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Compromiso ético para desenterrar la justicia #EditorialNNOO

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Compromiso ético para desenterrar la justicia #EditorialNNOO

05 diciembre 2014

Nuestra sociedad se parece cada vez más a una ciudad que tras un terrible bombardeo ha quedado reducida a un montón de escombros. Nuestro edificio social es un montón de escombros bajo el que está enterrada la justicia, la justicia debida a las personas, la justicia debida a los empobrecidos. Bajo los escombros están los derechos de muchas personas, el derecho a ser y vivir de las personas, de los pobres.

El bombardero que ha tirado las bombas que han causado este destrozo humano es el de la idolatría del dinero, la institucionalización social del afán de enriquecerse a toda costa. Todo se ha sometido a la cruda y desalmada lógica del Mercado, convertido en un absoluto, hasta institucionalizar reglas y normas radicalmente individualistas que dan rienda suelta a quienes acumulan riqueza sin parar a costa del empobrecimiento social, dejando montones de víctimas al paso de su codicia. Y, también, hasta que hemos aceptado socialmente con toda naturalidad el dominio del dinero y su lógica en nuestras vidas y en nuestra sociedad. El ídolo del dinero ha sustituido la primacía del ser humano. El resultado es el montón de escombros en que se ha convertido nuestro edificio social.

La idolatría del dinero se expresa en políticas que generan desigualdades crecientes y no atienden las necesidades sociales y de los empobrecidos, porque dan prioridad a la acumulación de riqueza por unos pocos, en la falsa convicción de que ese comportamiento generará crecimiento económico que, antes o después, alcanzará a todos. Así, los que pueden, abusan del poder para enriquecerse. Esas políticas minan las bases de los derechos laborales, sociales… y de la democracia misma. Y sitúan en la precariedad, la pobreza y la exclusión a cada vez más familias. Pero se expresa también en la corrupción de quienes, abusando del poder que tienen, buscan enriquecerse a costa de lo que sea. Esas políticas y esa corrupción están estrechamente relacionadas, tienen un mismo origen.

Las políticas y la corrupción que responden a la idolatría del dinero han impulsado en los comportamientos institucionales un individualismo atroz, que desplaza al bien común, la solidaridad y la comunión social. La dicotomía entre economía y bien común es cada vez mayor. En la raíz de esta situación hay una profunda crisis de humanidad, una profunda crisis ética. En este contexto, como dice el papa Francisco, «la ética suele ser mirada con cierto desprecio burlón. Se considera contraproducente, demasiado humana, porque relativiza el dinero y el poder. Se la siente como una amenaza, pues condena la manipulación y la degradación de la persona. En definitiva, la ética lleva a un Dios que espera una respuesta comprometida que está fuera de las categorías del mercado» («La alegría del Evangelio», 57).

Pero, precisamente por eso, necesitamos un firme compromiso ético, recuperar la ética, para derribar de su pedestal al ídolo del dinero y devolver a la persona al lugar que le corresponde, para poner primero que nada a las personas, a los pobres, sus derechos y necesidades. Necesitamos un firme compromiso ético para desenterrar la justicia de debajo del montón de escombros en los que la ha sepultado la idolatría del dinero, tantas políticas injustas y tanta corrupción. Solo así podremos reconstruir un edificio social digno del ser humano. Pero para ello necesitamos recuperar la política, construir una política con un fuerte compromiso ético, una política con verdadero rostro humano. Así, el ruego del papa Francisco es una llamada a una tarea común para recuperar la política: «¡Pido a Dios que crezca el número de políticos capaces de entrar en un auténtico diálogo que se oriente eficazmente a sanar las raíces profundas y no la apariencia de los males de nuestro mundo! La política, tan denigrada, es una altísima vocación, es una de las formas más preciosas de la caridad, porque busca el bien común (…) ¡Ruego al Señor que nos regale más políticos a quienes les duela de verdad la sociedad, el pueblo, la vida de los pobres!» («La alegría del Evangelio», 205). Esta es una tarea común de todas las mujeres y hombres de buena voluntad.

 

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Por la retirada inmediata de la disposición sobre las expulsiones en caliente

Comunicados, Inmigrantes

Por la retirada inmediata de la disposición sobre las expulsiones en caliente

03 diciembre 2014

La Hermandad Obrera de Acción Católica (HOAC) se adhiere a la denuncia planteada por representantes de instituciones eclesiales que trabajan “in situ” a uno y otro lado de la frontera sur y que abordan, coordinadamente, distintos temas que afectan a las personas migrantes. Son testigos directo del sufrimiento diario que las vallas provocan, por ello solicitan la retirada de la disposición adicional sobre expulsiones sumarias y que se busque un consenso político en materia de inmigración. España debe liderar ese proceso y hacer ver a la Unión Europea que las vallas de Ceuta y Melilla son sólo la consecuencia de una política migratoria europea desenfocada.

Comunicado completo de Cáritas Española, CONFER, Secretariado de la Comisión Episcopal de Migraciones y Justicia y Paz

Editorial | Mirar cara a cara a los pobres

En “Evangelii gaudium” (La alegría del Evangelio) el Papa Francisco dice que “el imperativo de escuchar el clamor de los pobres se hace carne en nosotros cuando se nos estremecen las entrañas ante el dolor ajeno” (n. 193) y que esto es posible cuando vivimos con “una atención puesta en el otro” (n. 199). Seguramente muchos comportamientos personales, actitudes, prácticas y mentalidades sociales, planteamientos y decisiones de las instituciones políticas, cambiarían si viviéramos más desde esa atención al otro y nos dejáramos afectar realmente por el dolor ajeno. Ahí está lo que más, desde la raíz, nos hace humanos, lo que puede sacar lo mejor de nosotros mismos. Muchas cosas cambiarían si fuéramos capaces de mirar cara a cara a los pobres.

