compendio, que recoge el compromiso del papa Francisco con el trabajo decente, expresado en Evangelii gaudium y en Laudato si’, dos de sus aportaciones de referencia tanto para la Iglesia como para las «personas de buena voluntad» del planeta. Una constante que ha ido desarrollando en los distintos diálogos realizados con las organizaciones de los trabajadores y con los movimientos populares; en diversas visitas pastorales; y en las principales instituciones políticas, económicas y laborales.

***

Extracto del mensaje del papa Francisco con motivo del a III Jornada Mundial de los Pobres.

«2. También hoy debemos nombrar las numerosas formas de nuevas esclavitudes a las que están sometidos millones de hombres, mujeres, jóvenes y niños.

Todos los días nos encontramos con familias que se ven obligadas a abandonar su tierra para buscar formas de subsistencia en otros lugares; huérfanos que han perdido a sus padres o que han sido separados violentamente de ellos a causa de una brutal explotación; jóvenes en busca de una realización profesional a los que se les impide el acceso al trabajo a causa de políticas económicas miopes; víctimas de tantas formas de violencia, desde la prostitución hasta las drogas, y humilladas en lo más profundo de su ser. ¿Cómo olvidar, además, a los millones de inmigrantes víctimas de tantos intereses ocultos, tan a menudo instrumentalizados con fines políticos, a los que se les niega la solidaridad y la igualdad? ¿Y qué decir de las numerosas personas marginadas y sin hogar que deambulan por las calles de nuestras ciudades?

Con frecuencia vemos a los pobres en los vertederos recogiendo el producto del descarte y de lo superfluo, para encontrar algo que comer o con qué vestirse. Convertidos ellos mismos en parte de un vertedero humano son tratados como desperdicios, sin que exista ningún sentimiento de culpa por parte de aquellos que son cómplices en este escándalo. Considerados generalmente como parásitos de la sociedad, a los pobres no se les perdona ni siquiera su pobreza. Se está siempre alerta para juzgarlos. No pueden permitirse ser tímidos o desanimarse; son vistos como una amenaza o gente incapaz, solo porque son pobres.

Para aumentar el drama, no se les permite ver el final del túnel de la miseria. Se ha llegado hasta el punto de teorizar y realizar una arquitectura hostil para deshacerse de su presencia, incluso en las calles, últimos lugares de acogida. Deambulan de una parte a otra de la ciudad, esperando conseguir un trabajo, una casa, un poco de afecto… Cualquier posibilidad que se les ofrezca se convierte en un rayo de luz; sin embargo, incluso donde debería existir al menos la justicia, a menudo se comprueba el ensañamiento en su contra mediante la violencia de la arbitrariedad. Se ven obligados a trabajar horas interminables bajo el sol abrasador para cosechar los frutos de la estación, pero se les recompensa con una paga irrisoria; no tienen seguridad en el trabajo ni condiciones humanas que les permitan sentirse iguales a los demás. Para ellos no existe el subsidio de desempleo, indemnizaciones, ni siquiera la posibilidad de enfermarse».

¡Una vida digna para todos en la era digital!

Internacional

¡Una vida digna para todos en la era digital!

28 octubre 2019

El Movimiento de Trabajadores Cristianos de Europa (EBCA/ECWM/MTCE) ha celebrado el seminario titulado “El trabajo digital: entre el deseo de autodeterminación y la necesidad de marco jurídico y normativas laborales” del 17 al 19 de octubre de 2019 en Ostende (Bélgica). En él han participado 37 representantes de las organizaciones miembros de más de 11 países europeos, y todos contribuyeron con su experiencia y perspectivas.

Conclusiones de los diálogos

La digitalización está en pleno desarrollo, avanzando a un ritmo acelerado y cambiando nuestras vidas tanto en el ámbito privado como en el laboral. Es un fenómeno que afecta a toda nuestra sociedad y que, tiene un gran atractivo por las enormes posibilidades que tiene y a la vez genera desazón por los enormes inconvenientes que está provocando en la realidad del mundo del trabajo y de toda la sociedad en general.

Entendemos que es necesario contribuir al desarrollo de la digitalización desde los principios y valores que fundamentan nuestra fe. Por tanto, también es importante que examinemos con una actitud crítica el uso de los medios digitales y la forma de implantación en el mundo del trabajo.