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Por el Trabajo Decente: Sumando apoyos

Iglesia, Internacional, Mundo obrero y del trabajo

Por el Trabajo Decente: Sumando apoyos

03 octubre 2014

Los movimientos de Acción Católica especializados en el mundo obrero y del trabajo, la HOAC y la JOC, ante la Jornada Mundial del Trabajo Decente, que se celebra el 7 de octubre de cada año, han querido recabar el mayor número de apoyos posibles entre organizaciones afines del ámbito cristiano para elaborar y dar a conocer un comunicado conjunto en el que defienden la necesidad de generar empleos que aseguren una vida digna y plena para todas las personas y familias y plantean la necesidad de llevar la Alegría del Evangelio también al ámbito laboral. Después de una larga ronda de conversaciones sobre el desafío tan importante como es la generación de trabajo digno empleo, tanto en nuestro país como a nivel mundial, más de diez entidades de nuestro país han dado su apoyo a dicho comunicado : Acción Católica General, Acción Social Empresarial, CONFER, Cáritas Española, Foro de Laicos, Frater España, Hermandades del Trabajo, Justicia y Paz, Juventud Estudiante Católica, Movimiento Rural Cristiano, Movimiento de Jóvenes Rurales Cristianos, Acción Católica Obrera y Profesionales Cristianos .

Además, organizaciones hermanas de Portugal, como la Liga Operária Católica (LOC-MTC), la Juventude Operária Católica (JOC), Cártita de Portugal y la Comissão Nacional Justiça e Paz no solo han participado en la redacción del texto, adaptándolo a su realidad nacional, sino que han contado también con la opinión de la propia HOAC, a la hora de elaborar su propio mensaje.

 

 

Una nueva política

Editoriales

Una nueva política

30 septiembre 2014

Hablando de la inclusión social de los pobres, que considera debe ser el elemento central de una necesaria nueva política preocupada realmente por el bien común y la justicia debida a la dignidad de la persona, el Papa Francisco hace una importante llamada a las comunidades eclesiales: «Cualquier comunidad de la Iglesia, en la medida en que pretenda subsistir tranquila sin ocuparse creativamente y cooperar con eficacia para que los pobres vivan con dignidad y para incluir a todos, también correrá el riesgo de la disolución, aunque hable de temas sociales o critique a los gobiernos. Fácilmente terminará sumida en la mundanidad espiritual, disimulada con prácticas religiosas, con reuniones infecundas o con discursos vacíos» («La alegría del Evangelio», 207).

Las comunidades cristianas podemos situarnos ante estas palabras y la seria llamada que implican de dos formas. La primera, pensando que son dichas para otros, que son otros los que tienen que cambiar. La segunda, asumiendo con humildad y realismo que son dichas para nosotros, que somos nosotros los que necesitamos cambiar. La primera forma de situarse es estéril, la segunda fecunda. En cómo acogemos esa llamada nos jugamos algo que es esencial para nuestro ser y misión.

Pero esas palabras (y las dos maneras de situarse ante ellas) son aplicables también al conjunto de la sociedad y de la vida y la acción política. Lo decisivo es cómo nos situamos ante los pobres, si sus necesidades y derechos son o no el centro de nuestros proyectos sociales y políticos. Porque el centro de la acción política, si ha de ser verdaderamente humana, no puede ser otro que «ocuparse creativamente y cooperar con eficacia para que los pobres vivan con dignidad y por incluir a todos». Sin esa preocupación práctica, cualquier proyecto social y político se disolverá en la pura apariencia y en discursos vacíos. Mucho más en una situación como la que hoy padecemos, con un crecimiento tan brutal de las desigualdades y con una grave fractura social.

Hoy existe en nuestra sociedad un sano deseo y una demanda de nuevas formas de hacer política. Es muy positivo que sea así. Pero esas nuevas formas de hacer política también corren el peligro de quedarse en nada si las reducimos a un puro formalismo y no somos capaces de hacerlas llegar a los objetivos, los contenidos, el punto de vista que centre la atención de la acción política. Ahí está el cambio fundamental que necesitamos en las formas de hacer política, en una nueva política: en que todo gire en torno a la lucha contra el empobrecimiento y la exclusión, en hacer posible una vida digna para todos. Porque lo que hoy está en juego es que sea posible o no la vida y la realización de las personas. Todo puede cambiar si pasamos del individualismo a la comunión. De lo contrario, nada cambiará.

En esa nueva política es esencial prestar una atención prioritaria a lo que está ocurriendo en el mundo obrero y del trabajo. Avanzar hacia un trabajo digno debería ser un objetivo prioritario de cualquier proyecto social y político que pretenda ser liberador y construir justicia en una sociedad decente. Porque una de las raíces fundamentales del empobrecimiento, la exclusión y las dificultades para la realización de la vida y del ser de las personas y familias es la violación de la dignidad del trabajo humano. Y las comunidades cristianas deberíamos sentirnos y estar vivamente implicadas en esta causa, la del respeto a la dignidad del trabajo humano, que es la causa del respeto a la dignidad de las personas.

 

Publicado en el nº 1564 de NNOO, mes de octubre de 2014
Bolivia: Hacia una Iglesia Aymara

Iglesia, Internacional

Bolivia: Hacia una Iglesia Aymara

16 septiembre 2014

ISAAC NÚÑEZ*. El título responde a la realidad de algunos intentos y plasmaciones concretas de desarrollo de una Iglesia andina, aymara, desde los años 70, en Bolivia y en Perú, aunque en los últimos años ha decaído mucho. Y en esa línea quiero inscribir la experiencia reciente que he vivido en un Encuentro de Catequistas de la Vicaría Illimani-Río Abajo, en la comunidad de Tirata, los días 4 a 6 de julio en continuidad con los Encuentros celebrados en años anteriores, y en el que participaron unos cien catequistas de las parroquias de Señor de la Sentencia –La Paz-, Cohoni, San Miguel de Calacoto y Lambate. Voy a hacer un relato entre la crónica, a ratos detallista, y el posicionamiento vivencial y programático en pro de la potenciación de la Iglesia aymara en el ámbito de las comunidades campesinas.

El Vicario, P. Marcelino Chuquimia, es aymara de etnia, de cultura y religiosidad, de corazón y de praxis pastoral con las comunidades rurales aymaras. Párroco del “Señor de la Sentencia”, en el centro de La Paz, donde reside, atiende también la parroquia rural de Cohoni y últimamente ha asumido la responsabilidad de la parroquia de Lambate, al cesar el anterior párroco. Estas dos últimas parroquias son plenamente rurales y están constituidas por unas cien comunidades vecinales, a cierta distancia de La Paz, con caminos de montaña estrechos y arriesgados que suponen varias horas de conducción. Las comunidades se contemplan en la blancura de la nieve del Illimani, la cadena montañosa más elevada de los Andes, de más de 6.000 m. de altitud.

Marcelino es uno de los “padres” realmente preocupados por la atención pastoral de todas esas comunidades campesinas aymaras, aunque le resulte imposible hacerse presente con cierta frecuencia en las mismas. La mayoría de las parroquias y comunidades del campo reciben la visita del “padre” muy pocas veces al año, casi solamente el día de la fiesta patronal, en la que también celebran los bautismos y primeras comuniones del año. Suele haber catequistas en bastantes comunidades, laicos o laicas de la comunidad y elegidos por la misma, pero con escasa preparación y sin llevar a cabo apenas una pastoral catequética y de animación de la fe de la comunidad. Marcelino potencia la acción de estos catequistas y también su capacitación y formación.

El día 4, me recogieron en una camioneta, a las 6.30 de la mañana, para ir al Encuentro, pero acercándonos antes a Lambate a recoger a catequistas. Llegamos a Totorapampa y Tres Ríos, comunidades a las que yo voy un sábado al mes, hacia las 10. Allí recogimos a cuatro catequistas que habían bajado de Lambate –a los que sumarían otros dos en la noche siguiente-, y también a los dos catequistas de Totorapampa. Todo marchaba bien, hasta que, después de desviarnos por otra carretera para ir ya directamente al Encuentro en Tirata, el que hacía de guía dirigió la camioneta por un camino que no mostraba huella alguna de paso de vehículos. La bajada era difícil, con muchos desniveles y piedras sueltas, hasta que llegamos a un punto donde el camino había sido interrumpido por un gran derrumbe de tierra y había quedado reducido apenas a un sendero para el paso de personas. Algo más adelante, había caído tierra y piedras en otro largo trecho. ¿Qué hacer? Era arriesgado retornar, pues, seguramente la camioneta no podría subir la cuesta. El que hacía de guía corrió y corrió hasta la comunidad cercana de Pinaya y pronto aparecieron tres hombres fuertes con herramientas para liberar el camino. Más tarde llegaron dos chicos de unos 12 años. Entre todos, hombres y mujeres y niños -¡cuánto trabajan las mujeres en Bolivia, en trabajos tan duros como los de los varones!-, faenamos duro, hasta dejar el espacio justo para el paso de la camioneta. Pero, tal espacio no era suficiente. Yo estaba angustiado viendo el grave peligro de que la camioneta volcase pendiente abajo con el conductor. De hecho, en los dos tramos el paso fue guiado por la mano providente del Señor: la rueda postrera pasó poco menos que en el aire y con un pequeño hundimiento del terreno. “¡Bendito seas, Señor! ¡Gracias, Dios nuestro!”, fue la exclamación oracional espontánea de todos.

Ya en la comunidad ofrecimos a los hombres y niños que nos habían ayudado una pequeña cantidad de dinero para que tomaran algo, ofreciéndonos a la vez para animar y celebrar con ellos su fiesta patronal. Es memorable el compartir generoso y solidario que tuvieron con nosotros, con desinterés y gratuidad. Fue una gracia del Señor. ¡Qué bueno el saber entrever en medio de problemas, a veces graves, la mano del Señor en y a través de las personas que prestar ayuda! Hemos de dar gracias al Señor por las maravillas que hace por nosotros a través de los demás –y las maravillas que hace también por los demás a través de nosotros-. Ya era la hora del almuerzo, hacia las 14 horas, y las mujeres catequistas nos sirvieron el apthapi –comida comunitaria- que llevaban preparado, a base de papa, chuño, arroz, yuca, algo de carne de llama… Y continuamos camino, ya sin grandes sobresaltos, hacia Tirata. Bajamos hasta el río de La Paz, el Choqueyapu, siguiendo la ruta que va recorre su muy ancho lecho, que ahora solamente alberga un arroyuelo, pero en la época de lluvias –primavera y verano-, suele llenarse totalmente, dejando incomunicadas a las comunidades ribereñas. Llegamos a Tirata hacia las 18 h., tras casi doce horas de viaje.

En ese momento, estaba comenzando la celebración de la eucaristía, en la iglesia totalmente llena de gente, presidida por el arzobispo Monseñor. Edmundo Abastoflor. En esta eucaristía, así como en las diversas actividades del resto de los días, resaltaba el canto y la música aymara, armonizada con guitarras, mandolinas, acordeón… y la participación coral de todo el pueblo, con la tonalidad característica de las mujeres aymaras, todo ello de ritmo y gran belleza sonora. – En Bolivia destaca la dedicación a la música y la práctica de la misma por parte de personas de las propias comunidades, en las fiestas y en toda clase de celebraciones, junto a la danza, vestidos con trajes muy llamativos y de fuerte colorido, desfilando por las calles; música propia, andina, particularmente bella-. La impresión que yo sentía era la de una Iglesia del Pueblo sencillo aymara, con su obispo y sus “padres”; una sensación gozosa y entusiasmante.