Constatamos una brecha en la sociedad con respecto a la digitalización. Por un lado, existe un amplio uso y desarrollo de estas tecnologías y por otra parte, hay un gran número de personas que han tenido poco o ningún acceso a los nuevos medios de comunicación y que, debido a la gran importancia de la digitalización en el ámbito público y laboral, corren el riesgo de perder el contacto con la sociedad. Este problema se ve agravado por el hecho de que el desarrollo digital es muy rápido y avanza en todas direcciones a tal velocidad que los responsables políticos, apenas han regulado el proceso, lo que agrava especialmente la situación de los que quedan descartados en este proceso.

En este contexto es necesario un mensaje social sobre el diseño futuro de un mundo digital del trabajo, que queremos iniciar con nuestras llamadas a la iglesia y la sociedad. Éstas surgen, entre otras cosas, en las siguientes áreas temáticas:

• Formación permanente.
• Garantía del empleo en el proceso de transición.
• Delimitación clara del tiempo de trabajo y del tiempo privado.
• Cuestión ecológica – por ejemplo, los países explotados suministradores de materias primas y la energía en un contexto global.
• Sustitución del crecimiento económico como principal criterio de desarrollo por valores como la solidaridad, el bien común, etc.
• Justicia fiscal y distribución de la riqueza (prevención de la evasión fiscal, armonización fiscal, conciencia de la dimensión positiva de la fiscalidad, etc.)
• Desarrollo de los sistemas de seguridad social (renta básica…)
• Domingo libre de trabajo.
• Reconocimiento y valoración de otras formas de trabajo (cuidados, servicios a la sociedad…)

En el ámbito político, una vida digna de todas las personas es nuestro criterio en el caso de la digitalización. En Laudato si’, 128, el papa Francisco dice: “El gran objetivo debería ser siempre permitirles (a los seres humanos) una vida digna a través del trabajo“ Para alcanzar este objetivo, trabajamos a través del debate en nuestros movimientos y exteriormente aportamos nuestra visión específica en diálogo con representantes de la Iglesia (COMECE, Caritas, Justicia y Paz, Conferencias Episcopales locales, JOCI, CIJOC…) y de la sociedad civil (sindicatos, ONG…) y de la política a todos los niveles. Una acción ejemplar es la Jornada Mundial por el Trabajo Decente, que se celebra el 7 de octubre cada año.

Santiago Álvarez Cantalapiedra: «El capitalismo amenaza las bases naturales que sostienen la vida»

Mundo obrero y del trabajo

Santiago Álvarez Cantalapiedra: «El capitalismo amenaza las bases naturales que sostienen la vida»

21 octubre 2019

José Luis Palacios | El director de FUHEM Ecosocial no solo es experto en economía sino que realiza una gran labor divulgativa sobre la sostenibilidad y las necesidades humanas. Ediciones HOAC acaba de publicar La gran encrucijada. Crisis ecosocial y cambio de paradigma, mucho más que un ensayo sobre ecología, una obra imprescindible para evitar la catástrofe.

La gran encrucijada evoca el punto del camino en que hay que elegir una dirección sin posibilidad de vuelta atrás… ¿Tiene la especie humana la información, el conocimiento y la sabiduría necesarias para elegir correctamente?

Si hay que elegir, conviene hacerlo después de un discernimiento. Es ilusorio pensar que basta con disponer de información. La gran encrucijada en la que nos encontramos es consecuencia de la actual crisis ecosocial, que es una crisis multidimensional (es ecológica, económica y política y afecta a los planos biofísico, productivo y reproductivo) y multiescalar (se manifiesta desde local hasta lo global). Como ha señalado el papa Francisco en la Laudato si’, no existen dos crisis separadas, una social y otra ecológica, sino una única e inseparable crisis ecosocial. Una crisis de esta envergadura exige abandonar viejos paradigmas y adoptar otros nuevos. Las categorías, conceptos, valores y maneras de razonar hoy vigentes nos impiden darnos cuenta de lo que pasa. Y si no nos damos suficiente cuenta de ello, no es por falta de información, sino más bien por todo lo contrario. Vivimos en un mundo «infoxicado», con una sobresaturación de datos e informaciones que impide conocer lo que está ocurriendo. Información, conocimiento y sabiduría son tres modos muy distintos de saber. Nos sobra lo primero, andamos justitos de lo segundo y, en la sociedad actual, se desprecia abiertamente la sabiduría. Pero la sabiduría es lo más necesario para responder a la pregunta de cuánto es bastante para vivir de forma justa y sostenible sobre este planeta.