 

Después de cenar, el arzobispo se despidió expresándome su satisfacción por mi participación en el Encuentro. Serían las 22 h. cuando yo me retiré al alojamiento asignado para descansar, en la casa de un anterior catequista, mientras los demás continuaban en la iglesia, viendo la película de “Marcelino Pan y Vino”. Estaba agotado y no se me hizo duro el jergón de paja sobre el suelo. Había preguntado por el baño y se me dijo que no había baño en la casa –a pesar de ser una mansión amplia y de buen ver-; solamente había un grifo en el amplio patio. En toda la comunidad no hay todavía alcantarillado, debiendo hacer las “aguas menores” y “mayores” en cualquier lugar “adecuado” o en un baño público existente a la entrada de la comunidad. Al día siguiente, se me ocurrió dar un paseo a partir del final de las casas, por un hermoso camino flanqueado por alguna palmera y varios eucaliptus esbeltos y de grueso volumen, y recorrido también por una abundante acequia de agua que riega el amplio espacio de vega ganada al río, que constituye la riqueza de la comunidad – con unas tres cosechas anuales de hortalizas…-. En ese bello entorno pude satisfacer mis necesidades fisiológicas.

El sábado, día 5, a las 17.30, tocaron. Nos fuimos congregando en la iglesia para recorrer el Vía Crucis, el “Calvario”. Comenzamos el recorrido de las catorce estaciones, indicadas con una cruz grande y blanca de madera, en el llano, en las afueras de la comunidad, y fuimos subiendo a un cerro, por una senda cada vez más empinada y al filo o cresta entre dos precipicios laterales, que a mí y a alguien más nos provocaba vértigo. De frente y a la parte opuesta se divisaban las montañas elevadas y peladas, surcadas por profundas arrugas o cárcavas. Abajo quedaba la comunidad de Tirata, con su amplia y feraz vega. En cada estación escuchábamos la meditación sobre la misma, orábamos y se cantaba en aymara. A mí me pidieron que dirigiera la meditación en tres estaciones y también a Marcelino, que se incorporó después de haber salido a las tres de la noche a recoger a dos catequistas que venía al Encuentro y se habían perdido.

El resto de la mañana y parte de la tarde del sábado se dedicó a la formación cristiana. Marcelino habló sobre la Eucaristía (lugar de la celebración, mesa de la Palabra, mesa de la Eucaristía…). Yo, por la tarde, expuse algunos de los contenidos de “La alegría del Evangelio” (EG) del papa Francisco. La gente llenaba la iglesia y seguía con atención y participación las explicaciones. Un taxista, por ejemplo, me explicó que la palabra “primerear” no es un invento del papa, sino que es usada a nivel popular en Argentina y también en Bolivia, concretamente por los taxistas –en el sentido de “adelantarse”-.

A partir de las 17.30 h., se fueron dando interpretaciones de canciones y representaciones por parte de las cuatro parroquias y de la comunidad de Tirata, con el acompañamiento musical de instrumentos y también de dos bandas musicales –de Cohoni y de San Miguel, que actuaron durante los tres días del Encuentro-. Cenamos un plato de “fideo” (como macarrones cocidos) y un “tesito” (taza grande de té). Las preparación y el servicio de las comidas, para más de cien personas, corría a cargo de un grupo de mujeres del “Señor de la Sentencia”. Un trabajo intenso y duro, admirable: pelar papa, preparar carne…para tantos… En este sentido, el Encuentro fue realmente comunitario e integral, no exclusivamente de formación doctrinal, sino sobre todo de encuentro comunitario, de compartir, de colaboración, de experiencia de fe y de vida ofrecida por todos; podemos decir que se trataba de una celebración integral de Iglesia, de Pueblo de Dios, de verdadera comunidad cristiana.

Después de la cena, mientras continuaban realizándose actividades culturales y recreativas, miembros representativos de las parroquias se reunieron con Marcelino y también conmigo, para realizar la evaluación del Encuentro y programar el mismo para el año próximo y algunos otros aspectos. Toda la reunión se llevó a cabo en aymara, con algún resumen que Marcelino me hacía en castellano cuando le parecía. Todos intervenían y se prolongaban con “protocolos” y consideraciones que no se ceñían al tema –es una forma o estilo muy común en las reuniones o asambleas populares-. La evaluación del Encuentro fue totalmente positiva. Se aprobó el traspaso de “preste” (comunidad responsable del Encuentro del próximo año) de la parroquia de Cohoni a la de Lambate.- El “preste” es una persona o matrimonio asignado cada año para organizar y sufragar económicamente la fiesta patronal de cada comunidad –en este caso, no un matrimonio, sino una parroquia al tratarse de un encuentro entre parroquias-; es una forma de corresponsabilidad y colaboración con la comunidad, que va rotando, y que los asignados han de aceptar, a riesgo de que les reclamen el terreno que utilizan para sus sembradíos; lo mismo ocurre con la asignación con el cargo de dirigencia de la comunidad – autoridad o “mall´ku”-. Luego, Marcelino habló de la necesidad de intensificar y mejorar la atención pastoral a las comunidades, proponiendo a los obispos de La Paz la ordenación como diáconos de algunos de los catequistas con mayor preparación, experiencia y disposición; se nombró a una comisión para la redacción de una carta, que sería presentada el día siguiente al obispo auxiliar que presidiría la Eucaristía. Parece que el arzobispo, debido quizás a alguna experiencia negativa, no es proclive a la ordenación de diáconos permanentes; pero debiera prevalecer la necesidad pastoral de las comunidades, dada la escasez grande de presbíteros. La reunión terminó hacia las 23.00 h. y yo me fui a acostar, mientras continuaba la gente delante de la iglesia y sonaba la música, ahora a modo de ´diana” que señalaba el consumo de cerveza. –Siempre, en las fiestas y en cualquier evento, ha de haber cerveza, y todos y todas terminan emborrachándose, como un modo típico de celebración desde el exceso-.

El domingo, día 6, tocaron a las 7 de la mañana, convocando al rezo del “Rosario” en la iglesia, la primera vez que se hacía en la comunidad. Una mujer iba explicando los distintos momentos y aspectos del “Rosario”. Al iniciar cada “misterio”, se repetía un mismo canto mariano, en aymara. Después del desayuno, esperamos la llegada de uno de los dos obispos auxiliares, Monseñor Aurelio, ordenado hace poco. Llegó hacia las 11 h. y fue recibido en un punto de la calle principal, adornada con un arco de flores rojas y de aguayos (las telas de colores que se utilizan para llevar a los niños a la espalda o también cargas de productos), yendo luego todos procesionalmente a la iglesia. El obispo invitó en su homilía al encuentro con el Señor, que siempre acompaña y protege, al que debemos agradecer y pedirle lo que necesitamos –acentuando la tónica de una religiosidad más de petición que de alabanza y acción de gracias, y de una actitud generalizada de recibir más que de dar-. Delante del altar, los vecinos/as de Tirata fueron depositando en gran cantidad hortalizas, frutas… como ofrenda y como “cariño” a distribuir entre las parroquias y demás personas –obispo, “padres”- participantes.

Terminada la Eucaristía, se dio el traspaso de “preste” a la parroquia de Lambate. A un representante de la misma le fue colgada del cuello una cabeza de toro –del toro que había comprado por 3.000 bolivianos para la provisión de carne para las comidas-. Cada uno de los ocho catequistas de Lambate hablaron –repitiendo casi lo mismo-. Luego se inició la marcha, al son de la música de las bandas y danzando cogidos de la mano en parejas de cholita y varón, incluido el obispo y los “padres” –habiéndonos cargado el aguayo con una variedad de hortalizas-, dando vueltas y vueltas en torno a la plaza durante unos quince minutos. El almuerzo fue abundante y sabroso, con cerveza. Yo me senté junto al obispo, compartiendo mutuamente, con sencillez, ideas y experiencias.

Hacia las 15 h., organizamos la partida de vuelta. Llegamos a La Paz hacia las 18.00 h. Ya no me daba tiempo para subir a Panticirca y compartir con el equipo misionero las actividades de esa misma tarde de domingo. Necesitaba “urgentemente” una buena ducha y cambiarme de ropa, bien manchada debido a las contingencias del viaje.
Pero, ese mismo día 6, yo cumplía mis 68 años. Pude compartir un ratito con Samuel, Teresa y Teresita, el mismo día a la noche. Durante el día me habían telefoneado Marcela y Betty. Luego recibí mensajes de Bernardita desde Chile-, Casti y Pili –de la HOAC-. El martes siguiente, en Contexto, un grupo me invitó a almorzar, y me sentí muy a gusto con ellas –mujeres-. Pero, lo más valioso para mí fue el pasar el día 6 con los/as catequistas y la gente de Tirata, en un verdadero baño de pueblo aymara, de pretendida Iglesia o Pueblo de Dios aymara. Lo interpretaba como una llamada del Espíritu a acercarme más a ese pueblo, a las comunidades de Lambate, a comprometerme en la evangelización y atención pastoral de sus comunidades. Llevo grabada en mí las vivencias estimulantes de los/as catequistas y las personas de Tirata, su sonrisa, su comunicación, su acogida, su participación en la liturgia, en las charlas y demás actividades, su música… de hombres y mujeres, de jóvenes y niños/as. Incluso, el grave riesgo que pasamos y las incomodidades de la estancia en Tirata entran en el bagaje positivo de la participación en la vida y en la fe de estas gentes.

Marcelino ya hace algún tiempo que me planteó el trabajo en la parroquia de Lambate. Ya desde el año pasado estoy encargado de las comunidades de Totorapampa, Tres Ríos y Bolsa Negra, pertenecientes a dicha parroquia. En este Encuentro le he reiterado mi disposición a asumir la parroquia de Lambate como párroco, pudiendo dedicar una semana al mes al servicio de sus treinta comunidades vecinales. Me dice que está procurando conseguir los locales necesarios para las reuniones de formación de catequistas y de la gente, las celebraciones y el alojamiento del cura. En agosto nos reuniremos, convocando también a Contexto –que ya viene trabajando en Lambate mismo y en otras comunidades- y decidiremos. Si no prospera mi misión en Panticirca, quizás podría dedicarme totalmente a Lambate. Se cumpliría así aún más mi aspiración a vivir encarnado en la población campesina aymara, dedicado totalmente a su servicio.
Termino esta crónica dando gracias al Señor por esta experiencia especial e invocando al Espíritu para que me llame y me guíe hacia ellos, si es su deseo. Yo estoy dispuesto. “¡Gracias, Padre! Aquí estoy, Señor, envíame adonde Tú quieras”.

*Isaac Núñez fue consiliario de la Comisión Permanente de la HOAC.

Reforma fiscal, solidaridad y justicia

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Reforma fiscal, solidaridad y justicia

01 agosto 2014

El Papa Francisco ha denunciado lo que denomina las teorías del «derrame», «que suponen que todo crecimiento económico, favorecido por la libertad de mercado, logra provocar por sí mismo mayor equidad e inclusión social en el mundo. Esta opinión, que jamás ha sido confirmada por los hechos, expresa una confianza burda e ingenua en la bondad de quienes detentan el poder económico y en los mecanismos sacralizados del sistema económico imperante. Mientras tanto, los excluidos siguen esperando («La alegría del evangelio», 54). Sin embargo, esta teoría, falsa y perniciosa, que es la que hoy sostiene el llamado «neoliberalismo», es la que domina las políticas económicas que sufrimos, también las políticas fiscales. Y decimos que es falsa (además de porque «nunca ha sido confirmada por los hechos») y perniciosa, precisamente porque mientras rige las políticas económicas, los excluidos que esas mismas políticas fabrican, «siguen esperando». Ahí está su mayor falsedad.