En su libro plantea que la humanidad ha avanzado en los últimos 200 años en importantes aspectos pero, ¿cuáles son las contradicciones propias del capitalismo que convierte su éxito en la gran amenaza?

Es un progreso aparente, pues mina las bases naturales y sociales sobre las que se sostiene. Esa es la gran contradicción del capitalismo, la de desenvolverse bajo una estrecha racionalidad crematística que da lugar a una profunda irracionalidad social que amenaza con socavar las bases naturales que sostienen la vida.

¿Cuáles son las principales evidencias de que hemos alcanzado las dos grandes fracturas que amenazan nuestra civilización?

El capitalismo ha provocado una doble fractura: metabólica y social. El funcionamiento de una sociedad depende de los flujos continuos de recursos intercambiados con la naturaleza. A esto lo denominamos metabolismo socioeconómico. La civilización industrial capitalista indujo el tránsito desde un régimen metabólico basado en los recursos bióticos (renovables) que nos brinda la naturaleza viva a otro que depende de los recursos fósiles y minerales que extraemos de la corteza terrestre (no renovables). Dicha civilización se ha expandido por todo el mundo a lo largo del siglo XX, sobre todo, a partir de su segunda mitad, cuando se aceleran los ritmos de extracción de recursos y de emisión de residuos, dotando a las sociedades humanas de una destructividad sobre el mundo natural nunca vista. Esa inyección de recursos acelera la población mundial, el proceso urbanizador, los niveles de transporte, la producción y el comercio internacionales, el consumo global de agua, de fertilizantes, las capturas pesqueras, etc. Prácticamente nada queda al margen de este impulso voraz: incluso la arena, una materia prima hasta hace poco abundante y barata, en la actualidad se torna escasa debido al elevado ritmo urbanizador y a la gran cantidad de infraestructuras que se expanden por todo el planeta. La mitad de los combustibles fósiles los hemos consumido en las cuatro últimas décadas de expansión acelerada del capitalismo mundial, durante ese periodo que habitualmente conocemos como globalización. El efecto de este crecimiento acelerado es que se agravan también exponencialmente los procesos de degradación de los ecosistemas (la pérdida de biodiversidad, la desaparición de los de bosques tropicales, la acidificación oceánica, la concentración de los gases de efecto invernadero en la atmósfera, la expansión de plásticos y nuevas sustancias hasta los rincones más remotos del planeta, etc.).

Por otro lado, la fractura social es consecuencia de ahogar los vínculos comunitarios en las gélidas aguas del cálculo mercantil. La irrupción de una sociedad regulada por las fuerzas del mercado y el capital provocó una profunda dislocación social, afectando al sistema de cuidados necesarios para la reproducción de la existencia humana.

¿Por qué el capitalismo digital tampoco es la respuesta?

Este tipo de capitalismo no supera la fractura metabólica, sino que la profundiza. Lejos de desmaterializar la economía, necesita para su funcionamiento de enormes cantidades de energía y minerales que añaden nuevas presiones a los ecosistemas. En el plano social sus efectos no son menos desastrosos. El capitalismo en la era digital se ha convertido básicamente en un capitalismo de vigilancia. Al extraer datos de los usuarios ha logrado perfeccionar las capacidades que ya tenía el capitalismo en su fase consumista de moldear las subjetividades de las personas. Y no se conforma solo con eso, también empuja –a través de las llamadas «economías de plataforma»– a que la gente gobierne su vida como si de una empresa o una marca se tratara en eterna competición con sus semejantes. El resultado: mayor control sobre la vida de la gente, unas relaciones laborales más desreguladas y una concentración del poder oligopólico en unas pocas grandes empresas tecnológicas.

¿Por qué defiende que las religiones pueden ser parte de la solución en la superación de la crisis ecosocial?, ¿cómo y en qué condiciones pueden impulsar el cambio de paradigma que necesitamos?

Las religiones son una fuente de sabiduría para la encrucijada en que estamos. A muchas se las puede considerar «ecosofías», es decir, sabidurías sobre nuestra condición de seres interdependientes y ecodependientes. No en vano, el término religión está emparentado etimológicamente con religar o vincular, por lo que la experiencia religiosa consistiría en la consciencia y vivencia de la vinculación y la dependencia.

En concreto, ¿qué valores, actitudes y compromisos propios del cristianismo pueden ser una inspiración para la conversión personal y el cambio institucional?