Aplicada a las políticas fiscales, esta teoría viene a decir que es bueno que los que más tienen paguen pocos impuestos, porque así pueden invertir su riqueza generando crecimiento económico que a todos beneficia. Esta premisa, que rige desde hace años las políticas fiscales caracterizadas por constantes reducciones de impuestos (además de la multitud de facilidades para el fraude y para eludir pagar impuestos) a quienes más tienen, a las grandes empresas, inversores, financieros, grandes fortunas…, es burdamente falsa: lo único que sí logra es más acumulación de la riqueza social en pocas manos, más desigualdades y más dificultades del Estado para lograr los ingresos necesarios para responder a las necesidades sociales. Y, mientras tanto, los excluidos siguen esperando. Esta teoría también sostiene otra afirmación que no es más que un enmascaramiento de lo anterior, que es su verdadero objetivo, y que es el «caramelito envenenado» que se ofrece a quienes soportan en realidad el peso de los impuestos, los asalariados, los autónomos y las pequeñas empresas. Es la afirmación de que el dinero está mejor en los bolsillos de los contribuyentes que en los del Estado. Afirmación que es falsa y engañosa, pero sobre todo azuza el individualismo frente a la solidaridad. Porque cada uno por sí solo, sobre todo si tiene ingresos bajos, no puede atender todas sus necesidades básicas (aunque le «bajen» un poquito los impuestos); juntos, solidariamente y con un sistema fiscal que redistribuya la riqueza social, sí podemos responder a esas necesidades básicas de todos.

Ahora el gobierno de España ha planteado una mal llamada «reforma fiscal» que, en realidad, es una continuidad de las políticas fiscales de los últimos años que responden a la teoría que acabamos de comentar. No merece en absoluto ese nombre de reforma fiscal, porque no es más que un maquillaje electoral de una pequeña «bajada de impuestos» a algunos de quienes soportan la mayor parte de nuestra fiscalidad (repetimos, asalariados, autónomos y pequeñas empresas) para seguir bajando más aún los impuestos a los que menos pagan aunque son los que más riqueza acumulan. No tiene nada que ver con la reforma fiscal que necesitamos*. Una reforma fiscal que afronte ante todo y sobre todo el enorme problema de la desigualdad que sufrimos y que se ha incrementado escandalosamente en los últimos años; que persiga de verdad el fraude fiscal de quienes tienen más, que es enorme; que elimine todos los privilegios y mecanismos de «ingeniería fiscal» que facilitan eludir el pago de impuestos o defraudar a quienes más dinero y poder acumulan; que avance realmente en una fiscalidad progresiva, que acabe con la grave injusticia del gran peso de los impuestos indirectos, en particular del IVA, que castiga a quienes menos tienen porque pagamos todos por igual con independencia de nuestros ingresos… Una reforma fiscal, en definitiva, que apueste de verdad por una redistribución real de la riqueza social, por fortalecer la solidaridad social y la justicia, que suponga ingresos suficientes del Estado para responder a las necesidades sociales de las personas… Porque los excluidos no pueden seguir esperando.

*En el Tema del Mes del anterior número de «Noticias Obreras», «Fiscalidad justa para una sociedad más equitativa», puede verse con más detenimiento lo que suponen las actuales políticas fiscales y la reforma fiscal que necesitamos.
 
Publicado en el nº 1562 de NNOO, mes de agosto de 2014

Convertir en normal lo que es inmoral

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Convertir en normal lo que es inmoral

02 junio 2014

El pasado 13 de mayo, en Soma (Turquía), se produjo un incendio en una mina de carbón que ha causado la muerte de 300 mineros. Turquía tiene uno de los peores historiales del mundo en «accidentes» en las minas, porque las medidas de seguridad son muy deficientes. En la mina de la empresa Soma Holding, el primer productor de carbón subterráneo de Turquía, no existían las medidas básicas y exigibles de seguridad, por eso se ha producido el desastre. Con razón han dicho los sindicatos que «esto no es ni un accidente ni el destino, es una masacre», y que «el gobierno turco y los empleadores son los responsables de esta carnicería; cuando los gobiernos no protegen a sus ciudadanos están violando uno de los deberes más fundamentales de todo gobierno».

Pues bien, ante esta realidad, además de reprimir a los que protestaban en la calle por lo ocurrido, el primer ministro turco Erdogan, ha dicho que «estos accidentes ocurren», como si fuera algo normal. Pero no es normal, es una enorme inmoralidad. Con demasiada frecuencia se presenta lo inmoral como normal. Las debidas medidas de seguridad en el trabajo no existen para muchos trabajadores y trabajadoras del mundo porque tienen costes económicos, y se elige la mayor rentabilidad antes que la protección de la vida de las personas, se pone en peligro la vida para ganar más. Esa es la cruda realidad que siempre se quiere eludir cuando se producen desastres como este.

Aunque, desde luego, tiene una entidad distinta, la misma normalización de la inmoralidad es la que se pone de manifiesto en declaraciones que se hacen cada vez con más frecuencia en nuestro país. Declaraciones que hablan de trabajadores «que no saben hacer nada y a los que hay que pagarles el salario mínimo» o de trabajadores «exquisitos que no se adaptan a lo que les ofrece el mercado». Declaraciones que ofenden gravemente a los trabajadores y trabajadoras, pero que, además, hablan de la precariedad laboral, del empleo en condiciones indecentes, como si fuera lo más normal del mundo, como si los trabajadores no tuvieran sino que adaptarse a lo que les exige el mercado. Como si el mercado y la economía no tuvieran que adaptarse a las necesidades de las personas. La precariedad extrema del empleo no es normal (aunque cada vez esté más extendida), es inmoral. Hablar de la sociedad y del trabajo como si fueran un mercado y una mercancía no es normal (por más que sea una mentalidad muy extendida), es inmoral. ¿A qué hemos reducido al ser humano?

La raíz de esta inmoralidad que se presenta como normalidad es la idolatría del dinero que denuncia con contundencia el Papa Francisco, porque significa «una profunda crisis antropológica», una profunda crisis de lo humano, «¡la negación de la primacía del ser humano! (…) La adoración del antiguo becerro de oro ha encontrado una versión nueva y despiadada en el fetichismo del dinero y en la dictadura de la economía sin un rostro y sin un objetivo verdaderamente humano» («La alegría del Evangelio», 55). Y esto ocurre porque se niegan en la práctica dos principios básicos de humanidad: que en la economía la persona tiene que ser siempre sujeto, centro y fin, nunca instrumento; y que el trabajo humano es superior a todos los demás elementos de la economía, porque solo el trabajo es siempre una persona que trabaja y todo lo demás son instrumentos, cosas (Concilio Vaticano II, «Gaudium et spes», nn. 63 y 67). Si no organizamos la vida social y no actuamos según el orden de valores que hace justicia a la dignidad de las personas, seguiremos convirtiendo lo inmoral en lo normal y cada vez estaremos más lejos de la verdad sobre nuestra humanidad. Y ese alejarnos de nuestra humanidad provoca desastres.

Mirar cara a cara a los pobres

Editoriales

Mirar cara a cara a los pobres

01 abril 2014

En “Evangelii gaudium” (La alegría del Evangelio) el Papa Francisco dice que “el imperativo de escuchar el clamor de los pobres se hace carne en nosotros cuando se nos estremecen las entrañas ante el dolor ajeno” (n. 193) y que esto es posible cuando vivimos con “una atención puesta en el otro” (n. 199). Seguramente muchos comportamientos personales, actitudes, prácticas y mentalidades sociales, planteamientos y decisiones de las instituciones políticas, cambiarían si viviéramos más desde esa atención al otro y nos dejáramos afectar realmente por el dolor ajeno. Ahí está lo que más, desde la raíz, nos hace humanos, lo que puede sacar lo mejor de nosotros mismos. Muchas cosas cambiarían si fuéramos capaces de mirar cara a cara a los pobres.

Con demasiada facilidad sepultamos nuestra humanidad enterrándola en ideas y discursos que impiden mirar cara a cara la realidad y que son una ofensa, una más, a los pobres. Es lo que ocurre con esos discursos del “estamos saliendo de la crisis” que ignoran de hecho la realidad de sufrimiento de tantas personas y familias. Discursos que hablan de cifras y números cuando se trata de otra cosa, de personas. Es lo que ocurre con los trágicos hechos ocurridos en la frontera de Ceuta, con la situación cotidiana de nuestra frontera sur, y particularmente con los discursos sobre la inmigración que hablan de “avalanchas” de inmigrantes, de “razones de Estado”…, que desvían la atención de lo verdaderamente importante: se trata de personas, de seres humanos. Este hecho tan simple y elemental es el que se ignora en la práctica en las políticas migratorias de la Unión Europea que, por eso, son un desastre y una cruel inhumanidad. Porque no es solo la frontera sur española, ahí está Lampedusa y tantos lugares más donde se viven los trágicos efectos de no saber o no querer mirar la realidad de frente. Mirar cara a cara a los pobres, en este caso a los inmigrantes, víctimas del abismo de desigualdad que hemos creado en nuestro mundo.

Necesitamos cambiar de raíz nuestra mirada. En la realidad de los migrantes, atrevernos a mirarlos como dice Wooldy Edson Louidor, haitiano, luchador de muchos años por los derechos de los migrantes en latinoamérica que, desde su experiencia, expresa mucho mejor de lo que nosotros seríamos capaces lo que queremos decir. Edson habla así del migrante: “Un ser humano que nos invita a acogerlo y tener el valor de encontrar lo Humano y lo Divino en su rostro sufriente”. Y explica así lo que le motiva a seguir luchando con los migrantes por sus derechos: “Me motiva la misma esperanza que tienen los migrantes…Cada vez que hablo con un migrante, experimento esta voluntad de vivir, esta esperanza “contra toda esperanza” y, sobre todo, esta capacidad de reírse y de alegrarse incluso en los momentos más duros de su experiencia migratoria. Me motiva lo humano que siempre llevan en su corazón y que nada puede destruir: ni la hostilidad de las políticas y leyes migratorias, ni las actitudes discriminatorias de ciertos grupos sociales, ni los abusos de los traficantes ilegales de migrantes. Los que realmente defienden sus derechos son los mismos migrantes a través de su lucha por la vida. Nosotros, los que los acompañamos, somos simples testigos de esta lucha, acompañantes de esos seres humanos y humildes servidores de esta gran misión que los mismos migrantes llevan adelante con dignidad, combatividad y esperanza”. Porque esa es la realidad: la vida humana que busca salir adelante. ¿Queremos mirar cara a cara esa realidad?

Publicado en el nº 1558 de NNOO, mes de abril de 2014
COMUNICADO DE  LA HOAC Y LA JOC  EN APOYO A LAS MARCHAS DE LA DIGNIDAD #22M

Comunicados, Mundo obrero y del trabajo

COMUNICADO DE LA HOAC Y LA JOC EN APOYO A LAS MARCHAS DE LA DIGNIDAD #22M

21 marzo 2014

Las militantes de la HOAC y la JOC, como movimientos de Acción Católica en el mundo obrero, queremos expresar públicamente nuestra solidaridad y apoyo a “las Marchas de la Dignidad”, que harán su entrada en Madrid el 22 de Marzo, al entender que son justas, legítimas y necesarias la mayoría de sus aspiraciones y reivindicaciones. En ellas participamos personas desempleadas, afectadas por las hipotecas, integrantes de diversos movimientos sociales, de mareas ciudadanas y muchas personas creyentes y no creyentes, empujadas por su fe o sus convicciones éticas.

Queremos resaltar uno de los lemas de estas Marchas: PAN, TRABAJO Y TECHO PARA TODOS Y TODAS. Son los requisitos mínimos para que la sociedad que intentamos construir no deje a nadie en las cunetas. Para que la vida que compartimos sea humana y nos humanice. “El paro es la consecuencia de un sistema económico que ya no es capaz de crear puestos de trabajo, porque pone en el centro un ídolo que se llama dinero. Por lo tanto, las diferentes políticas, sociales y económicas están llamadas a promover un enfoque diferente, basado en la justicia y la solidaridad.” (Discurso del Papa Francisco a los trabajadores del acero, 20 de marzo de 2014)

Como se afirma en el manifiesto, “queremos unirnos a esta respuesta colectiva y masiva de la clase trabajadora, la ciudadanía y los pueblos. Millones de trabajadores y trabajadoras se encuentran sin empleo y no merecemos este atropello a nuestra dignidad colectiva.”