El cristianismo critica el utilitarismo y reivindica el valor intrínseco de cada ser viviente y el carácter sagrado de la biosfera en su conjunto. Además, proporciona fuerza espiritual y moral, motivación e inspiración y, cuando es fiel a la misión y persona de Jesús, dimensión utópica y altas dosis de conciencia crítica que se suelen materializar en admirables formas de compromiso por la justicia alimentadas por la esperanza.

La magnitud de la tarea y la gravedad de la situación parece que alientan la parálisis de gran parte de la humanidad, de muchas instituciones, incluidas las que representan la soberanía de la ciudadanía… ¿Faltan alternativas, falla la comunicación y sensibilización, tan poderosas son las resistencias?

Los más pobres, cuyas formas de vida tienen bajos niveles de emisiones, son los más vulnerables ante las consecuencias de las catástrofes climáticas. Los ricos comprarán su salida. Se mudarán a los lugares más seguros y se harán con las tierras más altas a medida que resulten inhabitables otras zonas; asegurarán sus propiedades contra los riesgos asociados a eventos extremos. Aquí late una injusticia. Lo que más echo en falta es que no se perciba esta situación como lo que es, una inmensa injusticia.

Entonces, ¿la humanidad tiene salvación? ¿Cómo alimentar la esperanza y cuáles son las líneas maestras del nuevo paradigma que necesitamos?

Veo una mayor sensibilidad y acercamiento entre las diferentes tradiciones emancipadoras en relación con la cuestión ecosocial y a una parte de la juventud que no se resigna ante la amenaza de verse privada de su futuro. Inspirado en Greta Thunberg surge el movimiento Fridays For Future, y de su mano las iniciativas de madres o profesores por el clima. Están surgiendo plataformas de lucha por la justicia climática articuladas internacionalmente, como el movimiento por la desobediencia civil pacífica Extinction Rebellion. Son signos de esperanza.

Cuando más grave es la situación mayor valor adquiere la esperanza. Pero hay que aclarar que la esperanza no es sinónimo de optimismo; más bien, el optimismo es la banalización de la esperanza. Soy pesimista sobre la situación actual, pero estoy esperanzado porque albergo una esperanza que no es ingenua ni pasiva. Debemos cultivarla sin esas vendas de optimismo que impiden ver la situación en la que nos encontramos. Abogo por un «pesimismo esperanzado» o por una «esperanza sin optimismo» que nos conduzca a la asunción de responsabilidades desde el convencimiento de que la historia no está escrita de antemano y que, si nos organizamos y tomamos conciencia de ello, seremos sujetos que lanzan la historia hacia otra dirección.

Su ensayo es mucho más que un tratado de ecología política, ya que aborda también aspectos históricos, culturales, morales y hasta filosóficos… ¿Qué potencias, qué capacidades, qué fuerzas hacen falta movilizar para construir un nuevo paradigma?

Todas las que conduzcan a la construcción de una cultura de la autocontención capaz de atemperar la hybris (desmesura) humana y contribuir a la paz entre nosotros y con la naturaleza.

 

faldon portada y sumario

tantoportanpoco560-05
faldonsumario2-02

Soria | Presentación del libro No os dejéis robar la dignidad

Convocatorias

Soria | Presentación del libro No os dejéis robar la dignidad

14 octubre 2019

En el contexto de la celebración de la Jornada Mundial por el Trabajo Decente, el jueves 17 de octubre, tendrá lugar la presentación del libro No os dejéis robar la dignidad. El papa Francisco y el trabajo, de Abraham Canales. A las 19.30 h. en el salón Gaya Nuño del Casino Amistad Numancia, calle el Collado, 23, de Soria.

El acto público organizado por la iniciativa Iglesia por el Trabajo Decente, contará con la presencia del autor que será entrevistado por Pilar Pérez, periodista del Heraldo/Diario de Soria.

Esta obra de Ediciones HOAC, la primera de estas características que se edita en España, es una recopilación comentada de textos, a modo de compendio, que recoge el compromiso de Francisco con el trabajo decente, expresado en Evangelii gaudium y en Laudato si’, dos de sus principales texto; así como en diferentes diálogos y visitas pastorales.

Revista TU!

Acceso a la suscripción.
■ Edición digital www.hoac.es/tu

Nuevo libro

Ultimo cuaderno

Redes Sociales

Instagram


© 2024 HOAC.

| Diseño original | DET | Adaptación de ACF | Desarrollado con WordPress | CM/Admo