Apoyamos a todas las personas que han salido de su tierra para denunciar la situación de precariedad en que viven tantas familias.  La clase trabajadora y las personas más indefensas se empobrecen cargando sobre sus hombros las consecuencias más duras de una situación que no han generado.

En medio de tanto dolor, vemos aumentar la brecha de la desigualdad entre ricos y pobres. Uno de cada cuatro españoles está en riesgo de pobreza o de exclusión social, y la juventud no tiene posibilidad de forjar un futuro digno con las actuales políticas. Además las medidas que se están tomando, provocan que se haya incrementado el número de millonarios un 13% en España.

“Felices quienes tienen hambre y sed de justicia”, nos recuerda el Evangelio. Queremos ver en estas Marchas una expresión de esa sed de justicia que vivimos en la actualidad. La urgencia social que vivimos hace necesario un pronunciamiento para priorizar la vida y la dignidad de las personas antes que los intereses económicos. Es hora de unirnos todas las personas de buena voluntad.

Como militantes cristianas y en sintonía con el Papa Francisco, no queremos “dejarnos robar la alegría evangelizadora”, debemos trabajar la esperanza.

“Cuando la sociedad abandona en la periferia a una parte de sí misma, no habrá programas políticos ni recursos policiales o de inteligencia que puedan asegurar indefinidamente la tranquilidad. Y no solo porque la inequidad provoca la reacción violenta de los excluidos, sino porque el sistema social y económico es injusto en su raíz.” (“La Alegría del Evangelio”, 59)

Nos comprometemos, por tanto, a ser motor de cambio de estas situaciones que deshumanizan constantemente a tantas personas y limitan nuestras vidas. Dios sigue oyendo el clamor del pueblo explotado, dominado y oprimido y nos invita a vivir la utopía de un mundo más humano, un mundo fraterno.

Madrid 21 de marzo de 2014

Comunicado de las Jornadas diocesanas de Pastoral Obrera de Sevilla 2014

Iglesia

Comunicado de las Jornadas diocesanas de Pastoral Obrera de Sevilla 2014

18 febrero 2014

Convocados por la Delegación Diocesana de Pastoral Obrera de la Archidiócesis, nos hemos encontrado el pasado día 15 de febrero de 2014, en la parroquia Nuestra Señora del Pilar de Sevilla, un centenar de personas, de diversas parroquias, movimientos apostólicos, equipos parroquiales de pastoral obrera, y congregaciones religiosas, bajo el lema: “ESCUCHANDO EL CLAMOR DE LOS POBRES DEL MUNDO OBRERO” para reflexionar sobre la dimensión social de la evangelización.

En el encuentro hemos contado con la presencia de Mons. Antonio Algora Hernando, Obispo prior de Ciudad Real. Obispo responsable del Departamento de Pastoral Obrera de la Comisión Episcopal de Apostolado Seglar – CEE. “LA IGLESIA QUE SUEÑA EL PAPA FRANCISCO PARA LA EVANGELIZACION: ¿qué reclama de pastoral obrera la tarea evangelizadora?” ha sido el lema genérico de su ponencia.

La segunda ponencia estuvo a cargo de D. Francisco Porcar Rebollar. Militante de la HOAC de la diócesis de Segorbe-Castellón. Experto en formación de militantes obreros cristianos y D.S.I. bajo el titulo: “La evangelización del mundo obrero y del trabajo a la luz de Evangelii gaudium. LA ALEGRÍA DEL EVANGELIO DE LA MISERICORDIA”.

En el encuentro hemos reflexionado cómo anunciar la palabra de Dios en la situación de profunda crisis que vivimos, una de cuyas consecuencias más dolorosas es el paro y la precariedad laboral que hace sufrir a muchas personas, familias y deteriora a toda la sociedad. Qué cambios son necesarios introducir en nuestra vida personal y comunitaria, para ser más fieles a Jesucristo, siendo más fieles a los pobres, y así ser más fieles a la Iglesia. Cómo hacer Pastoral Obrera hoy: ¿Qué reclama de pastoral obrera la nueva evangelización? ¿Cómo afectan los desafíos para la evangelización que subraya la “Evangelii Gaudium” a la Pastoral Obrera y cómo los debemos afrontar? Como ser la Iglesia fiel a Jesucristo que el hombre de hoy necesita. Una Iglesia herida y manchada por acercarse a la periferia, a los que no cuentan. Una Iglesia pobre, de los pobres y para los pobres.

Descubrimos que se nos invita a una nueva etapa evangelizadora “marcada por la alegría del Evangelio”, a compartir una Buena Noticia: una llamada a madurar nuestra conversión personal y comunitaria nacida del encuentro con Jesús. A una dinámica de vida en el mundo obrero y del trabajo desde la vivencia de la misericordia, que es involucrarse, acompañar, dar fruto, festejar. Dinámica de vida que se hace compromiso para hacer frente a una lógica inhumana y deshumanizadora que genera empobrecimiento y exclusión.

Enviados por la Iglesia, que en palabras de nuestro Arzobispo nos invita a ponernos en camino, evangelizando con un compromiso serio a favor de la vida y la justicia y con un empeño responsable por cambiar las situaciones que generan pobreza y exclusión, queremos compartir el sufrimiento de tantas familias, y ofrecer el Evangelio de Jesucristo para humanizar la sociedad, iluminando su andadura, para una convivencia más justa y solidaria. La celebración de esta Jornada es una invitación para todos a reconocer, alimentar, agradecer y comunicar la fuente autentica de nuestra alegría: Jesús y su Evangelio como Buena Noticia para los empobrecidos del mundo obrero. Que no nos roben la esperanza ¡Que renazca la alegría! Hemos concluido con la misma oración de la Exhortación:

Madre del Evangelio viviente, manantial de alegría para los pequeños, ruega por nosotros.

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